Dalana.—¡Dalana! —gritó Ximena en cuanto llegué al enorme comedor que tenían con sus cubiertos, platos y una comida que se veía muy deliciosa desde mi posición.Paul camino hasta una de las sillas y cuando pensé que esa silla era para él resulto todo lo contrario ya que la abrió y me mostró una sonrisa que de igual manera le devolví.—Muchas gracias —dije como muestra de agradecimiento.—Quiero sentarme alado de Dalana —soltó Ximena y Paul abrió la silla a mi lado para ella.En la mesa nos encontrábamos todos los que por ahora conocía de este pent-house; como era la señora Vel la cual era la encargada de la cocina, el señor Rot el que era el jardinero y David el chofer y no olvidemos a Paul y Ximena.—Cariño… —habló Paul llamando la atención de Ximena. —Recuerda que antes de comer damos las gracias.Ella asintió y unió sus manitas, cerró sus ojos así que copie la acción y en menos de unos segundos escuche la voz de Paul iniciando la oración.Se me hacía algo extraño ya que nunca en m
Paul.—El abrigo que llevas puesto era de ella, su favorito, por cierto —solté eso que llevaba desde hace minutos dentro de mí.Pude ver cuando Dalana se giró hacia a mí y luego observo el abrigo que llevaba con ella. No esperaba que pensara que con que ella llevara el abrigo era solo para recordar a mi esposa sino más bien se me hizo una chica tan humilde que no dude en prestárselo y eso que aquella prenda era muy especial para mí, ni siquiera Jessica la había usado.—Oh... yo no sé qué decir...—No tienes que decir nada —respondí. —Solo quería decírtelo para no martillarme la cabeza pensando de más.Dalana asintió y mantuvo su mirada en las personas que estaban frente a nosotros, ya podía sentir que la había asustado con lo que acababa de decirle, pero lo cierto era que necesitaba sacarlo.—Iré a buscar a Ximena que no logro verla desde aquí —dijo y con eso confirmé que la había asustado.Solté un largo suspiro y pasé ambas de mis manos por mi cabello de modo que lo peiné hacia atrá
Dalana.Dicen que el tiempo cura todo, pero ahora estaba más convencida de que eso no era cierto al ver como aquel hombre frente a mí que su primera impresión fue parecer frío, pero ahora podía decir que no lo era. Tenía un pasado horrible con el cual aún luchaba por salir adelante y él cual su único rayo de luz era aquella pequeña de seis años, no podía imaginar como pude sentirse al perder a su gran amor, a la madre de su hija, pero conocía muy bien el sentimiento de perder a alguien que amabas con tu vida y por esa razón me ofrecí en escucharlo cuando él lo necesitara porque eso era lo que él estaba pidiendo a gritos.—Muchas gracias Dalana —respondió y alejó su brazo de mi mano en un gesto muy brusco que solo me hizo pensar en sí había hecho algo malo. —¿Que tal el batido? —preguntó cambiando de tema.Me caracterizaba una chica que trataba como me trataban, no dejaba que nadie me fuera con rodeos o que implementara cosas en mí que no eran así que accedí a lo que sea que le estaba
Dalana.Hoy oficialmente iniciaba mi trabajo en este enorme pent-house y como era de esperarse estaba nerviosa y ni yo misma entendía por qué ya que mi trabajo no requería nada del otro mundo o eso era lo que pensaba.Me levanté a las siete de la mañana y tomé la ropa que creí que sería más cómoda para la ocasión, me topé con la señora Vel en la cocina y me regaló una sonrisa que de igual manera le devolví.—Buenos días —dijo en mi dirección.—Buenos días para usted también.—¿Vas a desayunar o solo quieres café? —preguntó.—Solo desayuno, gracias.Ella asintió y se dispuso en preparar el desayuno mientras que yo tomé lugar en una de las sillas de la cocina en espera de este para así empezar con mis labores del día de hoy.
Paul White no ha tenido la vida fácil desde que su primer y gran amor murió al dar a luz a su primogénita. Él se ha convertido en un ser sin luz donde todo ha resultado ser una gran oscuridad, su madre cree que aquella pequeña de cinco años lo mantiene a flote, pero él lucha por ser todo para ella.Tiene un buen trabajo, a veces es un buen padre, pero en aquel pent-house no duran aquellas mujeres que dedican su vida a mantener en orden los utensilios del hogar. Cada semana entra una nueva ama de casa ya que todas rompen aquellas tres reglas que Paul pide desde el inicio.Nada de meterse en sus asuntos.No encariñarse con él.Nada de atracción, sexo o algún vínculo que pueda resultar incómodo entre ambos.Pero un buen día las cosas empiezan a cambiar cuando Paul es el primero en romper las reglas con la llegada de aquella chica desde Texas llamada Dalana.
Paul.—¡Le he dicho que tomé sus cosas y se vaya! —grité logrando llamar la atención de Ximena quien se encontraba en su habitación.Los ojos de Marcel, quien era la ama de casa de esta semana estaban sobre los míos y a cada segundo que pasaba podía ver como se llenaban de lágrimas.—Pero señor…Cualquiera en estos momentos diría que era el hombre más malvado del mundo por despedir a la tercera chica en esta semana, pero lo que no sabían era por qué lo estaba haciendo.—Papi —Ximena salió de su habitación y llegó hasta el pasillo en donde me encontraba con Marcel.—Ve a habitación muñeca.Sus hermosos ojos verdes dieron a Marcel quien ya estaba llorando y luego a los míos y sin decir nada dio media vuelta y camino hacia su habitación.—Pido una disculpa Señor White, yo...—Por favor, Marcel, no lo hagas más difícil —la interrumpí.Llevé una de mis manos a mi nuca, solté un largo suspiro y decidí caminar hacia las escaleras para ir a la planta baja y como no, al pie de la escalera ya s
Paul.Era el día siguiente y tenía que decir que una parte de mí estaba ansiosa por aquella dichosa entrevista a la chica de hoy. Nunca me pasaba esto, pero tan solo releer el correo de esa chica la noche de ayer una y otra vez me recordaba que debía de imponer en la mañana de hoy para no quedar como un tonto frente a esa chica.Bajé las escaleras y lo primero que me encontré en la enorme sala del pent-house fue a mi pequeña jugando con sus muñecas.—Buenos días princesa —dije en su dirección.Sus maravillosos ojos verdes claramente heredados de su madre dieron a los míos y luego mostró una sonrisa, aunque no con sus dientes lo cual me decía que me estaba saludando por cortesía y no porque quería.—Buenos días, señor Paul —agregó la señora Vel desde la cocina. —¿Gusta una taza de café?—Sí por favor —respondí. —Estaré en mi oficina, una chica llegara a las nueve para la entrevista dirígela a mi oficina en cuanto llegué.La señora Vel asintió y se dispuso en preparar mi taza de café co
Dalana.Me caracterizaba una mujer fuerte, valiente y con mucha autoestima cuando se trataba de esas ofertas de trabajo por internet ya que siempre escuchaba que algunas chicas no querían asistir a las entrevistas porque no se sentían seguras de sí mismas, siempre tenían en mente que no obtendrían el trabajo por falta de belleza, educación o cualquiera de estas costumbres que hoy en día nosotros mismos nos hacíamos.Cuando llegué al pent-house de Paul creí que me toparía con un ogro con ganas de aniquilar a cualquiera por la frialdad de su correo, pero fue todo lo contrario ya que al escuchar su voz, su precisión e inclusive lo poco que me contó sobre su esposa me hizo sentir que estaba hablando con un buen hombre y no con alguien con un poder abusador.No podía negar que aquel hombre frente a mí era un Adonis o inclusive podía decir cualquier otro apodo espectacular para describir a este hombre porque era extremadamente guapo y no era que nunca había visto un hombre como él, pero par