Narra Adriana: Debajo de la capucha que tengo puesta sobre la cabeza, percibo algunas luces del exterior, incapaz de ver nada. Ante la falta de vista, mis sentidos se agudizan, especialmente el de la audición, por lo que trato de prestar atención a los detalles buscando algo de información que pueda ser útil en el futuro. Sé que mi primer intento no fue exitoso, pero eso no significa que me vaya a rendir. Fernando ha de estar muy equivocado si piensa que voy a quedarme de brazos cruzados, mientras él extorsiona a mi familia.En silencio, en la parte de atrás de un vehículo que no llegué ni siquiera a ver, voy de manos atadas mientras él da tumbos por la ciudad. Imagino que ha de tener los cristales oscuros, porque un sujeto con una mujer secuestrada y con un gorro en la cabeza, estoy segura de que llamaría la atención de los policías. Claro que, con lo corrupto que es este sistema, no me sorprendería que fueran los patrulleros quienes le consiguieran el vehículo.Tras un largo rato d
Narra Adriana: La adrenalina bombea por todo mi cuerpo mientras salgo del viejo almacén en el que estaba encerrada. El lugar está junto al mar, pero no tengo ni idea de dónde estoy, solo sé que debo salir de aquí cuanto antes. En el exterior, otra vez el sonido de las olas me recibe, pero no me fijo en ella, desesperada, busco del auto en que Fernando me trajo hasta aquí. Lo ubico a unos veinte metros de la enorme entrada de metal y corro hasta él, todavía con las manos atadas. Está oscuro y hace un frío que pela. Estoy descalza porque mis zapatos se quedaron en el sótano anterior, pero nada de eso me importa, bien podría haber fuego debajo de mis pies y no me detendría. Necesito llegar al auto para poder huir. En el camino, no dejo de mirar hacia atrás, con el corazón latiendo a mil por hora en mi pecho, presa del pánico y pavor de que me vuelva a atrapar. Puede que este sea mi último intento, porque si logra levantarse, estará hecho una furia.Sin detenerme, corro, despavorida hast
Narra Jeremiah: Eran ya las ocho de la noche cuando me llamó la detective Kim. Quisiera decir que estaba en casa a punto de cenar o algo así, pero la verdad es que estoy conduciendo como ave sin nido, incapaz de volver a una casa vacía. He salido de la oficina hace horas y me la he pasado rondando por la ciudad, sin rumbo, al punto de que estoy a las afueras del pueblo, todo para evadir mi realidad. Cuando el número de la detective apareció en la pantalla, debo admitir que pensé mucho si le contestaba o no, dado que, luego de nuestro altercado en la pista de ayer, entre nosotros las cosas se volvieron más tensas que antes. Igual, yo ya había hablado con investigador privado para que encontrara a Adriana, así que no creí que tuviera algo que hablar al respecto con ella, sin embargo, su insistencia fue tanta, que no me quedó de otra más que responder a sus insistentes llamadas.—Detective, buenas noches. ¿Qué puedo hacer por usted? —pregunto, mientras observo mi maletín lleno de trabaj
Narra Fernando: Engullo sin prisa la hamburguesa triple de carne y queso, especialidad de Troy, la cafetería que suelo recurrir en los suburbios de la ciudad. Tengo la mente como volcán en erupción, lleno de fuego y lava ardiente, que me carcome por dentro. Mientras ceno y observo la televisión, distraído, recapitulo los hechos vividos esta noche. ¿Cómo es posible que pudiera haber dejado escapar a Adriana de esa manera? Después de días con ella bajo mi merced y la seguridad de que bien podría haber obtenido mucho, mucho dinero, lo suficiente como para haber terminado de vivir el resto de mi vida en paz, la muy zorra se me escurrió entre las manos y para colmo, se llevó mi vehículo y me dejó herido.Ahora tengo que empezar de cero y eso no es sencillo. Solo de pensar que la dejé escapar, una enorme rabia me invade conmigo mismo y con ella. Esa zorra cree que se librará de mí tan fácilmente, pero no sabe la que le espera. Necesito recrear un plan para poder volver a salirme con la mía
Narra Adriana: La gente siempre habla de lo placentero que es llegar a casa luego de un día agotador en el trabajo, o tras un viaje de varias semanas fuera, y hasta luego de una tarde de afanes en el centro. Siempre que llegamos a casa nos sentimos en paz, seguros de que nada mala podrá pasarnos dentro de nuestras cuatro paredes. Sin embargo, a pesar del alivio que podría sentir hoy, una sensación de desasosiego todavía sigue aquí, a pesar de que sé que nadie podrá lastimarme ahora.—¿Te gustaría algo de comer? —pregunta Jeremiah, ahora que me ha dejado en uno de los taburetes de la barra del desayuno.Conociéndolo, seguro que tendrá la despensa vacía, así que inevitablemente sonrío y lo miro con cariño.—¿Hay algo en la alacena?Me mira avergonzado y se encoge de hombros.—Puede que aparezca algo —promete y se pone a trastear entre los gabinetes hasta encontrar una sopa de sobre —Bingo.Lee las instrucciones en el dorso del envase y en menos de cinco minutos ya está lista. La sirve
Narra Adriana: Miro hacia atrás en el bosque, mientras corro desesperadamente en un intento de escapar. El sudor baña mi frente y mi respiración es agitada. Trato de escapar, pero los árboles, ramas y piedras me la ponen difícil y detrás de mí, se escucha la risa de mi captor. Tengo miedo, mucho miedo de que me atrape, así que no dejo de mirar atrás, para verle casi junto a mí. En una de esas, tropiezo con una piedra y me golpeo la cabeza, haciendo que sangre comienza a fluir como un río. Ahora herida, y sola, intento ponerme de pie, pero antes de darme cuenta, mi perseguidor me echa mano por el tobillo desde las sombras y me arrastra a lo profundo del bosque.Me despierto con la mano en el pecho y una respiración profunda. El corazón me late a mil por hora y en efecto, sí estoy sudando, tanto así que el pijama que traigo puesto, al igual que la manta, está húmeda. ¿Dónde estoy? La habitación está a oscuras, por lo que, por un momento, la terrible idea de haber sido secuestrada otra
Narra Adriana: Me pongo de rodillas frente a él y le miro a los ojos, con fiereza. Echo mi pelo hacia atrás y en su mirada se ve el deseo, más ardiente que nunca. Entonces, lo tomo entre mis manos y comienzo a acariciarle con suavidad. Él cierra los ojos, casi derritiéndose por mis caricias, y antes de que pueda prevenirlo, lo acerco a mi boca, para degustarlo con mis labios.Un gemido fuerte y largo se escapa de su garganta y eso me motiva más a intensificar mis caricias. Con mi lengua recorro todo su miembro y él toma mi cabeza entre las manos, para controlar los movimientos. Lo dejo hacer, en parte porque me encanta verlo así, y en parte porque me gusta darle placer. Aumento la velocidad, succionando, saboreando. Me aferro a sus muslos tonificados y siento que todo su cuerpo se tensa, preparándose para descargarse, sin embargo, él me aparta con suavidad, y niega con la cabeza.—No, cariño, así no.Lo miro confundida desde el suelo. Creí que le estaba gustando, es más, estoy segura
Narra Adriana: El sol de la mañana entra brillante y con fuerza por las ventanas y me despierta de un sueño profundo. A mi lado, Jeremiah está rendido y ronca suavemente desde su almohada. Sonrío y le acaricio la barba con cariño, peino sus cejas y su cabello, contemplándolo. Es tan guapo, tan dulce, que a veces me sorprendo de que se haya fijado en mí, que soy un tanto más sencillo. No es que tenga problemas de autoestima ni mucho menos, pero sé que mi belleza no es llamativa como la suya. Parece que lo sacaron de una revista de modelaje. Todos estos días sin él, me he dado cuenta de que lo amo y que lo he extrañado con locura. Me inclino y le doy un beso suave en los labios. Abre los ojos al instante, al principio un tanto desorientado, pero sonríe suavemente al verme. —¿Qué estás haciendo, mujer? ¿Me quieres seducir? —pregunta con voz ronca, mientras me atrae por la cintura hacia él.—Sí, me descubriste —confieso, riendo.Se me acerca y comienza a besarme el cuello y a hacerme co