RoanDejé a varios de mis hombres buscando el cuerpo de Zebela, mientras que el resto y yo nos apresuramos en dirección al puerto.Quería llegar cuanto antes, es por esto que, en vez de usar un caballo, me convertí en lobo. A toda velocidad y con un objetivo claro, corría a través de los árboles ansioso por llegar y saborear la sangre de ese m4ldito alfa.Lo despedazaría y les echaría sus restos a los animales del bosque, pero antes colgaría su cabeza en el centro de mi manada como un recordatorio de que nadie se metía con el alfa Roan de Zafiro.La boca se me hizo agua cuando llegué al puerto, debido a las ansias de arrancarle la carne a ese infeliz con mis dientes; sin embargo, ya la mayoría de los híbridos habían embarcado y los barcos se encontraban a una distancia imposible de alcanzar.Busqué con la mirada alguna señal de ese alfa, pero no había rastro de él, lo que me frustró en demasía. Mi furia era tal que me les lance encima a los pocos guerreros que quedaban en el puerto.L
ZebelaMe dejé llevar por lo que mi poder deseaba, pues la sensación de conexión entre el alfa Bastian y yo era tan placentera que no pude resistirme.De alguna manera floté hasta la litera del alfa y me acomodé en un angosto espacio que quedaba entre él y la pared, pero parte de mi cuerpo estaba encima suyo porque el alfa era grande. Moví mis manos por encima de su pecho y sin atreverme a tocarlo, entonces el semblante del alfa cambió.En su rostro se reflejaba paz y alivio.Por mi parte, suspiré al sentir su calma y no pude evitar sonreír. Esta experiencia era nueva y extraña para mí, pero me había encantado. Era una nueva faceta de mi poder.En vez de salirme de su cama de una vez, opté por quedarme un poco más, pues la curiosidad me hizo observar al alfa con detenimiento. ¿Por qué era torturado en sueños? Eso era más que una pesadilla porque sentí que su cuerpo también sufría con dolor y calor.Miré mis manos con orgullo por un largo rato. ¿Por qué sentía que mi poder iba en aumen
Pasé todo el día sumida en mis pensamientos, buscando evitar al alfa Bastian. No me resultó difícil, ya que él parecía hacer lo mismo conmigo.Y por alguna razón me sentí ofendida.—Toma, es todo lo que pude conseguir —me dijo con indiferencia mientras me daba un vestido casual de color azul marino, y unas sandalias blancas.En todo el día, eran las primeras palabras que me dirigía después de lo que pasó entre nosotros.Me sentí tan tonta. ¿Qué esperaba de él? Ni siquiera nos conocíamos.«Él es nuestro compañero. Por eso te sientes así», me contestó mi loba.Ay, yo más loca no podía estar. ¿Cómo se me ocurría que ese hombre híbrido sería mi destinado? Eso era imposible.Negué eufórica mientras apretaba la ropa contra mi pecho, acción que captó la atención del alfa.—¿Qué? —cuestionó confundido.Me imaginaba lo roja que se puso mi cara al caer en cuenta de que estaba actuando como una demente delante del alfa.—Nada... —Bajé el rostro, avergonzada, y volví a negar—. Solo... —Me mordí el
Bastian¡Con un demonio!Golpeé la barandilla una y otra vez ante la frustración que sentía. Sin embargo, traté de controlarme porque no quería arruinar el barco de mi socio.Suspiré profundo. Dejé que la brisa mañanera de la playa llenara mis pulmones y drenara todas las preocupaciones que me tenían inquieto.Vi el logo de mi manada en el puerto y suspiré más tranquilo. Por lo menos allí podría regresar a mi vida regular y olvidarme de esa mujer de cabello rosa que estaba acabando con mi cordura.¡Era tan insolente!Ella había pasado los límites que ni el más valiente jamás se atrevió. Esa mujer me frustraba porque no entendía en qué estaba pensando cuando cometía tales barrabasadas.Pero ya no sería mi problema. Ya no tendría este debate mental ni esos deseos extraños. La dejaría a su suerte y ella sería la responsable de su vida. Yo me mantendría al margen y no la volvería a ver.—Alfa Bastian, ya vamos a desembarcar. —El alfa Lenor interrumpió mis maquinaciones.Asentí en acuerdo
RoanLa brisa fresca de la mañana contrastó con el ardor de la furia que me consumía. En mi cabeza se mantenía el mismo pensamiento que me motivó a ir tras ese alfa, a quien ya consideraba mi peor enemigo. Lo mataría, ya lo había decidido.No importaba si tenía que esperar mil años, yo me daría el gusto de acabar con su existencia. Ver el logo de mi manada, que consistía en la forma de una piedra roja con un círculo a su alrededor, me hizo sentir emociones desagradables.Yo estaba llegando a casa con malas noticias y el peso de la derrota sobre mis hombros. Llegaría a mi hogar como un fracasado en ruinas. Sería el hazmerreír de todos y eso afectaría mi reputación.Pero había algo aún peor a lo que tenía que enfrentarme: la muerte de mi cachorro.No estaba listo para dejarlo ir, para aceptar que no había solución para él. Mentiría si dijera que no me sentía culpable, pues lo que más me tenía airado y en estado de negación, era el hecho de que yo mismo había provocado que dejara de res
BastianCabalgaba con prisa y ansias por llegar a mi destino, pues no estaba seguro por cuánto tiempo podría contenerme. Todo mi interior ardía y eso se evidenciaba en el sudor que me cubría la piel.A medida en que me movilizaba por en medio del bosque, los latidos de mi corazón iban en aumento, como si llevaran una competencia con mi sistema nervioso, a ver cuál de los dos podía alterar mi estabilidad con más ferocidad.De forma repentina, era sacudido por escalofríos que me hacían respingar, sumándole a eso lo dificultoso que se me estaba haciendo respirar a un ritmo regular.Me estaba asfixiando.Una incomodidad me recorrió desde la coronilla de la cabeza hasta las puntas de los pies, y ahora sí sentía que me consumiría en mi propio fuego.Necesitaba llegar cuanto antes.Un alivio mental me hizo exhalar un suspiro cuando reparé en la cueva donde podría desahogar todo el poder acumulado, y jalé más de las riendas, ansioso por llegar al fin.Antes de entrar a la cueva, liberé al cab
ZebelaMientras avanzaba por la casa, mi boca y mis ojos se abrían de forma exagerada, debido al asombro y la fascinación. Caminaba junto a Zael, sin perderme ni un detalle de la belleza que se mostraba en diferentes formas y colores en tonos anaranjado, crema y marrón.Cada ajuar estaba colocado de forma estratégica; cada elemento decorativo, desde las cortinas y los cuadros hasta los jarrones, aportaba un aire sofisticado, ligeramente anticuado y elegante a cada sala y pasillo por los que pasábamos.Todo era hermoso y fino.Miré a Zael, aún sorprendida, y las palabras dejaron mi boca sin antes analizarlas.—¿Esta casa es del alfa Bastian? —La sorpresa denotaba en mi voz y expresión facial.—Sí, aunque él no vive aquí. Viene cada cierto tiempo y puede pasarse algunos días, pero su casa habitual se encuentra en medio del bosque que está en el sur de este territorio —respondió.No disimuló lo divertido que mis gestos le parecían, así que Zael soltó una risita porque mi expresión de sor
BastianSentado frente a mi escritorio, tamborileaba mis dedos contra la mesa, absorto en mis más profundas meditaciones.—Reporte —dije con la misma mirada perdida en un punto fijo.De inmediato, un mensajero se me acercó con varias carpetas en manos y un nerviosismo ridículo que hizo sonreír a uno de mis líderes.—Recibí información del puerto y de los guerreros que abordaron horas después de usted —informó con voz trémula—. Según nos informaron, ellos no tuvieron ningún contratiempo y llegarán a nuestras tierras mañana.—Bien... —musité sin cambiar de expresión—. ¿Tienes noticias acerca del grupo que se quedó atrás?Fingí no mirarlo para que se relajara; sin embargo, el pendejo mostraba un nerviosismo que me estaba enfermando. Noté que tragó pesado y puso una cara de tragedia que casi hace que Juanes se carcajee.—Según el informe del puerto, había unos cincuenta hombres, listos para abordar, cuando fueron atacados por el alfa Roan y toda una multitud. Ninguno sobrevivió, Alfa.Vol