21

Aidan primero había sentido malestar, mucho malestar, dolor de cabeza, demasiado para ser soportado, y después todo se volvió caliente y rojo. Ante sus ojos solo había flamas, grande y agresivas que lo aterraban. No podía dejar de temblar.

Las voces en su cabeza ahora eran gritos que se entrelazaban a punto de volverlo loco, podía sentir el dolor de los demás desplazándose hacia él. Y aquel calor abrazador de que cierta forma era acogedor, a su alrededor. Otro grito brotó de su boca aguantándose la cabeza cuando apenas podía abrir los ojos.

Buscó a sus hermanos, a sus padres solo para encontrar que entre las altas llamas había varios cuerpos tirados de un lado a otro, pero había algo que lo alarmó aún más. Aquel fino hilo rojo que salía de la boca de su madre. ¿Eso lo había hecho él? No, eso no podía ser, él nunca le haría daño a su familia. ¿Y sus hermanos? Ellos estaban conmocionados ¿Y su padre? Venía hacia él, a su lado y para su impresión, también su lobo.

-Pa- dijo casi sollozan
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