Capítulo 28 - Llamados de atención

La nana esperaba mi respuesta.

—No es el momento, no quiero que culpen a José Eduardo por no quedarse, además ha estado lloviendo bastante.

Llegué temprano, me senté a escuchar la eucaristía, cuando se llenó vi a mi hermana sentada en las últimas bancas y a su lado se encontraban mis padres. Me dio alegría ver a papá, no quise acercarme. Esperé a que se fueran, de lejos los observé, vi a Maju y César ayudando a papá a subir al carro, mi mamita iba a conducir.

—¡Tía! —Samuel corrió a abrazarme, me arrodillé. Lo llené de besos—. ¿Cuándo vas a la casa?

—Pronto amor, por ahora no le digas a nadie que me viste.

—¿Pol qué el abuelo se puede enojal?

—Si amor y hay que protegerlo.

—Sí. ¿Pelo a Julián si puedo?

—Si tú quieres. ¿Cuánto me quieres?

—Un montón tía.

—Ve con tus papás.

Me dio dos besos, uno en cada mejilla, como amaba a mis sobrinos. Desde lejos vi que los Maldonado, los Orjuela, los Abdala y los Katsaros se fueron a la casa cural. Samuel se fue en busca de su hermano y vi a todos
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