Los días pasaban y Blanca se sentía una marioneta de todo aquel que la rodeaba, ella estaba a merced de todos y no podía anteponerse, pues ahí es solo una esclava a la que nadie le hace caso o le presta la mínima atención más allá de su cuerpo y órganos.
La tristeza para ella es algo que había conocido desde que tiene memoria, por lo que simplemente aceptaba las cosas tal cual eran. Los doctores solo entraban a la habitación para darle los medicamentos, revisar sus indicadores físicos y asegurarse de que ella cumpliera con todo lo que se le demandara. Nadie le deseaba un feliz día, una feliz tarde o unas buenas noches. Entraban a la habitación sin respetar su privacidad y a nadie parecía importarle como ella se sentía al respecto. ¿Un animal de zoológico? Ella sonrió, parece un animal que solo puede emitir sonidos porque no tiene una voz. ―Bebe. ―La enfermera le pasó una de las pastillas con un vaso de agua y la miró fijamente, Blanca obedeció. ―Abre. ―Al mostrarle la boca, la mujer apuntó en el expediente. ―Date una ducha y espera aquí. ―Sin expresión, la mujer solo le daba órdenes como si ella fuera un sujeto de prueba y es así. Ahí todos eran inexpresivos, solo se aseguraban de que tomara la medicación y se mantuviera sana, ella sabía que todo eso eran pasos necesarios para lo que se venía, pero aun así duele, que nadie por lo menos le brinde una palabra de consuelo o una sonrisa lastimera por su lamentable situación. Blanca se metió al baño y se miró al espejo, ella por vez primera estaba tan limpia que ni siquiera se reconocía. Sus ojos azules y brillantes es una característica que todos notaban, a pesar de siempre estar desaliñada, su cabello tan oscuro como la noche es extremadamente largo y su cara es como la de un ángel, o eso escuchó alguna vez, aunque no sabe si fue solo un anhelante sueño. ―Su alteza. ―El beta de la manada se reverencia ante su rey. ―Está todo listo, hoy será el día. ―El rey asintió, ha estado muy nervioso los últimos días. ―¿Cómo están todos en la manada? ―Quiso saber. ―Muy nerviosos, majestad. ―El rey lo miró. ―Las plegarias están con ustedes. ―Sonrió. ―¿Hay algo más que pueda hacer? ―El rey negó así permitiéndole su partida. Todos en la manda sabían que el rey había comprado a una hermosa loba sordomuda en la subasta a las afueras del reino para que fuera su esclava, incluso su esclava en la cama. Nadie respeta a la chica, lo poco que puede salir del palacio es solo para recibir burlas y humillaciones, lo que realmente al rey no le interesaba en lo absoluto. ―Es hora. ―Esta vez un hombre entró con una silla de ruedas. ―Monta, debemos irnos. ―Blanca quiso hacer preguntas, pero recordando la severidad con la que era castigada cada vez que intentaba comunicarse, solo se paró de la cama y se sentó en la silla de ruedas. Ella estaba muy nerviosa, jamás había recorrido el castillo, ella solo conoce la pequeña habitación y el camino al jardín del castillo. ¿Por qué la estaban llevando por todo el castillo? ¿El rey había pedido cambiarla de habitación para no tener que desplazarse a la hora de satisfacer sus más bajos deseos? Todo se volvió más confuso cuando la ingresaron a esa sala blanca y tan fría como una noche de invierno crudo. Todos pasaban de un lado a otro y nadie la miraba realmente, ahí todos actuaban como por inercia y le ordenaban cosas sin inmutarse en lo asustada que ella está. ―Debes acostarte. ―Ordenó una de las enfermeras. ―No te muevas de ahí. ―"¿Me operarán ahora?" ―Las señas de sus manos fueron ignoradas como siempre, pero su pregunta tenía una clara respuesta, ahí todos visten batas y ella está totalmente desnuda bajo ese frío que cala cada uno de sus huesos. Blanca no había estado tan asustada como lo estaba en ese momento. Nadie deja de caminar, todos parecen estar demasiado concentrados en lo que están haciendo que a ella ni siquiera se le mira, solo echan vistazos a las máquinas que conectaron a ella y nada más. El silencio se hizo más pesado en el quirófano, el rey había entrado con una hermosa mujer de piel pálida y cabellos negros, es hermosa, pensó Blanca admirando a la chica que acostaron justo al lado de ella. La manera tan cuidadosa con la que el rey la trataba la estremeció, pues con ella jamás ha tenido un solo acto de bondad y cuidado. ―Alfa, tengo mucho miedo. ―Blanca no fue capaz de apartar la mirada de la mujer, incluso su voz es melodiosa e instintivamente coqueta. La caricia que la mujer recibió de parte del hombre enorme y rústico paralizó a Blanca, él la toca como si fuera frágil y delicada. ―No te preocupes. ―Aquella voz llena de sensibilidad y suavidad parecieron tirar de los cabellos de Blanca. ¿Como es que podía escucharlos a la perfección? La respuesta es clara, todo el silencio y la cercanía se lo permitía. ―Estarás bien, lo juro. ―Ella jamás lo había escuchado hablar con tanta delicadeza, ella ni siquiera se imaginó que él pudiera ser así de dulce. ―¿Esta operación dañará a nuestro cachorro? ―Tal pregunta hizo que el corazón de Blanca se hundiera en un abismo tan oscuro y solitario que un silencioso quejido salió por su pequeña boca. Ella estaba embarazada, por eso el rey iba cada noche a su habitación y la hacía suya con tal ferocidad, él solo se aseguraba de no dañar a su luna y al bebé que ambos esperan. ¿Por qué la eligió a ella, una mujer que fue abandonada por sus padres y vendida en más de una ocasión por una cantidad lamentable de dinero? ¿Por qué la hizo él su esclava, pudiendo solo tomar de ella lo que necesitaba para su luna? Ella es una noble, ¿Por qué se rebajaría él a poseerla siempre que las ganas llegaban a él? Ella es una futura luna y por su semblante se puede saber que es de la nobleza, ella conoce mucho a las mujeres de tal nivel. ―Cuenta del diez al uno. ―Ordenó el doctor al ponerle la mascarilla. ¿Acaso para eso llegó ella al mundo? ¿Para ser pieza de quien lo necesite? ¿Para ser usada por todo el que disponga de ella? Blanca miró al techo y una lágrima rodó su mejilla, ella deseó no despertar de aquel sueño.Al despertar de la anestesia, Blanca parpadeó varias veces, el silencio a su alrededor era demasiado, parecía como si su sordera fuera total. Ella recorrió el lugar con la mirada hasta llegar al hombre imponente de pie frente a la camilla de al lado. Él, un hombre frío, estaba de pie frente a una camilla, con sus ojos llenos de tristeza, mirando a la mujer que antes había tratado con tanto amor. Ella jamás lo había visto con tal aspecto, por lo que se le hizo imposible quitarle la mirada de encima. Médicos salían y entraban a la habitación, pero todos parecían solo ver a la mujer en la camilla de al lado y pasar por alto su presencia, es como si ella fuera invisible. ¿Acaso algo había salido mal? ¿La operación había fallado y por eso todos actúan de esa manera? ¿Había ella perdido al bebé en medio de la operación? Ver su propio cuerpo le hizo saber que lo habían intentado, pues tiene las heridas sobre su piel pálida. Pasó solo un segundo para darse cuenta de que la operación no hab
Blanca espabiló tan rápido como pudo y retrocedió en la cama aterrorizada al descubrir que aquella figura de apariencia fantasmal era el rey Balto. Ella lo miró con ojos grandes, a comparación de meses atrás, el hombre frente a ella no era más que una sombra de aquel rey cruel que la compró. Él se ve descuidado, pero mucho más aterrador e inaccesible, es como un demonio andante cuyo único propósito es hacer la vida de los demás, un infierno para su propio placer y deleite. ¿Qué hace él ahí? ¿No había acabado con ella cuando la envió casi moribunda a ese espantoso lugar que de alguna manera le brindó paz? Blanca pasó la mirada a la enorme mano del rey, él sostiene una máscara y se la está tendiendo, ella no podía comprender nada de lo que estaba pasando. ¿Qué pretendía él? Quiso preguntar, pero el miedo a ser castigada le pudo más y solo lo miró con el miedo plagado en sus hermosos ojos azules. ―Póntela. ―La voz rasposa y demandante del hombre que había permanecido en silencio la es
Blanca fue liberada de su cautiverio y el rey perdonó a todo aquel que fue encarcelado por mencionar el nombre de la luna fallecida. ―Mi rey. ―La bruja de la manada se reverenció. ―¿Qué puedo hacer por usted? ―Lo miró curiosa, nadie lo había visto tan sobrio desde hace meses. ―Quiero que anuncies a todos que la luna ha resucitado. ―La mujer lo miró con asombro. ―Pero a costa de eso, perdió su voz, cambió su aroma y su apariencia original. ―La mujer no cuestionó, ella solo hizo una reverencia al verlo marcharse. Sin duda su rey ya había perdido por completo la razón. Balto ordenó poner el nombre de su amada en placas de oro por toda la ciudad, el anuncio de que su luna volvió debía ser noticia y la haría llegar de la mejor manera. Él se aseguró que cada rincón en la manada llevara el nombre de su amada Kira. ―Majestad. ―La cocinera hizo una reverencia al verlo entrar. ―Me han notificado que se debe hacer un banquete. ―Balto asintió, él volvió a ser ese hombre imponente, es como si
Nada cambió para Blanca, el ser, la luna del rey alfa, no la exentó de ser ignorada, marginada y repudiada. Ella parecía seguir siendo la misma esclava de la que todos pasaban por alto su presencia.Como la mayoría de las veces, despertó sin el rey a su lado y sin esa máscara que parece ser su castigo por no ser la mujer que él desea. Respirando hondo, miró por la ventana, ella ni siquiera duerme en la misma habitación que él, pero eso no le quita que amanezcan algunas veces en la misma cama.Poniéndose en pie, sacó el vestido que usaría ese día, ella no tiene a una doncella que le sirva, no cuando el rey está lejos, así que ella debe hacérselo todo y no es que le moleste, le gusta ocuparse de todas las cosas ella solo, al fin y al cabo, está acostumbrada a ello.Una vez lo tuvo todo listo, se metió a la ducha y se apresuró a arreglarse, a ella le gusta recorrer el lugar, aunque todos parecieran huirle, eso no le importa, ella siempre está cerca por si alguien necesita de su ayuda.Al
―¡¿Qué haces aquí metida como si fueras una sirvienta?! ―Le gritó en la cara asustándola más, ella sabe el temperamento de ese hombre, así que intentó alcanzar el cuaderno. ―¡Ni siquiera puedes responder algo tan simple! ―La miró enloquecido por la furia. ―“Quería preparar algo para ti” ―Intentó explicarle con lenguaje de señas. ―¡Deja de manotear como una maldit4 loca! ―Gritó tomando el cuaderno y destrozándolo al verla tan empeñada en alcanzarlo. ―¡Eres mi luna, la reina de este lugar y no deberías estar en un lugar tan humillante como lo es la cocina! ¿Tan acostumbrada al maltrato estás? ¿Te gustan los malos tratos? ―Blanca intentó, negar, ella quería hacerlo entender que lo estaba haciendo por él, pero el hombre no entendía razones. ―Te voy a demostrar lo que hago cuando se me cabrea. ―Del brazo la jaloneó hasta sacarla de la cocina. Blanca los miró a todos, ella pidió ayuda con su mirada, pero como era de esperarse, todos la ignoraron y fingieron no ver nada. Balto entró
Blanca deseó pasarse las manos por la cara y se chocó con la máscara, agobiada por siempre deber tenerla puesta, suspiró sentándose en la cama. Balto la ha hecho cambiarse de habitación y ahora duerme con él, pero no le gusta, estando sola ella podía descansar de su condena. Tomando el cuaderno escribió en ella, necesita hacerle saber cómo se siente, intentar que él se compadezca y ya no la obligue a tal castigo. ¿Por qué no puede él permitirle que se quite la máscara si ya todos saben la verdad? Mirándolo, desvió de inmediato la mirada, no se había percatado de que estaba despierto y mirándola. ―¿Qué quieres de mí? ―Gruñó al verla tenderle el cuaderno, él no habló alto, lo hizo apropósito. ―Es demasiado de temprano para que molestes. ―Blanca, que logró leer sus labios, le movió el cuaderno para que lo tomara en manos. ―¿Puedo quitarme la máscara? ―Enarcó una ceja. ―Es muy incómoda y llevo más de un año con ella. ―Río burlón. ―No, no puedes hacerlo. ―Aventó el cuaderno en el suelo.
―“¿Puedes soltarme, por favor?” ―Ella se sintió impotente, ¿Por qué siempre olvida que nadie sabe comunicarse con ella? Tirando de su brazo se soltó, pero el hombre se puso frente a ella cortándole el camino. ―“Lo siento, no quise asustarte” ―Blanca lo miró atónita, ¿Él estaba hablando lenguaje de señas? Ella no lo podía creer. ―“¿Sabes comunicarte de esta manera?” ―Hizo una pregunta realmente tonta, ella lo hizo reír, pero no le importó, no se lo puede creer. ―“Por supuesto que sí” ―Agrandó la sonrisa. ―“¿Puedo quedarme contigo?” ―Blanca, emocionada por ser primera vez que alguien la trata como una persona normal y que además de eso sabe su lenguaje, asintió de inmediato. ―“Creí que te burlarías de mí como lo han hecho todos” ―Se sintió avergonzada. ―“Lamento ser tan grosera, prometo que no soy así” ―El chico sonrió divertido. ―“Todos los que se burlan de ti están mal” ―Le guiñó. ―“No te conozco, pero puedo ver que eres un ángel en medio de tantos lycan” ―Blanca se sonrojó. ―“S
Balto miró la belleza de la mujer a su lado, él mismo le había quitado la máscara aprovechando que está totalmente dormida. Desde la fiesta él no soporta ni siquiera la idea de que otro hombre tenga un acercamiento a ella, ¿Por qué coño se está comportando tan extraño cuando solo se trata de esa esclava?Gruñendo en voz baja se puso en pie sin apartar la mirada, más de un año lleva siendo su luna y reina, pero jamás pensó que en algún punto sería capaz de ver su cara y no imaginar a su amada Kira, ¿Por qué se le hace tan fascinante verla dormir?―Para lo único que sirves es para darme placer, para nada más. ―Dijo dejándose de tonterías. ―Ven aquí. ―Blanca despertó alarmada por el repentino tirón que sintió en su pie. Al enfocar bien, miró al hombre enorme sobre ella, la ve con ojos rojos y está enojado, su olor así lo dice.―“Lo siento” ―Dijo rápidamente al sentirse sin la máscara. ―“Se me ha caído sola” ―El terror en ella lo enfureció mucho más, ella solo lo mira con miedo, ni siquie