La llegada de los chicos fue escandalosa, pero con estilo, ellos quedaron exactamente donde se supone que debían estar y las chicas simplemente no se lo podían creer, incluso estaban hasta vestidos para la ocasión.―Perdóname por preocuparte, cariño. ―Gideon le sonrió. ―Sabía que me esperarías donde debías. ―Extendió su mano. ―Estás realmente hermosa. ―Micky que tenía todo un repertorio para decirle, simplemente se quedó en blanco al verlo tan guapo. ―Eres un tonto. ―Susurró acercándose a él para después abrazarlo. ―Cariño, estaba muy preocupada. ―Le hizo saber.―Y aun así sabías que tu sarnoso llegaría justo a tiempo. ―Besó sus labios. ―Por esto y otras tantas cosas me encantaste desde la primera vez que choqué contigo en el lobby de ese edificio. ―Micky río divertida.―¿Qué dices del restaurante? ―Gideon carcajeó.―Ese día, justo cuando ese líquido cayó en mis pantalones, precisamente en ese momento me enamoré de ti. ―Volvió a besarla. ―Hoy te reclamo como mía, Mickeyla. ―La miró
Micky estaba como poco asustada, ella había despertado desorientada solo para encontrarse en un calabozo sucio custodiada por hombres que no conoce. ¿Cómo había ella llegado a ese lugar? Lo único que recuerda es el dolor insoportable por la mordida de su lobo y más nada. ¿Acaso los habían matado a todos?Como todos los días, un pan seco y duro con un vaso de agua fue puesto ante ella, no era como si no hubiera comido eso antes, pero ella se negó a comer, no quería nada que fuera de ellos. Si se negaba a algo la golpeaban, si se defendía amenazaban con matarla o abusar de ella y lo que menos quería era ser tomada a la fuerza para que su compañero no sufriera.El guardia al verla ignorar la comida gruñó, la mujer era un dolor de cabeza para cualquiera que la cuidara. Con rabia tomó el pan duro y agarrándola a la fuerza la obligó a comérselo, Micky se negó, ella quiso quitar la cabeza, pero el tirón hizo tronar su cuello y se asustó, no quería morir de esa manera, no de nuevo. ―¡Eres u
La mayoría jadeó al ver la cabeza con los ojos abiertos rodar y el torso disparar sangre como si fuera una fuente. Cada persona en el lugar quedó fría, inmóvil y perplejo por el repentino acto.―El único que perderá la cabeza eres tú. ―Lucius se apoyó de su espada y miró a su tío con una sonrisa en los labios. ―Tu plan funcionó a la perfección. ―Gideon no podía estar más orgulloso de ese muchacho al cual le había enseñado muchas cosas.Micky estaba arrodillada en el suelo, mirando el chorro de sangre bajo ella y sintiendo como esta corría por todo su cuerpo empapándola, ni siquiera quería mirar atrás, la cabeza justo frente a sus piernas le dejó en claro lo que había pasado.―Nena. ―Gideon la tomó en brazos. ―Lamento tardar, lo siento. ―La abrazó con fuerza. ―Estoy aquí, he venido por ti. ―Ella finalmente se echó a llorar, sabía que él la rescataría, pero aun así es muy emotivo para ella ver que su sarnoso la salvó.―Cumpliste tu promesa. ―Susurró sollozando. ―Gracias, gracias, amor…
El sudor recorriendo su cuerpo, el dolor tan intenso que eriza su piel y las ganas de matar al hombre guapo, de ojos dorados y cabello largo la impulsó a pujar con mucha más fuerza. ―¡No debí esperar veinte años para esto! ―Se quejó al dejar de pujar. ―¡Te voy a matar sarnoso asqueroso! ―Apretó la mano del hombre nervioso a su lado. ―Dioses. ―Chilló cansada. ―No volveré a salir embarazada, juro que no lo haré. ―Respiró hondo, ella se siente morir. ―Lo haces bien, nena. ―Animó a su insolente. ―Nuestra hija ya casi está aquí, solo un poco más. ―¡Aaahhh! ―Mickeyla gritó con todas sus fuerzas por las nuevas ganas de pujar. ―Me voy a hacer popo, lo juro. ―Lo miró. ―No permitas que me haga popo. ―Gideon besó su cabeza. ―Nena, no importa lo que te hagas, para mí siempre serás perfecta. ―Gruñó por el nuevo apretón. ―Eso es, vamos, sigue así, nena, sigue así. ―Ya casi, luna. ―La partera sonrió. ―Tiene un pelo negro abundante. ―Micky quiso llorar, ¿Por qué no pudo parecerse a ella por lo me
“―Deme solo mil euros por ella. ―El cruel hombre la tiró a los pies del rey. ―Es una insignificante loba de bajo rango y huérfana que lo único que tiene es salud. ―El rey miró a sus pies con desprecio, ella está sucia, no deja de llorar y al parecer no sabe lo que está pasando. ―“¿Podrían decirme lo que sucede?” ―Preguntó la joven mujer en lenguaje de señas. ―¿Qué es lo que hace con las manos? ―El rey miró al hombre sin comprenderlo. ―Verá, majestad. ―Tiró de ella para que dejara de intentar comunicarse. ―Es muda y sorda también, creo. ―Se encogió de hombros. ―Pero es buena trabajando en los quehaceres, es pura por supuesto. ―Dijo orgulloso. ―No permití que la tocaran. ―El rey volvió a mirar a la insignificante mujer. ―Solo está sucia y un poco descuidada, pero es sana. ―Mil euros.” Blanca recordó con mucho dolor el día en el que su vida se volvió un infierno más brutal y cruel para ella. Todavía no comprendía por qué la eligió a ella para algo tan inhumano, el hombre frente
Los días pasaban y Blanca se sentía una marioneta de todo aquel que la rodeaba, ella estaba a merced de todos y no podía anteponerse, pues ahí es solo una esclava a la que nadie le hace caso o le presta la mínima atención más allá de su cuerpo y órganos. La tristeza para ella es algo que había conocido desde que tiene memoria, por lo que simplemente aceptaba las cosas tal cual eran. Los doctores solo entraban a la habitación para darle los medicamentos, revisar sus indicadores físicos y asegurarse de que ella cumpliera con todo lo que se le demandara. Nadie le deseaba un feliz día, una feliz tarde o unas buenas noches. Entraban a la habitación sin respetar su privacidad y a nadie parecía importarle como ella se sentía al respecto. ¿Un animal de zoológico? Ella sonrió, parece un animal que solo puede emitir sonidos porque no tiene una voz. ―Bebe. ―La enfermera le pasó una de las pastillas con un vaso de agua y la miró fijamente, Blanca obedeció. ―Abre. ―Al mostrarle la boca, la muje
Al despertar de la anestesia, Blanca parpadeó varias veces, el silencio a su alrededor era demasiado, parecía como si su sordera fuera total. Ella recorrió el lugar con la mirada hasta llegar al hombre imponente de pie frente a la camilla de al lado. Él, un hombre frío, estaba de pie frente a una camilla, con sus ojos llenos de tristeza, mirando a la mujer que antes había tratado con tanto amor. Ella jamás lo había visto con tal aspecto, por lo que se le hizo imposible quitarle la mirada de encima. Médicos salían y entraban a la habitación, pero todos parecían solo ver a la mujer en la camilla de al lado y pasar por alto su presencia, es como si ella fuera invisible. ¿Acaso algo había salido mal? ¿La operación había fallado y por eso todos actúan de esa manera? ¿Había ella perdido al bebé en medio de la operación? Ver su propio cuerpo le hizo saber que lo habían intentado, pues tiene las heridas sobre su piel pálida. Pasó solo un segundo para darse cuenta de que la operación no hab
Blanca espabiló tan rápido como pudo y retrocedió en la cama aterrorizada al descubrir que aquella figura de apariencia fantasmal era el rey Balto. Ella lo miró con ojos grandes, a comparación de meses atrás, el hombre frente a ella no era más que una sombra de aquel rey cruel que la compró. Él se ve descuidado, pero mucho más aterrador e inaccesible, es como un demonio andante cuyo único propósito es hacer la vida de los demás, un infierno para su propio placer y deleite. ¿Qué hace él ahí? ¿No había acabado con ella cuando la envió casi moribunda a ese espantoso lugar que de alguna manera le brindó paz? Blanca pasó la mirada a la enorme mano del rey, él sostiene una máscara y se la está tendiendo, ella no podía comprender nada de lo que estaba pasando. ¿Qué pretendía él? Quiso preguntar, pero el miedo a ser castigada le pudo más y solo lo miró con el miedo plagado en sus hermosos ojos azules. ―Póntela. ―La voz rasposa y demandante del hombre que había permanecido en silencio la es