Después del almuerzo, Elliot decidió mostrarle su nuevo hogar y ella sentía otro trato por parte de su esposo, así que disfrutó de su compañía.
¡Ring, Ring, Ring! Una llamada los interrumpió. Elliot se apartó a tomar la llamada y Amanda observaba el hermoso jardín de la entrada. Ella amaba la naturaleza.—Aunque no estaba en mis planes, me toca salir —le informó molesto, pues deseaba seguir conociendo a su esposa.—¿Vas a tardar mucho tiempo?—No —se acercó y después de acariciar su rostro, besó sus labios.—Entonces te esperaré en el jardín, acabo de verlo durante el día y es hermoso.—Adelante. Puedes hacer lo que sientes que te haga feliz.Después de un segundo beso, él se fue a tomar un baño y ella bajó hacia el jardín. Estaba enamorada de los girasoles y la diversidad de flores que emanaba en aquel lugar. Parecía estar en un sueño.En el momento que intentó acercarse a la inmensa fuente que estaba justo en la entrada, sintió como unas grandes manos rodearon su antebrazo y ella de inmediato impidió que se acercará tomando distancia.—¿Quién eres tú?—Eso no importa, solo debes decirme si eres Amanda.—¡Así es! ¿Pero usted quién es?—Yo soy tu futuro esposo, el hombre que le resolverá la vida económicamente a tu padre y le dará esa tranquilidad que tanto desea.—¡Eso no puede ser!Ella no podía asimilar lo que estaba sucediendo, pues acababa de contraer matrimonio con un desconocido y justo 24 horas después, cuando se estaba acostumbrando al nuevo giro inesperado que dio su vida, escuchó tal cosa.—No temas.Héctor Rinaldi: un hombre alto de unos 45 años, con aspecto fuerte, cabellos oscuros, ojos claros, su presencia y tenor de voz eran totalmente intimidantes. Él no podía apartar la mirada de aquella hermosa joven, pues robó su corazón desde que la vio y la escuchó hablar.—No sé quién es usted y no me gusta de la manera en la que me está mirando.—¡Perdón! Mi nombre es Héctor Rinaldi. Tu padre y yo quedamos en una cena para poder conocerte, pero me adelanté y creo que hice lo correcto.—¿Mi padre? —Sí. El señor Zúñiga me habló de su hermosa hija y la necesidad que tiene actualmente económica. Lo dudé por un momento, pero ahora que conozco tu hermoso rostro no queda ninguna duda y pienso cerrar nuestro acuerdo.Él se acercó a ella intentando acariciar sus manos y ella dio varios pasos en retroceso, pues aunque no entendía lo que sucedía, tampoco iba a permitir que le faltaran al respeto.—No intenté tocarme.—No tengas miedo, jamás intentaré hacerte daño.Él ordenó que llevaran a una persona desde su teléfono y en ese momento Amanda vio ingresar al jardín a su padre.Con él también llegaron los escoltas de la mansión.—¡Hija, mía!Ella lo miró y no sabía qué sentir hacia ese hombre desconocido. Él estaba lleno de prendas de oro, llevaba anillo en cada uno de sus dedos y la miraba con una sonrisa estúpida.—¡No me toques! —dio varios pasos en retroceso para evitar que su padre se acercará más.—Creo que estás enojada porque no sabes de qué trata todo esto, pero quiero que conozcas a Héctor. Él es la persona que nos va a ayudar a salir adelante.—¡Ah sí! ¿Y qué sucede con Elliot? —le preguntó mirándolo a los ojos, indignada.—¿Quién es Elliot? —escuchó a ese hombre de aspecto tenebroso preguntar.—Hija, debemos hablar —él se acercó para intentar hablar sin que Héctor los escuchara —No vuelvas a mencionar a Elliot, estoy a punto de hacer una sociedad con Héctor, que nos resolverá la vida.—¿Cuándo me volví a un objeto sin valor ante tus ojos? Te miro y no te reconozco. —Sus ojos se humedecieron.—No eres un objeto y no sabes el gran valor que tienes para mí. Ven con nosotros y hablemos sobre lo que está sucediendo.—No me puedo ir.—¿Por qué no te puedes ir? Yo soy tu padre.—Ayer en horario de la tarde fui casada con Elliot Walton.—¿Qué? ¿Cómo se atrevió a desposarte sin haber terminado nuestro acuerdo?—¡No soy un objeto padre! —ella gritó fuerte de rabia —Te equivocas si piensas que me vas a seguir vendiendo al mejor postor.—Eso no sucederá preciosa. Yo seré tu esposo y el único hombre que te tocará, seré tu dueño absoluto, tu padre y yo ya lo hemos hablado.Ella suspiró pesadamente, sintiendo una decepción desde lo más profundo de su corazón. En ese momento, la admiración, el respeto y todo lo que durante años sentía por su padre se había derrumbado.—No me iré a ningún lugar, pues creo que estoy en casa.El señor Manuel observó aquella imponente mansión y no podía dudar del gran poder que tenía el señor Walton, pero había hecho un trato con Héctor muy provechoso para él.—Lo entenderás más adelante. Vamos.—¡No quiero ir!Héctor dio un paso al frente e intentó tocar a Amanda, para hacerla entrar en razón de que acompañara a su padre. Él estaba seguro de que, después de escuchar la generosa propuesta que tenía para ella y su padre, Amanda caería rendida ante su poder.—¡No vuelvas a tocar a mi esposa! —escucharon la voz de Elliot, quien se acercaba acompañado de cuatro de sus escoltas.Amanda al verlo acercarse corrió hacia él y lo usó como protección personal.—¿Tu esposa? —lo enfrentó Héctor de inmediato. Luego se volteó quedando de frente a Manuel. —No dijiste que el negocio sería con una virgen.Elliot, miró a Manuel con desagrado, pues no podía creer lo que estaba sucediendo.—Tienen 5 minutos para que salgan de mi propiedad. Si desean comunicarse conmigo o con mi esposa lo deberán hacer mediante abogados.—Usted faltó a su palabra ¿Cuándo se casó con mi hija?—Yo no he faltado a mi palabra, fue usted quien no se presentó a la reunión.—Siendo de esa manera no tenía el derecho de tocar a mi hija, y mucho menos llevarla al altar. Mi hija es menor de edad y ahora, lo voy a demandar.Él dio la espalda quedando frente a Amanda, ella lo estaba mirando a los ojos —¿Eres una menor de edad?—No. Hace poco cumplí 20 años. —Él acarició suave su rostro y volvió a ponerse de frente hacia donde Manuel.—Lo último que le diré, es que no soy el responsable de que no se haya presentado a la reunión por estar buscando más propuestas cuando quedamos en un acuerdo, también le recuerdo que firmó un documento el cual está en poder de mi abogado. Yo no he hecho nada ilegal. —él miró su reloj —Le queda un minuto para salir de mi propiedad.—Amanda, debes venir con nosotros, yo soy tu padre y es en mí en quien debes confiar.—Haciendo tu voluntad, ayer contraje matrimonio con este hombre, y para que olvides tus negocios estúpidos. Ya no soy esa niña virginal a la cual estás vendiendo.—¿Qué ha dicho? —cuestionó Héctor en cuanto la escuchó.—Lo que has escuchado, que después de contraer matrimonio, amanecimos haciendo el amor ¿No es lo que se hace en la noche de boda?Amanda estaba confundida con todo lo que sucedió. ¿Cuándo llegó a ese punto? ¿Con quién debía permanecer? En ese momento solo siguió los latidos de su corazón y este le indicó permanecer en ese lugar, aunque pronto tomará otra decisión.—¿Cómo se atreve a faltarle el respeto a mi hija de esa manera? ¿Acaso no le enseñaron a respetar a una dama?—Creo que estás confundido cuando hablas de faltar al respeto. Yo jamás lo haría, ni con la mujer que hoy es mi esposa, ni con ninguna otra.Héctor, aunque las circunstancias no eran favorables, jamás apartó su mirada de aquella hermosa chica. Es que de solo conocerla y mirarla, se enamoró; fue amor a primera vista. En ese momento no le importaba si era virgen, casada o cualquiera que fuera su situación, él solo sabía que esa mujer le pertenecía y debía estar a su lado.Sin decir ninguna palabra y sin apartar una mirada posesiva de aquella chica, se marchó, lo hizo enojado.—Mañana pasaré por su oficina, señor Walton.—Mañana estaré ocupado señor Zúñiga. Yo le enviaré una cita para nuestra reunión.—Yo quiero estar presente y así saber cuál fue el precio.Ignorando por completo las lágrimas de su hija, se dirigió una vez más a Elliot, esta vez lo hizo de manera desafiante, pues estaba enojado por el negocio que acababa de perder.—No quiero que me hagas esperar, pues ya obtuvo lo que quería y le toca cumplir con su parte.—La reunión será lo más pronto posible, pero tengo una petición más. Jamás regresé a mi mansión sin antes anunciar su visita. No lo haga usted, ni ninguna de las personas malintencionadas con la que se está reuniendo últimamente.—Aquí está mi hija y dónde está ella, puedo estar yo como su padre.—Lo hará si ella así lo decide, pero de otra manera conocerá mi parte oscura.—Hija, sé que estás confundida por todo lo que está sucediendo, pero permíteme explicarte.—Ya no soy tan ingenua como piensas, no tienes que explicarme nada, pues ya sé todo lo que sucede.—Nunca dejes de confiar en tu padre y recuerda que desde siempre solamente hemos sido tú y yo.Ella, sin decir nada más, dio la espalda y empezó a caminar hacia el final del jardín. Cuando Manuel intentó ir detrás de ella, Elliot se lo prohibió y le indicó la salida, pues él no iba a permitir que ese hombre llenara la cabeza de Amanda con estupideces como es la que estaba acostumbrado a hacer.Manuel caminó de regreso, pero estaba algo asustado, pues no conocía la respuesta que obtendría al reunirse con Héctor.—Le puedo asegurar que no estaba al tanto de lo que estaba sucediendo con mi hija y este matrimonio.—No creo que seas tan inocente como lo explicas.Él lo miró mientras movía algunas canicas que tenía en su mano, esa era una forma de relajarse en momentos de tensión como el que había vivido minutos atrás.—No voy a negar que en mi desesperación conocí al señor Walton y él también supo de aquella página web donde estuve vendiendo la virginidad de mi hija, pero no me esperaba que después de aceptar en un momento de desesperación todo iba a suceder tan rápido.—No me importan ninguno de tus argumentos, solo deseo que traigas a tu hija a mi vida.Él abrió los ojos como platos, pues no se esperaba tal petición. Pensaba que como ya había escuchado que su hija no era virgen y estaba casada, le dejaría de interesar cualquier tipo de negocio.—Prometo que hablaré con ella y
Una noche larga para Amanda. Su esposo intentó hacer el amor nuevamente, pero se sentía con ardor en su zona íntima y eso lo impidió, así que después de dejar a Elliot en la cama durmiendo, salió al gran balcón que tenía en su habitación.Para ella no era nada fácil acostumbrarse al gran giro que acababa de dar su vida, incluso pensaba que permanecía en un sueño. Así pasó gran parte de la madrugada y cómo se durmió profundo cuando despertó, ya Elliot no estaba en la cama.—¡Buenos días, señora! —se presentó el ama de llaves con una taza de té —El señor me encargó que trajera esta infusión para usted.—¡Buenos días, Sarah, eres tan amable!—Para eso estoy en este lugar, para cumplir con lo que usted ordené. El señor me ha dejado a cargo de su salud. ¿Cómo se siente en esta mañana?Amanda se tornó sonrojada, pues no sabía cuáles eran las palabras correctas para explicar el ardor y las presentes molestias que sentía en su zona íntima a la hora de ir al baño a orinar.—Es qué, después de…
Un nuevo día los iluminó y Amanda se dirigió a visitar a Liam. En esa ocasión él la esperó con una gran sonrisa, pues ella le había prometido que juntos iban a armar un rompecabezas gigante.Ella en cuanto abrió la puerta le mostró la caja y él fue sumamente feliz. Las piezas estaban por todos lados y ambos estaban concentrados ordenando aquel difícil reto.—¡Permiso! —se presentó Sarah llevándose la sorpresa de encontrar un rostro sonriente en el pequeño Liam —¿Qué desean almorzar?Amanda la miró colocando un dedo en su barbilla y luego volteó hasta donde estaba el pequeño aún concentrado. —Hoy le toca elegir a Liam.Él reaccionó sorprendido, y al mirar a Sarah y encontrar una sonrisa se sintió en confianza —¿Puede ser pasta? —preguntó sonrojado.—Debes pedir todo el menú.Él pensó por unos minutos y luego decidió hacer su petición: —Sería genial, una pasta roja con camarones y un jugo de frutos rojos.Sarah no podía creer lo que escuchaba, pues Liam estuvo bajo sus cuidados desde mu
La noche se sentía algo pesada y Amanda sintió incomodidad después de escuchar los gritos del primer piso. Ella no quiso acercarse para saber de qué se trataba, pero sintió miedo y se quedó con Liam para hacerse compañía mutua, allí durmió muy cómoda.—¡Buenos días, señor! Pensé que vendría un poco más tarde. Ya mismo le preparó su puesto en la mesa para el desayuno.Ella se percató de que Elliot miraba en todas las direcciones como buscando a alguien.—¿Dónde está mi esposa? Acabo de regresar de nuestra habitación y ella no estaba allí.Sarah imaginó saber dónde se encontraba. —Veré si no estoy equivocada.Ella subió las escaleras y Elliot la siguió. Se sorprendió mucho al ver que se dirigía a la habitación de Liam, así que avanzó para ver lo que estaba sucediendo y al entrar encontró a Amanda peinando al pequeño mientras ambos cantaban muy felices.Sus ojos rodaron por la habitación y observó el rompecabezas que estaba casi terminado y la jarra de agua que nunca tomaba Liam estaba v
Disfrutando del sol, la arena, la playa y sus cuerpos desnudos. Amanda y Elliot recibieron un hermoso atardecer. Él realizó algunas llamadas porque había decidido quedarse en la isla hasta el día siguiente. Ese lugar en compañía de Amanda se había convertido en todo lo que estaba necesitando.—¿Nos quedaremos? —preguntó Amanda contemplando el hermoso atardecer.—Así es. Aquí tenemos comida suficiente para pasar la noche contemplando este hermoso lugar.—Me ha gustado mucho—Que estés presente lo convierte en mágico, insisto que tu compañía me regala la paz que yo mismo no sabía que estaba necesitando.—¿Eso es un sentimiento? —preguntó con ingenuidad.Él suspiró y la miró a los ojos —Los sentimientos son algo locos y pueden confundirnos con gran facilidad.—¿Es malo tener sentimientos? ¿Eso dices?Él la abrazó y la acercó a su pecho con mucho amor —Me encanta que vivas en tu burbuja, allí nada te podrá hacer daño.—¿Eso quiere decir que mientras esté en mi burbuja no puedo tener senti
Nada puede ser para siempre, aunque así lo deseemos. Amanda y Elliot estaban de regreso y solo una hora después tuvieron que separarse y regresar a sus vidas cotidianas. Quien más lo lamentó fue Elliot, pues la tranquilidad y el placer que sentía en aquella isla eran más que un sueño.—¡Hola, Sarah! —Amanda se presentó en la cocina con una estrella de mar y unos caracoles que recolectó para llevar a casa.—¡Hola, joven! Por la enorme sonrisa que muestran sus labios puedo suponer que ha disfrutado bastante de su paseo.Como niña pequeña, Amanda le contó a Sarah de su aventura en el mar y la belleza del firmamento. En cada palabra se podía ver expresada su inmensa felicidad.—Ahora iré a contarle a Liam y a mostrarle las hermosas fotos que he tomado para él.—Eso no será posible, joven —la detuvo Sarah y hasta ese momento se percató de que había regresado María.—¡Bienvenida de regreso, señora! —saludó María de una manera forzada —. El niño ya tomó su medicamento y está durmiendo. Le in
Ana regresó a la mesa con tristeza marcada, pues ese se había convertido en el día más feliz y más triste al mismo tiempo. Ver a su hija la hizo recordar su doloroso pasado.—¿Te sucede algo amor? —ella negó y el apuesto caballero tomó su mentón y mirándola a los ojos se dirigió a ella. —Ana, te conozco bien y sé que ha sucedido algo.—Recuerdas a mi hija, la niña y la historia que te conté.Él miró alrededor buscando un rostro parecido y fue cuándo observó a Amanda salir de la mano del importante y respetado CEO. —¿Es ella, cierto? —Ana asintió.—¿Cómo lo supiste? —Es que heredó tu belleza y disciplina, eso lo puedo percibir con cada paso que dio esa joven al dirigirse a la salida.—Ella me odia —apretó la mano del caballero e hizo un gran esfuerzo para no derrumbarse en ese lugar y dejar una mala impresión.—Si también heredó la belleza que posees en tu corazón, no creo que eso sea cierto.—No quiso que me acercará, es que, es que ni siquiera me miró a los ojos. Me duele, Leo.—No
Manuel llegaba a su casa del casino y cuando estaba entrando se percató de que se estaba acercando un lujoso auto y enseguida se dio la vuelta sospechando que se trataba del jefe.Él estaba en lo correcto, ya que aquel auto se detuvo justo frente a su casa.—¿Hasta cuándo me tendrás esperando? ¿Acaso ya no te interesa la oferta que te he propuesto?Manuel intentó acercarse y los escoltas del temido mafioso lo revisaron por completo antes de que pensara en avanzar el segundo paso.—Esta limpió —informó su hombre de confianza y entonces él se acercó al vehículo blindado y llenó de escoltas.—Le dejaré un mensaje con una invitación para que venga a casa y así poder hablar con ella sin interrupciones.—¿También estaré invitado? —expresó imaginando su tierno e interesante rostro. No había ese momento en que pensara en esos hermosos ojos azules sin que provocará una sonrisa y un suspiro largo.—Lo mejor es que hablé con ella en privado y así poder recuperar su confianza. Como pudiste ver, e