Capítulo 23

Tomas.

Hice que pusiera de pie, cerré la puertilla y miré que todo estuviera en orden antes de quitarle la venda. Observé mis dedos temblar al deshacer el nudo.

Cuando la seda cayó, Verona cubrió su boca para no chillar.

—Qué. Demonios —jadeó.

Cualquiera podría decir que estábamos expuestos en el techo, pero no era así. Las paredes de la habitación eran de cristal, nos protegían de las intentas temperaturas de la noche y del viento salvaje. Se podía ver mucho, más la habitación no podía ser vista desde ningún punto.

Verona levantó la cabeza y miró el cielo repleto de estrellas.

El techo tenía forma de cúpula y también era de cristal.

Este era uno de mis tesoros.

—Dios mío, Tomas —estaba sonriendo. Caminó hacia la mesa llen

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