Capitulo 6

Rosbaldo

Sabía que estaba metido en serios problemas, pues algunos patrocinadores me estaban cancelando los contratos. Sabía que los más perjudicados eran ellos, pues tenían que pagar la indemnización por terminar conmigo antes de tiempo. Cuando abrí los ojos y me senté en la cama, el sonido de mi teléfono no paraba. Siento como alguien acaricia mi espalda; cuando la veo, solo bufó y suspiro, pues no sé ni quién diablos es ella. Me empieza a besar y, con una voz que estoy seguro ella piensa que es muy sexy, mezclado con un gemido, me dice:

—Ven acá, Roxy, vamos a divertirnos un poco más. Anoche fue increíble; tu miembro es tan grande que me hace gozar como jamás lo había hecho.

Yo frunzo el ceño. ¿En serio será verdad todo lo que me dice o solo lo hace porque quién soy? Me alejo de ella y me pongo de pie. Tomo el teléfono que no para de sonar y la miro muy serio.

—Será mejor que te vayas. Mi asistente te dará un cheque. Gracias por lo de anoche, estuvo increíble.

Ella sonríe satisfecha y yo me meto a la ducha. Me miro al espejo. M****a, estoy hecho m****a. Mi cabeza va a estallar. Dios, debería controlarme en mi forma de beber, pues no recuerdo nada. Cuando me meto a la ducha, mis músculos se empiezan a sentir más relajados. Definitivamente tengo que cambiar mi manera de beber. Cuando salgo de la ducha, mi teléfono sigue sonando como loco, pero ¿qué diablos? Contesto sin mirar de quién se trata. Mala decisión.

—¿Qué?

—Rosbaldo Fernández Iturbide, ¿qué manera es esa de contestarle a tu madre, jovencito? Yo que te cargué nueve meses en mi vientre, que estuve 16 horas en labor de parto, ¿crees que merezco que me hables de esa manera? Mira que no me importa tomar en este momento un vuelo e ir a darte un par de nalgadas para que aprendas modales, pues yo no te crié de esa manera.

Yo solo volteo los ojos con fastidio, pero sonrío al escucharla. Cada que pasa algo, ella me recuerda cuánto tiempo estuve en su vientre y cuánto le dolió traerme al mundo. La verdad es que estoy muy agradecido con ella, pues fue padre y madre para mí, y si ahora soy alguien en la vida, solo se lo tengo que agradecer a ella.

—Hola, reina. Perdón, no vi quién era, pero me encantaría que vinieras a verme. Aunque me des esas nalgas, reina, sabes que tu casa está sola, solo tienes que...

Ni siquiera me deja terminar de hablar y yo solo niego.

—Cariño, aún no es el momento, pero no te hablo para eso. Solo te quiero informar que te encontré un agente nuevo. Es eficiente. Espera y te mando el contacto. No recuerdo bien cómo se llama, creo que Alex. Bueno, de igual manera, tienes que presentarte ahora mismo en la agencia de Fernando, sí, creo que así se llama. Ay, cielo, lo siento, sabes que mi memoria no es muy buena, pero esta chica, ¿cómo se llama tu asistente? Bueno, no lo sé, pero ella tiene toda la información. Y, por favor, Rosbaldo, haz todo lo que te digan. Mira que ya te has metido en suficientes problemas.

Yo estoy por soltar una carcajada, pero sé que si lo hago se molestará, así que solo sonrío y suspiro. Mi madre es todo un caso, pero es mi adoración. La amo más que a mi vida.

Cuando cuelgo el teléfono, de inmediato le llamo a mi asistente, una hermosa chica que, si por mí fuera, estuviera gritando en mi cama de placer, pero mi madre me lo tiene prohibido. Y cuando la señora Débora Fernández se molesta, hay que tenerle miedo. Además, le he dado muchos dolores de cabeza, así que, aunque me la quiera comer completa y ella esté gustosa de hacerlo, no lo haré. Veré cuánto resisto, pues no voy a negar que hace un excelente trabajo. Al segundo tono, ella contesta.

—Dígame, señor Fernández, ¿qué necesita?

Esa voz tan sexy hace que mi miembro reaccione, así que solo suspiro y lo acomodo en mi pantalón para que no duela.

—Roxy, Dinorah, solo llámame Roxy, ya te lo he dicho.

—Ay, señor Fernández, no creo poder hacerlo. No sería muy profesional de mi parte.

Ven a lo que me refiero. Ella lo desea y yo también, pero ahora valoro mi vida.

—Como gustes. Mi madre me dijo que te mandó una información acerca de mi nuevo agente.

—Así es, señor Fernández. Lo estarán esperando en la agencia FGC y Asociados para presentarle a su nuevo agente.

Yo pellizco el puente de mi nariz. El infeliz de mi anterior agente desapareció con mucho dinero de varios contratos que ya había firmado. Solo espero que este sea más decente.

—Está bien, Dinorah. ¿Y a qué hora es eso?

Ella guarda silencio un momento y yo me desespero. El estúpido dolor de cabeza no ayuda mucho.

—Dinorah, hice una pregunta.

—Sí, sí, señor, lo siento, pero tenía que estar ahí hace veinte minutos. Pero como a usted no le gusta que lo despierte temprano los lunes, supuse que...

Yo estoy furioso. M****a, es muy tarde y, por el contrario de lo que la gente cree, soy muy responsable, aunque la m*****a resaca me esté matando. Yo empiezo a tomar todas mis cosas lo más rápido posible y bajo corriendo, aún con el teléfono en mi oído.

—Mierda, Dinorah, debiste de haberme despertado. Si mi madre se entera, me pateará el trasero.

Cuelgo el teléfono y empiezo a conducir como un loco. Cuando menos lo espero, dos coches se colocan a mi costado. M****a, sé que se trata de la m*****a prensa, pero ahora no me interesa deshacerme de ellos, así que no les pongo atención y sigo conduciendo. Cuando llego a la agencia, me estaciono y de inmediato me bajo del coche. Corro hasta recepción y, cuando la chica me ve, abre muy grandes los ojos y me sonríe coqueta. Yo solo le sonrío. Sé lo que causo en todas las mujeres que mojan sus lindas bragas.

—Hola, linda, tengo cita con...

—El señor Fernando, claro. Puede acompañarme, por favor, por aquí.

Yo hago lo que me pide y me guía por varios pasillos hasta que llegamos a una enorme sala. Supongo que es la de juntas. Ella enciende la luz y me pide que me ponga cómodo, que en un rato estarán conmigo. Yo le sonrío y asiento, así que de inmediato me siento en una silla y echo mi cabeza hacia atrás, pero muy cómoda no está. Y estas personas tardan demasiado, así que, sin pensarlo mucho, apago la luz y me acuesto en el suelo alfombrado. Coloco mi gorra en mi cara y cierro mis ojos. Dios, esto se siente increíble. Cuando estoy a punto de quedarme dormido, escucho que abren la puerta y encienden la luz. M****a, mis ojos duelen demasiado.

—¡Apaguen la m*****a luz! ¿No ven que estoy durmiendo?

Cuando el hombre trajeado cierra la puerta, yo quito mi gorra de la cara y, junto a él, está una hermosa mujer. Pero, ¿y esta quién es? El hombre, que supongo es el dueño, nos presenta.

—Alexa, te presento a Rosbaldo, o como todos lo conocen, Roxy, el mejor jugador de béisbol, pero que está llevando a la m****a su carrera. Roxy, ponte de pie, pues vas a conocer a Alexa, tu nueva agente. Y así como la ves, con esa cara angelical, va a ser un gran grano en tu culo.

Yo volteo los ojos con fastidio cuando el tipo dice que estoy llevando a la m****a mi carrera. Si él realmente supiera todo lo que está pasando... Ella se ve molesta y empieza a negar.

—Olvídalo, Fernando. Yo no trabajaré con un niño mimado, sin educación. Con permiso, gusto en conocerte, Roxy.

Ella se da la vuelta y yo me pongo de pie. ¿Y esta quién se cree para juzgarme de esa manera?

—Espera, Alexa. ¿A ti quién te dijo que era un niño mimado?

Ella me mira sorprendida y yo sonrío. Sí, lo dije. Esta es la impresión que dejo en las mujeres y ella no es la excepción. Después de quererse marchar y Fernando haberla convencido de que se quedara, no sienta como si fuéramos niños pequeños. Yo le pido a Fernando un poco de agua y él llama a la recepción para encargar mi pedido. Cuando lo traen, se los juro que es la m*****a gloria. Moría de sed. Ella me mira con los brazos cruzados y una ceja alzada. Yo termino de beber mi agua y, al verla así, suelto una carcajada, pues creo que está a punto de estallar.

—Parece que la paciencia no es una de tus virtudes, ¿cierto?

Ella niega y mi sonrisa se hace aún más grande.

—Realmente soy muy paciente, pero tú me exasperas. ¿Cómo puedes estar aquí tan tranquilo cuando tienes a todas las televisoras y revistas de chismes fuera de esta oficina olfateando la nuca y tú sin mover un dedo?

Yo sonrío. Si ella supiera que esto no me interesa... Empiezo a verla de arriba a abajo. Vaya que la mujer es hermosa, no lo voy a negar. Diría que demasiado. Cuando estoy viendo sus lindos senos, me doy cuenta de que me ha descubierto, así que solo sonrío y le digo que son lindas, y no miento. Ella empieza a negar y me dice idiota cuando se da la vuelta. M****a, qué lindo trasero tiene. Dios, ese caminar tan sexy. Estoy perdido en todo su cuerpo. Salgo de mi pensamiento cuando Fernando habla de despedirla. M****a, ¿qué diablos me he perdido? Ella, resignada, acepta, pero creo que está demasiado molesta. Y como dice Fernando, será un grano en el culo. Cuando sale de ahí, me voy con ella y, por más seria que se vea, me encanta que, sin pensarlo dos veces, robe el coche de su jefe. Vaya que esta mujer es increíble. Yo solo la observo. Dios, creo que con Alexa será aún más difícil trabajar que con Dinorah. Tengo tantas ganas de tomarla y sentarla en mis piernas y hacerle gritar mi nombre muchas veces de puro placer. Salgo de mis pensamientos cuando llegamos a mi casa, bueno, a la de mi madre. Me inclino para poner la clave de los grandes portones y no puedo evitar rozar sus senos. Ella me ve mal, pero no lo pude evitar. Cuando ingresamos a la casa, ella me llama puberto. Jaja, la verdad es que estaba a punto de estallar en carcajadas, pero si ella realmente supiera cómo mueven mis estúpidos deseos, entendería. No la molesto más y vamos directo al despacho. Trato de servirme un trago para ver si por fin esta estúpida resaca se va, pero ella no me lo permite, así que solo bebo agua. Estoy tan concentrado mirándola que, cuando me dice su edad, no lo puedo creer, pero no me interesa qué edad tenga. Esta mujer me encanta y con ella sí no pienso detenerme muy pronto, si no es que en estos momentos la llevaré a mi cama. Pero esos planes se van a la m****a cuando entra Melina y me besa como si me quisiera follar en este momento. M****a, no puedo rechazarla, pues es mi chica de planta cuando no consigo algo más. Así que veo cómo Alexa se va molesta cuando cierra la puerta del despacho. Aunque traté de detenerla, me volteé molesto hacia Melina, pero ella mantiene una sonrisa en su rostro.

—¡Mierda! Melina, te has vuelto loca. Esa mujer es mi nueva agente. Dios, sabes que lo puedes arruinar todo.

Ella solo me ve con una sonrisa coqueta y empieza a acariciar mi pecho. La tomo por la cintura, no muy delicadamente, y la hago mía ahí mismo, imaginando que es Alexa. M****a, si definitivamente esta mujer me va a volar la m*****a cabeza de eso estoy seguro por solo pensar en ella.

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