Capítulo 4: La Máscara

Blanca espabiló tan rápido como pudo y retrocedió en la cama aterrorizada al descubrir que aquella figura de apariencia fantasmal era el rey Balto. Ella lo miró con ojos grandes, a comparación de meses atrás, el hombre frente a ella no era más que una sombra de aquel rey cruel que la compró.

Él se ve descuidado, pero mucho más aterrador e inaccesible, es como un demonio andante cuyo único propósito es hacer la vida de los demás, un infierno para su propio placer y deleite. ¿Qué hace él ahí? ¿No había acabado con ella cuando la envió casi moribunda a ese espantoso lugar que de alguna manera le brindó paz?

Blanca pasó la mirada a la enorme mano del rey, él sostiene una máscara y se la está tendiendo, ella no podía comprender nada de lo que estaba pasando. ¿Qué pretendía él? Quiso preguntar, pero el miedo a ser castigada le pudo más y solo lo miró con el miedo plagado en sus hermosos ojos azules.

―Póntela. ―La voz rasposa y demandante del hombre que había permanecido en silencio la estremeció, ella rápidamente tomó la máscara con su mano temblorosa y obedeció la petición del hombre inexpresivo frente a ella.

Balto al verla con la máscara, cubrirle gran parte del rostro, se desnudó lentamente sin quitarle la mirada de encima, Blanca sintió pánico de inmediato, él volverá a poseerla de esa manera tan dolorosa y denigrante, él abusará de su poder y la hará hacer cosas que ni siquiera desea recordar.

Una vez estuvo desnudo, él se echó sobre la mujer temblorosa que lo mira con lágrimas en los ojos, ella esperó un agarre fuerte que la lastimara, pero lo que llegó a su piel fue una delicada caricia que erizó todo el vello de su cuerpo.

El rey se tomó su tiempo, él la desnudó con delicadeza, mostrándole una faceta que ella jamás había conocido de él ni de nadie. Aquellas caricias llenas de sentimientos, aquellos besos llenos de pasión y cada tacto completamente gentiles la hicieron suspirar.

Él le estaba haciendo el amor de manera suave, posesiva y gentil, ella jamás había experimentado algo así. Cada invasión era más excitante que la primera, cada beso la llevaba a ese lugar que visitaba por vez primera y cada gemido que soltó su boca fue un alarido de felicidad por todo lo que su cuerpo estaba sintiendo.

Balto apretó el pequeño cuerpo de la mujer enmascarada y se dejó llevar lo más que pudo, él disfrutó cada caricia de esas pequeñas y frías manos, anheló cada beso de su diminuta boca y gozó cada movimiento de sus delicadas caderas. Él se sentía en el cielo, estaba teniendo un placer tan único que incluso su lobo se quería salir de control.

―Mmm. ―Blanca jadeó por la nueva velocidad que él había empleado, ella ya no podía más, se había corrido tantas veces que parecía estar quedando seca. Balto no fue menos, él ya no podía retrasarlo mucho más, el placer que su cuerpo siente es mayor de lo que pudo sentir antes.

―Kira. ―Susurró el nombre de quien todavía amaba al oído de la mujer que vibra por todo el placer que le ha brindado. Blanca desvió la mirada y fue consiente que en esa habitación había un espejo, ella miró fijamente su reflejo abrazada al hombre que acabó de poseerla y aquello de lo que se percató rompió por completo su corazón.

Ella con la máscara cubriendo la mayoría de su rostro y sobresaltando sus ojos azules es muy parecida a esa mujer. Ambas tienen ojos azules, piel pálida y cabello negro, él la poseyó con tanto amor y delicadeza porque la creyó ella. Solo es una sombra de lo que esa mujer fue en vida, ella fue obligada a reemplazar a quien él amaba y se sintió como una patada al estómago.

Al terminar el acto sexual, Blanca esperó que el rey como siempre se marchara, dejándola sola y sintiéndose utilizada, pero esta vez todo cambió, él se quedó junto a ella, abrazándola. Él quiere que esa mujer sea la sombra de quien ama para aliviar el anhelo que tiene por ella.

Por primera vez Balto durmió como hacía meses no dormía, él se abrazó con tanta fuerza a Blanca que ella ni siquiera se podía mover, aquel consuelo fue tan suficiente para él que sintió paz al sentir ese calor que no había sentido en meses. Blanca sin poder evitarlo se sintió bien, ella jamás había sentido un calor tan acogedor como ese, ella no había sido testigo de que tan bien se siente cuando alguien es gentil.

―“Lo siento, no quise dormirme” ―Blanca, ni siquiera había despertado bien cuando ya se estaba disculpando, ella realmente deseó dormir en el suelo, pero él la tenía tan fuerte agarrada que no pudo moverse.

Balto la miró a los ojos por un largo rato, él había despertado desde ya hace una hora y lo único que hacía era admirarla con esa máscara puesta. Él perdió completamente la razón y lo que tenía pensado era una total locura que para él era lo más prudente en hacer.

―Desde ahora no puedes quitarte la máscara. ―La miró con seriedad. ―En ningún momento podrás deshacerte de ella y solo puedes usar la ropa que yo te proporcionaré. ―Blanca lo miró con el corazón enloquecido en su pecho. ―Desde hoy serás Kira, mi futura luna. ―Blanca dejó de respirar, ¿Por qué la llama por el nombre de su difunta luna? ―Pero si veo tu cara sin la máscara, créeme, definitivamente te asesinaré. ―La máscara no fue lo suficiente para ocultar la sombra de dolor en los hermosos ojos de Blanca.

Ella había perdido totalmente su identidad, ahora es solo la suplente de la mujer que el rey no puede superar. ¿Por qué tendría ella que vivir con una máscara para poder ser tratada bien? ¿Acaso no puede ser amada por ser ella misma? ¿Por qué tanto asco y repugnancia le da a la gente? ¿Acaso ella solo vino al mundo para ser lo que los demás quieran?

El delicado beso del rey la sacó de todos sus pensamientos, él la trata bien, pero es únicamente por la máscara que lleva puesta, deseó anteponerse, pero ¿Quién es ella para ser escuchada?

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