Alexa Después del incómodo momento que se sufrió en el elevador, llegamos hasta mi oficina. Él se acerca al frigobar, toma una botella de agua y empieza a caminar de un lado a otro. Cuando se detiene, me mira; está muy serio, no es el mismo chico que se la pasa tratando de seducirme, bromeando y jugando. Creo que lo que ha pasado en la rueda de prensa le ha afectado demasiado, pero en cierta forma él es culpable de todo esto. Yo tomo asiento,en mi escritorio, y abro mi laptop. Empiezo a teclear para mostrarle que la mayoría de los patrocinadores ni siquiera me han contestado un correo electrónico, pero cuando levanto mi cabeza, no está frente a mí, sino parado a un lado mío. Yo volteo y lo miro confundida.—¿Por qué no tomas asiento? Necesito mostrarte algunos de los asuntos que hay que resolver. Los patrocinadores son importantes para ti y tú lo sabes perfectamente.Él guarda silencio un momento y me mira directo a los ojos. Sonríe de lado y eso hace que mi piel se erice. Pues parec
Alexa Estaba en mi oficina y mi cabeza iba a estallar. No sé qué diablos estaba pasando; había intentado de todas las formas posibles contactarme con los patrocinadores. La temporada estaba a punto de llegar y ellos ni siquiera habían contestado una llamada ni un correo electrónico. Sabía que alguien los estaba manipulando, pero no estaba segura de quién. Roxy había cumplido su palabra: si necesitaba algo, hablaba con su asistente y su asistente le informaba. Por más que le pedí hablar personalmente, se había negado. Así que creo que es el momento de poner las cartas sobre la mesa, pues está perdiendo demasiado dinero y si él pierde dinero, yo pierdo dinero.Me pongo de pie y tomo mi bolso. Cuando salgo de mi oficina, la secretaria trata de detenerme.—Alexa, ¿saldrás?—Sí, necesito hablar con Roxy. ¿Ocupas algo?—Fernando quiere hablar contigo y se escucha muy molesto.Yo solo volteé los ojos con fastidio. Ese hombre no puede hacer nada solo.—Dile que tuve que hacer algo importante
Rosbaldo Había decidido alejarme de Alexa. Realmente no sé qué provoca esa mujer en mí que hace que mi cabeza estalle. Me desespera; quisiera hacerle tantas cosas. Melina está sentada en mis piernas y, por más que acaricia mi pecho, ni siquiera se me antoja tocarla. Cuando de pronto la puerta del despacho se abre, veo de quién se trata y de inmediato trato de bajar a Melina de mis piernas, pero ella solo me sonríe. Así que yo volteo los ojos con fastidio y mamá se ve furiosa.—¡Lárgate!Melina la ve confundida y mi madre solo la mira de arriba abajo.—Aparte de zorra sorda, que te largues, te estoy diciendo y no te quiero volver a ver cerca de mi hijo.Ella se levanta indignada, me mira como si yo la fuera a defender. Está completamente loca; enfrentarse a esta mujer es lo peor que puedes hacer en tu vida. Melina toma su bolso y sale del despacho sin decir nada, pero se ve furiosa. Mi madre se cruza de brazos y yo solo pellizco el puente de mi nariz, esperando el sermón que me va a d
AlexaCuando me veo en el espejo, no estoy muy convencida de lo que estoy haciendo. Vamos, tengo 40 años y dos hijos adultos. Creo que el vestido no es acorde a mi edad. Suspiro y volteo a ver a Tommy, que me mira como si le salieran corazoncitos de los ojos y con una enorme sonrisa en su rostro. Coloco mis manos en la cintura y, cuando ve mi rostro, él comienza a negar. Se pone de pie y suspira, señalándome algo molesto.—No me pongas esa cara, te ves hermosa, increíble, sexy. Dios, ya quisiera yo tener ese precioso cuerpo, así que no, no te lo vas a quitar.Yo vuelvo los ojos y empiezo a caminar hacia él, pero él sale corriendo de mi recámara, así que yo lo sigo. Obviamente, no voy corriendo, pues eso es muy infantil, pero ni de chiste me pondré este vestido. Además, ¿de dónde diablos lo sacó? Voy bajando las escaleras con cuidado, pues los tacones que tengo puestos son enormes, pero bajo gritando su nombre.—¡Tommy, mierda, ven acá! ¡Tommy, carajo, no me pondré esto!Él asoma la ca
Alexa Cuando me había despertado por la mañana, ni siquiera me imaginaba todo lo que iba a pasar. Definitivamente, este no era un buen día, hasta que llegamos a este momento donde él me besa con desesperación, pega su cuerpo al mío y estamos tan, pero tan cerca que no hay ningún centímetro de distancia. Yo coloco mis manos en su cuello y juego con su cabello, y aunque creo que el alcohol se ha desvanecido de mi sangre, sigo sintiendo que esto no es lo correcto. Así que coloco mis manos en su pecho y empiezo poco a poco a alejarlo. Él pega su frente a la mía y sonríe de lado.—Lamento decirte que esta vez no voy a aceptar una negativa. Mierda, Alexa, puedo sentir cómo te pones al estar tan cerca de mí. ¿Por qué no te das la oportunidad? ¿Por qué no nos das una oportunidad? No quiero tus estúpidas excusas, porque no es lo correcto. Nadie hace lo correcto, ¿por qué nosotros tendríamos que hacerlo?Estoy a punto de contestar cuando un chico muy simpático golpea la espalda de Roxy. Se ve
AlexaAbro los ojos por el sonido constante de mi teléfono. Extiendo la mano hacia donde debería estar mi mesita de noche, pero no está. Me duele la cabeza, me duele todo el cuerpo. Dios, creo que hasta las pestañas me duelen, o es que acaso esas no duelen, no lo sé. Cuando de pronto abro los ojos, todo llega a mi mente: cómo me besaba, cómo me tomaba por la cintura tan fuerte. Sus penetraciones iban más y más fuertes. Jamás había sentido tantos orgasmos en una misma noche; ni siquiera sabía si esto era posible. Tapó mis ojos con mi brazo, pues la luz cala cuando escucho un carraspeo. No, no quiero ni siquiera verlo.—Lexi, tus hijos llaman.Cuando me dice de esa manera, yo frunzo el ceño, pero cuando escucho que mis hijos llaman, de inmediato me siento en la cama. Veo que trae mi teléfono en sus manos y se ve tan fresco; acaba de tomar una ducha. Su cabello, que está un poco largo, golpea su frente y apenas lleva boxers. Yo suspiro. En serio, Dios, ¿no me vas a dar una señal para arr
Alexa La verdad es que había tardado más de lo que le dije a mi hijo. Dios, pero es que Roxy no me dejaba salir de la cama. Sonrío como una tonta al recordarlo, pero mi sonrisa se borra, pues tampoco hablamos de lo que sucederá de ahora en adelante. Aunque para mí es algo sin importancia, espero que para él sea igual. En verdad, traigo muchas cosas en mi cabeza, pues aún está la propuesta que me hizo Roxy y tengo que hablar con Fernando, pues no sé si sea conveniente seguir trabajando con el Dios, porque todo se está complicando tanto. Cuando llego a casa, que por cierto hice que Roxy me llevara al lugar donde había dejado mi coche, Ramiro está en la puerta esperando con los brazos cruzados y muy molesto. Yo estaciono mi coche y me bajo, paso por un lado de él ignorando lo completamente, pero parece que él tiene otros planes, pues me toma del brazo tan fuerte que me lastima. Yo me quejo, pero él no hace caso.—Ay, por Dios, suéltame, que me estás lastimando.Él me pega a su rostro y,
Alexa Cuando te pasa algo como lo que me está pasando a mí, realmente no sabes qué hacer ni cómo actuar, pues uno jamás esperaría algo como esto, y menos en tu hogar, donde se supone que estás seguro. Mucho menos te imaginas que es la persona con la que pasaste tantos años juntos la que en algún momento se convirtió en un maldito monstruo. Pero si él piensa que voy a dejar que me toque, está muy equivocado; primero prefiero morir antes de que me haga algo que me dejaría marcada por el resto de mi vida.—¿Qué, ya no dices nada? Ahora sí te quedas callada cuando siempre fuiste valiente. ¿Ahora dónde quedó esa valentía? Anda, dime algo con tu lengua filosa.Yo suelto una risita a pesar de que mantiene el cuchillo en mi cuello. Cuando escucha que estoy riendo, lo aprieta un poco más y puedo sentir cómo resbala una gota de sangre. Así que suspiro, tratando de tranquilizar mis nervios, porque no miento cuando digo que estoy aterrada, pero obviamente no lo voy a demostrar.—Ay, Ramiro, habí