Narra Adriana:
No hay nada más romántico que hacer el amor en la playa. Para mí, ese ha sido mi sueño desde que era jovencita y nadie nunca me había dado el placer. Sin embargo, viene este tipo que no quiere enamorarse, y mucho menos enamorarme a mí, con un viaje planeado por él, con ropa para mí que empacó él, lo que hace muy difícil resistirme. Por eso, tan pronto me ha propuesto bañarnos juntos, he accedido, segura de que, bien podría pedirme lanzarme de un paracaídas y le diría que sí, totalmente bajo su hechizo.
Desnuda frente a él, no siento vergüenza ni tapujos, no siento más que el enorme deseo de hacerle mío. Así que me lanzo por su boca mientras comienzo a desvestirle.
—Te deseo — ahora soy yo quien tiene prisa, quien está ardiendo de ganas.
—Aqu
Narra Jeremiah: Me despierto con el sonido arrullador de las olas. Al abrir los ojos, me toma unos segundos descubrir dónde estoy, aunque me recupero rápidamente. La brisa marina es fría y el delicioso aroma del mar es sanador. A mi lado, la cama está vacía y al tocar el lugar de Adriana, está frío, lo que significa que se levantó hace rato. Me sorprende mucho, porque es muy temprano y cuando finalmente nos metimos en la cama anoche eran pasadas las tres. Salgo en su búsqueda, sin saber dónde andará. Quizás esté paseando en la playa, o algo parecido, pero me da pena la idea de pensar que se ha ido sin mí. Me levanto de la cama y la encuentro de inmediato.—¡Wow! — digo sorprendido al verla hacer yoga en la pequeña terracita frente al mar.Tiene una camiseta gris de las mías que le queda un par de tallas m&aa
Narra Adriana: Termino mi delicioso desayuno con una sonrisa de satisfacción. No sabía que estaba tan hambrienta hasta que llegó el momento de comer. Tras una mañana de mucha actividad física, hemos venido a un pequeño restaurante de la costa, cerca de la cabaña que sirve delicias de todo tipo. Como no me decidía, terminé ordenando de todo un poco y no me arrepiento de nada. Panqueques, tocino, huevos revueltos, queso frito y un par de tostadas han sido mi menú, y Jeremiah ha pedido lo mismo. El camarero mi miro raro al principio, pero al ver mi plato vacío, solo negó con la cabeza.—Debo admitir que nunca había visto comer así a una mujer — dice Jeremiah, riendo.Tiene unas gafas de sol oscuras, un polo de cuello azul claro y unos pantalones cortos color kaki. Está más guapo que nunca, si es que eso fuera posible
Narra Adriana: Jeremiah me deja en la puerta de mi edificio el domingo por la tarde, luego de un fin de semana exquisito. Luego de la aventura en el esquí de agua, me llevó a un spa donde me miraron durante dos horas, mientras el trabajaba. El resto del domingo lo pasamos en la habitación, entre besos, caricias y mucha pasión.—¿Estás segura de que quieres quedarte? — me pregunta devorándome los labios en el auto.—Sí, mi madre me espera — susurro.—Hmm, tienes razón, pero no veo la hora de que vengas a vivir conmigo. Tenemos que poner fecha de boda.—Tranquilo, no hay prisa, ¿o sí? — pregunto sonriendo.—Será el mes que viene — concluye y yo me río.—Adiós.Me bajo sin esperar respuesta y subo a toda prisa hasta mi casa. Estoy ansiosa por ver a
Narra Jeremiah:Un lunes nunca me pareció tan ligero y liviano como el de hoy, donde, a pesar de todo el estrés y presión de la oficina, me siento como en una nube, con un estado de ánimo imposible de arruinar. A penas son las nueve y cuarto de la mañana, llevo media hora en la oficina y ya me han dado varias malas noticias: que si el pedido de los enlatados marca Gautier no ha llegado, que la declaración de impuestos que debió hacerse hace dos días tuvo un error y encima, uno de nuestros camiones distribuidores ha sufrido un accidente en la autopista, perdiendo una carga de casi ochenta mil dólares en productos, por suerte sin pérdidas humanas ni ningún herido.—Tremenda mañana, ¿no, Teresa? — le pregunto a mi asistente con una sonrisa.Está de pie junto a la puerta, con su acostumbrado traje gris. Me mira por encima de sus len
Narra Jeremiah: Miro mi reloj, nervioso, puesto que son las cuatro y quince y no hay rastros de Adriana por ningún lado. Habíamos quedado en vernos en la oficina de Emma a las cuatro en punto. Me ofrecí a recogerla, como de costumbre, pero la muy testaruda se ha negado, insistiendo en venir en su auto. Siendo ella tan autoritaria, no hubo manera de hacerle cambiar de opinión, así que no me ha quedado de otra que ceder, a pesar de que me gusta llevarla a todas partes, no solo por su seguridad, si no por el placer de su compañía. Sin embargo, quince minutos tarde es demasiado tiempo y más para mí que odio llegar tarde, así que decido llamarla para saber de su paradero. No me he decidido a entrar, porque no quiero tener que enfrentar todo eso solo. El tema de la boda sigue dándome grima, pero debo guardar las apariencias. El primero que está impaciente en saber la fecha es mi abuelo, así que necesito ponerle un día hoy sin falta. Marco su núme
Narra Adriana: Luego del comentario de Jeremiah, Emma está extremadamente servicial, atenta y colaboradora. No es que no lo fuera antes, por el contrario, estoy agradecida por su diligencia en nuestra fiesta de compromiso, sin embargo, su interés en si estoy embarazada o no, fue algo que no esperaba porque no le he dado la confianza para ello y más aún me incomodó que me viera con esos ojos, de que solamente por eso Jeremiah se casaría conmigo. Por suerte, él mismo se encargó de ponerla en su lugar, porque de haber sido yo, no estaríamos tan tranquilas charlando como lo estamos haciendo. Ahora bien, entiendo perfectamente su punto, una boda no es nada sencillo, y menos cuando se trata de un evento tan reconocido, esperado y comentado como lo es la boda del nieto del dueño de los supermercados más famosos del estado.—Aquí tengo la lista de pendientes que
Narra Jeremiah: —Bien, el pastel está listo. Creo que la opción de dulce de leche con crema chantillí es la mejor de todas. Las rosas blancas con las azucenas azules quedan perfectas y hacen un hermoso contraste con el color que hemos escogido —Adriana tacha con un resaltador ambas cosas de la lista que le ha dado Emma — Creo que eso es todo por hoy, ya podemo ir a casa.—Me parece bien. Además, algo debe hacer ella. Para eso le pagamos — corroboro, conduciendo por la ciudad.—Sí, y en mi opinión esto es demasiado. Quizás debimos escapar al juez civil y tramitar el proceso de una buena vez. De todos modos, es una boda falsa.—Pero la gente no tiene porqué saberlo. Se supone que debemos proyectar que estamos enamorados y eso es lo que la gente hace.—Sí, supongo — murmura no muy convencida &mda
Narra Adriana: No hay nada como el olor a nuevo, esa sensación de felicidad que uno adquiere cuando compra algo por primera vez y sabe que es el primero en usarlo. Así me siento hoy: pletórica con mi auto nuevo. Nunca creí que tendría la oportunidad de tener un auto de esta gama. El que hemos escogido es un Volvo V-cuarenta. Es color azul y me encanta. Nada que ver con mi viejo auto que apenas y pasaba de cuarenta millas por hora.—¿Te gusta? — me pregunta Jeremiah, viéndome desde afuera.—¿Te atreves a preguntar? ¡Me encanta! Es genial. Gracias de verdad — lo miro y él me sonríe.—Regreso en breve. Voy a llenar los documentos. No te vayas a ir — me amenaza a modo de chiste, aunque ganas no me faltan.Sé que este auto, al igual que todo lo que me ha dado, como la ropa y demás, son cosas que, llegad