Capítulo 22

Respiré profundo y tomé el agua para beberme el vaso entero.

Había estado a punto de dejar que mi mente me retuviera, nunca me había pasado con algo así, claro que nunca había tenido a una Verona Robinson.

—Eres encantadora.

La suave risa de la joven mujer me hizo mirar hacia ella.

—Gracias, Dana.

Se sentó a mi lado, no tuvo opción, los otros puestos se encontraban ocupados.

—Ustedes dos son tan iguales y distintos a la vez —suspiró mi madre viendo a los hermanos—. ¿De quién heredaste esos preciosos ojos, querida?

Silencio. Cuando estuve a punto de intervenir,  Marco me ganó.

—De nuestra madre —respondió con tranquilidad—. Verona se parece mucho a nuestra madre.

Compartió una mirada con su hermana.  

Este tema de conversación no me gustaba, sabía

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