Julieta frunció el ceño cuando pensó en Dalila. Se preguntó qué habría intentado hacer Leandro para probar la inocencia de Dalila.Luego sonrió amargamente y sacudió la cabeza. Olvídalo. ¿Qué sentido tenía pensar en eso, para qué iba a aumentar sus preocupaciones? Así que dio media vuelta y bajó a tomar el sol.Lo que Julieta no esperaba era que, al día siguiente, cuando salió a dar un paseo, se volviera a encontrar con la señora Jiménez. Qué irónico que los enemigos siempre se encontraran.Julieta no quería discutir con ella e hizo como que no la había visto. Planeaba hacerse a un lado y esperar a que la señora Jiménez pasara antes de irse.Pero no imagino que antes de que pudiera apartarse, de pronto, un hombre salió corriendo con un cuchillo en la mano y gritó: —¡Alto ahí, todos!Julieta se quedó helada. Obedientemente se quedó inmóvil, no se atrevía a moverse.¿Qué pasó? ¿Un robo en un hospital?La enfermera iba a llamar a la policía. Sin embargo, con un solo movimiento el hombre
El comportamiento de Julieta sobresaltó a la enfermera que estaba al lado, quien le tiró con cuidado del traje.—Señora Cisneros, no sea impulsiva.Pero Julieta no le hizo caso y se acercó directamente al hombre. Su mirada era suave pero firme.—Señor, sé que sólo quiere salvar a su hermana. —Miró a la señora Jiménez—. Si deja marchar a esta señora, le prometo que esta señora le ayudará a pagar su hospitalización. Cuando el doctor Ramírez venga dentro de un rato, quizá haya esperanza para el estado de salud de su hermana, ¿de verdad quiere renunciar a esta oportunidad?Al oír sus palabras, la señora Jiménez se quedó helada, pero al ver que Julieta le guiñaba un ojo, se apresuró a repetir: —Ayudaré a pagar la hospitalización de tu hermana y haré que la vea el mejor médico que encuentre. Te prometo que lo haré.La propuesta era tan tentadora que el hombre vaciló y aflojó un poco su agarre sobre la señora Jiménez.Julieta aprovechó la oportunidad para empujar a la señora Jiménez con un
La puñalada de hacía un momento, en realidad no iba hacía Julieta, sino hacía él mismo. Tenía muchas deudas y hacía tiempo que se le habían acabado las opciones. Si alguien podía ayudar a curar a su hermana, entonces bien podría aprovechar su muerte para hacer un gran escándalo y que nadie pudiera arrepentirse.Pero lo que él no esperaba era que Julieta leyera sus pensamientos, e incluso quisiera detenerlo con su cuerpo…Mirando a Jasmine, que estaba en la cama del hospital, el hombre estaba asustado.Si alguien no hubiera salvado a Julieta, no se atrevía a imaginar lo que habría pasado.Julieta giró la cabeza para mirarle. Su expresión era tranquila.—Señor, mientras usted viva tendrá una oportunidad. Si muere, ¿quién cuidará de su hermana? Y cuando su hermana se despierte más tarde pero no pueda verle, ¿cree que volverá a ser feliz?Las pupilas del hombre se contrajeron y preguntó con voz temblorosa:—¿Cómo se llama, señorita?—Julieta Rosales.—Señorita Rosales, gracias, se lo pagar
Omar acababa de regresar al país y no sabía mucho de lo ocurrido en los últimos días, pero podía detectar el desánimo en el tono y los ojos de Julieta.—Cuñada, en realidad, Leandro se preocupa por ti.Al oír esto, Julieta soltó una carcajada amarga.—Omar, no creo que haya mucha gente que soporte su forma de mostrar preocupación.Eso si el encarcelamiento, la humillación y la traición se consideraban preocupación.—Cuñada…Antes de que Omar pudiera terminar, Julieta levantó la mano y le hizo señas para que dejara de hablar.—Sobre ese hombre de hace un momento… habla con la comisaría y déjalo ir. Jasmine no sufrió ningún daño importante, déjalo pasar.—Pero…—No tiene otra opción. —Después de decir esto, ayudó a Jasmine a cubrirse—. Ese hombre intentaba suicidarse.¿Suicidarse?Omar se quedó atónito. Luego asintió.—Vale, hablaré con la comisaría.—Gracias.Omar tuvo sentimientos encontrados al ver cómo Julieta se distanciaba de él.—Cuñada, yo también soy tu amigo, no solo de Leandro
¿Cuánto recordaba?La mayor parte de lo que recordaba de Julieta era su traición y su frialdad, y poco de lo bueno. Aun así, tenía fuertes sentimientos por ella, tanto de odio como de amor. Antes no quería admitirlo, pero desde esta experiencia, sabía que en realidad seguía queriendo a Julieta.Solo que… no podía dejar ir su odio.De repente, Leandro se cubrió la cabeza por dolor.—Ah…Sorprendido, Renzo dejó caer los papeles que sostenía y corrió a ayudar a Leandro.—¿Señor? ¿Qué le pasa?—¡Me duele la cabeza! —La cara de Leandro estaba llena de dolor mientras apretaba los dientes—. Ve a buscar a Omar.—Usted acuéstese, yo me encargo.A Leandro le dolía la cabeza como si le fuera a estallar, como si algo tirara de sus nervios para impedirle recordar. El dolor le hizo caerse de la cama, las heridas de su cuerpo se abrieron por el forcejeo y la sangre manchó su ropa.Cuando Omar llegó, estaba cubierto de polvo.—¡Leandro! —Omar estaba sorprendido—. Ayúdame a levantarlo, rápido, primero
Como Julieta había llorado en mitad de la noche, cuando se despertó al día siguiente tenía los ojos hinchados de nuevo. Para reducir la hinchazón, se puso una toalla caliente. Tal vez así volvería a tener un aspecto ligeramente normal.Después de arreglarse iba a ir a visitar a Jasmine, pero justo cuando salía vio algunos suplementos nutritivos en el umbral de la puerta, así como una bolsa para la conservación de calor.Puso los suplementos en su habitación y luego abrió la bolsa y vio que dentro había dos fiambreras isotérmicas. Cuando se agitaban, sonaba a agua, como una sopa.No había ninguna nota, no sabía quién las había puesto allí.Julieta frunció el ceño mientras pensaba en todas las personas probables. Al final tuvo que concluir que era cosa de Ismael. Pero lo que no entendía era por qué no le había dicho que había estado ahí. Era realmente extraño.No lo pensó mucho, tomó la bolsa y fue a buscar a Jasmine.A Jasmine no le pasaba nada grave, había dormido más de doce horas gra
Para que Jasmine pudiera descansar luego de la cena, Julieta le pidió que durmiera un rato más. Al principio, ella no quería, pero Julieta se puso firme, así que no tuvo más remedio que irse a dormir.De regreso a la sala, Julieta pasó por la entrada a la escalera e inesperadamente escuchó la voz de la señora Jiménez.—Usted sabe que no me queda mucho tiempo. Tengo que verla mientras aún esté viva.—Señora, llevamos más de veinte años buscándola. ¿Aun así quiere continuar? Es probable que ya no pueda encontrarla. Además, ¿no es bueno tener a la señorita Jiménez? —respondió alguien.Pero la señora Jiménez negó con la cabeza y respondió:—No, no es lo mismo. ¡No puedo morir en paz sin verla antes!—Pero...—No digas tonterías. No importa el precio que tengas que pagar, tienes que encontrarla por mí.La otra persona se vio acorralada y tuvo que aceptar la orden bajo presión.—De acuerdo, haré lo que pueda.Justo en ese momento, una voz sonó detrás de Julieta.—Julieta, ¿qué estás haciendo
Natalia se abalanzó de lleno sobre Julieta y le dio una bofetada.La fuerza del golpe hizo que su cabeza se ladeara violentamente, y su celular cayera sobre la colcha. Entonces la pantalla se iluminó, mostrando el nombre del contacto, 'Ismael’.Coincidentemente, la voz preocupada de Ismael llegó a través del teléfono:—¿Julieta? ¿Qué ocurrió?Natalia ya estaba furiosa, pero esto terminó de colmar el vaso. Su rostro se tornó más sombrío, y con los ojos enrojecidos, cortó directamente la llamada. Luego levantó de un tirón a Julieta.—Perra, ¿qué es lo que realmente quieres? Dijiste que no sedujiste a Ismael; ¿entonces qué es esto? Dalila tenía razón; ¡sólo eres una puta a la que le encanta robar hombres ajenos!Julieta había recibido un golpe tan fuerte que le zumbaba la cabeza. No pudo recuperarse durante un rato, y con el sacudón tan violento de Natalia, sintió que estaba a punto de desmayarse.—Señorita Jiménez, por favor, ¡suélteme!—¿Qué te suelte? ¡Deberías ser tú la que afloje! Le