Alexa
Me voy hacia mi recámara y lo primero que hago es mirarme al espejo. Ya soy una mujer adulta, pero no soy fea. Veo mi cabello castaño, algo largo, y lo empiezo a acomodar cuando escucho que alguien abre la puerta. Suspiro, pero antes de que pueda decir cualquier cosa, él lo hace primero. —No sé qué te sucede, pero mírate muy bien. Eres una mujer hermosa e inteligente. Que nadie te diga lo contrario, y menos escuches al estúpido de tu ex. Ese hombre es un cavernícola, no sabe apreciar una obra de arte como tú. Yo solo me volteo y le sonrío. Me acerco a la cama y me tiro en ella, viendo el techo. Él hace lo mismo y se acuesta a mi lado. Nos mantenemos en silencio por un momento hasta que yo lo rompo. —Ay, Tommy, tú que sabes, a ti no te gustan las mujeres, así que tu opinión no vale. Además, tú me amas, siempre me verás hermosa. Él de inmediato se levanta y se sienta en la cama, pone la mano en su pecho como si de verdad estuviera ofendido. Yo solo cierro los ojos y suspiro. —Deja de decir estupideces. No dejo de ser hombre, y puede que tengas razón, no me gustan las mujeres, nena, pero créeme que si me gustaran, tú estarías en mi cama gritando como una loca. Yo abro los ojos sorprendida y me siento, quedando frente a él en la cama. Lo veo a los ojos y suelto una carcajada. Él hace lo mismo. Después de parar de reír por sus pendejadas, toma mis manos entre las suyas. —Ahora sí me vas a decir qué diablos te pasa. Eres una mujer muy fuerte, así que no creo que lo que diga el cavernícola de tu ex te afecte. Habla, que me intrigas. A ver, ¿quién te ha puesto de esa manera? Yo me pongo de pie y empiezo a negar. Voy hacia el vestidor y retiro mi ropa; solamente coloco mi pijama. Regreso hacia él y suspiro. —No es nada, simplemente ahora me dieron un nuevo trabajo. Es un chico, pero me mira como si quisiera comerme, como si fuera el plato más delicioso que existe. No lo entiendo. Él sonríe de lado. Yo solo vuelvo los ojos con fastidio; sé lo que me empezará a decir. —No, toma, ese chico podría ser mi hijo. —Sí, y para fortuna de él, no lo es. Dime, ¿quién es el tipo? Tiene que ser alguien famoso para que tú vayas a trabajar para él. ¡Anda, dime, dime quién es! Yo solo suspiro y me acerco a mi pequeño tocador y empiezo a desmaquillarme. Si no le digo de quién se trata, no me dejará en paz. —Te lo diré, pero igual no creo que lo conozcas, pues es un jugador de béisbol y a ti no te gustan los deportes. Él empieza a caminar muy sexy hacia mí, se para detrás de mí y me toma por los hombros. —Oh, nena, por supuesto que conozco a hombres atléticos. ¿Has visto qué tan hermosos tienen esos traseros y esas piernas tan definidas? No, tú qué vas a saber de hombres deportistas y sexys, pero no me puedes dejar con la duda, así que habla. Yo lo miro a través del espejo y niego. Este hombre no tiene remedio. —Está bien, está bien, pero es un chico problema. Por eso es que me dieron el trabajo. Se llama Rosbaldo, es un jugador de béisbol. Él abre sus ojos como si se fueran a salir. Su boca se abre y se cierra como un pez fuera del agua. Yo lo miro con una ceja alzada hasta que pega un grito que me espanta. —¡Ahahaha! ¡Me estás mintiendo! Esto tiene que ser una broma tuya. No, no puede ser en serio. Dios, estás diciendo que el buenorro culo lindo de Rosbaldo es tu nuevo trabajo y que él te mira como una deliciosa chuleta. En pocas palabras, te quiere follar delicioso y tú no quieres. Ahora la que lo mira con la boca abierta soy yo. —Deja de gritar, que mis hijos te pueden escuchar. ¡Ay, Dios! ¿Por qué eres tan escandaloso? Yo suspiro y me pongo de pie, derrotada. Voy hacia mi cama, acomodo la colcha y me dispongo a dormir. Es una muy buena señal para Tommy de que salga de mi habitación, pero al parecer él no piensa lo mismo, así que se acuesta a mi lado, recargado en mi mano, mirándome al rostro con una sonrisa en sus labios. Yo solo cierro mis ojos sin decir nada hasta que él vuelve a hablar, al parecer más emocionado que yo. —Vamos, Alex, cuéntame todo, por favor. Necesito saber cómo es que tan bueno está. Dios, ese hombre... ¿sabes cuántos sueños húmedos he tenido con él? Y tú teniendo la posibilidad de comerte semejante manjar. Dios, yo daría todo porque el hombre me volteara a ver. Yo abro los ojos y me pongo de pie, camino hacia la puerta sin decir nada, pues sé que tiene razón, pero está completamente loco. Es tan joven que no me puedo permitir ni siquiera pensar en él de esa manera. Cuando él me lo dice, se cruza de brazos, sentado en la cama. —Sal. Él niega y yo solo vuelvo los ojos con fastidio. —Tommy, sal de la habitación ahora. Necesito descansar. —No, no lo haré hasta que me digas que trabajar con él y te lo comerás completito. Yo me acerco a él y lo tomo del brazo. —Mierda, Tommy, sal. No voy a hacer lo que me pides. No voy a trabajar con él y mucho menos voy a pensar en él de esa manera. Olvídalo, así que sal. Él se levanta molesto y golpea con su pie el piso como si estuviera haciendo un berrinche. —Sabes que eres una egoísta. ¿Qué te cuesta contarme lo que te ha pasado con él? Pero no, parece que no soy tu mejor amigo. Está bien, pero algún día vendrás a mí y querrás mis consejos, y no te los daré. Yo suelto una carcajada y él empieza a caminar fuera de la recámara. Cuando está en la puerta, yo me paro frente a él y sonrío. —Dios me libre de andar pidiendo tus consejos. Sería la zorra de todos los lugares. Él abre muy grandes los ojos y yo cierro la puerta y me recargo en ella, pues él empieza a gritar. —Ya verás, Alexa, te lo voy a recordar. Me has dicho zorra. Bueno, si lo soy, pero nadie tiene por qué saberlo. ¡Mala agradecida! Yo suelto una risita. Mi amigo está loco, pero lo amo. Me separo de la puerta y empiezo a caminar hacia mi cama. Cuando me acuesto, miro al techo. No, él está loco. Sí, tengo que reconocer que el hombre está más que bueno, pero es solamente un chico confundido y yo soy una mujer adulta, madre de dos hijos. M****a, ¿por qué me estoy dando explicaciones a mí misma? Es una m*****a locura. Mejor me duermo. Cuando cierro mis ojos, su rostro aparece, sus hermosos ojos azules, ese cuerpo tan tonificado, él como me veía, su hermosa sonrisa. Dios, tengo que tratar de pensar en otra cosa. Estoy sentada en el sillón de su estudio y él no deja de verme. Mantiene un vaso de whisky en su mano. Cuando levanto mi rostro y nuestra mirada hace contacto, él me sonríe, pero yo solo vuelvo los ojos con fastidio y vuelvo a mi computadora. Estoy tan metida en ella que cuando me doy cuenta, está frente a mí sin camisa. Yo abro los ojos, sorprendida. M****a, ¿y este a qué horas se ha quitado la camisa? Él sonríe y yo paso el nudo de mi garganta. Cuando estoy a punto de hablar, él toma mi mano y la pasa por su abdomen plano y duro, muy duro. La recorre hasta llegar a su pelvis. Cuando planea bajar un poco más, yo la retiro y trato de levantarme. Tengo que salir de aquí, pero él de inmediato me aprisiona entre sus dos musculosos brazos, se acerca a mi rostro con esa estúpida sonrisa y lame un poco el lóbulo de mi oído. —¿Qué pasa, Alex? ¿Tienes miedo de que este puberto te haga gritar como jamás nadie lo ha hecho? Yo abro los ojos, sorprendida, y coloco mis manos en su pecho para tratar de separarlo, pero gran error, pues puedo sentir cada músculo tonificado de él. Trato de hablar, pero sale más como un susurro. —Roxy, sabes que no está bien lo que estás haciendo. Por favor, déjame ir. Él se separa un poco de mí y yo suspiro más tranquila, pero mi tranquilidad se borra cuando me pongo de pie y él, sin previo aviso, me toma del trasero y me levanta como si yo no pesara nada. Me guía hasta su escritorio y empieza a besar mi cuello. Yo trato de resistir, pero realmente no puedo, pues no voy a negar que el chico está como quiere. Él se mete entre mis piernas y sube mi falda. Puedo sentir lo frío de la madera en mi trasero, que hace que erice mi piel. Él mete su mano entre mis piernas hasta llegar a mis bragas y, sin más, las jala hasta romperlas. Yo suelto un grito, pues la tela me lastima un poco, pero él estampa sus labios en los míos y empieza a acariciar mi vagina. M****a, este chico tiene razón y sabe lo que hace, pues mientras ingresa dos dedos en mi vagina, estimula mi clítoris, que estoy segura hará que me venga en cualquier momento. Él se separa de mí y echo mi cabeza hacia atrás. Hace tanto tiempo que no me sentía de esta manera. Con su mano libre baja un poco las tiras de mi blusa y libera mis senos. Mete uno en su boca y, Dios, esto es la m*****a gloria. Chupa y muerde como si estuviera sediento, y a mí me encanta. Empieza a mover sus dedos de adentro hacia afuera, cada vez más rápido. Sus mamadas en mis senos también son cada vez más fuertes y yo estoy por llegar al maldito orgasmo cuando, de pronto, para. Yo abro mis ojos y lo miro al rostro, un poco molesta, pero veo cómo desabrocha su pantalón y lo baja un poco. —Pensé que no querías esto. Parece que este puberto te encanta. Yo estoy por acomodar mi blusa cuando siento que coloca su miembro en mi entrada. Me toma de la cintura y me penetra tan fuerte que pego un grito. De sus labios solo sale un: —¡Ahaha! M****a, estás tan apretada. Definitivamente es mejor de lo que imaginé. Sus embestidas cada vez son más rápidas y más deliciosas. Estoy a punto de llegar. ¡Dios! De pronto, escucho que tocan a la puerta y de inmediato me siento en la cama. Mi mano está en mi vagina. M****a, en serio, me estaba masturbando dormida y, peor aún, soñando con el idiota de Roxy. —Mamá, ¿estás bien? Se escucha que te estás quejando. ¿Te has golpeado? Yo carraspeo y trato de sonar normal, pero mi pecho sube y baja tan rápido que no sé si lo consiga. —Sí, sí, hijo, estoy bien. Solo un mal sueño. Lo siento, descansa. Él se queda un momento en silencio y yo solo espero que me crea. —Está bien, ma, descansa. Me tiro en la cama de nuevo y suspiro. Todo esto es por culpa de él, estúpido de Tommy, pero ya me lo pagará.Alexa Cuando me levanté de la cama y caminé a la ducha, juro que aún me sentía dormida. Mierda, ese estúpido sueño no me dejó volver a cerrar los ojos. Juro que sentía sus caricias, pero esto es culpa de Tommy por estar diciendo esa sarta de tonterías. Abro la ducha con agua muy helada y de inmediato me meto bajo el chorro de agua. Al sentir el agua helada en mi espalda, mierda, empiezo a temblar, pero estoy segura de que es la única manera de bajar mi maldita calentura que hace años no sentía. Cuando por fin salgo de la regadera, voy hacia el vestidor y empiezo a buscar qué ponerme, que no enseñe tanto, si no Roxi me mirará como si fuera un delicioso bistec.—¿Qué haces?Yo salto en mi lugar. Dios, ¿por qué hace eso?—Mierda, Tommy, no vuelvas a hacer eso. Además, ¿qué haces en mi recámara a esta hora?Yo sigo en mi tarea y lo ignoro completamente, pues no estoy muy contenta con él.—Pues digamos que alguien cumplió mis sueños húmedos y no pude dormir. Asi, que me levanté temprano.
Rosbaldo Sabía que estaba metido en serios problemas, pues algunos patrocinadores me estaban cancelando los contratos. Sabía que los más perjudicados eran ellos, pues tenían que pagar la indemnización por terminar conmigo antes de tiempo. Cuando abrí los ojos y me senté en la cama, el sonido de mi teléfono no paraba. Siento como alguien acaricia mi espalda; cuando la veo, solo bufó y suspiro, pues no sé ni quién diablos es ella. Me empieza a besar y, con una voz que estoy seguro ella piensa que es muy sexy, mezclado con un gemido, me dice:—Ven acá, Roxy, vamos a divertirnos un poco más. Anoche fue increíble; tu miembro es tan grande que me hace gozar como jamás lo había hecho.Yo frunzo el ceño. ¿En serio será verdad todo lo que me dice o solo lo hace porque quién soy? Me alejo de ella y me pongo de pie. Tomo el teléfono que no para de sonar y la miro muy serio.—Será mejor que te vayas. Mi asistente te dará un cheque. Gracias por lo de anoche, estuvo increíble.Ella sonríe satisfec
Alexa Me había levantado muy temprano, pues le había dado indicaciones específicas a Roxy y tenía que estar en su casa cuando terminé de ducharme. Bajo a la cocina y me sirvo una taza de café; la verdad es que lo necesito, tengo días sin dormir bien. Cuando termino de tomarlo, tomo mi bolso y empiezo a caminar hacia la puerta, pero mi hijo me detiene.—Espera, mamá, tengo que hablar contigo.Yo lo miro con el ceño fruncido, pero espero a que se acerque. Cuando está frente a mí, suspira y empieza a acomodar su cabello.—¿Qué pasa?—Ayer hablé con papá. No sé si hice bien, pero se ofreció a pagar la colegiatura.Yo sonrío porque eso significaría dejar el trabajo que tengo con Fernando.—Pues eso está muy bien. No, bueno, creo que es su responsabilidad, pero ¿por qué tienes esa cara?Él agacha un poco la cabeza y suspira.—Mamá, había una condición para que mi padre pagara las colegiaturas, así que lo lamento, pero le dije que se fuera al diablo, que tú eras capaz de pagarlas. Lo lament
Alexa Estaba en la oficina tratando de concentrarme en lo que estaba haciendo, pero lo que me había dicho aquella chica todavía daba vueltas en mi cabeza. Yo niego pues no podía estar pensando en eso, pues tengo cosas más importantes de qué preocuparme. Le llamo a mi secretaria y ella, de inmediato, está frente a mí.—¿Necesitas algo, Alexa?—Sí, solo quiero que me confirmes que todos los periodistas estarán en el auditorio. Quiero periodistas de deportes, de sociales, de todos. Roxy está involucrado en todos lados y quiero que su imagen quede limpia. También confirma con la asistente de Roxy la llegada a tiempo de él.La sonrisa de ella se expande cuando digo esto. Yo solo vuelvo los ojos con fastidio. Ella se da la vuelta y sale. Sigo mandando correos a los patrocinadores; tengo que recuperar algunos y, principalmente, tengo que saber si se fueron por los chismes o alguna otra razón. De pronto, la puerta de mi oficina se abre. Yo estoy frustrada, ya que los patrocinadores no quiere
Alexa Después del incómodo momento que se sufrió en el elevador, llegamos hasta mi oficina. Él se acerca al frigobar, toma una botella de agua y empieza a caminar de un lado a otro. Cuando se detiene, me mira; está muy serio, no es el mismo chico que se la pasa tratando de seducirme, bromeando y jugando. Creo que lo que ha pasado en la rueda de prensa le ha afectado demasiado, pero en cierta forma él es culpable de todo esto. Yo tomo asiento,en mi escritorio, y abro mi laptop. Empiezo a teclear para mostrarle que la mayoría de los patrocinadores ni siquiera me han contestado un correo electrónico, pero cuando levanto mi cabeza, no está frente a mí, sino parado a un lado mío. Yo volteo y lo miro confundida.—¿Por qué no tomas asiento? Necesito mostrarte algunos de los asuntos que hay que resolver. Los patrocinadores son importantes para ti y tú lo sabes perfectamente.Él guarda silencio un momento y me mira directo a los ojos. Sonríe de lado y eso hace que mi piel se erice. Pues parec
Alexa Estaba en mi oficina y mi cabeza iba a estallar. No sé qué diablos estaba pasando; había intentado de todas las formas posibles contactarme con los patrocinadores. La temporada estaba a punto de llegar y ellos ni siquiera habían contestado una llamada ni un correo electrónico. Sabía que alguien los estaba manipulando, pero no estaba segura de quién. Roxy había cumplido su palabra: si necesitaba algo, hablaba con su asistente y su asistente le informaba. Por más que le pedí hablar personalmente, se había negado. Así que creo que es el momento de poner las cartas sobre la mesa, pues está perdiendo demasiado dinero y si él pierde dinero, yo pierdo dinero.Me pongo de pie y tomo mi bolso. Cuando salgo de mi oficina, la secretaria trata de detenerme.—Alexa, ¿saldrás?—Sí, necesito hablar con Roxy. ¿Ocupas algo?—Fernando quiere hablar contigo y se escucha muy molesto.Yo solo volteé los ojos con fastidio. Ese hombre no puede hacer nada solo.—Dile que tuve que hacer algo importante
Rosbaldo Había decidido alejarme de Alexa. Realmente no sé qué provoca esa mujer en mí que hace que mi cabeza estalle. Me desespera; quisiera hacerle tantas cosas. Melina está sentada en mis piernas y, por más que acaricia mi pecho, ni siquiera se me antoja tocarla. Cuando de pronto la puerta del despacho se abre, veo de quién se trata y de inmediato trato de bajar a Melina de mis piernas, pero ella solo me sonríe. Así que yo volteo los ojos con fastidio y mamá se ve furiosa.—¡Lárgate!Melina la ve confundida y mi madre solo la mira de arriba abajo.—Aparte de zorra sorda, que te largues, te estoy diciendo y no te quiero volver a ver cerca de mi hijo.Ella se levanta indignada, me mira como si yo la fuera a defender. Está completamente loca; enfrentarse a esta mujer es lo peor que puedes hacer en tu vida. Melina toma su bolso y sale del despacho sin decir nada, pero se ve furiosa. Mi madre se cruza de brazos y yo solo pellizco el puente de mi nariz, esperando el sermón que me va a d
AlexaCuando me veo en el espejo, no estoy muy convencida de lo que estoy haciendo. Vamos, tengo 40 años y dos hijos adultos. Creo que el vestido no es acorde a mi edad. Suspiro y volteo a ver a Tommy, que me mira como si le salieran corazoncitos de los ojos y con una enorme sonrisa en su rostro. Coloco mis manos en la cintura y, cuando ve mi rostro, él comienza a negar. Se pone de pie y suspira, señalándome algo molesto.—No me pongas esa cara, te ves hermosa, increíble, sexy. Dios, ya quisiera yo tener ese precioso cuerpo, así que no, no te lo vas a quitar.Yo vuelvo los ojos y empiezo a caminar hacia él, pero él sale corriendo de mi recámara, así que yo lo sigo. Obviamente, no voy corriendo, pues eso es muy infantil, pero ni de chiste me pondré este vestido. Además, ¿de dónde diablos lo sacó? Voy bajando las escaleras con cuidado, pues los tacones que tengo puestos son enormes, pero bajo gritando su nombre.—¡Tommy, mierda, ven acá! ¡Tommy, carajo, no me pondré esto!Él asoma la ca