Diez años antes.
Miro con incredulidad lo que tengo en mis manos.
—No es posible—susurro. Siento una mezcla de felicidad y miedo. Estoy en el baño la secundaria mirando con los ojos abiertos la prueba de embarazo.
Positivo.
Miro mi reflejo en el espejo y niego. Miro mis ojos color avellana están ojerosos. Mi cabello castaño está sujeto en una trenza.
Tengo un aspecto pálido
Respiro para tranquilizarme un poco.
Guardo la prueba en mi bolso. Salgo de ahí y avanzo por los pasillos tratando de pasar desapercibida. Cuando llegó a mi clase de matemáticas en mi último año de preparatoria. Entro y tomo mi lugar de siempre.
—¡Venga Tristán! Raquel irá a la fiesta—escucho como dos de mis compañeros entran.
—Sabes que debo estudiar. Si repruebo, papá me quitará el coche—Responde Tristán pasando junto a mí, sin darme una mirada.
—Te tengo la solución—dice Greg, su mejor amigo— Hola, Emma—canturrea inclinándose frente a mi mesa.
Levanto los ojos y lo miro con el ceño fruncido. Para él, normalmente no existo. Así que, no sé de qué va esto.
—¿Qué quieres Greg? —Inquiero sin cambiar mi gesto.
Greg es un chico alto, con cuerpo atlético. Juega en el equipo de Futbol americano junto a Tristán. Sin embargo, es un patán.
—Dime. ¿Cuánto me costaría que le ayudarás con su examen a Tristán? —se ríe—¡Venga! Te pagaremos lo que sea. Dinero nos sobra y quizás así puedas reemplazar esa mochila espantosa.
—Déjala en paz—gruñe Tristán de espaldas a mí.
Procuro no mirarle.
—No necesito tu dinero. Ni el de nadie—digo mirando al frente y veo como más compañeros de clases entran para tomar sus puestos.
—Ya, Tristán—bufa mirando detrás de mí—Necesitas pasar el examen—me mira de nuevo—Tristán tiene planes para Raquel—se mofa.
Apretó las manos y mantengo mis emociones a raya.
—¡Eso no es verdad! —exclama Tristán—Deja de decir pendejadas.
—Buenos días—la voz de La profesora Durand pone a todo en movimiento.
Aprovecho el pequeño caos para mirar a Tristán y lo encuentro viéndome. Me hace un ligero movimiento de cabeza.
—Bien. Espero que hicieran los ejercicios que deje la clase anterior—Mis compañeros gimen y resoplan.
—Emma—me mira la profesora—Pasa a resolver el primero.
—¡Venga cerebrito! Has lo tuyo—se burla Greg haciendo reír al resto de la clase.
—Silencio—lo amonesta la profesora, mientras me pongo en pie y camino hasta el frente.
Sin embargo, hago todo metódicamente porque mi cabeza esta la prueba que tengo en mi bolso.
⭐⭐⭐⭐
Camino a paso lento cuando salgo de secundaria y tomo el mismo camino de siempre. Summerlin South, es un suburbio en nevada. Solo estamos a veinticinco minutos de la ciudad de Las Vegas.
Es un pueblo muy tranquilo.
Cuando doblo una de las esquinas, un coche se detiene y por más que intento ignorarlo, el mismo no sigue su camino. En cambio, bajan la ventanilla y escucho su voz.
—Vamos. Sube Emma.
Lo ignoro.
—Lo siento cariño. Greg es un idiota.
Me detengo y lo fulmino con la mirada. Tristán Harrison me mira desde su auto.
El sueño de muchas chicas de la secundaria. Su cabello rubio con tonos castaños y sus ojos azules atraen miradas. Su porte imponente y esa sonrisa que derrite a más de una lo hacen el premio mayor entre mis compañeras de clase.
Qué dirían en la escuela si se enteran de que el primogénito de los Harrison sale con una simple chica becada que no cumple con los estándares de la familia acaudalada. La familia de Tristán es dueña de una de las más grandes cadenas de hoteles ubicados en Las Vegas, Los Ángeles, Londres, Alemania y Grecia.
Sin embargo, prefieren la tranquilidad que les brinda Summerlin South. Además, que el hotel insignia está en Las vegas a pocos minutos del distrito. Desde allí dirigen su negocio.
Pero, ¿Qué harían si supieran que estoy embarazada de su hijo?
Bien, Emma. Se supones que eres la inteligente de tu clase.
Bufo antes de volver mi camino.
—Sube, Emma.
—No.
—No seas terca— gruñe. Detiene el coche y baja. Con alarma miro a todos lados, pero la calle está desierta.
—¿Qué haces? —siseo— ¡Nos pueden ver!
—Sube o te sigo caminando. ¿Tú decides?
—Eres insufrible.
—Te gusta que lo sea —me guiña.
Resoplo.
Subo al coche y él hace lo mismo antes de ir a un lugar seguro.
—Tengo que llegar temprano a la tienda—informo y él asiente mirando al frente.
Mi padre tiene una pequeña tienda de enseres en el centro.
Solo somos los dos. Mamá se fue hace ocho años decepcionada de la vida que llevaba junto a mi padre y yo. Mi vida ha sido sin sobresaltos. Papá me da la estabilidad y todo el amor que le falto a mi madre.
De manera inconsciente me llevo la mano al vientre y pienso en que tengo que contarle a Tristán.
—¿Estás bien? —inquiere el mismo, a mi lado.
—Por supuesto—le doy una sonrisa forzada.
—Hable con Greg y él ya te dejará en paz.
Resoplo.
—Es un imbécil—niego mirando por la ventanilla del coche. Tristán posa una de sus manos en mi rodilla y le da un ligero apretón.
Tristán se desvía y entra por una carretera sola que va directo a la finca de sus padres. Cerca de los límites hay una pequeña cabaña que hemos hecho nuestra. Sus padres jamás se aventuran a esta solitaria zona.
Cuando atravesamos la puerta de la misma, me veo envuelta en sus brazos.
—Algo te pasa y quiero saberlo—dice mirándome a los ojos. Levanto la mano y acaricio su rostro.
Sé que debo decirle, pero primero tengo que asimilarlo.
—No es nada—digo al fin.
Él se inclina y cubre mis labios en un beso suave que poco a poco se hace más intenso. Dejo caer mi bolso y Tristán me saca la chaqueta ligera que llevo antes de que caigamos en la pequeña cama. Sin embargo, hay otra cosa de la que necesitamos hablar y de eso dependerá cuan bienvenida será la noticia de mi embarazo.
—Tristán—murmuro cuando sus labios descienden por mi cuello y su mano tibia acaricia por mi costado —¡Tristán! —me renuevo.
—¿Qué? —me mira con una sonrisa ladeada.
—¿Hablaste con tus padres de lo nuestro? —hace una mueca antes de hacerse a un lado y sentarse en la cama.
Me siento y lo veo.
—Si—dice sin mirarme.
—¿Y? —le aupó.
—¿Cómo crees que lo han tomado? Ni siquiera me dejaron terminar de decirles, menos confesarles que eras tú la chica con la que salgo.
Miro al frente y asiento en silencio. El malestar se apodera de mis entrañas.
—Lo entiendo—susurro.
—Te amo, Emma— dice Tristán tomando mi rostro en sus manos.
—Yo también—vacilo un poco—Tengo que decirte algo—anuncio, pero el ruido de un motor nos sobresalta. Tristán se pone en pie y yo lo sigo de cerca.
—No puede ser cierto—murmura mirando por la ventana antes de que la puerta de la cabaña se abra y una figura se haga presente.
—¡Debe ser una m*****a broma, Tristán! —gruñe la mujer.
Nancy Harrison nos mira enfadada.
—Mamá—Tristán da un paso al frente, pero ella pasa a su lado y se cierne sobre mí.
—¿De verdad creíste que te dejaría poner tus zarpas sobre mi hijo? Primero muerta, antes de verlo con una marginal como tú.
—¡Mamá! —Tristán gruñe furioso.
—¡Cállate y vete a la casa!
—No.
Ella da la vuelta y lo abofetea con el torso de su mano.
—Has lo que te digo—sisea.
Se lleva una mano al rostro mientras me tiende la otra.
—Vámonos Emma.
—¡Claro que no! —exclama Nancy—Yo la llevaré hasta su padre y él sabrá lo que su hija hace cuando sale de clases.
Otra figura hace acto de presencia en la pequeña cabaña y veo como el guardaespaldas personal de Nancy entra.
Black.
Miro a Tristán antes de asentir lentamente.
—No te preocupes por mí.
—Ve con Black, Tristán. No lo pienso repetir.
Ambos no miramos y con resignación él sale de la cabaña.
—Tú y yo, también nos vamos de aquí.
Nancy Harrison es una mujer hermosa, con un cabello rubio que está en un recogido sofisticado. Lleva un conjunto de falda y chaqueta a la medida. Tristán comparte sus mismos ojos. Sin embargo, mientras los de su hijo son alegres, los de ella son fríos y calculadoras.
—Señora. Yo amo a su hijo.
—No seas ridícula. Lo de ustedes es solo calentura—me barre—Eres una de esas jovencitas fáciles que sirven para matar las ganas, pero estás equivocada si crees que voy a dejar que atrapes a mi hijo.
Los ojos claros de la mujer brillan con odio.
Cuando me hace un gesto después de que uno de los autos se va del lugar, salimos para encontrar la camioneta de Nancy.
—Sube.
El camino es en un tenso silencio. La mujer está por batir el récord de velocidad cuando estaciona frente a la tienda de mi padre, la cual este medio llena. Baja, y yo hago lo mismo.
—Jorge Moore—habla Nancy mientras me sigue dentro de la tienda.
—Señora Harrison—saluda papá mirando de ella a mí.
Pienso que gritara, pero se acerca a mi padre antes de hablar con desprecio
—Encontré a tu hija de ofrecida con mi hijo—sisea—Mantén la correa más corta.
La mirada de mi padre se encuentra con la mía y mis ojos se llenan de lágrimas al ver la conmoción y decepción en sus ojos.
—Luego no digas, que no te lo advertí— murmura a mi padre antes de salir de la tienda bajo la mirada curiosa de los clientes.
—Vete a la casa.
—Papá—susurro.
—Vete a la casa. Esta noche hablaremos.
Asiento mientras me limpio las lágrimas que salen sin poder evitarlo.
Salgo de la tienda y me voy a la parte de atrás de la tienda donde subo las escaleras de incendio, hasta el piso que compartimos sobre la tienda mi padre y yo.
—¡Emma! —me detengo en la puerta y miro a Loreta, mi vecina que es tres años mayor que yo y trabaja en un bar de las vegas.
—¿Qué tal? —saludo con mi mejor sonrisa.
—Ya sabes. Mucho trabajo—da un suspiro—Pero no me quejo. Me va superbién—asiento.
Loreta es morena, de ojos negros y siempre viste faldas de mezclilla, tops y botas de caña. Además de ir peinada de manera sexi con trenzas y un maquillaje impecable.
—Bueno. Te dejo—dice antes de seguir su camino.
Entro en casa y después de dar mil vueltas le envió un texto a Tristán.
Emma:
<<¿Estás bien?>>
Tristán:
<<Sí. ¿Tú? ¿Qué te hizo mi madre?>>
Suspiro antes de contestar.
Emma:
<<Tu madre le dijo a mi papá que estábamos juntos. Tengo miedo de lo que pueda pasar.>>
Tristán:
<<Es mejor dejarlo Emma. No quiero problemas con mis padres.>>
Leo el mensaje una y otra vez porque creo estar soñando.
Emma:
<<Es una broma, ¿Cierto?>>
Escribo rápidamente sintiendo que me falta el aire.
Tristán:
<<Claro que no. No eres buena para mí. ¿De verdad pensaste que estaría con alguien como tú?>>
Emma:
<<Tristán. No puedes dejarme así, sin más. Esta mañana me hice una prueba de embarazo y salió positiva. Estoy embarazada.>>
Miro el mensaje y le doy enviar sintiendo que es lo correcto. Sin embargo, me quedo esperando una respuesta que nunca llega.
Acostada en mi habitación en medio de la oscuridad me limpio las lágrimas que ruedan. Miro mi móvil por enésima vez y no hay señal de Tristán. Así que, esto es tener el corazón roto. ¿Ahora que voy a hacer? Cuando mi papá lo sepa se va a poner furioso e ira a reclamarles a los Harrison.
Me remuevo y miro el techo cuando un olor extraño inmundo mis fosas nasales. Me siento en la cama y me doy cuenta de que es humo.
De un salto me pongo en pie, salgo de la habitación descalza y es cuando veo el humo que llena el pequeño salón. El mismo viene por la ventilación.
¡La tienda!
—¡Papá! —Digo saliendo disparada por la puerta y bajando las escaleras. Cuando llegó a la calle principal veo con horror como las personas corren de un lado al otro mientras la tienda se incendia.
Corro a la misma con la intención de entrar. Pero alguien me detiene.
—¡No puedes ir ahí!
—¡Mi papá estaba trabajando! —anuncio, alterada. La cara de pena del hombre me dice lo que no quiero saber.
Forcejeo con el hombre, pero él no me suelta.
—¡Papá! —Grito— ¡Mi papá está dentro! —grito, histérica.
Las personas poco a poco me rodean y otro buscan apagar el incendio, pero es inútil. En menos de una hora el incendio consume la tienda y la parte de arriba.
Mi casa.
Me dejó caer en el pavimento mientras me entrego al dolor. El grito de un animal herido se filtra por mis oídos en medio del bullicio.
—Emma —unos brazos me rodean.
Loreta.
La miro y entre el llanto que me ahoga hablo.
—Mi papá Loreta. Mi Papi estaba dentro.
Ella asiente en silencio y veo sus lágrimas.
—Lo siento—susurra.
Cuando los bomberos llegan, ya es muy tarde.
—¿Alguien estaba dentro? —escucho que preguntan.
—El dueño de la tienda— responde Loreta—Jorge Moore.
Miro al frente viendo como las llamas se llevan al hombre que me enseñó todo lo que se. El dolor desgarrador me llena antes de que la oscuridad me reclamé.
PRESENTE.Me despierto sobresaltada y jadeando. Miro alrededor para darme cuenta de que estoy en mi cama y no hay llamas. Salgo de la cama y veo el reloj de la mesa de noche junto a mi cama.Pasan las cuatro de la mañana.Me pongo una bata de seda encima de mi desnudo cuerpo, antes de salir de la habitación.Camino por el salón de mi departamento en el centro de Manhattan. Puedo ver a través de los grandes ventanales la noche lúgubre. Me acerco a la licorera y me sirvo dos dedos de whisky.Ayer fue un día largo pero satisfactorio.Le doy un sorbo a mi bebida y miro fijamente la oscuridad de Manhattan.¿Quién diría que llegaría hasta aquí? Soy una mujer rica que vive una vida soñada para muchos.Si mi yo del pasado me viera ahora, no lo creería. Tampoco vería la bondad e inocencia en estos ojos. Se encontraría con el reflejo del odio y la sed de venganza que me hace levantarme cada día.Hace mucho aprendí que la mejor manera de poder mantenerte de pie, es tener un propósito. El mío me
TRISTÁN POV.Leo el documento en mis manos y no doy crédito a lo que ven mis ojos. Es increíble que alguien pueda llevar a la quiebra una empresa de años, en tan solo un año.Bajo el documento y miro con incredulidad a mi padre que me ve desde el otro lado de la mesa. Su postura es la misma de siempre. Arrogante. Los años han hecho mella en él y, ahora luce una barriga pronunciada y el cabello ha desaparecido casi por completo.—No entiendo—digo—¿Cómo es que estamos casi en bancarrota?—La crisis—se encoge de hombros.—¡Vamos papá! La crisis de hace cinco años no nos afectó. En cambio, tuvimos un crecimiento en el ingreso.—No sabes nada—chasquea los labios—Has estado viviendo fuera años y ahora vienes a decirme como manejar mi negocio—se ríe—No pudiste mantener tu matrimonio. Vas a poder con una empresa.Aprieto mis manos en puño.—Sabes que mi matrimonio con Raquel fue cosa de Mamá—le recuerdo—Si no funciono, fue sencillamente porque no había amor.—Amor —repite y, me ve como si fue
Sentada en la sala de conferencia con mi equipo de trabajo, repaso los últimos índices financieros de mis empresas. Escucho con atención como Laura, la directora en el departamento para aduanas, me da detalles de todo lo que estamos exportando. Recientemente, había adquirido una empresa de textiles en la india y el negocio es fructífero. Estoy escuchando atentamente, cuando el sonido de una alerta de correo me distrae. Miro la pantalla, el emisor está cifrado, pero no hace falta ser un genio para saber que es la información que estoy esperando. El asunto es simple. Los Harrison. Jacob no me defraudo y me envió lo que necesito para tomar ventaja de mis adversarios. También, me ayudará a saber cómo debo actuar con cada uno, que esconden y como usar la información en su contra. Dejo el móvil sobre los documentos que tengo en frente. Levanto la mano con sutileza y esta se detiene. —Me pare fantástico lo que estoy oyendo y te dejo al frente de todo lo referente al asunto —miro alreded
TRISTÁN POV.— ¡Debe ser una maldita broma! — La expresión de ira proviene de mi madre.La familia está sentada en el salón mientras mi padre le anuncia que la propiedad que ha pertenecido por generaciones a los Harrison ya no nos pertenece.— ¿Qué más podía hacer? — mamá fulmina con la mirada a mi padre desde su asiento.— No sé, ¡Tal vez dejar mi maldita casa fuera de tus negocios! — escupe con Ira— ¿En qué carajos pensabas Roger?— En salvar algo de lo que nos queda— responde con simpleza.Mi mirada se dirige a Sofía, mi hermana, que como siempre está imperturbable al lado de Greg. El cual se ve algo sorprendido ante las buenas nuevas. — Mañana llegará y quiere que se haga una fiesta de máscaras— continuo papá ignorando a mamá— También debemos organizar todo para su llegada— mira a mamá — No nos echó a patadas Nancy. De hecho, hable con Kamal, su mano derecha y ella nos dejará quedar aquí hasta que encontremos algo de nuestra altura.— Esto es inaudito—sisea negando antes de clav
Frente al espejo de tamaño completo de mi avión, contemplo mi aspecto. Llevo un vestido largo, color negro, de cuello barco, con hombros descubiertos. El cabello lo arreglé en ondas y cae sobre mis hombros desnudos. Las únicas joyas que llevo son unos zarcillos Tiffany de candelabro y un brazalete de la misma casa.Mis sandalias altas son delicadas, en color plateado, con hermosas piedras sobre las finas tiras.Al sentirme satisfecha con mi aspecto, tomo el antifaz negro con encaje que Kamal consiguió para mí. Salgo de la habitación y encuentro al mismo, sentado en uno de los asientos, ya vestido de etiqueta.— Pero, qué guapo— le digo pasando a su lado para tomar mi lugar. — Tú si, que estás muy guapa— replica mirándome de manera apreciativa.— Gracias— le doy un gesto con la cabeza— esta noche es muy importante.— Entiendo— dice revisando su portátil. No. Kamal no entiende, esto va más allá de negocios. Es el inicio de una travesía que estoy dispuesto a cumplir hasta el final.— Y
Esa voz.Jamás la olvidaría.Está grabada en mi memoria.Así como cada frase dicha.Solo mentiras.Me doy la vuelta y me enfrento a la voz.Su semblante se vuelve pálido por un momento antes de aclararse la garganta y negar.Intento mantener mis emociones a raya cuando me encuentro frente a unos ojos azules que reconozco de inmediato, a pesar de llevar su rostro oculto por una máscara.Su aspecto se ha endurecido, en la preparatoria era alto, pero ahora lo es un poco más y su cabello sigue siendo un desastre, viste un esmoquin a medida dejando a la vista que está en buena forma.— Lo siento—pone una mano su pecho—No quería asustarla.Con sus palabras reacciono y me yergo.— Solamente me sorprendí— le regalo una de mis sonrisas estudiadas.— Me llamo Tristán Harrison— me tiende la mano, la cual miro antes de verlo a los ojos de nuevo.— Gala— respondo tomando su mano— Gala Spinster.Al escuchar mi nombre, frunce el ceño mientras mira nuestras manos unidas.— Así que, eres la socia de m
Camino a la finca no puedo dejar de mirar cada tramo del sendero. Los recuerdos de mi vida en Summerlin South viene a mi mente una y otra vez, las veces que recorrí sus calles y disfrute de un día de verano, las miles de veces que trabaje en la tienda con mi padre y terminábamos el día con una pizza y un tarro de helado.Sí. Fueron los mejores momentos de mi vida.La camioneta se detiene frente a un semáforo y distingo la calle. Es la calle donde viví los primeros dieciocho años de mi vida.— Oríllate— le ordeno al conductor del auto. El hombre me mira sin entender. Abro la puerta y bajo— Hazlo— digo antes de cerrar la puerta.En medio de la noche y con la brisa revolviendo mi vestido, ya sin mi máscara, camino por medio de la calle. Un salón de tatuajes es lo único que está abierto. Alrededor, hay algunas personas por la calle, pero no les prestó atención y me detengo frente al edificio en ruinas. El lugar tiene un aspecto triste y lúgubre. A pesar de los años transcurridos todavía p
La mañana no llega demasiado rápido. Apenas pude tener un par de horas de sueño, mi mente no dejaba de repasar la serie de acontecimientos ocurridos ayer.Consciente de que no podre conseguir una hora más dueño, salgo de la cama y me preparo para el día.Hoy, de manera oficial, tomaré el puesto como directora de Hoteles Harrison.Después de una ducha busco el atuendo. Un vestido de la firma Moschino. Manga larga, rojo, escote en V profundo, el corte de la falda en A por encima de mis rodillas y un cinturón negro que realza el mismo. Unas botas de caña alta hasta la altura de mis muslos. El maquillaje lo había dejado ligero. Por su parte, el cabello lo dejé suelto en ondas.Termino de ponerme los aretes y el reloj, antes de tomar mi cartera estilo sobre.Satisfecha por mi aspecto, salgo de la habitación para tropezar con Tristán que viene limpiando su rostro con una camiseta. Por su aspecto, está regresando de ejercitarse.Doy un paso atrás antes de que este reaccione y me tome por la