Capítulo 3: Un Rey Sin Cordura

Al despertar de la anestesia, Blanca parpadeó varias veces, el silencio a su alrededor era demasiado, parecía como si su sordera fuera total. Ella recorrió el lugar con la mirada hasta llegar al hombre imponente de pie frente a la camilla de al lado.

Él, un hombre frío, estaba de pie frente a una camilla, con sus ojos llenos de tristeza, mirando a la mujer que antes había tratado con tanto amor. Ella jamás lo había visto con tal aspecto, por lo que se le hizo imposible quitarle la mirada de encima.

Médicos salían y entraban a la habitación, pero todos parecían solo ver a la mujer en la camilla de al lado y pasar por alto su presencia, es como si ella fuera invisible. ¿Acaso algo había salido mal? ¿La operación había fallado y por eso todos actúan de esa manera? ¿Había ella perdido al bebé en medio de la operación? Ver su propio cuerpo le hizo saber que lo habían intentado, pues tiene las heridas sobre su piel pálida.

Pasó solo un segundo para darse cuenta de que la operación no había tenido éxito, la luna del rey había muerto, ella no emite sonido y ni siquiera se mueve. Ella no deseaba quedarse ahí, sentía la necesidad de levantarse y marcharse, por lo que hizo el esfuerzo. Blanca bajó de la cama, pero su cuerpo estaba más debilitado de lo que creía y la estrepitosa caída fue inevitable.

Su cuerpo cayó con todo el peso así llevándose los aparatos que la rodeaban. El rey ancló su mirada en ella, aquel odi0 en esos ojos rojos, esa manera en la que el deseo de acabar con ella podía comprenderse con solo su mirar fue impresionante. Es como si él deseara matarla con solo una mirada.

―¡Que alguien se la lleve! ―Ordenó con los dientes apretados, ella intentó mantenerse despierta, quería rogar por su liberación, pero estaba demasiado débil, por lo que desmayó no sin antes sentir un delicado contacto que elevó su cuerpo del suelo frío.

***

La manada El Destino De La Luna y todo el reino de los lycan estaba en una profunda tristeza por la pérdida de su futura luna. El rey, sin poder contener la tristeza de su corazón, se hundió en lo más profundo de una depresión que acabó con su temple frío e inquebrantable.

Balto Adamson, el rey alfa, conquistador de reinos, el inquebrantable, el guiador de lycan y el Dios sobre la tierra había caído en lo más bajo de la desesperanza. Sus penas eran ahogadas en alcohol y el control de sus impulsos ya no eran retenidos. Él no podía con el dolor de perder a la mujer que amaba y por ella la única manera de vivir con tal aflicción era refugiándose día con día en el alcohol.

―Majestad. ―Gideon el beta y comandante del ejército real, lo miró con preocupación. ―La muerte de la luna Kira sin duda ha sido una pérdida irreparable, pero…

―¡Vuelves a mencionar su nombre y te refundiré en la cárcel sin importarme tu maldit0 rango! ―Lo calló dominado por el dolor y la furia. ―Quítate. ―A tropezones salió hasta el balcón de su despacho, todos miraron a su rey sin impresión alguna, él ya no es el hombre que solía ser. ―¡Desde hoy quien mencione el nombre de mi mujer irá a la cárcel! ―Sentenció enloquecido por el alcohol. ―No perdonaré a nadie que mencione su nombre. ―Todos lo miraron con atención. ―Cada guardia tiene la potestad de arrestar a quien desobedezca esta orden y de no hacerlo pagará con su propia viva. ―Tambaleándose volvió a entrar. ―Y tú no te exentas de esto, Gideon. ―Señaló a su mano derecha.

―Como ordene, rey alfa. ―El hombre hizo una reverencia y salió del despacho y con ello del castillo, solo hizo poner un pie afuera y ya estaban aprisionando a una pobre mujer de avanzada edad. ¿Acaso su rey había perdido la cabeza?

Habían pasado algunos meses, Blanca estaba en prisión pagando la muerte de la luna, nadie se preocupó por ella y lo lento que sanaba por ser una loba de bajo rango, pero aun así ella se pudo recuperar aún sin los cuidados pertinentes.

Últimamente, la cárcel estaba tan repleta de mujeres, hombres y jóvenes que la asombró demasiado, ella no sabía lo que estaba pasando ahí afuera, pues aun cuando permanecían en el mismo lugar, ella fue ignorada por todos, pero era feliz.

Estar lejos del rey alfa y sus constantes abusos fue como una recompensa por todo lo que había vivido y la compañía, a pesar de que nadie le hablaba, era buena, podía verlos conversar, ya que hablaban demasiado bajo, evitando que ella los pudiera escuchar.

Blanca suspiró al ver entrar a una chica de no más de catorce años, ella llora desconsoladamente, pero pronto un grupo de mujeres corrieron a ella para consolarla, no pudo evitar sonreír, él ver como todos se apoyan mutuamente la hace feliz a pesar de que ella no le interesa a nadie.

―Arriba. ―El guardia la tomó por el brazo. ―Te cambiaremos, incomodas a todos los que te rodean. ―Blanca miró confundida a su alrededor, ella ni siquiera se acerca a nadie precisamente para eso, ¿Cómo es que su sola presencia los puede molestar cuando ella estaba ahí antes que todos ellos?

―“¿Podría no lastimarme?” ―El hombre ni siquiera la miró. ―“El agarre es muy fuerte” ―Insistió a pesar de ser arrastrada con tal violencia.

―¡Deja de mover tus manos como loca! ―La tiró en la celda vacía, fría y solitaria. ―No logro entender nada de lo que intentas hacer. ―La miró con irritación. ―Aquí tendrás una cama, aprovecha eso. ―Ladeó la sonrisa. ―Ser repudiada por los demás te ha dado ventajas, pequeño bicho raro y repugnante. ―Blanca se abrazó a sí misma y miró la cama, es verdad, es grande y visiblemente cómoda.

Ella se acostó, no tenía más que hacer y ya era de noche, pero la tristeza sin duda la invadió como siempre, ella no ha podido ver la luna y hablar con ella como solía hacerlo, eso es como si parte de ella le hiciera falta. Incluso se siente débil al no tener contacto con la hermosa luz que le brinda su Diosa.

Envuelta en la tristeza y añoranza por volver a ver el rostro amable de la luna, Blanca se durmió de una manera profunda. La cama es realmente cómoda y todos los meses anteriores no había podido dormir bien, pues le tocaba en el suelo fio y sucio.

Pero no todo salió como ella esperaba, algo pareció perturbar sus sueños, ella no podía estar tranquila, se sentía como si su cuerpo respondiera a algo, en contra de su voluntad y en medio de la noche ella abrió los ojos un poco adormilada así encontrándose con una figura parada junto a su cama, tenía el aspecto de un fantasma.

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