Rosbaldo
Sabía que estaba metido en serios problemas, pues algunos patrocinadores me estaban cancelando los contratos. Sabía que los más perjudicados eran ellos, pues tenían que pagar la indemnización por terminar conmigo antes de tiempo. Cuando abrí los ojos y me senté en la cama, el sonido de mi teléfono no paraba. Siento como alguien acaricia mi espalda; cuando la veo, solo bufó y suspiro, pues no sé ni quién diablos es ella. Me empieza a besar y, con una voz que estoy seguro ella piensa que es muy sexy, mezclado con un gemido, me dice: —Ven acá, Roxy, vamos a divertirnos un poco más. Anoche fue increíble; tu miembro es tan grande que me hace gozar como jamás lo había hecho. Yo frunzo el ceño. ¿En serio será verdad todo lo que me dice o solo lo hace porque quién soy? Me alejo de ella y me pongo de pie. Tomo el teléfono que no para de sonar y la miro muy serio. —Será mejor que te vayas. Mi asistente te dará un cheque. Gracias por lo de anoche, estuvo increíble. Ella sonríe satisfecha y yo me meto a la ducha. Me miro al espejo. M****a, estoy hecho m****a. Mi cabeza va a estallar. Dios, debería controlarme en mi forma de beber, pues no recuerdo nada. Cuando me meto a la ducha, mis músculos se empiezan a sentir más relajados. Definitivamente tengo que cambiar mi manera de beber. Cuando salgo de la ducha, mi teléfono sigue sonando como loco, pero ¿qué diablos? Contesto sin mirar de quién se trata. Mala decisión. —¿Qué? —Rosbaldo Fernández Iturbide, ¿qué manera es esa de contestarle a tu madre, jovencito? Yo que te cargué nueve meses en mi vientre, que estuve 16 horas en labor de parto, ¿crees que merezco que me hables de esa manera? Mira que no me importa tomar en este momento un vuelo e ir a darte un par de nalgadas para que aprendas modales, pues yo no te crié de esa manera. Yo solo volteo los ojos con fastidio, pero sonrío al escucharla. Cada que pasa algo, ella me recuerda cuánto tiempo estuve en su vientre y cuánto le dolió traerme al mundo. La verdad es que estoy muy agradecido con ella, pues fue padre y madre para mí, y si ahora soy alguien en la vida, solo se lo tengo que agradecer a ella. —Hola, reina. Perdón, no vi quién era, pero me encantaría que vinieras a verme. Aunque me des esas nalgas, reina, sabes que tu casa está sola, solo tienes que... Ni siquiera me deja terminar de hablar y yo solo niego. —Cariño, aún no es el momento, pero no te hablo para eso. Solo te quiero informar que te encontré un agente nuevo. Es eficiente. Espera y te mando el contacto. No recuerdo bien cómo se llama, creo que Alex. Bueno, de igual manera, tienes que presentarte ahora mismo en la agencia de Fernando, sí, creo que así se llama. Ay, cielo, lo siento, sabes que mi memoria no es muy buena, pero esta chica, ¿cómo se llama tu asistente? Bueno, no lo sé, pero ella tiene toda la información. Y, por favor, Rosbaldo, haz todo lo que te digan. Mira que ya te has metido en suficientes problemas. Yo estoy por soltar una carcajada, pero sé que si lo hago se molestará, así que solo sonrío y suspiro. Mi madre es todo un caso, pero es mi adoración. La amo más que a mi vida. Cuando cuelgo el teléfono, de inmediato le llamo a mi asistente, una hermosa chica que, si por mí fuera, estuviera gritando en mi cama de placer, pero mi madre me lo tiene prohibido. Y cuando la señora Débora Fernández se molesta, hay que tenerle miedo. Además, le he dado muchos dolores de cabeza, así que, aunque me la quiera comer completa y ella esté gustosa de hacerlo, no lo haré. Veré cuánto resisto, pues no voy a negar que hace un excelente trabajo. Al segundo tono, ella contesta. —Dígame, señor Fernández, ¿qué necesita? Esa voz tan sexy hace que mi miembro reaccione, así que solo suspiro y lo acomodo en mi pantalón para que no duela. —Roxy, Dinorah, solo llámame Roxy, ya te lo he dicho. —Ay, señor Fernández, no creo poder hacerlo. No sería muy profesional de mi parte. Ven a lo que me refiero. Ella lo desea y yo también, pero ahora valoro mi vida. —Como gustes. Mi madre me dijo que te mandó una información acerca de mi nuevo agente. —Así es, señor Fernández. Lo estarán esperando en la agencia FGC y Asociados para presentarle a su nuevo agente. Yo pellizco el puente de mi nariz. El infeliz de mi anterior agente desapareció con mucho dinero de varios contratos que ya había firmado. Solo espero que este sea más decente. —Está bien, Dinorah. ¿Y a qué hora es eso? Ella guarda silencio un momento y yo me desespero. El estúpido dolor de cabeza no ayuda mucho. —Dinorah, hice una pregunta. —Sí, sí, señor, lo siento, pero tenía que estar ahí hace veinte minutos. Pero como a usted no le gusta que lo despierte temprano los lunes, supuse que... Yo estoy furioso. M****a, es muy tarde y, por el contrario de lo que la gente cree, soy muy responsable, aunque la m*****a resaca me esté matando. Yo empiezo a tomar todas mis cosas lo más rápido posible y bajo corriendo, aún con el teléfono en mi oído. —Mierda, Dinorah, debiste de haberme despertado. Si mi madre se entera, me pateará el trasero. Cuelgo el teléfono y empiezo a conducir como un loco. Cuando menos lo espero, dos coches se colocan a mi costado. M****a, sé que se trata de la m*****a prensa, pero ahora no me interesa deshacerme de ellos, así que no les pongo atención y sigo conduciendo. Cuando llego a la agencia, me estaciono y de inmediato me bajo del coche. Corro hasta recepción y, cuando la chica me ve, abre muy grandes los ojos y me sonríe coqueta. Yo solo le sonrío. Sé lo que causo en todas las mujeres que mojan sus lindas bragas. —Hola, linda, tengo cita con... —El señor Fernando, claro. Puede acompañarme, por favor, por aquí. Yo hago lo que me pide y me guía por varios pasillos hasta que llegamos a una enorme sala. Supongo que es la de juntas. Ella enciende la luz y me pide que me ponga cómodo, que en un rato estarán conmigo. Yo le sonrío y asiento, así que de inmediato me siento en una silla y echo mi cabeza hacia atrás, pero muy cómoda no está. Y estas personas tardan demasiado, así que, sin pensarlo mucho, apago la luz y me acuesto en el suelo alfombrado. Coloco mi gorra en mi cara y cierro mis ojos. Dios, esto se siente increíble. Cuando estoy a punto de quedarme dormido, escucho que abren la puerta y encienden la luz. M****a, mis ojos duelen demasiado. —¡Apaguen la m*****a luz! ¿No ven que estoy durmiendo? Cuando el hombre trajeado cierra la puerta, yo quito mi gorra de la cara y, junto a él, está una hermosa mujer. Pero, ¿y esta quién es? El hombre, que supongo es el dueño, nos presenta. —Alexa, te presento a Rosbaldo, o como todos lo conocen, Roxy, el mejor jugador de béisbol, pero que está llevando a la m****a su carrera. Roxy, ponte de pie, pues vas a conocer a Alexa, tu nueva agente. Y así como la ves, con esa cara angelical, va a ser un gran grano en tu culo. Yo volteo los ojos con fastidio cuando el tipo dice que estoy llevando a la m****a mi carrera. Si él realmente supiera todo lo que está pasando... Ella se ve molesta y empieza a negar. —Olvídalo, Fernando. Yo no trabajaré con un niño mimado, sin educación. Con permiso, gusto en conocerte, Roxy. Ella se da la vuelta y yo me pongo de pie. ¿Y esta quién se cree para juzgarme de esa manera? —Espera, Alexa. ¿A ti quién te dijo que era un niño mimado? Ella me mira sorprendida y yo sonrío. Sí, lo dije. Esta es la impresión que dejo en las mujeres y ella no es la excepción. Después de quererse marchar y Fernando haberla convencido de que se quedara, no sienta como si fuéramos niños pequeños. Yo le pido a Fernando un poco de agua y él llama a la recepción para encargar mi pedido. Cuando lo traen, se los juro que es la m*****a gloria. Moría de sed. Ella me mira con los brazos cruzados y una ceja alzada. Yo termino de beber mi agua y, al verla así, suelto una carcajada, pues creo que está a punto de estallar. —Parece que la paciencia no es una de tus virtudes, ¿cierto? Ella niega y mi sonrisa se hace aún más grande. —Realmente soy muy paciente, pero tú me exasperas. ¿Cómo puedes estar aquí tan tranquilo cuando tienes a todas las televisoras y revistas de chismes fuera de esta oficina olfateando la nuca y tú sin mover un dedo? Yo sonrío. Si ella supiera que esto no me interesa... Empiezo a verla de arriba a abajo. Vaya que la mujer es hermosa, no lo voy a negar. Diría que demasiado. Cuando estoy viendo sus lindos senos, me doy cuenta de que me ha descubierto, así que solo sonrío y le digo que son lindas, y no miento. Ella empieza a negar y me dice idiota cuando se da la vuelta. M****a, qué lindo trasero tiene. Dios, ese caminar tan sexy. Estoy perdido en todo su cuerpo. Salgo de mi pensamiento cuando Fernando habla de despedirla. M****a, ¿qué diablos me he perdido? Ella, resignada, acepta, pero creo que está demasiado molesta. Y como dice Fernando, será un grano en el culo. Cuando sale de ahí, me voy con ella y, por más seria que se vea, me encanta que, sin pensarlo dos veces, robe el coche de su jefe. Vaya que esta mujer es increíble. Yo solo la observo. Dios, creo que con Alexa será aún más difícil trabajar que con Dinorah. Tengo tantas ganas de tomarla y sentarla en mis piernas y hacerle gritar mi nombre muchas veces de puro placer. Salgo de mis pensamientos cuando llegamos a mi casa, bueno, a la de mi madre. Me inclino para poner la clave de los grandes portones y no puedo evitar rozar sus senos. Ella me ve mal, pero no lo pude evitar. Cuando ingresamos a la casa, ella me llama puberto. Jaja, la verdad es que estaba a punto de estallar en carcajadas, pero si ella realmente supiera cómo mueven mis estúpidos deseos, entendería. No la molesto más y vamos directo al despacho. Trato de servirme un trago para ver si por fin esta estúpida resaca se va, pero ella no me lo permite, así que solo bebo agua. Estoy tan concentrado mirándola que, cuando me dice su edad, no lo puedo creer, pero no me interesa qué edad tenga. Esta mujer me encanta y con ella sí no pienso detenerme muy pronto, si no es que en estos momentos la llevaré a mi cama. Pero esos planes se van a la m****a cuando entra Melina y me besa como si me quisiera follar en este momento. M****a, no puedo rechazarla, pues es mi chica de planta cuando no consigo algo más. Así que veo cómo Alexa se va molesta cuando cierra la puerta del despacho. Aunque traté de detenerla, me volteé molesto hacia Melina, pero ella mantiene una sonrisa en su rostro. —¡Mierda! Melina, te has vuelto loca. Esa mujer es mi nueva agente. Dios, sabes que lo puedes arruinar todo. Ella solo me ve con una sonrisa coqueta y empieza a acariciar mi pecho. La tomo por la cintura, no muy delicadamente, y la hago mía ahí mismo, imaginando que es Alexa. M****a, si definitivamente esta mujer me va a volar la m*****a cabeza de eso estoy seguro por solo pensar en ella.Alexa Me había levantado muy temprano, pues le había dado indicaciones específicas a Roxy y tenía que estar en su casa cuando terminé de ducharme. Bajo a la cocina y me sirvo una taza de café; la verdad es que lo necesito, tengo días sin dormir bien. Cuando termino de tomarlo, tomo mi bolso y empiezo a caminar hacia la puerta, pero mi hijo me detiene.—Espera, mamá, tengo que hablar contigo.Yo lo miro con el ceño fruncido, pero espero a que se acerque. Cuando está frente a mí, suspira y empieza a acomodar su cabello.—¿Qué pasa?—Ayer hablé con papá. No sé si hice bien, pero se ofreció a pagar la colegiatura.Yo sonrío porque eso significaría dejar el trabajo que tengo con Fernando.—Pues eso está muy bien. No, bueno, creo que es su responsabilidad, pero ¿por qué tienes esa cara?Él agacha un poco la cabeza y suspira.—Mamá, había una condición para que mi padre pagara las colegiaturas, así que lo lamento, pero le dije que se fuera al diablo, que tú eras capaz de pagarlas. Lo lament
Alexa Estaba en la oficina tratando de concentrarme en lo que estaba haciendo, pero lo que me había dicho aquella chica todavía daba vueltas en mi cabeza. Yo niego pues no podía estar pensando en eso, pues tengo cosas más importantes de qué preocuparme. Le llamo a mi secretaria y ella, de inmediato, está frente a mí.—¿Necesitas algo, Alexa?—Sí, solo quiero que me confirmes que todos los periodistas estarán en el auditorio. Quiero periodistas de deportes, de sociales, de todos. Roxy está involucrado en todos lados y quiero que su imagen quede limpia. También confirma con la asistente de Roxy la llegada a tiempo de él.La sonrisa de ella se expande cuando digo esto. Yo solo vuelvo los ojos con fastidio. Ella se da la vuelta y sale. Sigo mandando correos a los patrocinadores; tengo que recuperar algunos y, principalmente, tengo que saber si se fueron por los chismes o alguna otra razón. De pronto, la puerta de mi oficina se abre. Yo estoy frustrada, ya que los patrocinadores no quiere
Alexa Después del incómodo momento que se sufrió en el elevador, llegamos hasta mi oficina. Él se acerca al frigobar, toma una botella de agua y empieza a caminar de un lado a otro. Cuando se detiene, me mira; está muy serio, no es el mismo chico que se la pasa tratando de seducirme, bromeando y jugando. Creo que lo que ha pasado en la rueda de prensa le ha afectado demasiado, pero en cierta forma él es culpable de todo esto. Yo tomo asiento,en mi escritorio, y abro mi laptop. Empiezo a teclear para mostrarle que la mayoría de los patrocinadores ni siquiera me han contestado un correo electrónico, pero cuando levanto mi cabeza, no está frente a mí, sino parado a un lado mío. Yo volteo y lo miro confundida.—¿Por qué no tomas asiento? Necesito mostrarte algunos de los asuntos que hay que resolver. Los patrocinadores son importantes para ti y tú lo sabes perfectamente.Él guarda silencio un momento y me mira directo a los ojos. Sonríe de lado y eso hace que mi piel se erice. Pues parec
Alexa Estaba en mi oficina y mi cabeza iba a estallar. No sé qué diablos estaba pasando; había intentado de todas las formas posibles contactarme con los patrocinadores. La temporada estaba a punto de llegar y ellos ni siquiera habían contestado una llamada ni un correo electrónico. Sabía que alguien los estaba manipulando, pero no estaba segura de quién. Roxy había cumplido su palabra: si necesitaba algo, hablaba con su asistente y su asistente le informaba. Por más que le pedí hablar personalmente, se había negado. Así que creo que es el momento de poner las cartas sobre la mesa, pues está perdiendo demasiado dinero y si él pierde dinero, yo pierdo dinero.Me pongo de pie y tomo mi bolso. Cuando salgo de mi oficina, la secretaria trata de detenerme.—Alexa, ¿saldrás?—Sí, necesito hablar con Roxy. ¿Ocupas algo?—Fernando quiere hablar contigo y se escucha muy molesto.Yo solo volteé los ojos con fastidio. Ese hombre no puede hacer nada solo.—Dile que tuve que hacer algo importante
Rosbaldo Había decidido alejarme de Alexa. Realmente no sé qué provoca esa mujer en mí que hace que mi cabeza estalle. Me desespera; quisiera hacerle tantas cosas. Melina está sentada en mis piernas y, por más que acaricia mi pecho, ni siquiera se me antoja tocarla. Cuando de pronto la puerta del despacho se abre, veo de quién se trata y de inmediato trato de bajar a Melina de mis piernas, pero ella solo me sonríe. Así que yo volteo los ojos con fastidio y mamá se ve furiosa.—¡Lárgate!Melina la ve confundida y mi madre solo la mira de arriba abajo.—Aparte de zorra sorda, que te largues, te estoy diciendo y no te quiero volver a ver cerca de mi hijo.Ella se levanta indignada, me mira como si yo la fuera a defender. Está completamente loca; enfrentarse a esta mujer es lo peor que puedes hacer en tu vida. Melina toma su bolso y sale del despacho sin decir nada, pero se ve furiosa. Mi madre se cruza de brazos y yo solo pellizco el puente de mi nariz, esperando el sermón que me va a d
AlexaCuando me veo en el espejo, no estoy muy convencida de lo que estoy haciendo. Vamos, tengo 40 años y dos hijos adultos. Creo que el vestido no es acorde a mi edad. Suspiro y volteo a ver a Tommy, que me mira como si le salieran corazoncitos de los ojos y con una enorme sonrisa en su rostro. Coloco mis manos en la cintura y, cuando ve mi rostro, él comienza a negar. Se pone de pie y suspira, señalándome algo molesto.—No me pongas esa cara, te ves hermosa, increíble, sexy. Dios, ya quisiera yo tener ese precioso cuerpo, así que no, no te lo vas a quitar.Yo vuelvo los ojos y empiezo a caminar hacia él, pero él sale corriendo de mi recámara, así que yo lo sigo. Obviamente, no voy corriendo, pues eso es muy infantil, pero ni de chiste me pondré este vestido. Además, ¿de dónde diablos lo sacó? Voy bajando las escaleras con cuidado, pues los tacones que tengo puestos son enormes, pero bajo gritando su nombre.—¡Tommy, mierda, ven acá! ¡Tommy, carajo, no me pondré esto!Él asoma la ca
Alexa Cuando me había despertado por la mañana, ni siquiera me imaginaba todo lo que iba a pasar. Definitivamente, este no era un buen día, hasta que llegamos a este momento donde él me besa con desesperación, pega su cuerpo al mío y estamos tan, pero tan cerca que no hay ningún centímetro de distancia. Yo coloco mis manos en su cuello y juego con su cabello, y aunque creo que el alcohol se ha desvanecido de mi sangre, sigo sintiendo que esto no es lo correcto. Así que coloco mis manos en su pecho y empiezo poco a poco a alejarlo. Él pega su frente a la mía y sonríe de lado.—Lamento decirte que esta vez no voy a aceptar una negativa. Mierda, Alexa, puedo sentir cómo te pones al estar tan cerca de mí. ¿Por qué no te das la oportunidad? ¿Por qué no nos das una oportunidad? No quiero tus estúpidas excusas, porque no es lo correcto. Nadie hace lo correcto, ¿por qué nosotros tendríamos que hacerlo?Estoy a punto de contestar cuando un chico muy simpático golpea la espalda de Roxy. Se ve
AlexaAbro los ojos por el sonido constante de mi teléfono. Extiendo la mano hacia donde debería estar mi mesita de noche, pero no está. Me duele la cabeza, me duele todo el cuerpo. Dios, creo que hasta las pestañas me duelen, o es que acaso esas no duelen, no lo sé. Cuando de pronto abro los ojos, todo llega a mi mente: cómo me besaba, cómo me tomaba por la cintura tan fuerte. Sus penetraciones iban más y más fuertes. Jamás había sentido tantos orgasmos en una misma noche; ni siquiera sabía si esto era posible. Tapó mis ojos con mi brazo, pues la luz cala cuando escucho un carraspeo. No, no quiero ni siquiera verlo.—Lexi, tus hijos llaman.Cuando me dice de esa manera, yo frunzo el ceño, pero cuando escucho que mis hijos llaman, de inmediato me siento en la cama. Veo que trae mi teléfono en sus manos y se ve tan fresco; acaba de tomar una ducha. Su cabello, que está un poco largo, golpea su frente y apenas lleva boxers. Yo suspiro. En serio, Dios, ¿no me vas a dar una señal para arr