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Lucian jadeó cayendo de rodillas sobre la tierra aplastando una buena cantidad de flores blancas. Qué irónico que estuviera luchado en el mismo lugar donde había visto a Aidan por primera vez en su conciencia y lo había declarado como suyo*. Su cuerpo entero, su piel estaba llena de heridas por todos lados. Algunas tan profundas que llegaban al hueso. Y aun así obligaba a su cuerpo a moverse. La única satisfacción era que su enemigo estaba en el mismo estado.

Para ese momento, después de tantos mordiscos, incluso él sin estar en su forma animal, arañazos, golpes y demás, Ryan y él estaban en un punto muerto… y todo amenazaba con seguir de igual forma.

Eso no era nada bueno. Sabía que su lobo buscaría una forma de entrar en él y ayudarlo. Y podía ser todo menos eso. Lo mantendría lo más alejado de Ryan que pudiera. Pero no estaba siendo nada fácil.

Había perdido la percepción de cuando llevaba luchando. Estaba agotado y aunque todo ocurriera dentro de él se sentía tan real, así como el
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