Al despertar de la anestesia, Blanca parpadeó varias veces, el silencio a su alrededor era demasiado, parecía como si su sordera fuera total. Ella recorrió el lugar con la mirada hasta llegar al hombre imponente de pie frente a la camilla de al lado.
Él, un hombre frío, estaba de pie frente a una camilla, con sus ojos llenos de tristeza, mirando a la mujer que antes había tratado con tanto amor. Ella jamás lo había visto con tal aspecto, por lo que se le hizo imposible quitarle la mirada de encima. Médicos salían y entraban a la habitación, pero todos parecían solo ver a la mujer en la camilla de al lado y pasar por alto su presencia, es como si ella fuera invisible. ¿Acaso algo había salido mal? ¿La operación había fallado y por eso todos actúan de esa manera? ¿Había ella perdido al bebé en medio de la operación? Ver su propio cuerpo le hizo saber que lo habían intentado, pues tiene las heridas sobre su piel pálida. Pasó solo un segundo para darse cuenta de que la operación no había tenido éxito, la luna del rey había muerto, ella no emite sonido y ni siquiera se mueve. Ella no deseaba quedarse ahí, sentía la necesidad de levantarse y marcharse, por lo que hizo el esfuerzo. Blanca bajó de la cama, pero su cuerpo estaba más debilitado de lo que creía y la estrepitosa caída fue inevitable. Su cuerpo cayó con todo el peso así llevándose los aparatos que la rodeaban. El rey ancló su mirada en ella, aquel odi0 en esos ojos rojos, esa manera en la que el deseo de acabar con ella podía comprenderse con solo su mirar fue impresionante. Es como si él deseara matarla con solo una mirada. ―¡Que alguien se la lleve! ―Ordenó con los dientes apretados, ella intentó mantenerse despierta, quería rogar por su liberación, pero estaba demasiado débil, por lo que desmayó no sin antes sentir un delicado contacto que elevó su cuerpo del suelo frío. *** La manada El Destino De La Luna y todo el reino de los lycan estaba en una profunda tristeza por la pérdida de su futura luna. El rey, sin poder contener la tristeza de su corazón, se hundió en lo más profundo de una depresión que acabó con su temple frío e inquebrantable. Balto Adamson, el rey alfa, conquistador de reinos, el inquebrantable, el guiador de lycan y el Dios sobre la tierra había caído en lo más bajo de la desesperanza. Sus penas eran ahogadas en alcohol y el control de sus impulsos ya no eran retenidos. Él no podía con el dolor de perder a la mujer que amaba y por ella la única manera de vivir con tal aflicción era refugiándose día con día en el alcohol. ―Majestad. ―Gideon el beta y comandante del ejército real, lo miró con preocupación. ―La muerte de la luna Kira sin duda ha sido una pérdida irreparable, pero… ―¡Vuelves a mencionar su nombre y te refundiré en la cárcel sin importarme tu maldit0 rango! ―Lo calló dominado por el dolor y la furia. ―Quítate. ―A tropezones salió hasta el balcón de su despacho, todos miraron a su rey sin impresión alguna, él ya no es el hombre que solía ser. ―¡Desde hoy quien mencione el nombre de mi mujer irá a la cárcel! ―Sentenció enloquecido por el alcohol. ―No perdonaré a nadie que mencione su nombre. ―Todos lo miraron con atención. ―Cada guardia tiene la potestad de arrestar a quien desobedezca esta orden y de no hacerlo pagará con su propia viva. ―Tambaleándose volvió a entrar. ―Y tú no te exentas de esto, Gideon. ―Señaló a su mano derecha. ―Como ordene, rey alfa. ―El hombre hizo una reverencia y salió del despacho y con ello del castillo, solo hizo poner un pie afuera y ya estaban aprisionando a una pobre mujer de avanzada edad. ¿Acaso su rey había perdido la cabeza? Habían pasado algunos meses, Blanca estaba en prisión pagando la muerte de la luna, nadie se preocupó por ella y lo lento que sanaba por ser una loba de bajo rango, pero aun así ella se pudo recuperar aún sin los cuidados pertinentes. Últimamente, la cárcel estaba tan repleta de mujeres, hombres y jóvenes que la asombró demasiado, ella no sabía lo que estaba pasando ahí afuera, pues aun cuando permanecían en el mismo lugar, ella fue ignorada por todos, pero era feliz. Estar lejos del rey alfa y sus constantes abusos fue como una recompensa por todo lo que había vivido y la compañía, a pesar de que nadie le hablaba, era buena, podía verlos conversar, ya que hablaban demasiado bajo, evitando que ella los pudiera escuchar. Blanca suspiró al ver entrar a una chica de no más de catorce años, ella llora desconsoladamente, pero pronto un grupo de mujeres corrieron a ella para consolarla, no pudo evitar sonreír, él ver como todos se apoyan mutuamente la hace feliz a pesar de que ella no le interesa a nadie. ―Arriba. ―El guardia la tomó por el brazo. ―Te cambiaremos, incomodas a todos los que te rodean. ―Blanca miró confundida a su alrededor, ella ni siquiera se acerca a nadie precisamente para eso, ¿Cómo es que su sola presencia los puede molestar cuando ella estaba ahí antes que todos ellos? ―“¿Podría no lastimarme?” ―El hombre ni siquiera la miró. ―“El agarre es muy fuerte” ―Insistió a pesar de ser arrastrada con tal violencia. ―¡Deja de mover tus manos como loca! ―La tiró en la celda vacía, fría y solitaria. ―No logro entender nada de lo que intentas hacer. ―La miró con irritación. ―Aquí tendrás una cama, aprovecha eso. ―Ladeó la sonrisa. ―Ser repudiada por los demás te ha dado ventajas, pequeño bicho raro y repugnante. ―Blanca se abrazó a sí misma y miró la cama, es verdad, es grande y visiblemente cómoda. Ella se acostó, no tenía más que hacer y ya era de noche, pero la tristeza sin duda la invadió como siempre, ella no ha podido ver la luna y hablar con ella como solía hacerlo, eso es como si parte de ella le hiciera falta. Incluso se siente débil al no tener contacto con la hermosa luz que le brinda su Diosa. Envuelta en la tristeza y añoranza por volver a ver el rostro amable de la luna, Blanca se durmió de una manera profunda. La cama es realmente cómoda y todos los meses anteriores no había podido dormir bien, pues le tocaba en el suelo fio y sucio. Pero no todo salió como ella esperaba, algo pareció perturbar sus sueños, ella no podía estar tranquila, se sentía como si su cuerpo respondiera a algo, en contra de su voluntad y en medio de la noche ella abrió los ojos un poco adormilada así encontrándose con una figura parada junto a su cama, tenía el aspecto de un fantasma.Blanca espabiló tan rápido como pudo y retrocedió en la cama aterrorizada al descubrir que aquella figura de apariencia fantasmal era el rey Balto. Ella lo miró con ojos grandes, a comparación de meses atrás, el hombre frente a ella no era más que una sombra de aquel rey cruel que la compró. Él se ve descuidado, pero mucho más aterrador e inaccesible, es como un demonio andante cuyo único propósito es hacer la vida de los demás, un infierno para su propio placer y deleite. ¿Qué hace él ahí? ¿No había acabado con ella cuando la envió casi moribunda a ese espantoso lugar que de alguna manera le brindó paz? Blanca pasó la mirada a la enorme mano del rey, él sostiene una máscara y se la está tendiendo, ella no podía comprender nada de lo que estaba pasando. ¿Qué pretendía él? Quiso preguntar, pero el miedo a ser castigada le pudo más y solo lo miró con el miedo plagado en sus hermosos ojos azules. ―Póntela. ―La voz rasposa y demandante del hombre que había permanecido en silencio la es
Blanca fue liberada de su cautiverio y el rey perdonó a todo aquel que fue encarcelado por mencionar el nombre de la luna fallecida. ―Mi rey. ―La bruja de la manada se reverenció. ―¿Qué puedo hacer por usted? ―Lo miró curiosa, nadie lo había visto tan sobrio desde hace meses. ―Quiero que anuncies a todos que la luna ha resucitado. ―La mujer lo miró con asombro. ―Pero a costa de eso, perdió su voz, cambió su aroma y su apariencia original. ―La mujer no cuestionó, ella solo hizo una reverencia al verlo marcharse. Sin duda su rey ya había perdido por completo la razón. Balto ordenó poner el nombre de su amada en placas de oro por toda la ciudad, el anuncio de que su luna volvió debía ser noticia y la haría llegar de la mejor manera. Él se aseguró que cada rincón en la manada llevara el nombre de su amada Kira. ―Majestad. ―La cocinera hizo una reverencia al verlo entrar. ―Me han notificado que se debe hacer un banquete. ―Balto asintió, él volvió a ser ese hombre imponente, es como si
Nada cambió para Blanca, el ser, la luna del rey alfa, no la exentó de ser ignorada, marginada y repudiada. Ella parecía seguir siendo la misma esclava de la que todos pasaban por alto su presencia.Como la mayoría de las veces, despertó sin el rey a su lado y sin esa máscara que parece ser su castigo por no ser la mujer que él desea. Respirando hondo, miró por la ventana, ella ni siquiera duerme en la misma habitación que él, pero eso no le quita que amanezcan algunas veces en la misma cama.Poniéndose en pie, sacó el vestido que usaría ese día, ella no tiene a una doncella que le sirva, no cuando el rey está lejos, así que ella debe hacérselo todo y no es que le moleste, le gusta ocuparse de todas las cosas ella solo, al fin y al cabo, está acostumbrada a ello.Una vez lo tuvo todo listo, se metió a la ducha y se apresuró a arreglarse, a ella le gusta recorrer el lugar, aunque todos parecieran huirle, eso no le importa, ella siempre está cerca por si alguien necesita de su ayuda.Al
―¡¿Qué haces aquí metida como si fueras una sirvienta?! ―Le gritó en la cara asustándola más, ella sabe el temperamento de ese hombre, así que intentó alcanzar el cuaderno. ―¡Ni siquiera puedes responder algo tan simple! ―La miró enloquecido por la furia. ―“Quería preparar algo para ti” ―Intentó explicarle con lenguaje de señas. ―¡Deja de manotear como una maldit4 loca! ―Gritó tomando el cuaderno y destrozándolo al verla tan empeñada en alcanzarlo. ―¡Eres mi luna, la reina de este lugar y no deberías estar en un lugar tan humillante como lo es la cocina! ¿Tan acostumbrada al maltrato estás? ¿Te gustan los malos tratos? ―Blanca intentó, negar, ella quería hacerlo entender que lo estaba haciendo por él, pero el hombre no entendía razones. ―Te voy a demostrar lo que hago cuando se me cabrea. ―Del brazo la jaloneó hasta sacarla de la cocina. Blanca los miró a todos, ella pidió ayuda con su mirada, pero como era de esperarse, todos la ignoraron y fingieron no ver nada. Balto entró
Blanca deseó pasarse las manos por la cara y se chocó con la máscara, agobiada por siempre deber tenerla puesta, suspiró sentándose en la cama. Balto la ha hecho cambiarse de habitación y ahora duerme con él, pero no le gusta, estando sola ella podía descansar de su condena. Tomando el cuaderno escribió en ella, necesita hacerle saber cómo se siente, intentar que él se compadezca y ya no la obligue a tal castigo. ¿Por qué no puede él permitirle que se quite la máscara si ya todos saben la verdad? Mirándolo, desvió de inmediato la mirada, no se había percatado de que estaba despierto y mirándola. ―¿Qué quieres de mí? ―Gruñó al verla tenderle el cuaderno, él no habló alto, lo hizo apropósito. ―Es demasiado de temprano para que molestes. ―Blanca, que logró leer sus labios, le movió el cuaderno para que lo tomara en manos. ―¿Puedo quitarme la máscara? ―Enarcó una ceja. ―Es muy incómoda y llevo más de un año con ella. ―Río burlón. ―No, no puedes hacerlo. ―Aventó el cuaderno en el suelo.
―“¿Puedes soltarme, por favor?” ―Ella se sintió impotente, ¿Por qué siempre olvida que nadie sabe comunicarse con ella? Tirando de su brazo se soltó, pero el hombre se puso frente a ella cortándole el camino. ―“Lo siento, no quise asustarte” ―Blanca lo miró atónita, ¿Él estaba hablando lenguaje de señas? Ella no lo podía creer. ―“¿Sabes comunicarte de esta manera?” ―Hizo una pregunta realmente tonta, ella lo hizo reír, pero no le importó, no se lo puede creer. ―“Por supuesto que sí” ―Agrandó la sonrisa. ―“¿Puedo quedarme contigo?” ―Blanca, emocionada por ser primera vez que alguien la trata como una persona normal y que además de eso sabe su lenguaje, asintió de inmediato. ―“Creí que te burlarías de mí como lo han hecho todos” ―Se sintió avergonzada. ―“Lamento ser tan grosera, prometo que no soy así” ―El chico sonrió divertido. ―“Todos los que se burlan de ti están mal” ―Le guiñó. ―“No te conozco, pero puedo ver que eres un ángel en medio de tantos lycan” ―Blanca se sonrojó. ―“S
Balto miró la belleza de la mujer a su lado, él mismo le había quitado la máscara aprovechando que está totalmente dormida. Desde la fiesta él no soporta ni siquiera la idea de que otro hombre tenga un acercamiento a ella, ¿Por qué coño se está comportando tan extraño cuando solo se trata de esa esclava?Gruñendo en voz baja se puso en pie sin apartar la mirada, más de un año lleva siendo su luna y reina, pero jamás pensó que en algún punto sería capaz de ver su cara y no imaginar a su amada Kira, ¿Por qué se le hace tan fascinante verla dormir?―Para lo único que sirves es para darme placer, para nada más. ―Dijo dejándose de tonterías. ―Ven aquí. ―Blanca despertó alarmada por el repentino tirón que sintió en su pie. Al enfocar bien, miró al hombre enorme sobre ella, la ve con ojos rojos y está enojado, su olor así lo dice.―“Lo siento” ―Dijo rápidamente al sentirse sin la máscara. ―“Se me ha caído sola” ―El terror en ella lo enfureció mucho más, ella solo lo mira con miedo, ni siquie
Balto se tensó por completo al escucharlo dirigirse a su mujer, él miró a la pequeña pelinegra que inmediatamente se puso a su lado con una sonrisa tan enorme que le dio rabia. Ella jamás le ha sonreído a él con tanta felicidad, ¿Por qué con ese imbécil sí?―Llegaste justo a tiempo, mi luna. ―Balto besó sus labios con delicadeza, como siempre que estaban frente a los demás, pero Blanca pudo notar muchísima diferencia en ese trato. Quizás otros lo vean común, pero hay algo distinto en él.―“¿Por qué estás aquí?” ―Ignoró por completo a Balto, pues para ella él no entendía su lenguaje. ―“¿Has venido a charlar con la persona más interesante que has conocido?” ―Bromeó divertida provocando una oleada de enfado en Balto.―Gideon, acompáñalo dentro, yo los alcanzaré después. ―Balto no le dio tiempo a responder, lo cortó al instante.―Como ordene, majestad. ―Gideon le mostró el camino a Lucius que sin darle una última mirada a su reina siguió al hombre.Balto tomó con fuerza la diminuta mano d