Ana regresó a la mesa con tristeza marcada, pues ese se había convertido en el día más feliz y más triste al mismo tiempo. Ver a su hija la hizo recordar su doloroso pasado.—¿Te sucede algo amor? —ella negó y el apuesto caballero tomó su mentón y mirándola a los ojos se dirigió a ella. —Ana, te conozco bien y sé que ha sucedido algo.—Recuerdas a mi hija, la niña y la historia que te conté.Él miró alrededor buscando un rostro parecido y fue cuándo observó a Amanda salir de la mano del importante y respetado CEO. —¿Es ella, cierto? —Ana asintió.—¿Cómo lo supiste? —Es que heredó tu belleza y disciplina, eso lo puedo percibir con cada paso que dio esa joven al dirigirse a la salida.—Ella me odia —apretó la mano del caballero e hizo un gran esfuerzo para no derrumbarse en ese lugar y dejar una mala impresión.—Si también heredó la belleza que posees en tu corazón, no creo que eso sea cierto.—No quiso que me acercará, es que, es que ni siquiera me miró a los ojos. Me duele, Leo.—No
Manuel llegaba a su casa del casino y cuando estaba entrando se percató de que se estaba acercando un lujoso auto y enseguida se dio la vuelta sospechando que se trataba del jefe.Él estaba en lo correcto, ya que aquel auto se detuvo justo frente a su casa.—¿Hasta cuándo me tendrás esperando? ¿Acaso ya no te interesa la oferta que te he propuesto?Manuel intentó acercarse y los escoltas del temido mafioso lo revisaron por completo antes de que pensara en avanzar el segundo paso.—Esta limpió —informó su hombre de confianza y entonces él se acercó al vehículo blindado y llenó de escoltas.—Le dejaré un mensaje con una invitación para que venga a casa y así poder hablar con ella sin interrupciones.—¿También estaré invitado? —expresó imaginando su tierno e interesante rostro. No había ese momento en que pensara en esos hermosos ojos azules sin que provocará una sonrisa y un suspiro largo.—Lo mejor es que hablé con ella en privado y así poder recuperar su confianza. Como pudiste ver, e
Al abrir sus ojos sabía lo que tenía que hacer y no quería seguir pensando. Así que tomó su celular y en cuanto escuchó la voz de su padre iniciaron las preguntas.—Solo deseo que me respondas con la verdad ¿Te importa mi felicidad?—¡Hija mía! No imaginas el deseo tan inmenso de querer escuchar tu voz que sentía ¿Cómo estás?—Estoy muy bien, pero te acabo de hacer una pregunta y espero respuesta.—Siempre me ha importado tu felicidad y todo de ti, pero como sabes, las personas tendemos a cometer errores ¿No me dejarás de amar y respetar por eso? ¿O sí?Amanda sintió un espacio de esperanza. Ella no sabía lo mucho que estaba necesitando esas palabras, y escucharla le llenaron el hueco que tenía vacío y le quitaban el sueño.—Me sentía sola y triste pensando que ya no era de esa manera, no sabes cuánto me alegra escucharte.—Tengo deseos de darte un abrazo fuerte, hija mía.—Nos podemos sentar en el jardín y hablar un poco ¿Vienes?—No. Yo me he arrepentido de haber hecho que te cases
Ese mismo día en la mañana Elliot pasó más de mediodía en una reunión, estaba exhausto y no podía concentrarse bien, pues solo quería regresar a casa y disfrutar de su tierna esposa.En ese momento no podía, pero se conformaba con solo escuchar su voz, así que sin perder tiempo tomó el celular para llamarla.—Señor Walton, permiso. Afuera hay alguien que desea verlo y aunque intentamos persuadir, ella insiste en reunirse con usted y ha formado un gran escándalo.Él lentamente fue sacando el celular de su rostro al escuchar lo que había dicho su secretaria. —¿Quién se atreve a venir con escándalos a este lugar?—Se trata de su exesposa, señor. Ella está haciendo un escándalo gritando como loca y agrediendo a los de seguridad.Cómo al entrar dejó la puerta abierta, Elliot pudo escuchar el gran alboroto que Helen tenía en los pasillos de presidencia.—Dile que pase —le ordenó con rostro evidente de enojo.En seguida aquella mujer se retocó el maquillaje y empezó a caminar en dirección a
Ya reunidos intercambiaron ideas y trataron de iniciar un plan para entender todo el enredo que rodeaba a Elía, pero Elliot no tenía cabeza para nada.—No estoy pensando y estando de esta manera no soy para nada rentable.—¡Esto es importante, Elliot!—Lo sé —respondió junto a un gran bostezo —Es solo que estoy cansado y así no pienso con claridad.—No mientas, deseas regresar a casa y mantenerte todo el tiempo en la cama con tu nueva esposa.—¿Con eso le hago daño a alguien?—Llevo varios días pensando en si decirte o no hacerlo, pero soy tu amigo y la persona que siempre te dice las cosas aunque resulte reprochado.—¡Se viene sermón!—Elliot, te veo y me asustas. Llevas 25 días de casado y ya traes cara de bobo.—¿Ya se me nota? —preguntó de la forma más normal posible, pues no le importaba que todo el mundo supiera lo que estaba sintiendo en ese momento.—¡Es muy pronto amigo!—¿Qué te preocupa?—¡Todo! Te aseguro que ese matrimonio se llevó a cabo porque yo estaba fuera del país,
Pasaron dos meses en tranquilidad. En ese tiempo Amanda empezó a tomar responsabilidades y con su inteligencia inició a llevar las finanzas y casos legales de la empresa. Su esposo le delegó el trabajo, ella hacía la mayor parte desde casa y los lunes y viernes se presentaba en la empresa.Era lunes y ella se encontraba en finanzas organizando y autorizando pagos, cheques y despacho de mercancía, cuando se abrió la puerta de su oficina sin primero tocar.—¡Aquí tenemos a la escuincla babosa que juega a ser la esposa de mi esposo!Amanda desde su escritorio solo observó a esa irreverente mujer. —No hay tal juego.—¡Ah, no! ¿Por qué no proclaman su amor a los vientos como Elliot está acostumbrado?—Una relación es de dos.—¡Escúchame bien estúpida! Aunque pienses que él te ama, te puedo asegurar lo contrario. Yo soy su único amor, así que espero que muy rápido tu padre te venda al viejo verde ese, le devuelva el dinero a mi Elliot y que seamos la hermosa familia que siempre hemos sido.
—¡Buenos días!Héctor enseguida clavó sus ojos en aquella interesante mujer, pues Helen vestía de manera sexy y provocativa en toda ocasión, haciendo que la mirada de los hombres siempre aterrizaran en su extravagante escotes.—Hola ¿Te conozco?—No, pero llegó el momento de hacerlo —ella le tendió la mano para saludarlo y de inmediato los escoltas se acercaron.—Tranquilos. La señorita no se ve tan peligrosa. Él los detuvo colocando su mano enfrente, haciendo que volvieran a sus puestos. Ella lo miró maravillada, pues se veía imponente y dominante.—Peligrosa no, decidía y caprichosa sí.Él la observó coquetear, algo muy común en las mujeres que lo rodeaban, por eso su interés hacia Amanda era firme, pues ella se había convertido en un reto. Mirándola a los ojos se dirigió a ella.—¿Y qué desea esa chica peligrosa y caprichosa de mí?—Estoy aquí porque tenemos algo en común, algo que ambos deseamos que suceda.—¡Ah, si! ¿De qué se trata?—De terminar el matrimonio de Elliot Walton.
De regreso a casa Amanda tenía su rostro cabizbajo y esto le había afectado profundamente a su esposo, pues para él era más que un deleite verla sonreír.—¡Lo siento! Siento que por mi culpa hayas pasado un mal momento en el día de hoy.Los ojos de su esposo le reflejaban tanta sinceridad y ternura, que ella sentía que debía ser sincera y hablarle con la verdad en todo momento. Fue cuando decidió contarle todo lo que sucedió desde su llegada a la empresa hasta que él la rescató cuando terminó su reunión.—No voy a permitir que ese hombre aunque sea un mafioso o el mismo demonio, siga poniendo su mirada asquerosa en mi esposa.Él estaba muy enojado e indignado, pues Amanda le contó lo acorralada y aterrada que estuvo en aquel lugar, pero ver su enojo provocó que ella sintiera miedo a futuras malas reacciones y problemas, así que intentó calmarlo.—En ningún momento me tocó, siento que el culpable de todo esto es mi padre, solo él.—Ya he hablado con él y a mi regreso de Madrid tendremo