Por las malas

—¡Desgraciada!

Al terminar la llamada Helen quedó más histérica y enojada que nunca. En su mente hacía culpable a Amanda y sintió que había llegado el momento de sacarla del medio y tomar el lugar que desde siempre le había pertenecido.

Sin pensarlo más fue por sus cosas, pero en el proceso María se percató de su mirada desenfrenada y no pudo resistir y se dirigió a ella.

—¿Está usted bien, señora?

—¡Noooooo! Nada está bien. —gritó como loca —¿Cómo puedes preguntar esa estupidez? ¿Me veo bien? Una intrusa se ha quedado con todo lo que es mío, pero ya no más. Hasta hoy le ha llegado la dicha a la maldita perra.

—Señora, pensé que estos meses en tranquilidad habían servido para hacerla reaccionar.

—¿Le llama tranquilidad a esto? Esto es un estorbo de una fatídica noche.

Helen había enloquecido más, ya que se empezaba a notar su embarazo y aunque tomó pastillas para interrumpirlo, no había pasado nada.

—¡Señora…!

Ella no la quiso escuchar y con mal humor evidente se marchó. Parecía que e
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