:O ¿Como reaccionará Valdimir ahora que sabe esto? ¡Descubranlo en el proximo capitulooo!
Erik se giró hacia Valdimir, quien observaba la escena con una mezcla de horror y comprensión dibujada en su rostro.—Yo... —Valdimir tragó saliva, su voz apenas audible— nací para ser un sacrificio.Aelina, sintiendo el peso de estas palabras, se acercó y tomó la mano de Valdimir entre las suyas, ofreciendo un silencioso consuelo.—Así es, padre —confirmó Erik, con su voz cargada de emociones contenidas.—Un sacrificio que salió mal —murmuró Valdimir, apretando sus manos con fuerza, como si quisiera aferrarse a una realidad diferente.La voz del hechicero Yakov volvió a llenar la estancia:—Cuando el niño nazca, realizaré el hechizo de transmutación de oscuridad. Siendo tan pequeño e indefenso, no debería presentar dificultad... acabar con su vida.El rey, con una frialdad que helaba la sangre, cuestionó:—¿Y si resulta más complicado de lo previsto?Yakov lo miró fijamente, con sus ojos reflejando décadas de conocimiento arcano:—Entonces deberán recurrir a la luz. Es lo único capaz
En ese instante, en aquel recuerdo imborrable, la sombra que ahora moraba en el recién nacido Valdimir se alzó como una bestia feroz, hambrienta de poder y recién liberada de su cuerpo donde había aparecido en ese siglo. Con una velocidad que desafiaba la comprensión, la sombra se extendió sobre el verdugo y el hechicero.El verdugo, un hombre fornido acostumbrado a enfrentar la muerte, palideció ante la visión de aquella oscuridad viva que se cernía sobre él. Sus ojos, abiertos de par en par, reflejaron un terror indescriptible antes de que la vida los abandonara. El hechicero, por su parte, intentó en vano invocar un hechizo de protección, pero sus palabras se ahogaron en un grito estrangulado cuando la sombra lo envolvió.En cuestión de segundos, donde antes había dos hombres, solo quedaban cuerpos inertes, con sus rostros congelados en una expresión de total horror. El Rey, con el rostro desencajado y perlado de sudor frío, apenas logró reaccionar. Aferrando a la pequeña princesa c
Valdimir, movido por un impulso paternal que raramente mostraba, se acercó a su hijo. Sus movimientos eran lentos, casi cautelosos, como si temiera que un gesto brusco pudiera quebrar la frágil conexión que se estaba formando entre ellos. Cuando finalmente llegó junto a Erik, lo envolvió en un abrazo protector, firme pero gentil.Erik, más bajo que su padre, ocultó el rostro en el pecho de Valdimir. Por un momento, pareció transformarse en un niño que busca el consuelo en los brazos de su padre. Las lágrimas fluían libremente, empapando la camisa de Valdimir, pero a ninguno de los dos parecía importarle.Aelina, con los ojos húmedos y el corazón desgarrado por el dolor de su familia, se unió al abrazo. Sus brazos rodearon a su esposo y a su hijo, formando un círculo de amor y dolor compartido. Por un instante, los tres permanecieron así, unidos en su dolor y en sus deseos de cambiar el destino que los acechaba.Finalmente, Valdimir rompió el silencio. Su voz, grave y controlada, resonó
Mientras pronunciaba estas palabras, los recuerdos de años de falso amor y cariño por parte de su hermana Irina inundaron su mente. Cada sonrisa, cada gesto de afecto, ahora se revelaba como una máscara que ocultaba su verdadero deseo: su muerte. Una llama de ira se encendió en su interior, alimentada por la traición y el engaño que él en secreto siempre sospechó.Aelina, sin embargo, se detuvo. Su mirada se había fijado en el bebé que yacía solitario en la cama, junto al cuerpo sin vida de su madre. Había algo en esa imagen, en la vulnerabilidad de esa pequeña vida recién comenzada, que la conmovía profundamente.—Un momento... —dijo Aelina, con su voz cargada de una curiosidad repentina que contrastaba con la tensión del momento. Sus ojos, fijos en el bebé solitario, reflejaban una mezcla de compasión y perplejidad—. ¿Quién te puso por nombre Valdimir?La pregunta flotó en el aire, aparentemente fuera de lugar en medio de las revelaciones trascendentales que acababan de escuchar. Sin
De regreso en la línea temporal donde todos vivían, el palacio real de Kolgrim bullía con una actividad poco común. En uno de los amplios salones, cuyas paredes estaban adornadas con tapices que narraban la historia del reino, se encontraba Valdimir, el actual Rey Lobo. Su figura elegante e imponente como siempre, contrastaba con la sobria elegancia de la estancia. Sus ojos de color ámbar tan hermosos para Aelina, y nada comunes para un lobo promedio, recorrieron la habitación antes de posarse en uno de sus sirvientes, que aguardaba atento a sus órdenes. Valdimir, con la seguridad de quien ha tomado una decisión que ha estado meditando por un tiempo considerable, rompió aquel mutismo con su voz grave y autoritaria:—Escucha con atención, sirviente —comenzó, dirigiéndose al hombre lobo siervo que se mantenía en posición firme —. Quiero que liberen al prisionero que tenemos encerrado en uno de los calabozos de las torres altas del palacio real.El sirviente, un hombre lobo beta de median
A pesar de todo, la confusión se dibujaba en cada línea del rostro de Nikolai mientras procesaba la situación en la que se encontraba. Más desconcertado que nunca, simplemente aceptó todo principalmente porque decidió ceder ante la curiosidad que lo carcomía por dentro. Esta misma curiosidad, mezclada con una cautelosa resignación, lo impulsó a cooperar con los guardias que lo escoltaban.Mientras caminaba por los pasillos del palacio, aquellos pasillos que otros tiempos recorría con la seguridad de un heredero al trono, pero que ahora atravesaba como un prisionero. La ironía de su situación no escapaba a su aguda percepción: él, el legítimo heredero, marchaba escoltado como si fuera un peligroso criminal, mientras que el verdadero monstruo, el culpable de todas sus desgracias, se sentaba cómodamente en el trono que por derecho le pertenecía.Con cada paso que daba, Nikolai sentía el peso de los años de cautiverio sobre sus hombros. Su mente, desafilada por el largo encierro, luchaba p
Nikolai, aún con el sabor del vino persistente en su paladar, sintió un escalofrío recorrer su espalda. El Vacío, ese lugar misterioso y temido, representaba la faceta más oscura de su linaje familiar. Era un reino de sombras y secretos, un espacio que parecía estar en la realidad y otro mundo que pocos se atrevían a mencionar, mucho menos a explorar por lo inhóspito que era.El comedor real, iluminado por la tenue luz de las velas, parecía que podía sentir la tensión de los que estaban sentados a la mesa. Los manjares dispuestos sobre la mesa, antes tan apetitosos, ahora yacían en su mayoría casi olvidados, mientras la conversación tomaba un giro que Nikolai encontró siniestro.En el instante en que Valdimir mencionó que Nikolai entraría en esa otra dimensión a través del espejo, él sintió que su corazón daba un vuelco. Su mente, nublada por el vino que no había tomado en años y las revelaciones recientes, inmediatamente trazó un escenario funesto.«Esta es la oportunidad perfecta par
Erik, consciente de la desconfianza que su tío Nikolai albergaba hacia su padre Valdimir y de su sospecha de que su madre también estaba siendo controlada por su padre, asumió la responsabilidad de explicar la situación. El joven del futuro representaba, en cierto modo, la versión más imparcial de esa verdad que Nikolai estaba escuchando y que le resultaba tan difícil de creer.Con paciencia y detalle, Erik desentrañó la compleja red de eventos y secretos familiares. Su voz, firme pero siempre comprensiva, llenó el comedor mientras relataba la historia que había sucedido y descubierto en su propia línea temporal. Habló de la maldición de Irina, del plan de sus abuelos para sacrificar a Valdimir, y de cómo los eventos se habían desarrollado de manera diferente a lo que todos creían.Mientras Erik hablaba, Nikolai escuchaba con una mezcla de incredulidad y horror creciente. Su rostro, normalmente lleno de altivez y orgullo, se contorsionaba con cada nueva revelación. Sus ojos color ámbar