Capítulo 6: Una Luna Ignorada

Nada cambió para Blanca, el ser, la luna del rey alfa, no la exentó de ser ignorada, marginada y repudiada. Ella parecía seguir siendo la misma esclava de la que todos pasaban por alto su presencia.

Como la mayoría de las veces, despertó sin el rey a su lado y sin esa máscara que parece ser su castigo por no ser la mujer que él desea. Respirando hondo, miró por la ventana, ella ni siquiera duerme en la misma habitación que él, pero eso no le quita que amanezcan algunas veces en la misma cama.

Poniéndose en pie, sacó el vestido que usaría ese día, ella no tiene a una doncella que le sirva, no cuando el rey está lejos, así que ella debe hacérselo todo y no es que le moleste, le gusta ocuparse de todas las cosas ella solo, al fin y al cabo, está acostumbrada a ello.

Una vez lo tuvo todo listo, se metió a la ducha y se apresuró a arreglarse, a ella le gusta recorrer el lugar, aunque todos parecieran huirle, eso no le importa, ella siempre está cerca por si alguien necesita de su ayuda.

Al estar lista, tomó el cuaderno y el lápiz, en el reino parece ser que nadie sabe lenguaje de señas por lo que ha optado por siempre llevar un cuaderno y un lápiz para intentar comunicarse con el resto. Con una sonrisa en sus labios, ella mostró la libreta donde ponía “Buenos Días” pero a nadie parecía importarle, todos pasaron a su lado sin prestarle la mínima atención.

―El rey viene hoy. ―Dijo una mujer apresurada, pero Blanca pudo leer sus labios. ―Hay que tenerlo todo en orden, se ha ido por un mes y sabemos lo difícil que se pone cuando es así. ―Blanca las miró con atención.

―Y que los Dioses nos libren, ya no está la señorita Kira, ella era la única en apaciguar ese temperamento del rey. ―Negó la otra. ―Ese bicho raro que tiene por luna no sirve para nada y… ―Al percatarse de que estaba mirándolas, tomó a la otra del brazo y se retiraron.

Blanca dio un largo suspiro, ¿Por qué nadie se da el tiempo de conocerla? ¿No entienden que ella no pidió nacer así? Con los ánimos por el suelo caminó por el castillo intentando entablar una conversación con alguien, pero como todos los días, la ignoraban sin piedad.

―¿Puede apartarse, por favor? ―La joven la miró molesta. ―Estamos muy ocupados como para estar prestándole atención. ―Blanca le mostró nuevamente el cuaderno, pero fue ignorada, ¿Por qué no entendían que solo deseaba que leyeran?

Arrancando la hoja para que así se les hiciera más fácil entender, siguió su camino hasta que vio a un grupo de sirvientas, ella siempre ha querido ayudarlas en los quehaceres, pero ninguna permite que se le acerque. En un nuevo intento, le tendió la hoja de papel a una de ellas y esperó ansiosa a que la leyeran, pero la hoja fue destrozada y tirada al suelo.

Blanca miró a sus pies y las lágrimas corrieron por sus mejillas, ella se arrodilló y recogió los trozos de papel, pero inmediatamente se vio empapada por un agua casi congelada, ella miró hacia arriba con los ojos muy abiertos.

―¡¿Qué haces ahí, maldit4, marginada?! ―Gritó una de las ancianas. ―No haces más que estorbar, quítate. ―Sin disculparse se marchó rabiando, Blanca no entendió lo que estaba pasando, ella no pudo leerle los labios.

Bastante confundida se puso en pie y fue a cambiarse de ropa, ella decidió ponerse los trapos con los que se siente más cómoda, de esa manera no estropeará la bonita ropa que el rey le ha obsequiado. Dispuesta a conseguir lo que desea, fue directamente a la cocina, ella desea recibir al rey con una comida deliciosa hecha por ella.

Al entrar a la cocina, todas la miraron como si fuera un bicho raro, ella, por lo contrario, sonrió amablemente y les mostró la hoja de papel donde hacía la petición de que la dejaran cocinar. Como siempre, nadie prestó atención, así que se acercó lentamente para observar el lugar.

―¿Qué hace esta esclava aquí? ―La cocinera gruñó. ―No sé en lo que estaba pensando el rey, solo hay que mirarla con esa máscara que oculta la vergüenza que es ser ella. ―Blanca no pudo escucharla, estaban hablando demasiado bajo.

―Hay que dejarla aquí para que el rey la castigue. ―Dijo otra de las mujeres sonriendo al verla mostrarle una papa. ―Jefa, deberíamos dejarla sola aquí, me da asco estar con la esclava sexual del rey. ―Las carcajadas no se hicieron esperar y eso estrujó el corazón de Blanca.

Ella conoce muy bien las risas de burlas y esas risas lo eran, ella se sintió realmente mal al verlas a todas saliendo de la cocina como si pudiera pegarles alguna enfermedad. Con lágrimas en los ojos miró el cuaderno, ninguna leyó el agradecimiento que les dio.

Siempre era así, mientras el rey no estaba, ella era marginada y tratada como la simple esclava que era, todos la repudiaban y la trataban mal, algunos hasta la golpeaban cuando estaba en el lugar incorrecto.

Secándose las lágrimas, ella miró a su alrededor y sacó lo bueno de la situación, ahora ella podrá cocinar para el rey y demostrarle que ella es buena cocinera, quizás de esa manera la deje hacer más que fingir, ser la luna que todos amaban.

―Estoy exhausto. ―Balto resopló. ―Quiero llegar al castillo cuanto antes. ―Gideon miró a su rey, cada vez está más desesperado por volver. ―Ganamos esta guerra y pudimos conquistar un territorio bastante productivo, haremos una fiesta al llegar.

―Como ordene, rey. ―Balto miró el castillo y su corazón palpitó, llevaba un mes fuera y lo único que desea al llegar es ver esos hermosos ojos azules y follársela hasta que quede rendido.

La llegada del rey fue como se esperaba, todos estaban felices y orgullosos por la nueva conquista del rey alfa, los ancianos lo felicitaron y las mujeres se dispusieron a organizar el festejo de bienvenida que se le daría al rey.

―¿Dónde está mi luna? ―Preguntó a la doncella encargada de cuidarla. ―¡He hecho una pregunta! ―La mujer tembló al escuchar esa voz gruesa y furiosa.

―Lo… lo lamento, majestad. ―Bajó la mirada. ―La señora insistió en ir a la cocina, intenté detenerla, pero ella es mi reina y… ―Balto no la escuchó más, salió de prisa de la habitación, envuelto en ira por no encontrarla donde quería.

¿Por qué coño debe él buscarla? ¿Por qué no está ella lista para recibirlo de todas las maneras? ¿Por qué siquiera está ella en la cocina cuando es la ama y señora de todo el lugar? Realmente furioso dejó en claro que nadie entrara a la cocina.

―Mmmm. ―Blanca se asustó por el repentino y furioso agarre que la giró tan rápido que la mareó.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo