Alexa
Había pasado parte de la tarde tratando de buscar una historia creíble, pero Roxi no ayudaba mucho; se mantenía en silencio, solo viéndome como si fuera un jugoso filete. Yo estaba metida en mi computadora cuando escuché que carraspea. Volteé los ojos. Dios, este hombre es un niño mimado que desea que todo sea como él dice. Despegué la mirada de la pantalla y mis ojos se encontraron con los suyos. Suspiré. —¿Qué sucede? Estoy tratando de solucionar esta m****a. ¿Quieres ayudarme o deja de molestar? Él me ve con una sonrisa torcida y una ceja alzada. Mi mirada vuelve a la pantalla de mi computadora cuando, de pronto, se abre la puerta del estudio y veo entrar a una chica de unos 22 años. Se ve muy linda, con una blusa de la que estoy segura que, en cualquier momento, un seno se saldrá. Me mira algo confundida, pero cuando Roxi gira su silla y ella lo ve, le sonríe coqueta y empieza a caminar como si estuviera en una pasarela. Se sienta en sus piernas y comienza a besarlo como si en eso se le fuera el mundo. Yo solo suspiro y me pongo de pie. Empiezo a guardar todo, ya que de la boca de ellos salen gemidos demasiado fuertes para mi gusto. Me acerco a la puerta y estoy a punto de salir cuando Roxi la separa de él y me mira molesto. —¿Adónde vas? No hemos terminado. Yo no digo nada y camino fuera del despacho. Para él, esto es un maldito juego; para mí, es mi maldito trabajo y mis hijos dependen de esto. Simplemente le diré a Fernando que no puedo cumplir, pues si este chico no me ayuda, no soy un mago para desaparecerle los problemas. Cuando estoy llegando a la puerta principal, alguien me toma del brazo y me jala. Me impacto con su pecho y, vaya, que es duro. Carraspeo un poco y me alejo. Cuando miro su rostro, él tiene una sonrisa torcida. En serio, este hombre no comprende absolutamente nada del problema en el que se encuentra. —No respondiste mi pregunta. ¿A dónde vas? —Como puedes ver, me voy. Tú no tienes el tiempo suficiente para mí y yo necesito toda tu atención, así que consíguete otra agente. Yo no puedo estar en estos jueguitos, ¿entiendes? Me doy la vuelta y me acerco a la puerta para tratar de abrirla, pero él me abraza por atrás. Puedo ver, a cada lado de mi rostro, sus brazos llenos de tatuajes, cómo se marcan las venas al hacer el esfuerzo de empujar la puerta. Él se acerca a mi oído y me susurra: —¿Estás molesta porque llegó Meli o porque no eras tú la que estaba encima de mí? Porque si ese es el problema, Meli se puede ir. Yo me volteo y lo miro a los ojos y empiezo a negar. —No, estoy molesta porque estoy tratando de hacer mi trabajo y casi te la estás cogiendo enfrente de mí. ¿Te das cuenta? Si quieres salir de este problema, tienes que tomarte las cosas muy en serio y tú no lo haces. Así que yo no estoy dispuesta a trabajar con muchachitos que piensan que, porque tienen dinero, tienen la vida resuelta. Las cosas no son así. Pon los pies en la tierra. No todas las mujeres van a caer a tus pies y no todas las personas van a hacer lo que tú quieras. Ahora, si me permites, tengo que irme, pues tengo demasiado trabajo en mi oficina de personas que realmente necesitan mis servicios. Tú no lo necesitas. Él me ve molesto y se aleja. Yo salgo y él ya no intenta detenerme. Me subo al coche y de inmediato arranco. Cuando regreso a mi oficina, Fernando está furioso, pero realmente no me importa. Estoy tan concentrada tratando de hacer unos contratos que uno de mis clientes tiene que firmar cuando se escucha que se abre la puerta de golpe. Solo volteo a ver a Fernando y vuelvo a lo que estaba. Él se para frente a mi escritorio y empieza a gritar. —¿Te has dado cuenta de lo que acabas de hacer? Alexa, no tienes ni una m*****a idea de lo que acabas de hacer. Has dejado a Roxy, le has dicho que no vas a trabajar con él. ¡Maldita sea! ¡Préstame atención! Yo levanto mi rostro y me recargo en mi silla, cruzo mis brazos y lo miro atenta a todo lo que dice. —Habla, mujer. ¿Por qué no me dices qué es lo que pretendes? ¿Quieres que te corra? Cuando dice eso, es como si encendiera un interruptor que estaba completamente apagado. Yo me levanto y tomo mi bolso, paso por un lado de él sin decir nada. Cuando llego a la puerta, volteo y lo miro con una sonrisa en mi rostro. —Anda, hazlo. Estoy cansada de que me estés amenazando. Roxy es un idiota y no voy a trabajar con un hombre así. Se estaba casi follando a la chica que llegó delante de mí. ¿Puedes creerlo? Esto es algo serio, Fernando, y puede acabar con su carrera. Yo no me voy a meter en problemas por él y mucho menos por ti. Es un idiota, igual que tú. Él pellizca el puente de su nariz porque está furioso, pero es algo que no me importa. —Pero es idiota, paga tu sueldo, el mío y esta empresa. Eso es lo que tú no terminas de entender, Alexa. Si tú no trabajas con él... Yo me devuelvo y me acerco a él. No, tengo demasiado trabajo con otros deportistas y artistas como para meterme en un problema con un chico que no toma en serio su carrera. —Si yo no trabajo con él, que trabaje con otro agente. Ya te dije, pon a quien quieras, pero yo no lo haré. Tengo demasiado trabajo como para ponerme a ser niñera de un chico que no sabe ni lo que quiere. Él suspira y se empieza a tranquilizar. Se recarga en el escritorio y se cruza de brazos. —Solo tenemos un problema y creo que ese sí lo has causado tú. Yo sonrío porque no sé a qué se refiere. —No sé de qué estás hablando. Yo no he causado ningún problema. Por el contrario, prefiero alejarme. —Es que ese es el problema. Él quiere trabajar solamente contigo, no quiere que te alejes. Vamos, Alexa, estamos hablando de mucho dinero. Yo solté una carcajada y niego. Tiene razón, es mucho dinero, pero la mayoría se lo queda él. Cuando se me ocurre una maravillosa idea, sería la solución a todos mis problemas. —Tienes razón, estamos hablando de mucho dinero, así que quiero el triple de lo que cobro por cualquier persona. Él abre sorprendido los ojos y empieza a negar. Comienza a caminar de un lado a otro y talla su rostro con frustración. Cuando se para frente a mí, me sonríe, pero es una sonrisa burlona que a mí me molesta aún más. —No, tú te has vuelto loca. Sabes que es imposible que te dé esa cantidad. Estás hablando de que solamente quedaría el 70% para la empresa. —Fernando, tú eres la empresa. Si quieres mi trabajo, ahí está la oferta sobre la mesa. Lo aceptas. El hombre se puede follar a quien quiera delante de mí. No lo aceptas. El hombre no me vuelve a ver, así que tú tienes la solución y me voy porque ves, este golpe me lo hicieron por tu culpa y me duele mucho la cabeza. Yo me doy la media vuelta y salgo de la oficina. Él viene detrás de mí llamándome. —Alexa, no puedes hacer eso. Por favor, recapacita. No te puedo pagar esa cantidad, mujer. Tú te has vuelto loca, Alexa. ¡Mierda! Yo me subo al elevador e ignoro todo lo que él me dice. Ya tiene mi respuesta y para mí es perfecto. Tengo que pagar dos universidades, así que con esa cantidad estaría muy bien para mí. Cuando salgo de mi oficina, me dirijo hacia mi casa. La verdad es que mi vida es demasiado tranquila, pues desde que mi exesposo y yo nos divorciamos, todos mis amigos se fueron con él. Ellos decían que era justo, que se había acabado el amor, que él se enamoraría de alguien más y, obviamente, yo era la mala del cuento. Así que solo me quedé con un par de amistades, pero créanme que con eso es más que suficiente. Cuando llego a casa, mis hijos ya se encuentran cenando, pues mi mejor amigo, que es gay, vive en una de las habitaciones de mi casa y es un ama de casa inigualable. Mis hijos me sonríen cuando me ven. Yo me acerco a ellos y beso sus mejillas. —¿Qué están comiendo? —El tío Tommy hizo pasta, lo de siempre. Yo solté una carcajada porque es verdad. Mi amigo podrá ser muy femenino, pero la cocina no se le da. Él entra a la cocina y señala a mi hijo, algo molesto. —Te estoy escuchando, mocoso. Si no te gusta mi pasta, no comas y muérete de hambre. Mi hijo suelta una carcajada y vuelve a tomar un bocado de pasta y lo mete a su boca. Con la boca llena, empieza a hablar. —Sabes que estoy mintiendo, tío. Esto está delicioso. Mi amigo hace una cara de asco y casi creo que lo quiere golpear. —¡Hey! No hagas eso. Se come con la boca cerrada. Oye, mujer, ¿no les enseñaste modales a estos niños? Dios, son igual de cavernícolas que su padre. Mi hijo frunce el ceño, molesto, y mi amigo entiende la situación, así que suspira, cambia su rostro y les dice: —Bueno, pero tienen que agradecer que lo guapo, lo responsable y lo inteligente lo sacaron de su madre. ¡Bendito sea el Señor! Que si no, serían unos cavernícolas. Ya miro mal a Tommy y él solo se encoge de hombros. —Que no me mires así, es verdad. Pobre criaturas, solamente tú cometiste la estupidez de estar con ese engendro del mal. Dios, mujer, no entiendo cómo podías acostarte con él y ver ese rostro. Hay no, solo pensarlo creo que me da algo. —Tommy, guarda silencio, que no me gustaría que mis hijos se imaginaran cosas que no deben. Él los mira de arriba a abajo y frunce el ceño. Yo no sé qué voy a hacer con él. Dios bendito. —Pero si estos, aunque se comporten como unos mocosos maleducados, ya no son unas criaturitas. Creo que ya tienen pelo ahí. Tommy hace cara de repugnancia. Dios mío, mis hijos solo sueltan unas carcajadas y salen de la cocina. Yo tomo una servilleta que está en la cocina y golpeo su hombro. Realmente, este tiene una lengua que nadie lo puede detener. Él se queja y me mira mal. —No me mires así. —¿Cuándo cambiarás? Él sonríe y se menea coqueto. —Cuando me gusten las mujeres y, obvio, eso nunca pasará. Yo volteo los ojos y él sale de la cocina. Dios, dame paciencia, por favor, si no, me voy a volver completamente loca.Alexa Me voy hacia mi recámara y lo primero que hago es mirarme al espejo. Ya soy una mujer adulta, pero no soy fea. Veo mi cabello castaño, algo largo, y lo empiezo a acomodar cuando escucho que alguien abre la puerta. Suspiro, pero antes de que pueda decir cualquier cosa, él lo hace primero.—No sé qué te sucede, pero mírate muy bien. Eres una mujer hermosa e inteligente. Que nadie te diga lo contrario, y menos escuches al estúpido de tu ex. Ese hombre es un cavernícola, no sabe apreciar una obra de arte como tú.Yo solo me volteo y le sonrío. Me acerco a la cama y me tiro en ella, viendo el techo. Él hace lo mismo y se acuesta a mi lado. Nos mantenemos en silencio por un momento hasta que yo lo rompo.—Ay, Tommy, tú que sabes, a ti no te gustan las mujeres, así que tu opinión no vale. Además, tú me amas, siempre me verás hermosa.Él de inmediato se levanta y se sienta en la cama, pone la mano en su pecho como si de verdad estuviera ofendido. Yo solo cierro los ojos y suspiro.—Dej
Alexa Cuando me levanté de la cama y caminé a la ducha, juro que aún me sentía dormida. Mierda, ese estúpido sueño no me dejó volver a cerrar los ojos. Juro que sentía sus caricias, pero esto es culpa de Tommy por estar diciendo esa sarta de tonterías. Abro la ducha con agua muy helada y de inmediato me meto bajo el chorro de agua. Al sentir el agua helada en mi espalda, mierda, empiezo a temblar, pero estoy segura de que es la única manera de bajar mi maldita calentura que hace años no sentía. Cuando por fin salgo de la regadera, voy hacia el vestidor y empiezo a buscar qué ponerme, que no enseñe tanto, si no Roxi me mirará como si fuera un delicioso bistec.—¿Qué haces?Yo salto en mi lugar. Dios, ¿por qué hace eso?—Mierda, Tommy, no vuelvas a hacer eso. Además, ¿qué haces en mi recámara a esta hora?Yo sigo en mi tarea y lo ignoro completamente, pues no estoy muy contenta con él.—Pues digamos que alguien cumplió mis sueños húmedos y no pude dormir. Asi, que me levanté temprano.
Rosbaldo Sabía que estaba metido en serios problemas, pues algunos patrocinadores me estaban cancelando los contratos. Sabía que los más perjudicados eran ellos, pues tenían que pagar la indemnización por terminar conmigo antes de tiempo. Cuando abrí los ojos y me senté en la cama, el sonido de mi teléfono no paraba. Siento como alguien acaricia mi espalda; cuando la veo, solo bufó y suspiro, pues no sé ni quién diablos es ella. Me empieza a besar y, con una voz que estoy seguro ella piensa que es muy sexy, mezclado con un gemido, me dice:—Ven acá, Roxy, vamos a divertirnos un poco más. Anoche fue increíble; tu miembro es tan grande que me hace gozar como jamás lo había hecho.Yo frunzo el ceño. ¿En serio será verdad todo lo que me dice o solo lo hace porque quién soy? Me alejo de ella y me pongo de pie. Tomo el teléfono que no para de sonar y la miro muy serio.—Será mejor que te vayas. Mi asistente te dará un cheque. Gracias por lo de anoche, estuvo increíble.Ella sonríe satisfec
AlexaCuando salí de casa, pintaba para ser un día genial, pero apenas cerré la puerta de la entrada, ahí estaba de pie, cruzado de brazos y con su rostro furioso: mi exesposo, mi dolor de cabeza, que después de cinco años de divorciado sigue molestando como un grano en el culo. Yo abro el coche y subo todos los documentos, pues el hombre piensa que porque él es millonario, todos tenemos la misma suerte. Les resumo un poco acerca de él: su nombre es Ramiro Cardozo, un importante arquitecto y experto en bienes raíces. Su edad: cuarenta y cinco años. Hace cinco años decidió que yo ya estaba vieja para él y me pidió el divorcio, y al poco tiempo se casó con su secretaria, veinte años más joven. Obviamente, ella ahora vive la gran vida y él es un... ¿cómo podría nombrarlo? Pendejo, si esa es la palabra indicada.—Ahora, ¿qué ha pasado? —Ramiro habla rápido—. Se me ha hecho tarde para el trabajo.Él bufa y niega. Yo solo vuelvo los ojos, pues ya vienen pasando desde hace un tiempo.—¿Todav
Alexa Estoy aquí sentada, viendo a Roxi tomar agua como si hubiera estado en un maldito desierto. Miro a Fernando, que está igual o más impaciente que yo, así que carraspeo y él me ve a los ojos y sonríe de lado. Yo pellizco el puente de mi nariz y él suelta una carcajada y me dice:—Parece que la paciencia no es una de tus virtudes, ¿cierto?Yo me pongo de pie y me dirijo hacia él. Me agacho un poco y sonrío.—Realmente soy muy paciente, pero tú me exasperas. ¿Cómo puedes estar aquí tan tranquilo cuando tienes a todas las televisoras y revistas de chismes fuera de esta oficina olfateando la nuca y tú sin mover un dedo?Él mantiene su vaso de agua cerca de sus labios, pero sus ojos están en mis senos. Cuando voltea a verme, sonríe de lado y me dice:—Son lindas.Yo vuelvo los ojos y me pongo de pie, no antes de decirle "idiota". Camino hacia el ventanal que está en la sala de juntas y suspiro. Ellos guardan silencio por un momento, entonces entiendo que no podré hacerlo. No puedo tra