Nada cambió para Blanca, el ser, la luna del rey alfa, no la exentó de ser ignorada, marginada y repudiada. Ella parecía seguir siendo la misma esclava de la que todos pasaban por alto su presencia.
Como la mayoría de las veces, despertó sin el rey a su lado y sin esa máscara que parece ser su castigo por no ser la mujer que él desea. Respirando hondo, miró por la ventana, ella ni siquiera duerme en la misma habitación que él, pero eso no le quita que amanezcan algunas veces en la misma cama. Poniéndose en pie, sacó el vestido que usaría ese día, ella no tiene a una doncella que le sirva, no cuando el rey está lejos, así que ella debe hacérselo todo y no es que le moleste, le gusta ocuparse de todas las cosas ella solo, al fin y al cabo, está acostumbrada a ello. Una vez lo tuvo todo listo, se metió a la ducha y se apresuró a arreglarse, a ella le gusta recorrer el lugar, aunque todos parecieran huirle, eso no le importa, ella siempre está cerca por si alguien necesita de su ayuda. Al estar lista, tomó el cuaderno y el lápiz, en el reino parece ser que nadie sabe lenguaje de señas por lo que ha optado por siempre llevar un cuaderno y un lápiz para intentar comunicarse con el resto. Con una sonrisa en sus labios, ella mostró la libreta donde ponía “Buenos Días” pero a nadie parecía importarle, todos pasaron a su lado sin prestarle la mínima atención. ―El rey viene hoy. ―Dijo una mujer apresurada, pero Blanca pudo leer sus labios. ―Hay que tenerlo todo en orden, se ha ido por un mes y sabemos lo difícil que se pone cuando es así. ―Blanca las miró con atención. ―Y que los Dioses nos libren, ya no está la señorita Kira, ella era la única en apaciguar ese temperamento del rey. ―Negó la otra. ―Ese bicho raro que tiene por luna no sirve para nada y… ―Al percatarse de que estaba mirándolas, tomó a la otra del brazo y se retiraron. Blanca dio un largo suspiro, ¿Por qué nadie se da el tiempo de conocerla? ¿No entienden que ella no pidió nacer así? Con los ánimos por el suelo caminó por el castillo intentando entablar una conversación con alguien, pero como todos los días, la ignoraban sin piedad. ―¿Puede apartarse, por favor? ―La joven la miró molesta. ―Estamos muy ocupados como para estar prestándole atención. ―Blanca le mostró nuevamente el cuaderno, pero fue ignorada, ¿Por qué no entendían que solo deseaba que leyeran? Arrancando la hoja para que así se les hiciera más fácil entender, siguió su camino hasta que vio a un grupo de sirvientas, ella siempre ha querido ayudarlas en los quehaceres, pero ninguna permite que se le acerque. En un nuevo intento, le tendió la hoja de papel a una de ellas y esperó ansiosa a que la leyeran, pero la hoja fue destrozada y tirada al suelo. Blanca miró a sus pies y las lágrimas corrieron por sus mejillas, ella se arrodilló y recogió los trozos de papel, pero inmediatamente se vio empapada por un agua casi congelada, ella miró hacia arriba con los ojos muy abiertos. ―¡¿Qué haces ahí, maldit4, marginada?! ―Gritó una de las ancianas. ―No haces más que estorbar, quítate. ―Sin disculparse se marchó rabiando, Blanca no entendió lo que estaba pasando, ella no pudo leerle los labios. Bastante confundida se puso en pie y fue a cambiarse de ropa, ella decidió ponerse los trapos con los que se siente más cómoda, de esa manera no estropeará la bonita ropa que el rey le ha obsequiado. Dispuesta a conseguir lo que desea, fue directamente a la cocina, ella desea recibir al rey con una comida deliciosa hecha por ella. Al entrar a la cocina, todas la miraron como si fuera un bicho raro, ella, por lo contrario, sonrió amablemente y les mostró la hoja de papel donde hacía la petición de que la dejaran cocinar. Como siempre, nadie prestó atención, así que se acercó lentamente para observar el lugar. ―¿Qué hace esta esclava aquí? ―La cocinera gruñó. ―No sé en lo que estaba pensando el rey, solo hay que mirarla con esa máscara que oculta la vergüenza que es ser ella. ―Blanca no pudo escucharla, estaban hablando demasiado bajo. ―Hay que dejarla aquí para que el rey la castigue. ―Dijo otra de las mujeres sonriendo al verla mostrarle una papa. ―Jefa, deberíamos dejarla sola aquí, me da asco estar con la esclava sexual del rey. ―Las carcajadas no se hicieron esperar y eso estrujó el corazón de Blanca. Ella conoce muy bien las risas de burlas y esas risas lo eran, ella se sintió realmente mal al verlas a todas saliendo de la cocina como si pudiera pegarles alguna enfermedad. Con lágrimas en los ojos miró el cuaderno, ninguna leyó el agradecimiento que les dio. Siempre era así, mientras el rey no estaba, ella era marginada y tratada como la simple esclava que era, todos la repudiaban y la trataban mal, algunos hasta la golpeaban cuando estaba en el lugar incorrecto. Secándose las lágrimas, ella miró a su alrededor y sacó lo bueno de la situación, ahora ella podrá cocinar para el rey y demostrarle que ella es buena cocinera, quizás de esa manera la deje hacer más que fingir, ser la luna que todos amaban. ―Estoy exhausto. ―Balto resopló. ―Quiero llegar al castillo cuanto antes. ―Gideon miró a su rey, cada vez está más desesperado por volver. ―Ganamos esta guerra y pudimos conquistar un territorio bastante productivo, haremos una fiesta al llegar. ―Como ordene, rey. ―Balto miró el castillo y su corazón palpitó, llevaba un mes fuera y lo único que desea al llegar es ver esos hermosos ojos azules y follársela hasta que quede rendido. La llegada del rey fue como se esperaba, todos estaban felices y orgullosos por la nueva conquista del rey alfa, los ancianos lo felicitaron y las mujeres se dispusieron a organizar el festejo de bienvenida que se le daría al rey. ―¿Dónde está mi luna? ―Preguntó a la doncella encargada de cuidarla. ―¡He hecho una pregunta! ―La mujer tembló al escuchar esa voz gruesa y furiosa. ―Lo… lo lamento, majestad. ―Bajó la mirada. ―La señora insistió en ir a la cocina, intenté detenerla, pero ella es mi reina y… ―Balto no la escuchó más, salió de prisa de la habitación, envuelto en ira por no encontrarla donde quería. ¿Por qué coño debe él buscarla? ¿Por qué no está ella lista para recibirlo de todas las maneras? ¿Por qué siquiera está ella en la cocina cuando es la ama y señora de todo el lugar? Realmente furioso dejó en claro que nadie entrara a la cocina. ―Mmmm. ―Blanca se asustó por el repentino y furioso agarre que la giró tan rápido que la mareó.―¡¿Qué haces aquí metida como si fueras una sirvienta?! ―Le gritó en la cara asustándola más, ella sabe el temperamento de ese hombre, así que intentó alcanzar el cuaderno. ―¡Ni siquiera puedes responder algo tan simple! ―La miró enloquecido por la furia. ―“Quería preparar algo para ti” ―Intentó explicarle con lenguaje de señas. ―¡Deja de manotear como una maldit4 loca! ―Gritó tomando el cuaderno y destrozándolo al verla tan empeñada en alcanzarlo. ―¡Eres mi luna, la reina de este lugar y no deberías estar en un lugar tan humillante como lo es la cocina! ¿Tan acostumbrada al maltrato estás? ¿Te gustan los malos tratos? ―Blanca intentó, negar, ella quería hacerlo entender que lo estaba haciendo por él, pero el hombre no entendía razones. ―Te voy a demostrar lo que hago cuando se me cabrea. ―Del brazo la jaloneó hasta sacarla de la cocina. Blanca los miró a todos, ella pidió ayuda con su mirada, pero como era de esperarse, todos la ignoraron y fingieron no ver nada. Balto entró
Blanca deseó pasarse las manos por la cara y se chocó con la máscara, agobiada por siempre deber tenerla puesta, suspiró sentándose en la cama. Balto la ha hecho cambiarse de habitación y ahora duerme con él, pero no le gusta, estando sola ella podía descansar de su condena. Tomando el cuaderno escribió en ella, necesita hacerle saber cómo se siente, intentar que él se compadezca y ya no la obligue a tal castigo. ¿Por qué no puede él permitirle que se quite la máscara si ya todos saben la verdad? Mirándolo, desvió de inmediato la mirada, no se había percatado de que estaba despierto y mirándola. ―¿Qué quieres de mí? ―Gruñó al verla tenderle el cuaderno, él no habló alto, lo hizo apropósito. ―Es demasiado de temprano para que molestes. ―Blanca, que logró leer sus labios, le movió el cuaderno para que lo tomara en manos. ―¿Puedo quitarme la máscara? ―Enarcó una ceja. ―Es muy incómoda y llevo más de un año con ella. ―Río burlón. ―No, no puedes hacerlo. ―Aventó el cuaderno en el suelo.
―“¿Puedes soltarme, por favor?” ―Ella se sintió impotente, ¿Por qué siempre olvida que nadie sabe comunicarse con ella? Tirando de su brazo se soltó, pero el hombre se puso frente a ella cortándole el camino. ―“Lo siento, no quise asustarte” ―Blanca lo miró atónita, ¿Él estaba hablando lenguaje de señas? Ella no lo podía creer. ―“¿Sabes comunicarte de esta manera?” ―Hizo una pregunta realmente tonta, ella lo hizo reír, pero no le importó, no se lo puede creer. ―“Por supuesto que sí” ―Agrandó la sonrisa. ―“¿Puedo quedarme contigo?” ―Blanca, emocionada por ser primera vez que alguien la trata como una persona normal y que además de eso sabe su lenguaje, asintió de inmediato. ―“Creí que te burlarías de mí como lo han hecho todos” ―Se sintió avergonzada. ―“Lamento ser tan grosera, prometo que no soy así” ―El chico sonrió divertido. ―“Todos los que se burlan de ti están mal” ―Le guiñó. ―“No te conozco, pero puedo ver que eres un ángel en medio de tantos lycan” ―Blanca se sonrojó. ―“S
Balto miró la belleza de la mujer a su lado, él mismo le había quitado la máscara aprovechando que está totalmente dormida. Desde la fiesta él no soporta ni siquiera la idea de que otro hombre tenga un acercamiento a ella, ¿Por qué coño se está comportando tan extraño cuando solo se trata de esa esclava?Gruñendo en voz baja se puso en pie sin apartar la mirada, más de un año lleva siendo su luna y reina, pero jamás pensó que en algún punto sería capaz de ver su cara y no imaginar a su amada Kira, ¿Por qué se le hace tan fascinante verla dormir?―Para lo único que sirves es para darme placer, para nada más. ―Dijo dejándose de tonterías. ―Ven aquí. ―Blanca despertó alarmada por el repentino tirón que sintió en su pie. Al enfocar bien, miró al hombre enorme sobre ella, la ve con ojos rojos y está enojado, su olor así lo dice.―“Lo siento” ―Dijo rápidamente al sentirse sin la máscara. ―“Se me ha caído sola” ―El terror en ella lo enfureció mucho más, ella solo lo mira con miedo, ni siquie
Balto se tensó por completo al escucharlo dirigirse a su mujer, él miró a la pequeña pelinegra que inmediatamente se puso a su lado con una sonrisa tan enorme que le dio rabia. Ella jamás le ha sonreído a él con tanta felicidad, ¿Por qué con ese imbécil sí?―Llegaste justo a tiempo, mi luna. ―Balto besó sus labios con delicadeza, como siempre que estaban frente a los demás, pero Blanca pudo notar muchísima diferencia en ese trato. Quizás otros lo vean común, pero hay algo distinto en él.―“¿Por qué estás aquí?” ―Ignoró por completo a Balto, pues para ella él no entendía su lenguaje. ―“¿Has venido a charlar con la persona más interesante que has conocido?” ―Bromeó divertida provocando una oleada de enfado en Balto.―Gideon, acompáñalo dentro, yo los alcanzaré después. ―Balto no le dio tiempo a responder, lo cortó al instante.―Como ordene, majestad. ―Gideon le mostró el camino a Lucius que sin darle una última mirada a su reina siguió al hombre.Balto tomó con fuerza la diminuta mano d
Al juego del gato y el ratón, así se sentía Lucius con Blanca, la chica siempre lograba escurrirse y escaparse, él no entendía el motivo de su comportamiento esquivo con él y que no le diera ni una sola oportunidad, lo estaba estresando a sobremanera.¿Por qué ella no le habla ni siquiera cuando no hay nadie alrededor? ¿Cómo es que, de tener una corta, pero bonita relación, ella sin más lo ignore como si fuera uno más del montón? Solo habían pasado tres días, pero aun así la desesperación ya formaba parte de él, estaba demasiado necesitado de hablar con esa dulce mujer.Blanca suspiró al lograr escapar de Lucius, a ella le duele mucho, ignorarlo y ser tan grosera, pero no se arriesgará a que Balto le haga algo, ella no se lo perdonaría nunca, él ya ha hecho daño a otras personas por ella y no quiere que se repita.Los fuertes gritos que pudo escuchar tan claros que dudó de su condición, las suplicas y los azotes que parecían estremecer el lugar llamó su atención, ella tomó su vestido
Lucius la miró con gesto serio, si hace lo que ella le pide el rey seguramente lo matará por su negligencia, así que se negó con rotundidad, él por primera vez la ignoró, no podía arriesgarse de esa manera, no cuando se trata de ella.―Bien, que uno de los hombres se regrese a la manada, denle la ayuda a la mujer que merece.―“No la ayudarán si la envió yo” ―Se interpuso en el camino del hombre que estaba por cumplir órdenes. ―“Lucius, por favor… estamos cerca de la manada vecina, ella puede morir si van tan lejos” ―Lo miró con ojos suplicantes, Lucius solo imaginó el rostro detrás de esa máscara y su corazón palpitó con fuerza.―Bien. ―Dijo en contra de todo lo que estaba pensando y analizando. ―Súbanla al carruaje, hay que apresurarnos para llegar cuanto antes. ―Blanca sonrió agradecida, pero no subió hasta que la chica ensangrentada y desmayada estuviera ya acomodada en el carruaje.―Mmmm. ―La chica gimió débilmente, ella sufre y Blanca lo sabe por las vibraciones de su cuerpo.El
Balto admiró el cuerpo de su mujer, desde que le dijo lo que pensaba de él, no ha dejado de poseerla todo el tiempo, incluso más que antes, necesita hacerle entender que él no ha estado con otra mujer desde que la tomó como su luna y que no piensa hacerlo. Para Blanca es fascinante la manera en la que él la posee, ama que lo haga y no hay nada mejor para ella que satisfacerlo, pero está enojada, él desea asesinar a la jefa de cocina por lo que hizo y ella no quiere tener esa muerte en su conciencia. Lucius para ella no existe, le imploró que no se lo contara y él la traicionó.―No me gruñas. ―Gruñó él también. ―Quiero poseer a mi mujer, hoy volvemos a casa y quiero iniciar el día de buen humor. ―Blanca se giró boca arriba, ahora él le permite dormir sin máscara y soporta mirarla a la cara. ―Arrodíllate y hazme sexo oral. ―Blanca miró la grandeza de su rey y después miró sus ojos.Balto frunció el ceño al verla bajarse de la cama e ir directamente a la mesita de noche, al verla tomar