Capítulo245
¿Quién la llamaba? La voz era familiar, sonaba como Leandro. ¿Pero cómo podría llamarla Leandro? Seguramente solo quería que se muriera.

La mente de Julieta estaba en blanco y lo único que sentía era un caos de voces que llenaban su entorno y que la obligaron a despertarse de su sueño.

De todos modos, aunque se había despertado, no podía abrir los ojos. ¿Sería que había muerto y ahora era un espíritu?

Leandro, si muero, ¿llorarás por mí?

De repente alguien gritó:

—¡Está aquí! ¡La he encontrado!

Todos corrieron hacia allí en un instante.

Leandro se precipitó hacia delante y cayó al suelo. Su cara estaba pálida y sin sangre, sus manos estaban cubiertas de sangre, pero no tardaron en hundirse en la tierra para escarbar. Solo se detuvo cuando vio el ataúd. Entonces agarró la pala del hombre que estaba a su lado y con movimientos rápidos removió el barro del ataúd.

Aun así no pudo abrirlo porque el barro y el agua seguían fluyendo, sellando la tapa.

—Caven hacia un lado.

La multitud reacc
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