Una sonrisa brillante

Un nuevo día los iluminó y Amanda se dirigió a visitar a Liam. En esa ocasión él la esperó con una gran sonrisa, pues ella le había prometido que juntos iban a armar un rompecabezas gigante.

Ella en cuanto abrió la puerta le mostró la caja y él fue sumamente feliz. Las piezas estaban por todos lados y ambos estaban concentrados ordenando aquel difícil reto.

—¡Permiso! —se presentó Sarah llevándose la sorpresa de encontrar un rostro sonriente en el pequeño Liam —¿Qué desean almorzar?

Amanda la miró colocando un dedo en su barbilla y luego volteó hasta donde estaba el pequeño aún concentrado. —Hoy le toca elegir a Liam.

Él reaccionó sorprendido, y al mirar a Sarah y encontrar una sonrisa se sintió en confianza —¿Puede ser pasta? —preguntó sonrojado.

—Debes pedir todo el menú.

Él pensó por unos minutos y luego decidió hacer su petición: —Sería genial, una pasta roja con camarones y un jugo de frutos rojos.

Sarah no podía creer lo que escuchaba, pues Liam estuvo bajo sus cuidados desde muy pequeño y jamás se había portado tan comunicativo. Ella lo miró con amor mientras seguía peleando con aquellas piezas para formar el rompecabezas.

—Veo que te gustan las pastas —se dirigió a él Amanda —él asintió.

—¿Qué te gusta a ti?

—Me gustan las pizzas, hamburguesas y ensaladas. También amo los postres.

—Todo lo que mencionas es muy delicioso. Me gustan las sopas y verduras, pero creo que he comido suficiente —todos rieron.

—¿Sí? Esto me da una idea ¿Qué tal si hacemos un menú exclusivo para nosotros y comemos todo lo que ya te he mencionado?

—¡Siii! —respondió con gran alegría.

—Pues lo haremos de la siguiente manera. El primero en quedarse sin pieza para el rompecabezas puede elegir el menú de la cena.

Amanda hacía lo posible por regalarle una sonrisa al pequeño niño. Ella no conocía su historia, pero sí tenía la necesidad de devolverle la sonrisa y mantenerlo jugando como el niño pequeño que era.

Almorzaron en la habitación de Liam y luego continuaron armando el rompecabezas. Amanda no podía creer lo inteligente que era el niño y cómo se podía desenvolver para poner cada pieza en su lugar.

—Hora del baño —le informó Sarah y en ese instante le entregó el teléfono a Amanda, ya que Elliot deseaba hablar con ella.

—¡Hola!

—Pensé que al marcharme me extrañarías y me enviarías un mensaje de texto.

Ella de solo escucharlo se sonrojó —Lo pensé, pero recordé que estarías ocupado y sentí pena por molestarte.

—Recibir un mensaje bonito aunque esté ocupado me alegraría el alma.

—Ahora sé que puedo hacerlo.

—¿Cómo te sientes?

—Muy bien.

—Mañana estaré de regreso y quiero que salgamos a dar un paseo ¿Te parece bien?

—Sí.

—¿Ya has visto la ciudad desde un helicóptero?

—No. Jamás me he acercado a uno.

—Entonces quiero que estés preparada para la aventura.

Ella se veía muy feliz durante la llamada, pues Elliot, con el buen trato, había ganado su confianza. La llamada no fue muy larga, pero Amanda quedó ansiosa por la invitación.

Ella volvió al rompecabezas mientras a su mente llegaron recuerdos de lo guapo que era Elliot y fue cuando se asomó una sonrisa.

—¿Estás recordando algo muy interesante que tienes una sonrisa en tu rostro? —se dirigió a ella Sarah cuando regresó con Liam después del baño.

—Trataba de recordar el rostro de Elliot y mi mente lo reflejó tal como es. Así guapo, serio y seductor…

Ella dejó escapar esas palabras y luego se avergonzó. Eso Sarah lo pudo notar de inmediato.

—Siempre ha sido muy serio y guapo…

—¡Qué tonta soy!

—¿Por qué te sientes así? Es normal que la persona que duerme contigo despierte sentimientos en ti.

—No. No puedo tener ningún sentimiento. Yo no sé lo que va a suceder conmigo más adelante.

—Nadie tiene ese poder hija. Tú solo deja fluir tus sentimientos.

Amanda no sabía lo que sentía y aunque extrañaba a su esposo y deseaba que regresará a hacerle compañía, sentía que todo transcurría muy deprisa y eso la hacía sentir miedo.

—¿Ya te cansaste de armar el rompecabezas?

Escuchó la voz tierna del pequeño y de inmediato regresó para acompañarlo.

Mientras Sarah regresó a la cocina y se encontró con Helen (exesposa de Elliot y madre de Liam).

—¿Te quedarás allí parada? Ven a recibirme.

—¡Buenas tardes! ¿Qué desea la señora? ¿A qué debemos el honor de su visita?

—No tienes que ser sarcástica Sarah ¿Dónde está Elliot? Quiero tratar un asunto muy importante con él.

—El señor está en un viaje de negocios, así que no podrá ser posible.

Con intención de subir las escaleras, dio algunos pasos, pero Sarah se colocó frente a ella para impedir su ingreso.

—¡Sal de mi camino!

—El señor fue muy claro cuando impidió su acceso a este lugar, así que no la puedo dejar pasar.

—Acabas de decir que él no se encuentra en el país, así que quien me está negando el acceso a este lugar ahora eres tú.

—Si ya sabes que él no se encuentra en el país, que deseas ir a buscar al segundo nivel.

—Quería encontrarme con la chiquilla esa con la que se casó, tengo algunas cosas que decirle de frente.

—Pensé que quería saber de su hijo. Él es la responsabilidad a la que deberías estar pendiente.

—No te metas en lo que no te importa. Ese niño no me pertenece y por si no lo sabías, Elliot es quien tiene su custodia completa. Te prohíbo que lo vuelvas a mencionar.

—Una custodia es solo un papel. Usted es un ser sin corazón.

Ella hizo gestos de desagrado e intentó mover a Sarah para subir las escaleras. Pero Sarah sabía que Amanda se encontraba con Liam y que el pequeño le tenía miedo, así que no le permitió llegar hasta ellos.

—Ayuda. Esta mujer no puede ingresar a este lugar.

Helen se sintió descubierta y actuó por impulso, así que le dio una bofetada a Sarah.

—Eres una irrespetuosa ¿Cómo te atreves a hacerme esto?

—¡Sáquenla de aquí y que no vuelva a entrar! —les ordenó Sarah acariciando su rostro por el golpe recibido.

—No te creas la dueña de la casa. Aquí solo eres la sirvienta lambiscona del jefe, eso nunca te aumentará la categoría.

—Soy una sirvienta, pero sin rabo que me aplasten tratando de aparentar a quien no soy.

Ella se acercó con intención de volver a golpear a Sarah, pero esa vez ella no lo permitió y le sostuvo su brazo con fuerza mientras le lanzó una advertencia.

—¡Suéltame m*****a!

—Jamás intenté golpearme o conocerá mi parte oscura. Saqué de su mente que debo acatar sus órdenes porque no es así, ya que tengo una nueva jefa y es todo lo contrario al monstruo sin alma que tengo enfrente.

—Haces esto porque Elliot no está.

Sarah no le respondió, solo le dio la espalda y se marchó a la cocina. Allí lloró y llamó a su jefe para contarle lo ocurrido y pedirle disculpas por ofender a Helen.

—¿Cómo se atrevió a golpearte? ¿Acaso esa mujer se ha enloquecido?

—Llegó gritando y con intención de molestar a la señora Amanda, pero como no se lo permití me golpeó y no tuve otra opción que ponerla en su lugar. Le pido disculpas, pero no pensaba permitir que hiciera un escándalo.

—Aquí quién debe una disculpa es esa mujer ¿Cómo se atreve a llegar a mi casa haciendo escándalo y golpeando a las personas? ¿Quién se cree que es?

—Volví a restringir su ingreso, pues me repitió en varias ocasiones que había venido a decirle unas cuantas cosas a la niñita esa, con quien usted había contraído matrimonio.

—¡Que no se atreva a acercarse a mi esposa!

—Por eso lo impediría siempre. Amanda es muy tierna e inocente, jamás permitiría que esa mujer con su corazón podrido le hiciera daño.

—Lo hiciste muy bien, no debes preocuparte, es parte de tu trabajo mantener la tranquilidad en mi casa y más si estoy fuera.

Ella le contó el gran avance que había observado en Liam en ese día, le contó sobre su sonrisa brillante y su deseo de comer pasta de camarones. Eso lo llenó de satisfacción después del malhumor que provocó la visita de Helen.

—Esa mujer jamás se debe de acercar a Liam, pues todo lo que ha avanzado se puede retrasar con solo mirarla.

—No se lo pienso permitir.

—Mi vuelo sale en la madrugada y antes del mediodía estaré de regreso en casa, así que puedes estar tranquila, que cuando esté de regreso la llamaré y la pondré en su lugar.

Sarah, como siempre, llamaba a su jefe, y le contaba todo lo que sucedía, pues sintió miedo al enfrentar a la señora Helen y faltarle al respeto, pero se encontró con el apoyo de su jefe, como era costumbre.

Él estaba feliz con el buen trabajo que desempeñaba y por esa razón era su persona de confianza.

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