Capítulo 29 - Golpes de realidad

De camino a casa solo fui meditando lo escuchado en esa conversación. Y para vergüenza mía, el sacerdote tenía mucha razón. Una mujer casada y no tenía idea lo que ganaban mis empleadas, hago el mercado muy rara vez y cuando lo hacía era con una lista que me da Dilia porque yo no tenía idea lo que había en la nevera. Eso debía de arreglarlo de ahora en adelante, me siento un parásito.

Con el paso de los días me costaba mucho dejar a mi hija en casa, pero hoy debía hacer varias diligencias; la primera era la cita con Sofía, luego retirar el dinero para ir a realizar el mercado y luego pagarles el sueldo a mis colaboradoras. El mercado casi siempre lo hacía Dilia, esta mañana le dije que lo iba a hacer de ahora en adelante y solo por esta ocasión me diera la lista. Dejé mi carro en el parqueadero de la clínica, llegué al área de las consultas. Mi cita era en veinte minutos.

—Buenos días. —La recepcionista me sonrió.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?

—Tengo cita con la doctora Sofía.
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