Oleika se encontraba en una cama envuelta en sábanas suaves y delicadas.

Abre los ojos, consciente de estar absolutamente sola y los pasos firmes que se acercaban a la puerta de su habitación la pusieron alerta.

¿La habían encontrado? Tenía tiempo que quería salir de aquí pero no sabía como, ni por qué se encontraba en este lugar.

El aire a su alrededor tenía un olor característico a tierra mojada, y algo más que no lograba identificar.

El sonido de agua cayendo era hipnotizaste, y relajaba sus sentidos.

Su mente estaba confusa, sus ojos un poco borrosos, pero todo lo que la rodeaba indicaba que estaba bien cuidada, aunque una necesidad por tener sexo brotaba desde el fondo de su vientre, como si la quemara desde dentro, su flujo tenía lubricada su vagina para cuando fuera necesario, y su vientre ya había comenzado a dolerle ante a necesidad… necesitaba a Malcolm, dormida o despierta era el en quien pensaba.

La puerta se abre y la luz del exterior enmarca un cuerpo grande, fuerte e imp