El jefe

***

De lo perturbada que me encontraba no me di cuenta de que ya estaba en casa, al parecer el señor solo se teletransporto y de una vez llegó a casa. Le pago al señor y al agradecerle me bajo del auto. Esto es de lo más complicado, anteriormente pensé que mi moto se encontraba en el estacionamiento, sin embargo, no estaba porque mi tía me había prohibido sacarla, todo por mi estado de resaca. ¡Por Dios, que tengo en la cabeza!

Como toda una alma andante me dirijo hacia casa, no me canso de pensar que ayer tomé demasiado y que fui demasiado loca en decirle ese montón de cosas, ¿cómo pude ser capaz?

—Me puedes decir que haces aquí —me sobresalto al sentir una mano sobre mi hombro—, ¿qué haces aquí?

—Ash, tía, deja de ser así —me quejo por lo alto—, y si estoy aquí es porque tengo que ducharme, alistarme con un vestuario apropiado e irme a trabajar, pero a un gimnasio, tía, tengo que contestar un sinnúmero de palabras y escribir mi experiencia.

—¿En serio? ¿Qué clase de trabajo es ese?
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