Dante estaba recostado en su buró pensando en miles de cosas que pasaban en su cabeza y hasta lo aturdían. Sobre todo, se preguntaba en cómo terminaría los papeles que tenía delante de él. Eran miles y Falco no estaba a su lado pues su esposo estaba en celo y tenían cierto asunto en mano como la tarea de crear un cachorro propio. De cierta forma sonrió. Ya era hora que su beta sentara cabeza y le diera un ahijado, otro cachorro más no venía mal, más bien, mientras más mejor. Le encantaban. Quizás podría ser una cachorrita que le diera dolores de cabeza a su beta, y estaba seguro que sería así dado lo celoso que podía llegar a ser. Oyó como la puerta de su oficina era abierta ligeramente y una mata de cabello oscuro seguido de un risueño ojo plateado se asomaba suavemente. La sonrisa de Dante se hizo más intensa y le indicó con el dedo a su hijo que se acercara. Si estaba allí y solo era que había logrado escapar de sus hermanos. Algo extraño con lo sobreprotectores que eran ellos.A
Esa tarde fue un revuelo completo en toda la mansión como siempre ocurría como cuando el Consejo se reunía. Desde que se había desplazado la sede del castillo de Lucian a la manada de Dante, esta era una rutina que los lobos habían admitido sin protestas.Aidan estaba sentado junto a Fallen en uno de los enormes sofás de la sala principal. Tanto él como su hermano leían cada uno un libro. El de Fallen era más sobre registro económicos de la manada y el de Aidan sobre historia. Ya se había devorado casi toda la biblioteca por lo que estaba repitiendo libros. Gracias a eso tenía más conocimiento que muchos de los lobos de la misma manada que tenía mucho más tiempo que él.-Fallen, ma y pa van a estar muy ocupados hoy- le dijo a su hermano cerrando el libro.-Si- él le acarició la cabeza- hay algunos asuntos pendientes importantes, y la reunión del consejo serán como tres días por lo que no debemos estarlos molestando mucho. Terminarán muy cansados.-Crees que alguna vez pueda aligerar s
Aidan siempre ansiaba los momentos en que se pudiera encontrar con Lucian aunque estos se redujera a uno, y un segundo, ahora. Pero quizás esta vez no era así. Su cabeza dolía al punto de querer partirse en dos pedazos, las voces dentro de ella en vez de disminuir con el tiempo lo que hacían era aumentar una tras otra incluyendo la del lobo albino delante de él sin poder identificar lo que decía, así que eso de poder leer mente no era algo que estuviera a su alcance.De igual forma no le gustó la forma en que el extraño miraba al lobo, a su lobo. Giró la cabeza por encima de su hombro y en vez de correr hacia Lucian como él mismo se esperó hacer, solo se quedó en el lugar, aunque por dentro quería saltar a sus brazos.-Shira, no puedes irte así, no estamos en mi manada- lo regañó este aunque en su voz no se notaba reclamo, era más bien suavidad y dulzura.Un golpe de celo atacó a al chico menor y enfocó al alfa apretando los labios. Aidan no podía negar que el lobo albino era realment
Parecían tan... íntimos. Aidan se quedó quieto en el pasillo hasta que ellos se perdieron. La atmósfera que había entre los dos era parecida a la de cuando sus padres estaban tonteando juntos o más bien, su padre intentando convencer a su ma de meterle mano.Se llevó la mano al pecho y se apretó. Lo que más le disgustaba era que al menos la voz del lobo estaba en su cabeza, pero ni siquiera podía oír la de Lucian. Acaso ni eso iba a recibir. Mordió su labio al punto que casi le dolió y sangró. Él nunca había querido algo, y eso no iba a serle quitado tan fácilmente. Así que Lucian podía irse preparando, él era su lobo, y nadie se lo quitaría. Quizás él y el lobo albino no podían ser amigos si lo que pensaba era realidad.-¿Aidan, ocurre algo? ¿Te sientes mejor?- Fallen pasó su mano por su cabeza acariciándola con cariño.Él asintió y se abrazó a su hermano, al menos así los síntomas de su mente se aplacaban, pero no lo suficiente. Lucian sabía que el lobo a su lado estaba hablando ma
Aidan primero había sentido malestar, mucho malestar, dolor de cabeza, demasiado para ser soportado, y después todo se volvió caliente y rojo. Ante sus ojos solo había flamas, grande y agresivas que lo aterraban. No podía dejar de temblar.Las voces en su cabeza ahora eran gritos que se entrelazaban a punto de volverlo loco, podía sentir el dolor de los demás desplazándose hacia él. Y aquel calor abrazador de que cierta forma era acogedor, a su alrededor. Otro grito brotó de su boca aguantándose la cabeza cuando apenas podía abrir los ojos.Buscó a sus hermanos, a sus padres solo para encontrar que entre las altas llamas había varios cuerpos tirados de un lado a otro, pero había algo que lo alarmó aún más. Aquel fino hilo rojo que salía de la boca de su madre. ¿Eso lo había hecho él? No, eso no podía ser, él nunca le haría daño a su familia. ¿Y sus hermanos? Ellos estaban conmocionados ¿Y su padre? Venía hacia él, a su lado y para su impresión, también su lobo.-Pa- dijo casi sollozan
El nombrado pestañeó, claro que lo ayudaría… si supiera como, lo que no era el caso. Él se encontraba igual de angustiado y frustrado al ver al pequeño cachorro sufriendo rodeado de aquellas llamas, mucho más grandes que él. Un grito agudo proveniente de precisamente Aidan hizo que todos lo miraran, estaba cada vez más encogido dentro del círculo del fuego que cada vez se hacía más fuerte. -Aidaaaan- los alfas gemelos tuvieron que aguantar por cada brazo al lobo que casi se lanzaba directo a su muerte. Asule se giró hacia Lucian con la mirada dura. -Su poder... por alguna razón, no te afecta- señaló con su palma su cuerpo, a diferencia de Dante no tenía un rasguño a pesar de que tenía su habilidad para recuperar rápidamente- Puedes detenerlo, necesita calmarse o solo empeorará- Lucian tragó en seco y entrecerró los ojos hacia Aidan, quizás era por eso, porque lo había sentido desde el inicio, porque él había dicho que él era suyo. ¿Él era su vínculo?. Dejó de pensar, no era bueno h
Lucian nunca pensó que tendría que utilizar toda su fuerza para caerle detrás a alguien. Apenas había sentido el aire nocturno en su cara se había transformado desgarrando toda su ropa a su paso. El cuerpo de un lobo tomó su lugar y tensó todos sus músculos.Pero maldición. Se suponía que estaba persiguiendo a un cachorro. ¿Qué tan rápido podía correr? Por más que moviera sus patas no podía acortar la distancia por más que hiciera el esfuerzo. El animal se fundía con la oscuridad de la noche y el espeso follaje del bosque. Su pelaje tan oscuro y brillante como el de su padre, un lobo negro, tan contados como los lobos albinos, tan hermosos que era increíble creer que existieran, destinados a la grandeza, a ser líderes. Apretó los dientes y maldijo.Corrió, corrió tanto que por primera vez en su vida pensó que sus pulmones colapsarían, jadeaba con cada paso y, aun así, el cachorro delante de él, no aminoraba la marcha, pero no era eso lo que le preocupaba. La brisa soplaba más fuerte,
Lucian no soltó el cuello del cachorro. Sabía que se había equivocado, había hecho lo único que se había prohibido. La situación se le había ido de las patas y ahora que todo se aclaraba podía analizar los hechos con la mente más fresca. Bajó su cabeza aflojando levemente el agarre dejando que el lobo quedara completamente tendido en el suelo. El sabor dulce y a la vez metálico de la sangre estaba en todo su paladar, no era desagradable, era delicioso, pero no era tiempo para pensar en ello.Los ahora suaves gemidos del cachorro llegaron a sus oídos. Los plateados ojos estaban ligeramente cerrados, pero estaba consiente. De su boca abierta salía pequeñas bocanadas de aire rápidas que hacían que el pecho de él se moviera agitado. Lucian no sabía si debía soltar todavía. El lobo se había calmado, pero no sabía hasta cuándo.-Aidan- lo llamó en su mente.Solo recibió un gemido lastimero, casi como un sollozo que le siguieron unos más. Lucian vaciló. Ya no luchaba para nada, estaba comple