La vida está plagada de encantos y desencantos. A veces, estamos arriba y de la nada podemos estar abajo. Creernos invencibles no sirve de nada. Lo más inteligente, es tener sentido de la oportunidad y pensar minuciosamente los pasos para derrocar a tus adversarios.
Ahora comprendo aquella frase tan cliché de:
La venganza es un plato que se come frío.
Pues bien, mi plato acaba de ser servido. Y, no dejaré que nadie se interponga en mi cometido.
Observo detenidamente los documentos en mis manos y una ligera sonrisa se extiende en mi rostro.
—La paciencia a fin rinde los frutos—murmuro para mí. La paciencia combinada con algunos movimientos perfectos para acelerar el resultado.
Los Harrison al fin están donde los quería.
En la m*****a calle.
—¿Cómo quieres que procedamos? — cierro la carpeta y me reclino en la silla de mi oficina ubicada en el centro financiero de Nueva York. Los ojos oscuros de Kamal, mi mano derecha me mira expectantes.
—Consolida todas las acciones en venta a Spinster Enterprise, Holding.
—Lo siento, Gala. Creo que escuche mal—dice abriendo sus ojos—Dijiste. ¿Consolidarlas?
Me rio entre dientes y cruzo mi pierna haciendo que, mi vestido rojo, se suba un poco más. Lo cual distrae a Kamal.
—Quiero las acciones de Harrison.
—Desde cuando nos interesa invertir en cadenas hoteleras.
—Desde que me interesa a mí—digo con simpleza—Necesito esas acciones en mi poder lo más pronto posible.
—Está bien—dice asintiendo.
La puerta se abre y veo con molestia, como Matías Spinster entra hecho una furia a mi oficina.
—Tú ¡Maldita zorra!
Lindo.
—Retírate Kamal—le hago un gesto sin inmutarme. Él, mira con desaprobación a Matías antes de irse y dejarme a solas con este ser tan detestable.
—¿Qué quieres, hijo? —digo la palabra haciendo énfasis porque sé que lo odia.
El hombre sencillamente me odia.
—¿Explícame por qué no has depositado lo que me corresponde este mes?
—Lo hice, tal y como lo estipula el testamento, Matías—chasqueo los labios—Si dejaras de meterte tanta m****a, te darías cuenta de que el mundo no se detiene contigo y que te gastas todo lo que te corresponde.
—¡Todo esto me corresponde! —grita antes de mirarme con desprecio—Tú envenenaste a mi padre contra mí y por eso él te dejo todo—me señala—No eres más que una m*****a perra que apareció y lo engatuso para quedarse con lo que, me corresponde por derecho.
Pongo los ojos en blanco.
—Deja de repetir lo que tu madre dice—él, me fulmina con la mirada—Jared me dejo todo porque yo trabaje a su lado codo a codo. Y, tú simplemente eras un niño mimado bajo las faldas de mamá. Que gastaba el dinero como si creciera en los árboles.
—Te odio.
—Lo sé—asiento sin perturbarme.
—Mira a tu alrededor Matías—hago un gesto—Yo, he triplicado la fortuna de tu padre en dos años. Si él te hubiese dejado todo, estarías haciendo compañía a los indigentes del metro—da un paso al frente y levanto la mano—No. No Matías, querido—digo en un falso tono dulce—Tengo la potestad de cortar tu suministro de dinero y si me pones una sola mano encima, no recibirás ni un penique de mi parte.
Me fulmina con la mirada y maldice.
Jared y yo estuvimos casados cinco años, en los cuales ambos teníamos un trato. Él me ayudaba a superarme y hacer algo con mi vida. A cambio de algo sencillo. Compañía y compresión. Algo que no tuvo en su matrimonio de treinta años y tampoco por parte del parásito de su hijo, que nada más veía en él un cheque en blanco. Matías se gastaba todo en putas y drogas.
Lo sigue haciendo.
Es un tipo patético.
—¡No es tu dinero! —grita—Mataste a mi padre después de engatusarlo.
No sabe absolutamente nada.
Sin embargo, no es sorprendente que me acuse de matar a Jared. Como si fuera posible. Yo, ame a Jared a mi manera. A pesar de nuestra diferencia de edad, ambos cultivamos una hermosa amistad y convivencia. Éramos dos almas solitarias con el corazón roto.
Lo acompañé hasta que dio su último aliento de vida.
Fue mi mejor amigo.
Miro a la cucaracha que tengo en frente.
—Por supuesto que es mi dinero—replico—Jared así lo dispuso. Tu padre—ladeo un poco la cabeza—Mi esposo—muevo la silla de un lado al otro—Ahora. Si me disculpas, tengo trabajo que hacer y me estás quitando mi valioso tiempo.
Me mira y se ríe con desprecio.
—Te crees una mujer de nuestro nivel y clase. Y, no eres más que la prostituta de un bar de mala muerte.
Aunque su comentario me cabrea y quisiera darle un bofetón. No le demuestro ningún sentimiento. En cambio, le sonrió con suficiencia.
—No es un secreto que solo era una camarera, pero eso ya lo saben todos. Tu padre fue muy amable conmigo. Le di lo que en tu casa no—me pongo de pie viendo como boquea como un pez—Ahora lárgate de mi oficina o no tendrás ni un penique de mí y deberás aprender a trabajar.
—Esto no se queda así—señala—¡Impugnaré el testamento!
Pongo los ojos en blanco.
—Seria ¿Qué? ¿La tercera vez? —miro mis uñas perfectamente arregladas—No gastes tu dinero, es esa estupidez Matías—lo miro—Sabes que estás perdido.
Mi móvil suena y miro hacia abajo para ver el nombre de Emir.
¿Este hombre no se cansa?
Estúpido árabe. ¿Cree que puede comprarme?
Clavo mi mirada en el hijo de mi difunto esposo.
—Lárgate Matías—digo ya sin paciencia—Es lo mejor.
—Esto no se queda de esta manera.
—Como tú digas—digo aburrida de su berrinche.
Sale de mi oficina dando un portazo dejando claro su descontento.
—Maldito niño mimado.
Mi móvil suena de nuevo y le doy desviar.
Acaso los hombres no entienden cuando una no está interesada más.
El teléfono de mi oficina suena y lo cojo.
—Gala. El señor Adsuar quiere hablar con usted—Alana, mi asistente me informa.
—Dile al señor Adsuar que estoy en una junta y me es imposible responder—evito resoplar—No estoy para nadie en lo que queda de tarde, a excepción de Kamal—anuncio —¿Entendido?
—Así se hará.
—Bien.
Cuelgo y resoplo. Emir Adsuar puede ser algo insistente.
Alejo los pensamientos de Emir y Matías para tomo de nuevo la carpeta que Kamal, muy solícitamente, me ha traído hace un rato.
Fueron diez años alimentando el rencor y odio por esa familia. Dedique todos mis esfuerzos en mantenerme al tanto de los movimientos de los hoteles Harrison y al fin poder cobrarles la deuda que tienen conmigo.
Sobre todo, él.
No puedo esperar a verles la cara a cada uno de los culpables de mi desgracia.
Veremos quien tiene más poder ahora.
Dejo a un lado los documentos y me ocupo de todos mis pendientes, sin embargo, me encuentro pensando un poco en mi pasado.
No hay nada que no pueda hacer si estás conmigo.
Eres lo que me mantiene cuerdo en medio del desastre que vivo cada día en mi casa.
Doy un golpe seco a la mesa y respiro profundo alejando las palabras falsas de él. Las únicas verdaderas fueron las últimas que me dedico antes de darme la espalda, su madre también tenía mucho que decir.
No eres buena para mí.
¿De verdad creíste que estaría con alguien como tú?
Nunca dejaría que un hijo mío estuviera con una marginal como tú.
Cada una de las frases están en mi mente como si hubiese sido ayer. Lo peor, fue lo que sus acciones desencadenaron en mi vida y la de los míos.
—Muy pronto—susurro—Muy pronto nos volveremos a encontrar. Y esta vez, las circunstancias no van a ser las mismas.
Diez años antes. Miro con incredulidad lo que tengo en mis manos. —No es posible—susurro. Siento una mezcla de felicidad y miedo. Estoy en el baño la secundaria mirando con los ojos abiertos la prueba de embarazo. Positivo. Miro mi reflejo en el espejo y niego. Miro mis ojos color avellana están ojerosos. Mi cabello castaño está sujeto en una trenza. Tengo un aspecto pálido Respiro para tranquilizarme un poco. Guardo la prueba en mi bolso. Salgo de ahí y avanzo por los pasillos tratando de pasar desapercibida. Cuando llegó a mi clase de matemáticas en mi último año de preparatoria. Entro y tomo mi lugar de siempre. —¡Venga Tristán! Raquel irá a la fiesta—escucho como dos de mis compañeros entran. —Sabes que debo estudiar. Si repruebo, papá me quitará el coche—Responde Tristán pasando junto a mí, sin darme una mirada. —Te tengo la solución—dice Greg, su mejor amigo— Hola, Emma—canturrea inclinándose frente a mi mesa. Levanto los ojos y lo miro con el ceño fruncido. Para él, n
PRESENTE.Me despierto sobresaltada y jadeando. Miro alrededor para darme cuenta de que estoy en mi cama y no hay llamas. Salgo de la cama y veo el reloj de la mesa de noche junto a mi cama.Pasan las cuatro de la mañana.Me pongo una bata de seda encima de mi desnudo cuerpo, antes de salir de la habitación.Camino por el salón de mi departamento en el centro de Manhattan. Puedo ver a través de los grandes ventanales la noche lúgubre. Me acerco a la licorera y me sirvo dos dedos de whisky.Ayer fue un día largo pero satisfactorio.Le doy un sorbo a mi bebida y miro fijamente la oscuridad de Manhattan.¿Quién diría que llegaría hasta aquí? Soy una mujer rica que vive una vida soñada para muchos.Si mi yo del pasado me viera ahora, no lo creería. Tampoco vería la bondad e inocencia en estos ojos. Se encontraría con el reflejo del odio y la sed de venganza que me hace levantarme cada día.Hace mucho aprendí que la mejor manera de poder mantenerte de pie, es tener un propósito. El mío me
TRISTÁN POV.Leo el documento en mis manos y no doy crédito a lo que ven mis ojos. Es increíble que alguien pueda llevar a la quiebra una empresa de años, en tan solo un año.Bajo el documento y miro con incredulidad a mi padre que me ve desde el otro lado de la mesa. Su postura es la misma de siempre. Arrogante. Los años han hecho mella en él y, ahora luce una barriga pronunciada y el cabello ha desaparecido casi por completo.—No entiendo—digo—¿Cómo es que estamos casi en bancarrota?—La crisis—se encoge de hombros.—¡Vamos papá! La crisis de hace cinco años no nos afectó. En cambio, tuvimos un crecimiento en el ingreso.—No sabes nada—chasquea los labios—Has estado viviendo fuera años y ahora vienes a decirme como manejar mi negocio—se ríe—No pudiste mantener tu matrimonio. Vas a poder con una empresa.Aprieto mis manos en puño.—Sabes que mi matrimonio con Raquel fue cosa de Mamá—le recuerdo—Si no funciono, fue sencillamente porque no había amor.—Amor —repite y, me ve como si fue
Sentada en la sala de conferencia con mi equipo de trabajo, repaso los últimos índices financieros de mis empresas. Escucho con atención como Laura, la directora en el departamento para aduanas, me da detalles de todo lo que estamos exportando. Recientemente, había adquirido una empresa de textiles en la india y el negocio es fructífero. Estoy escuchando atentamente, cuando el sonido de una alerta de correo me distrae. Miro la pantalla, el emisor está cifrado, pero no hace falta ser un genio para saber que es la información que estoy esperando. El asunto es simple. Los Harrison. Jacob no me defraudo y me envió lo que necesito para tomar ventaja de mis adversarios. También, me ayudará a saber cómo debo actuar con cada uno, que esconden y como usar la información en su contra. Dejo el móvil sobre los documentos que tengo en frente. Levanto la mano con sutileza y esta se detiene. —Me pare fantástico lo que estoy oyendo y te dejo al frente de todo lo referente al asunto —miro alreded
TRISTÁN POV.— ¡Debe ser una maldita broma! — La expresión de ira proviene de mi madre.La familia está sentada en el salón mientras mi padre le anuncia que la propiedad que ha pertenecido por generaciones a los Harrison ya no nos pertenece.— ¿Qué más podía hacer? — mamá fulmina con la mirada a mi padre desde su asiento.— No sé, ¡Tal vez dejar mi maldita casa fuera de tus negocios! — escupe con Ira— ¿En qué carajos pensabas Roger?— En salvar algo de lo que nos queda— responde con simpleza.Mi mirada se dirige a Sofía, mi hermana, que como siempre está imperturbable al lado de Greg. El cual se ve algo sorprendido ante las buenas nuevas. — Mañana llegará y quiere que se haga una fiesta de máscaras— continuo papá ignorando a mamá— También debemos organizar todo para su llegada— mira a mamá — No nos echó a patadas Nancy. De hecho, hable con Kamal, su mano derecha y ella nos dejará quedar aquí hasta que encontremos algo de nuestra altura.— Esto es inaudito—sisea negando antes de clav
Frente al espejo de tamaño completo de mi avión, contemplo mi aspecto. Llevo un vestido largo, color negro, de cuello barco, con hombros descubiertos. El cabello lo arreglé en ondas y cae sobre mis hombros desnudos. Las únicas joyas que llevo son unos zarcillos Tiffany de candelabro y un brazalete de la misma casa.Mis sandalias altas son delicadas, en color plateado, con hermosas piedras sobre las finas tiras.Al sentirme satisfecha con mi aspecto, tomo el antifaz negro con encaje que Kamal consiguió para mí. Salgo de la habitación y encuentro al mismo, sentado en uno de los asientos, ya vestido de etiqueta.— Pero, qué guapo— le digo pasando a su lado para tomar mi lugar. — Tú si, que estás muy guapa— replica mirándome de manera apreciativa.— Gracias— le doy un gesto con la cabeza— esta noche es muy importante.— Entiendo— dice revisando su portátil. No. Kamal no entiende, esto va más allá de negocios. Es el inicio de una travesía que estoy dispuesto a cumplir hasta el final.— Y
Esa voz.Jamás la olvidaría.Está grabada en mi memoria.Así como cada frase dicha.Solo mentiras.Me doy la vuelta y me enfrento a la voz.Su semblante se vuelve pálido por un momento antes de aclararse la garganta y negar.Intento mantener mis emociones a raya cuando me encuentro frente a unos ojos azules que reconozco de inmediato, a pesar de llevar su rostro oculto por una máscara.Su aspecto se ha endurecido, en la preparatoria era alto, pero ahora lo es un poco más y su cabello sigue siendo un desastre, viste un esmoquin a medida dejando a la vista que está en buena forma.— Lo siento—pone una mano su pecho—No quería asustarla.Con sus palabras reacciono y me yergo.— Solamente me sorprendí— le regalo una de mis sonrisas estudiadas.— Me llamo Tristán Harrison— me tiende la mano, la cual miro antes de verlo a los ojos de nuevo.— Gala— respondo tomando su mano— Gala Spinster.Al escuchar mi nombre, frunce el ceño mientras mira nuestras manos unidas.— Así que, eres la socia de m
Camino a la finca no puedo dejar de mirar cada tramo del sendero. Los recuerdos de mi vida en Summerlin South viene a mi mente una y otra vez, las veces que recorrí sus calles y disfrute de un día de verano, las miles de veces que trabaje en la tienda con mi padre y terminábamos el día con una pizza y un tarro de helado.Sí. Fueron los mejores momentos de mi vida.La camioneta se detiene frente a un semáforo y distingo la calle. Es la calle donde viví los primeros dieciocho años de mi vida.— Oríllate— le ordeno al conductor del auto. El hombre me mira sin entender. Abro la puerta y bajo— Hazlo— digo antes de cerrar la puerta.En medio de la noche y con la brisa revolviendo mi vestido, ya sin mi máscara, camino por medio de la calle. Un salón de tatuajes es lo único que está abierto. Alrededor, hay algunas personas por la calle, pero no les prestó atención y me detengo frente al edificio en ruinas. El lugar tiene un aspecto triste y lúgubre. A pesar de los años transcurridos todavía p