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Dante sonreía acostado en la cama con su cachorro alzándolo sobre él con los brazos. El pequeño niño sonreía con el movimiento y movía sus manitas intentando agarrar el rostro de su padre. El alfa besó uno de sus dedos entreteniéndolo mientras su esposo tomaba un baño para que pudiera descansar. Llevaba todo el día cuidando del cachorro que no quería apartarse de su lado, pero Lukyan tenía responsabilidades con la manada que insistía en cumplir, además de estar al pendiente de sus otros hijos.

Temía que el omega pudiera colapsar en cualquier momento por lo que en las noches el asumía el rol de papá a tiempo completo ya que por el día y con las nuevas reorganizaciones tenía muy poco tiempo para atender a su familia completa. Algo que a veces lo tenía de mal humor.

Pasaba más tiempo con Falco que con su propio esposo. Incluso Fallen era más visible para él ya que le ayudaba con diferentes cuestiones. El lobo podría ser un buen beta en un futuro si se lo proponía, era de mente hábil y despierta, igual que su madre.

Oyó la ducha apagarse y le sonrió a Aidan.

-Tu madre viene por ahí- el niño sonrió más ampliamente ante esto sentándose sobre el pecho de su padre –Pero no lo molestemos mucho que él debe descansar-

El niño asintió con la cabeza y Dante pestañeó frunciendo levemente el ceño.

-Aidan, estarás tranquilo ¿verdad?- probó de nuevo y el niño le respondió con otro movimiento de la cabeza y una gran sonrisa.

La expresión de Dante se congeló y tocó el todavía muy corto cabello de su hijo besando su frente. Tragó en seco.

Lukyan salió de la ducha con un pullover grande del alfa y secándose el cabello sintiéndose más relajado cuando vio el rostro de su esposo y se acercó subiéndose a la cama y tocándole el brazo. El niño en cuanto lo sintió y se removió gateando hasta el regazo de su madre y quedarse allí acostado.

-¿Dante, qué pasa?-

El alfa lo miró y después a su hijo.

-Has notado algo extraño en Aidan últimamente-

Lukyan negó con la cabeza cargando a Aidan corriéndose una de las mangas y dejando a la vista uno de sus pechos inflamados por la leche en ellos para darle de comer.

-No sé a qué pueda llamar por extraño- se acomodó cruzando las piernas y recostando su espalda en los cojines que Dante le puso en el respaldar de la cama –Nunca tuve la oportunidad de criar a mis otros hijos por lo que no sé qué pueda ser raro en un bebé- le dijo sinceramente -¿Ocurre algo con Aidan?-

Dante negó y besó su hombro desprovisto.

-Nada mi lobo, solo son imaginaciones mías. No me hagas caso- pero conociendo a Lukyan sabía que debía haberse tragado sus palabras, seguro que no lo había convencido pero él no insistió.

Lukyan se acomodó y dejó que su hijo comiera tanto como quisiera. Dar pecho creaba un vínculo entre ambos y había atrapado a su cachorro mirándolo con aquellos enormes ojos plateados que le recordaban a su lobo.

-Ya está dormido- le anunció Dante minutos después cogiendo a Aidan entre sus brazos de los cansados de Lukyan que lo agradeció.

El alfa lo llevó hacia la cuna que sus hijos, Sacha y Axel, habían pintado para su hermano menor y tenía diferentes paisajes más elaborados por parte del menor y más torpes por parte del mayor. Era impresionante ver como estaban de emocionados con su hermano. Ellos habían perdido a un hermano menor, y aunque Aidan solo tenía al mitad de la misma sangre corriendo por sus venas, ellos nunca hablaban del tema.

Dante verificó que el cachorro estaba totalmente dormido. No despertaría, aunque la manada fuera atacada en las próximas seis horas por lo que volvió a la cama encontrando que Lukyan lo esperaba con cierto brillo en los ojos. Se acercó y lo abrazó besando su frente, sus párpados y dejando un suave beso en sus labios.

-Descansa, estás esforzándote mucho- le dijo para solo ser empujado y que el omega se montara sobre él con una expresión seria en el rostro.

-¿Descansar? No lo haré cuando tengo otros planes en mente –se quitó la ropa por encima de su cabeza quedándose totalmente desnudo sobre el lobo sentado encima de la pronunciada erección que estuvo rápidamente entre sus nalgas –Y que conste que no estoy en celo-

-Yo tampoco- Dante sonrió y lo empujó contra la cama dejándolo bajo él.

Un sonido por parte de su bebé los hizo quedarse quietos y fijar su atención hacia él hasta que verificaron que seguía dormido.

-Seamos silenciosos- le susurró Dante con voz grave por la excitación contra el oído de Lukyan, llevaban casi una semana sin poder disfrutarse uno del otro por lo que sus niveles de lívido se estaban disparando y al incorporarse y ver a su esposo en un delicioso estado supo que esa noche tampoco dormirían y no por trabajo.

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