Narra Adriana:
Nunca creí que alguien como yo, con una vida tan ordinaria como la mía, con una familia tan peculiar como la que me ha tocado tener, podría disfrutar la oportunidad de vivir cosas como las que me han tocado vivir en los últimos dos meses. Estoy recostada en un chaise-long bajo la sombra de una frondosa palmera, disfrutando del sol y de la playa cristalina en las costas de Punta Cana. A mi lado, Jeremiah teclea en un su ordenador, porque, a diferencia de mí, que he enviado una maestra sustituta a la escuela durante dos semanas, él no ha podido despegarse por completo de su trabajo y ha tenido que resolver algunos pendientes de manera remota.
El día de hoy la playa está tranquila, asumo que por ser día de semana hay poco flujo de turistas, aunque igual, es espacio es tan amplio y acogedor, que podría estar el hotel lleno y no percibiríamos la d
Narra Jeremiah: Siempre que iba al campamento de verano cuando era pequeño, el camino de regreso a casa me parecía eterno. Tal vez porque estaba cansado, quizás porque los deseos de volver a jugar con mis video juegos después de dos meses eran enormes, pero siempre el trayecto a mi casa se me hacía kilométrico, eterno, cansón. Hoy, estoy haciendo el viaje más largo de mi vida, porque sé que, si no llego con tiempo, podría perder la oportunidad de decirle adiós a mi padre, a mi mejor amigo. Tamborileo los dedos sobre mi rodilla izquierda, incapaz de contener la intriga y preocupación. El cielo oscuro se percibe por la ventana del avión, mientras estoy sumido en una ola de sentimientos y nostalgia, en la que no dejo de recordar los maravillosos momentos que he pasado junto a mi Gogo. La caricia de Adriana me saca de mis ensoñaciones y me giro para verla a mi lado. Está preciosa. Su piel con un bronceado que le sienta de lo más bonito, su cabello rizado
Narra Adriana:Le veo salir de la habitación con ojos llorosos y es inevitable no llorar también. Nadie está listo para despedir a un ser querido, menos a uno tan buena persona como lo es el señor George.—¿Cómo está? —pregunto, ayudándole a quitarse la ropa de quirófano.—Delicado, no respondió, aunque asumo a que se debe a los medicamentos.Asiento y me cruzo de brazos por el frío. En el afán de regresar, hemos tomado lo primero que encontramos en la maleta, no pensando que el octubre del caribe no es el mismo que en Georgia, que, aunque no es frío que pela, definitivamente no es como para andar en vestido playero y bermudas.—Mañana podrás volver a verle —añado, queriendo ser optimista.Él asiente y me toma de la mano.—Vamos a casa, a menos que quieras pasar por
Narra Adriana: Termino mi plato con un último bocado de la cena más deliciosa de mi vida. Estaba mucho más rica de lo que pude haber imaginado. Quizás por el hecho de que no había comido nada desde el mediodía, quizás porque la preparó él o quizás, porque me encantan los mariscos. El caso es que he degustado todo con mucho placer. No tenía ni idea de que Jeremiah fuera tan buen cocinero, así que debo decir que le doy un diez de diez.—¿Y bien? —dice con una sonrisa.Yo me reclino en la silla y niego con la cabeza, demasiada llena para hablar.—¡Eso ha estado fenomenal! ¿Quién te enseñó a cocinar así?Se echa a reír y comienza a recoger los platos para llevarlos al fregadero.—Un caballero nunca revela sus secretos, pero me alegro que te haya gustado.Me rel
Narra Jeremiah: Es sábado por la mañana y vamos de regreso al hospital para ver a mi abuelo. Según me dijeron cuando llamé, puede que hoy le encuentre despierto. Sin embargo, necesito ver al doctor que lo está tratando para que me informe de su estado. Sé que es delicado, pero desconozco el nivel de gravedad y, aunque no puedo hacer nada al respecto para ayudarle, debo saber cómo está. En realidad, la noticia me ha tomado desprevenido, habiéndolo dejado tan bien antes de irme, me sorprende mucho que haya empeorado. Por si fuera poca esta situación, el sinsabor matutino de la noticia que me ha dado Martín, el subdirector de la cadena, me tiene de muy mal humor. El atrevimiento de Daniela es mayúsculo y como ella es del departamento de legales, sé que puede joderme la vida si se lo propone. Entiendo que haya estado dolida por el hecho de que entre nosotros las cosas no se dieron como ella quería, sin embargo, de ahí a entrometerse en mi negocio y carrera, es demasiado, hasta para ell
Narra Adriana: No hay nada tan bochornoso como ser descubierto haciendo las cosas que están mal. Ya sea que te descubran robando en una tienda, besándote con un noviecillo en el portal o rompiendo la dieta luego haber lanzado un sermón sobre la comida saludable. En cualquiera de esas situaciones, el sentimiento es el mismo y es que la vergüenza hace que queramos desaparecer, que la tierra nos trague y nos arroje en otro mundo, donde nadie conozco nuestro nombre. Tristemente, cuando uno es adulto, no puede correr a ocultarse entre las mantas y esperar que las cosas sigan su curso. La madurez nos obliga a plantar cara y enfrentar nuestro error con responsabilidad.Claro que, en esta situación, no estamos hablando de que se nos mojó el pantalón en la escuela o que nos han encontrado picándonos la nariz. Daniela ha descubierto nuestro secreto y no ha dudado en hacerlo público con la persona que
Narra Jeremiah:Me bajo en casa de Maritza junto con Adriana para no ser tan descortés de llegar hasta aquí y no saludar. Mis modales son demasiado fuertes y, aunque mi intención es ir directamente al trabajo a poner algunos asuntos en su lugar, prefiero hacer las cosas con calma para no ofender a mi suegra o a mi esposa. Lo que menos necesito ahora mismo son más conflictos innecesarios. Cinco minutos no harán la diferencia y de todos modos sé que tendré que ir a casa de Daniela porque probablemente no la encuentre en la oficina hoy sábado.—¡Wow! ¡Qué guapos están! —Exclama Maritza al recibirnos en la puerta.Una sonrisa despampanante se expande por toda su cara y extiende los brazos para fundirnos en un tremendo abrazo. Eso es lo más hermoso que tiene esta señora: su capacidad de ser cariñosa de una manera tan pura que se contagia
Narra Adriana: —¿Cómo has estado, mamá? —le pregunto, viendo sobre la mesa su arsenal de medicamentos —¿Britt ha venido a verte todos estos días?—Sí, cariño. Ella me ha cuidado muy bien. Estoy bien. Feliz.Por supuesto que se nota. Está radiante, con un brillo que solo da el de estar enamorada. Claro que, si por alguna razón de la vida, ella y Daniel terminan unidos legalmente, no sé cómo terminarían las cosas luego de lo que Daniela ha hecho. Si George muere, Jeremiah nunca se lo perdonará, ni yo tampoco. Además, de que no hay manera de que esa mujer y yo nos llevemos bien, no cuando ella misma se ha encargado de destruir cualquier tipo de relación entre nosotros.—¿Cómo están las cosas con Daniel? —me veo obligada a preguntarle.En verdad, preferiría quedarme al
Narra Jeremiah: Andy se me queda viendo con la boca abierta, sin terminar de creer todo lo que le he dicho. Me doy el último trago de mi café, sin decir nada más. Luego de desahogarme contándole todo, absolutamente todo lo que he vivido en estos últimos días, no sé qué más decir. Por el contrario, necesito su consejo para proceder de manera correcta. Si bien es cierto que podría dejar las cosas estar y no hacer nada con Daniela, la verdad es que quiero decirle sus tres cosas por descarada. Acepto parte la culpa de haberle mentido a mi abuelo, pero ella no es quién para haberse tomado las atribuciones de contarle y mucho menos de semejante manera.—No sé qué decirte, Jemmy. Todo esto es muy descabellado y sin embargo, no tienes pruebas o manera de someterla legalmente. Sería tu palabra contra la suya y no creo que un juez pueda hacer nada al respecto