Alexa Cuando te pasa algo como lo que me está pasando a mí, realmente no sabes qué hacer ni cómo actuar, pues uno jamás esperaría algo como esto, y menos en tu hogar, donde se supone que estás seguro. Mucho menos te imaginas que es la persona con la que pasaste tantos años juntos la que en algún momento se convirtió en un maldito monstruo. Pero si él piensa que voy a dejar que me toque, está muy equivocado; primero prefiero morir antes de que me haga algo que me dejaría marcada por el resto de mi vida.—¿Qué, ya no dices nada? Ahora sí te quedas callada cuando siempre fuiste valiente. ¿Ahora dónde quedó esa valentía? Anda, dime algo con tu lengua filosa.Yo suelto una risita a pesar de que mantiene el cuchillo en mi cuello. Cuando escucha que estoy riendo, lo aprieta un poco más y puedo sentir cómo resbala una gota de sangre. Así que suspiro, tratando de tranquilizar mis nervios, porque no miento cuando digo que estoy aterrada, pero obviamente no lo voy a demostrar.—Ay, Ramiro, habí
AlexaCuando abro los ojos, siento como unos brazos que amo me envuelven. Suspiro con tranquilidad, aunque anoche tuve pesadillas y dormí muy poco. Traté de que mi hijo no se diera cuenta de lo que estaba pasando, pues no quiero preocuparlo más de lo que ya lo está. Me pongo de pie con cuidado de no despertarlo, camino hacia el baño sin hacer ruido, me paro frente al espejo y abro los ojos sorprendida, pues ni siquiera me había dado tiempo de verme. Mi cuello tiene varios moretones. Niego y limpio una lágrima que baja por mi mejilla; la limpio con rabia. Esto no se quedará así, se lo que tengo que hacer y lo voy a hacer. Quito el parche de mi herida y no le presto más atención, así que me meto a la ducha. Cuando salgo, me visto lo más rápido posible y bajo hacia el comedor con todo lo necesario para hacer mis curaciones. Cuando Tommy me ve, me sonríe algo triste y preocupado. Tomo asiento y él me ayuda a curarme; empieza a aplicar antisépticos, pero sus ojos me demuestran lo preocupad
Alexa Tenía muchas cosas en mi cabeza, tenía muchos miedos, pero no me podía rendir; tenía que enfrentarlos. Así que decidí encontrarme con el comandante. Necesito poner la denuncia, pues no voy a esperar a que me vuelvan a atacar en mi propia casa. Pero mataría dos pájaros de un tiro, pues también había citado al hombre que me había mandado aquel mensaje en el mismo lugar, con una hora de diferencia. Así que, cuando salgo de mi oficina, mi secretaria se me acerca. Apenas menciono el nombre de Fernando y yo vuelvo los ojos con fastidio; ese hombre me tiene harta.—Lo lamento, Alexa, pero Fernando dijo...Yo volteo y la miro con los ojos entrecerrados; ya no me importa lo que Fernando diga.—Dile a Fernando que tengo demasiado trabajo para darle importancia a sus rabietas. Ya hablaré con él cuando tenga tiempo. Ahora no me esperes, tengo una reunión con uno de los patrocinadores de Roxy. Tengo que averiguar por qué todos lo han abandonado.Ella solo me sonríe y asiente. Subo al elev
Alexa Había salido del restaurante. La verdad es que estaba muy confundida. Hasta ahora, Roxy me había demostrado que todo lo que se decía de él era falso, pero ¿y si es verdad? No puedo quedarme con la intriga; tengo que saber la verdad. Así que conduzco lo más rápido posible a su departamento. Sé que quedamos en vernos más tarde, pero no puedo esperar. Cuando llego al edificio, de inmediato subo al elevador. No tarda mucho tiempo cuando las enormes puertas metálicas se abren. Ingreso al departamento y jamás pensé encontrarme con esta escena, pero era de esperarse. Así que carraspeo un poco y me cruzo de brazos. Ellos de inmediato se separan y Roxy me ve con los ojos muy abiertos, al lado de Melina, que está con una enorme sonrisa. Él empieza a negar y trata de hablar.—No, no es lo que parece.Yo sonrío y suspiro. Dios, en serio, todos los hombres aplican la misma frase. Que ya la cambien, esa está demasiado desgastada.—Sí, lo que sea, solo sacala de aquí. Tenemos que hablar.Él
RoxyAl verla ahí dormida, sonrío, pues jamás había pasado una noche tan increíble con una mujer. Acaricio su espalda, pero creo que está demasiado cansada, pues no despierta. Me pongo de pie y voy a tomar una ducha. Cuando estoy bajo el agua, cierro los ojos y sonrío al recordar sus gemidos cada vez que entraba en ella. Tan duro, Dios, solo de recordarlo, mi falo ya está listo de nuevo, pero tengo que controlarme. Por más que quiera estar metido en la cama todo el día a su lado, sé que no es posible. Suspiro y tomo una toalla, me enredo en ella y salgo hacia mi vestidor, pero solo coloco unos boxers. Bajo las escaleras y escucho un teléfono sonar constantemente. Lo veo encima de la mesa y es mi teléfono. En la pantalla, la fotografía de mi madre se muestra, así que solo suspiro y contesto.—Hola.—Rosbaldo Fernández Iturbide, ¿dónde carajos estás? Sabes que tu madre aún tiene vida para patearte las pelotas si así lo quisiera.Yo volteo los ojos con fastidio, pero mi sonrisa no se bor
AlexaCuando salí de casa, pintaba para ser un día genial, pero apenas cerré la puerta de la entrada, ahí estaba de pie, cruzado de brazos y con su rostro furioso: mi exesposo, mi dolor de cabeza, que después de cinco años de divorciado sigue molestando como un grano en el culo. Yo abro el coche y subo todos los documentos, pues el hombre piensa que porque él es millonario, todos tenemos la misma suerte. Les resumo un poco acerca de él: su nombre es Ramiro Cardozo, un importante arquitecto y experto en bienes raíces. Su edad: cuarenta y cinco años. Hace cinco años decidió que yo ya estaba vieja para él y me pidió el divorcio, y al poco tiempo se casó con su secretaria, veinte años más joven. Obviamente, ella ahora vive la gran vida y él es un... ¿cómo podría nombrarlo? Pendejo, si esa es la palabra indicada.—Ahora, ¿qué ha pasado? —Ramiro habla rápido—. Se me ha hecho tarde para el trabajo.Él bufa y niega. Yo solo vuelvo los ojos, pues ya vienen pasando desde hace un tiempo.—¿Todav
Alexa Estoy aquí sentada, viendo a Roxi tomar agua como si hubiera estado en un maldito desierto. Miro a Fernando, que está igual o más impaciente que yo, así que carraspeo y él me ve a los ojos y sonríe de lado. Yo pellizco el puente de mi nariz y él suelta una carcajada y me dice:—Parece que la paciencia no es una de tus virtudes, ¿cierto?Yo me pongo de pie y me dirijo hacia él. Me agacho un poco y sonrío.—Realmente soy muy paciente, pero tú me exasperas. ¿Cómo puedes estar aquí tan tranquilo cuando tienes a todas las televisoras y revistas de chismes fuera de esta oficina olfateando la nuca y tú sin mover un dedo?Él mantiene su vaso de agua cerca de sus labios, pero sus ojos están en mis senos. Cuando voltea a verme, sonríe de lado y me dice:—Son lindas.Yo vuelvo los ojos y me pongo de pie, no antes de decirle "idiota". Camino hacia el ventanal que está en la sala de juntas y suspiro. Ellos guardan silencio por un momento, entonces entiendo que no podré hacerlo. No puedo tra
Alexa Había pasado parte de la tarde tratando de buscar una historia creíble, pero Roxi no ayudaba mucho; se mantenía en silencio, solo viéndome como si fuera un jugoso filete. Yo estaba metida en mi computadora cuando escuché que carraspea. Volteé los ojos. Dios, este hombre es un niño mimado que desea que todo sea como él dice. Despegué la mirada de la pantalla y mis ojos se encontraron con los suyos. Suspiré.—¿Qué sucede? Estoy tratando de solucionar esta mierda. ¿Quieres ayudarme o deja de molestar?Él me ve con una sonrisa torcida y una ceja alzada. Mi mirada vuelve a la pantalla de mi computadora cuando, de pronto, se abre la puerta del estudio y veo entrar a una chica de unos 22 años. Se ve muy linda, con una blusa de la que estoy segura que, en cualquier momento, un seno se saldrá. Me mira algo confundida, pero cuando Roxi gira su silla y ella lo ve, le sonríe coqueta y empieza a caminar como si estuviera en una pasarela. Se sienta en sus piernas y comienza a besarlo como si