CAPÍTULO 3.

Dalana.

Me caracterizaba una mujer fuerte, valiente y con mucha autoestima cuando se trataba de esas ofertas de trabajo por internet ya que siempre escuchaba que algunas chicas no querían asistir a las entrevistas porque no se sentían seguras de sí mismas, siempre tenían en mente que no obtendrían el trabajo por falta de belleza, educación o cualquiera de estas costumbres que hoy en día nosotros mismos nos hacíamos.

Cuando llegué al pent-house de Paul creí que me toparía con un ogro con ganas de aniquilar a cualquiera por la frialdad de su correo, pero fue todo lo contrario ya que al escuchar su voz, su precisión e inclusive lo poco que me contó sobre su esposa me hizo sentir que estaba hablando con un buen hombre y no con alguien con un poder abusador.

No podía negar que aquel hombre frente a mí era un Adonis o inclusive podía decir cualquier otro apodo espectacular para describir a este hombre porque era extremadamente guapo y no era que nunca había visto un hombre como él, pero para empezar tenía unos ojos verdes que irradiaban luz cada vez que sonreía, una perfecta dentadura, un cabello rubio peinado hacia atrás y una piel neutra que podía decir que si no usaba protector solar al ir a la playa terminaba del color de un camarón. Este hombre era el sueño de cualquier mujer hasta ahora por su físico ya que no lo conocía del todo al cien por ciento y ni siquiera tenía idea si me diese el trabajo.

Reglas.

Esas tres reglas que dejo en claro era lo que necesitaba para terminar de cortar la extraña vibra que había en el lugar después de hablar de su difunta esposa y de mi madre, inclusive pensé que las reglas se trataban de una broma y así que ambos riéramos, pero al ver que su rostro seguía serio y él continuaba mencionando sus tres extrañas reglas supe que era enserio así que tuve que mostrarme lo más serena posible para no reírme en su cara.

—¿Me podrías explicar porque hay reglas? —pregunté.

—Tu solo no las rompas y te ira bien.

—¿Eso quiere decir que tengo el trabajo?

Asintió y yo no pude evitar sonreír.

Por primera vez podía decir que una entrevista de trabajo había durado tan poco y había obtenido el trabajo, estaba feliz conmigo misma porque me habría propuesto conseguir el trabajo por mi madre y lo había logrado.

—Gracias, muchas gracias.

—Antes de que sigas agradeciéndome tengo que decirte algunas cosas sobre el trabajo y tu decidirás si lo quieres —soltó.

—Claro, dime.

—Para empezar, quiero que me hables de usted, todos los empleados del pent-house lo hacen a excepción de la señora Vel la cual conozco por mi exesposa así que quiero que tú lo hagas.

Eleve mis cejas y asentí ya que no quería darle algún motivo para que me despidiera sin haber empezado a trabajar aparte de que estaba impaciente por escuchar que más tenía para decirme.

—Necesito que vengas a vivir al pent-house, tendrás una habitación la cual podrás decorar como gustes.

—¿Por qué tengo que mudarme? Puedo venir temprano y regresar a mi departamento y...

—Porque así será todo más fácil para ti e incluso rápido para mí, no tendrás que preocuparte por comida, alojamiento o...

—¿Qué haré con mi gato? —pregunté.

—Puedes traerlo, Ximena estará feliz de tener a un animal cerca.

—¿Ximena es tu hija?

Él asintió.

Esta era otra parte que todavía no me creía ya que el hombre frente a mi parecía joven y de tan solo pensar en que tenía una hija solo me dejaba analizando en una edad ocurrente para él y la pequeña.

—¿Puedo hacerte una pregunta un tanto personal? —fue lo primero que salió de mis labios sin siquiera darme cuenta, incluso pensé que Paul iba a molestarse y decirme que no, pero él asintió dándome libertad —¿Cuántos años tienes?

—Treinta y uno.

Abrí un poco mis ojos ante su respuesta porque no aparentaba la edad que acaba de decirme y ya quería saber la edad de la pequeña, pero eso lo descubriría con el tiempo o quizás por mí misma.

—Vaya, pareces más joven —agregué.

—Pues gracias, es un gran halago.

Asentí, Paul pasó una de sus manos por su cabello rubio peinándolo más hacia atrás y luego abrió el portafolio que le había entregado hace minutos, examinó una hoja y luego sus ojos dieron a los míos.

—Tú tienes veintiocho, te creía de menos edad.

Solté una risita y asentí. Esto era algo que me lo decían a diario e inclusive hace tres días no me querían dejar entrar a una discoteca creyendo que era una chica sin identificación.

—Puedo decir que la vida nos ha tratado bien y por eso parecemos más jóvenes que las personas de nuestra edad.

—Exactamente.

—¿Ya no tienes más nada que decirme sobre el trabajo? Porque si es así lo acepto y...

—Cuando dije que no me llamarás por mi nombre también quiero decir que me hables con respeto y sobre todo de usted.

Nuevamente quise reírme, pero tuve que tragarme la risa para no joder mi número trabajo. En definitiva, el hombre frente a mí estaba un poco loco con eso y sus reglas, mandatos y deseos.

—No lo volveré a hacer señor —respondí sin dejar de mirar a sus ojos e inclusive lo reté con la mirada porque esto para mí era una estupidez.

—Te pagare por semana, todos los viernes y ya que es primera vez que trabajarás de esto escoge tu salario —soltó. —Un salario justo para todo lo que harás, no esperes ser millonaria a costilla mía.

Negué con la cabeza y empecé a armar un croquis en mi cerebro sobre un buen salario o inclusive como podía pedir mi salario. No sabía si en base a horas, por el trabajo que tenía que hacer o inclusive tiempo final.

—Eso lo dejare en sus manos ya que no tengo idea.

Paul se levantó de su silla llamando mi atención e incluso creí que se había molestado conmigo, pero al ver que me indicó que hiciera lo mismo y ambos caminamos hasta la puerta para así salir de la oficina me tranquilicé un poco.

—Te presentare a los demás trabajadores de la casa y a Ximena —añadió indicándome que saliera primero y eso hice —Mi hija estará feliz de tenerte aquí ya que siempre logra una buena amistad con las chicas de servicio.

—Está bien.

Caminamos por un corto pasillo y llegamos a la enorme sala la cual estaba vacía y luego seguimos a la cocina en donde la señora de hace minutos y el café estaba preparando un spaghetti que se veían de pecado.

—Señora Vel, le presento a Dalana Petsh la nueva ama de casa —dijo Paul en dirección a la señora de cabello rubio que técnicamente llevaba algunas canas con ella.

La señora dirigió su mirada a mi con una sonrisa y me tendió su mano la cual tomé y me presenté aunque Paul ya lo había hecho.

—Bienvenida —dijo la señora y le di las gracias.

El sonido del ascensor siendo abierto se hizo presente y al voltearme me tope con un señor de unos sesenta años como mucho de ascendencia china y a su lado un hombre unos años más joven de piel oscura.

—Él es el señor Rot Yin, es el jardinero de mi pent-house —dijo Paul señalándome al señor de más edad.

El señor asintió dándome la mano y luego Paul me señalo al otro chico.

—Y él es David, mi chofer y tuyo por ahora.

—Dalana —dije presentándome y el hombre asintió.

—Ella es Dalana y será la nueva ama de casa hasta que…

Unas pisadas se hicieron presente en las escaleras y en cuanto me volteé me topé con una niña rubia de unos cuatro años, se encontraba con un pijama de unicornio y llevaba un peluche en sus manos, dirigió la mirada a todos uno por uno y después sus hermosos ojos de color verde dieron a los míos.

—Papi, quien es ella —dijo la pequeña.

Paul camino hasta ella y la tomó en brazos y luego llego hasta colocarse frente a mí de modo que ahora podía ver a la pequeña más de cerca y unas pequeñas pecas sobre su nariz y sus mejillas se hicieron presentes.

—Princesa, ella será la nueva ama de casa —dijo a la niña y luego miro en mi dirección. —Dalana, ella es Ximena White, mi hija.

Mostré una sonrisa para transmitirle confianza a la pequeña y le tendí mi mano, por unos segundos la niña se mantuvo mirándola y después sonrió y la tomó.

—¿Te gusta jugar a las muñecas? —preguntó.

—Sí, Ximena me gusta jugar a las muñecas.

—¿Quieres jugar conmigo? —preguntó.

Los ojos de Paul estaban sobre su hija y después sobre mí en espera de respuestas y aunque una parte de mí estaba temiendo meter la pata desde el inicio de mi trabajo al parecer esto no rompía ninguna regla o eso esperaba.

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