“―Deme solo mil euros por ella. ―El cruel hombre la tiró a los pies del rey. ―Es una insignificante loba de bajo rango y huérfana que lo único que tiene es salud. ―El rey miró a sus pies con desprecio, ella está sucia, no deja de llorar y al parecer no sabe lo que está pasando.
―“¿Podrían decirme lo que sucede?” ―Preguntó la joven mujer en lenguaje de señas. ―¿Qué es lo que hace con las manos? ―El rey miró al hombre sin comprenderlo. ―Verá, majestad. ―Tiró de ella para que dejara de intentar comunicarse. ―Es muda y sorda también, creo. ―Se encogió de hombros. ―Pero es buena trabajando en los quehaceres, es pura por supuesto. ―Dijo orgulloso. ―No permití que la tocaran. ―El rey volvió a mirar a la insignificante mujer. ―Solo está sucia y un poco descuidada, pero es sana. ―Mil euros.” Blanca recordó con mucho dolor el día en el que su vida se volvió un infierno más brutal y cruel para ella. Todavía no comprendía por qué la eligió a ella para algo tan inhumano, el hombre frente a ella la trata como un trapo sucio y no tiene la menor piedad con ella. ―“¿Por qué debo yo dar mi hígado?” ―Le tendió el papel para que pudiera leerlo, nadie se comunica con ella porque no saben lenguajes de señas. Ella lo miró con lágrimas en los ojos, pero el hombre no prestó atención en lo absoluto, él tomó el papel en manos y lo rompió sin ni siquiera leerlo. Blanca miró los papeles en el piso y sollozó, pero eso no le importó al rey, él levantó la barbilla de la joven y la miró fijamente a los ojos. ―Pequeña loba, no hagas que me arrepienta de haberte comprado. ―Ella se ayudó leyendo sus labios, él habló tan bajo que casi no lo pudo escuchar, su sordera parcial le complica escuchar susurros y tonos bajos. Cada palabra que comprendió fue como miles de espinas hundiéndose en su corazón una tras de otra, pero ella no tuvo tiempo de sentir más tristeza, el rey tiró de ella bruscamente y la besó de la misma manera en la boca. Él no tenía tacto ni era dulce, él solo deseaba placer de ella. Quitándole la ropa sin miramientos, la dejó totalmente desnuda, él necesita satisfacer sus deseos carnales y es ella quien le dará ese placer. Abriéndola de piernas se hundió en ella, ya la había hecho suya muchas veces, pero siempre batallaba para hundirse en ella por lo pequeña que es. Blanca se quejó, el dolor es insoportable, él la lastima siempre que se hunde en ella porque no lo hace con cuidado, pero a él eso no le importaba, solo deseaba sentir más de su calidez y finalmente quitarse las ganas que tiene. ―“Por favor, ya basta” ―Pidió tratando de que le prestara atención, pero el rey lo único que hizo fue girarla y tomarla por el pelo para seguir arremetiendo contra el pequeño coño de la chica bajo su cuerpo. Él gruñó una y otra vez mientras ella producía sonidos apenas audibles, Blanca sintió un dolor más extenso en su zona, ella ya no lo soportaba más, él es un rey y su poder sobre el de ella siempre es mucho sin importar lo que se haga. Ella ya no podía ni siquiera intentar soltar algún sonido, su garganta dolía por el esfuerzo que estaba haciendo y lo seca que está. ¿Si él la ama, por qué llega y tiene sexo con ella todas las noches? Blanca se sintió agraviada y sin poder evitarlo, las lágrimas saltaron de sus ojos, ella lloró por el dolor físico y emocional, por siempre ser ultrajada y tratada como si fuera una basura. El rey tiró de su pelo para besarla, pero lo que encontró le desagradó demasiado, ella está llorando, él sintió tanto disgusto que paró de inmediato y lleno de ira por cortarle el placer le dio una bofetada. Él se levantó de la cama e inició a vestirse, estaba furioso por la ineptitud de esa mujer. Sin poder evitarlo, miró a la delgada mujer desnuda sentada en la cama, él miró esos ojos fijamente y ella se sintió lo más desagradable del mundo, ¿Por qué la mira de esa manera? Se preguntó abrazándose a sí misma. ―Aburrido. ―Soltó con fastidio para después retirarse y dejar a la mujer adolorida sola y devastada. Blanca tomó los trapos que tenía por ropa y se vistió, ella huele a él y es desagradable sentir el aroma de quien la ha lastimado tantas veces. Adolorida y con su caminar limitado gracias a la sensación en su bajo vientre, caminó a la pequeña ventana y miró la hermosa luna que era su compañera de todos los días. ―“Hoy estás más hermosa que ayer” ―Sonrió como si la luna entendiese su lenguaje. ―“Gracias por no abandonarme nunca, no importa lo que los demás digan, yo siempre te estaré agradecida” ―Suspiró anhelando su libertad. La vida nunca ha sido buena para Blanca, ni siquiera conoce su procedencia, ella se crio siendo esclava de unos lobos de buena posición hasta que obtuvo a su loba, aquel día cuando el alfa de esa manada supo que ella era su destinada, la rechazó y la vendió a un burdel, lejos del lugar que ella consideraba su hogar. Desde entonces trabajaba para ese hombre abusivo, ella limpiaba las habitaciones, los vómitos de los clientes y todo el desastre que dejaban en aquel lugar. Las chicas no eran buenas con ella, pero tampoco malas, siempre le daban un poco de la buena comida que ellas recibían a cambio de lavarle las ropas y darles masajes. Ahora es la esclava de un rey alfa y está más lejos de lo que una vez fue su hogar, todos le dicen que la Diosa la abandonó incluso antes de nacer, pero ella no lo cree. Siempre ha estado sola en el mundo por su limitación, no es normal que un lobo sea mudo y mucho menos sordo, ¿Cómo se supone que escuchen el llamado de los suyos? Pero ella no es sorda totalmente, puede escuchar lo que las personas dicen cuando hablan en tono alto y con claridad, además se apoya leyendo los labios, pero no importa cuanto ella trate de explicarlo, siempre es la basura que nadie quiere a su lado.Los días pasaban y Blanca se sentía una marioneta de todo aquel que la rodeaba, ella estaba a merced de todos y no podía anteponerse, pues ahí es solo una esclava a la que nadie le hace caso o le presta la mínima atención más allá de su cuerpo y órganos. La tristeza para ella es algo que había conocido desde que tiene memoria, por lo que simplemente aceptaba las cosas tal cual eran. Los doctores solo entraban a la habitación para darle los medicamentos, revisar sus indicadores físicos y asegurarse de que ella cumpliera con todo lo que se le demandara. Nadie le deseaba un feliz día, una feliz tarde o unas buenas noches. Entraban a la habitación sin respetar su privacidad y a nadie parecía importarle como ella se sentía al respecto. ¿Un animal de zoológico? Ella sonrió, parece un animal que solo puede emitir sonidos porque no tiene una voz. ―Bebe. ―La enfermera le pasó una de las pastillas con un vaso de agua y la miró fijamente, Blanca obedeció. ―Abre. ―Al mostrarle la boca, la muje
Al despertar de la anestesia, Blanca parpadeó varias veces, el silencio a su alrededor era demasiado, parecía como si su sordera fuera total. Ella recorrió el lugar con la mirada hasta llegar al hombre imponente de pie frente a la camilla de al lado. Él, un hombre frío, estaba de pie frente a una camilla, con sus ojos llenos de tristeza, mirando a la mujer que antes había tratado con tanto amor. Ella jamás lo había visto con tal aspecto, por lo que se le hizo imposible quitarle la mirada de encima. Médicos salían y entraban a la habitación, pero todos parecían solo ver a la mujer en la camilla de al lado y pasar por alto su presencia, es como si ella fuera invisible. ¿Acaso algo había salido mal? ¿La operación había fallado y por eso todos actúan de esa manera? ¿Había ella perdido al bebé en medio de la operación? Ver su propio cuerpo le hizo saber que lo habían intentado, pues tiene las heridas sobre su piel pálida. Pasó solo un segundo para darse cuenta de que la operación no hab
Blanca espabiló tan rápido como pudo y retrocedió en la cama aterrorizada al descubrir que aquella figura de apariencia fantasmal era el rey Balto. Ella lo miró con ojos grandes, a comparación de meses atrás, el hombre frente a ella no era más que una sombra de aquel rey cruel que la compró. Él se ve descuidado, pero mucho más aterrador e inaccesible, es como un demonio andante cuyo único propósito es hacer la vida de los demás, un infierno para su propio placer y deleite. ¿Qué hace él ahí? ¿No había acabado con ella cuando la envió casi moribunda a ese espantoso lugar que de alguna manera le brindó paz? Blanca pasó la mirada a la enorme mano del rey, él sostiene una máscara y se la está tendiendo, ella no podía comprender nada de lo que estaba pasando. ¿Qué pretendía él? Quiso preguntar, pero el miedo a ser castigada le pudo más y solo lo miró con el miedo plagado en sus hermosos ojos azules. ―Póntela. ―La voz rasposa y demandante del hombre que había permanecido en silencio la es
Blanca fue liberada de su cautiverio y el rey perdonó a todo aquel que fue encarcelado por mencionar el nombre de la luna fallecida. ―Mi rey. ―La bruja de la manada se reverenció. ―¿Qué puedo hacer por usted? ―Lo miró curiosa, nadie lo había visto tan sobrio desde hace meses. ―Quiero que anuncies a todos que la luna ha resucitado. ―La mujer lo miró con asombro. ―Pero a costa de eso, perdió su voz, cambió su aroma y su apariencia original. ―La mujer no cuestionó, ella solo hizo una reverencia al verlo marcharse. Sin duda su rey ya había perdido por completo la razón. Balto ordenó poner el nombre de su amada en placas de oro por toda la ciudad, el anuncio de que su luna volvió debía ser noticia y la haría llegar de la mejor manera. Él se aseguró que cada rincón en la manada llevara el nombre de su amada Kira. ―Majestad. ―La cocinera hizo una reverencia al verlo entrar. ―Me han notificado que se debe hacer un banquete. ―Balto asintió, él volvió a ser ese hombre imponente, es como si
Nada cambió para Blanca, el ser, la luna del rey alfa, no la exentó de ser ignorada, marginada y repudiada. Ella parecía seguir siendo la misma esclava de la que todos pasaban por alto su presencia.Como la mayoría de las veces, despertó sin el rey a su lado y sin esa máscara que parece ser su castigo por no ser la mujer que él desea. Respirando hondo, miró por la ventana, ella ni siquiera duerme en la misma habitación que él, pero eso no le quita que amanezcan algunas veces en la misma cama.Poniéndose en pie, sacó el vestido que usaría ese día, ella no tiene a una doncella que le sirva, no cuando el rey está lejos, así que ella debe hacérselo todo y no es que le moleste, le gusta ocuparse de todas las cosas ella solo, al fin y al cabo, está acostumbrada a ello.Una vez lo tuvo todo listo, se metió a la ducha y se apresuró a arreglarse, a ella le gusta recorrer el lugar, aunque todos parecieran huirle, eso no le importa, ella siempre está cerca por si alguien necesita de su ayuda.Al
―¡¿Qué haces aquí metida como si fueras una sirvienta?! ―Le gritó en la cara asustándola más, ella sabe el temperamento de ese hombre, así que intentó alcanzar el cuaderno. ―¡Ni siquiera puedes responder algo tan simple! ―La miró enloquecido por la furia. ―“Quería preparar algo para ti” ―Intentó explicarle con lenguaje de señas. ―¡Deja de manotear como una maldit4 loca! ―Gritó tomando el cuaderno y destrozándolo al verla tan empeñada en alcanzarlo. ―¡Eres mi luna, la reina de este lugar y no deberías estar en un lugar tan humillante como lo es la cocina! ¿Tan acostumbrada al maltrato estás? ¿Te gustan los malos tratos? ―Blanca intentó, negar, ella quería hacerlo entender que lo estaba haciendo por él, pero el hombre no entendía razones. ―Te voy a demostrar lo que hago cuando se me cabrea. ―Del brazo la jaloneó hasta sacarla de la cocina. Blanca los miró a todos, ella pidió ayuda con su mirada, pero como era de esperarse, todos la ignoraron y fingieron no ver nada. Balto entró
Blanca deseó pasarse las manos por la cara y se chocó con la máscara, agobiada por siempre deber tenerla puesta, suspiró sentándose en la cama. Balto la ha hecho cambiarse de habitación y ahora duerme con él, pero no le gusta, estando sola ella podía descansar de su condena. Tomando el cuaderno escribió en ella, necesita hacerle saber cómo se siente, intentar que él se compadezca y ya no la obligue a tal castigo. ¿Por qué no puede él permitirle que se quite la máscara si ya todos saben la verdad? Mirándolo, desvió de inmediato la mirada, no se había percatado de que estaba despierto y mirándola. ―¿Qué quieres de mí? ―Gruñó al verla tenderle el cuaderno, él no habló alto, lo hizo apropósito. ―Es demasiado de temprano para que molestes. ―Blanca, que logró leer sus labios, le movió el cuaderno para que lo tomara en manos. ―¿Puedo quitarme la máscara? ―Enarcó una ceja. ―Es muy incómoda y llevo más de un año con ella. ―Río burlón. ―No, no puedes hacerlo. ―Aventó el cuaderno en el suelo.
―“¿Puedes soltarme, por favor?” ―Ella se sintió impotente, ¿Por qué siempre olvida que nadie sabe comunicarse con ella? Tirando de su brazo se soltó, pero el hombre se puso frente a ella cortándole el camino. ―“Lo siento, no quise asustarte” ―Blanca lo miró atónita, ¿Él estaba hablando lenguaje de señas? Ella no lo podía creer. ―“¿Sabes comunicarte de esta manera?” ―Hizo una pregunta realmente tonta, ella lo hizo reír, pero no le importó, no se lo puede creer. ―“Por supuesto que sí” ―Agrandó la sonrisa. ―“¿Puedo quedarme contigo?” ―Blanca, emocionada por ser primera vez que alguien la trata como una persona normal y que además de eso sabe su lenguaje, asintió de inmediato. ―“Creí que te burlarías de mí como lo han hecho todos” ―Se sintió avergonzada. ―“Lamento ser tan grosera, prometo que no soy así” ―El chico sonrió divertido. ―“Todos los que se burlan de ti están mal” ―Le guiñó. ―“No te conozco, pero puedo ver que eres un ángel en medio de tantos lycan” ―Blanca se sonrojó. ―“S