Me caracterizaba una mujer fuerte, valiente y con mucha autoestima cuando se trataba de esas ofertas de trabajo por internet ya que siempre escuchaba que algunas chicas no querían asistir a las entrevistas porque no se sentían seguras de sí mismas, siempre tenían en mente que no obtendrían el trabajo por falta de belleza, educación o cualquiera de estas costumbres que hoy en día nosotros mismos nos hacíamos.
Cuando llegué al pent-house de Paul creí que me toparía con un ogro con ganas de aniquilar a cualquiera por la frialdad de su correo, pero fue todo lo contrario ya que al escuchar su voz, su precisión e inclusive lo poco que me contó sobre su esposa me hizo sentir que estaba hablando con un buen hombre y no con alguien con un poder abusador.
No podía negar que aquel hombre frente a mí era un Adonis o inclusive podía decir cualquier otro apodo espectacular para describir a este hombre porque era extremadamente guapo y no era que nunca había visto un hombre como él, pero para empezar tenía unos ojos verdes que irradiaban luz cada vez que sonreía, una perfecta dentadura, un cabello rubio peinado hacia atrás y una piel neutra que podía decir que si no usaba protector solar al ir a la playa terminaba del color de un camarón. Este hombre era el sueño de cualquier mujer hasta ahora por su físico ya que no lo conocía del todo al cien por ciento y ni siquiera tenía idea si me diese el trabajo.
Reglas.
Esas tres reglas que dejo en claro era lo que necesitaba para terminar de cortar la extraña vibra que había en el lugar después de hablar de su difunta esposa y de mi madre, inclusive pensé que las reglas se trataban de una broma y así que ambos riéramos, pero al ver que su rostro seguía serio y él continuaba mencionando sus tres extrañas reglas supe que era enserio así que tuve que mostrarme lo más serena posible para no reírme en su cara.
—¿Me podrías explicar porque hay reglas? —pregunté.
—Tu solo no las rompas y te ira bien.
—¿Eso quiere decir que tengo el trabajo?
Asintió y yo no pude evitar sonreír.
Por primera vez podía decir que una entrevista de trabajo había durado tan poco y había obtenido el trabajo, estaba feliz conmigo misma porque me habría propuesto conseguir el trabajo por mi madre y lo había logrado.
—Gracias, muchas gracias.
—Antes de que sigas agradeciéndome tengo que decirte algunas cosas sobre el trabajo y tu decidirás si lo quieres —soltó.
—Claro, dime.
—Para empezar, quiero que me hables de usted, todos los empleados del pent-house lo hacen a excepción de la señora Vel la cual conozco por mi exesposa así que quiero que tú lo hagas.
Eleve mis cejas y asentí ya que no quería darle algún motivo para que me despidiera sin haber empezado a trabajar aparte de que estaba impaciente por escuchar que más tenía para decirme.
—Necesito que vengas a vivir al pent-house, tendrás una habitación la cual podrás decorar como gustes.
—¿Por qué tengo que mudarme? Puedo venir temprano y regresar a mi departamento y...
—Porque así será todo más fácil para ti e incluso rápido para mí, no tendrás que preocuparte por comida, alojamiento o...
—¿Qué haré con mi gato? —pregunté.
—Puedes traerlo, Ximena estará feliz de tener a un animal cerca.
—¿Ximena es tu hija?
Él asintió.
Esta era otra parte que todavía no me creía ya que el hombre frente a mi parecía joven y de tan solo pensar en que tenía una hija solo me dejaba analizando en una edad ocurrente para él y la pequeña.
—¿Puedo hacerte una pregunta un tanto personal? —fue lo primero que salió de mis labios sin siquiera darme cuenta, incluso pensé que Paul iba a molestarse y decirme que no, pero él asintió dándome libertad —¿Cuántos años tienes?
—Treinta y uno.
Abrí un poco mis ojos ante su respuesta porque no aparentaba la edad que acaba de decirme y ya quería saber la edad de la pequeña, pero eso lo descubriría con el tiempo o quizás por mí misma.
—Vaya, pareces más joven —agregué.
—Pues gracias, es un gran halago.
Asentí, Paul pasó una de sus manos por su cabello rubio peinándolo más hacia atrás y luego abrió el portafolio que le había entregado hace minutos, examinó una hoja y luego sus ojos dieron a los míos.
—Tú tienes veintiocho, te creía de menos edad.
Solté una risita y asentí. Esto era algo que me lo decían a diario e inclusive hace tres días no me querían dejar entrar a una discoteca creyendo que era una chica sin identificación.
—Puedo decir que la vida nos ha tratado bien y por eso parecemos más jóvenes que las personas de nuestra edad.
—Exactamente.
—¿Ya no tienes más nada que decirme sobre el trabajo? Porque si es así lo acepto y...
—Cuando dije que no me llamarás por mi nombre también quiero decir que me hables con respeto y sobre todo de usted.
Nuevamente quise reírme, pero tuve que tragarme la risa para no joder mi número trabajo. En definitiva, el hombre frente a mí estaba un poco loco con eso y sus reglas, mandatos y deseos.
—No lo volveré a hacer señor —respondí sin dejar de mirar a sus ojos e inclusive lo reté con la mirada porque esto para mí era una estupidez.
—Te pagare por semana, todos los viernes y ya que es primera vez que trabajarás de esto escoge tu salario —soltó. —Un salario justo para todo lo que harás, no esperes ser millonaria a costilla mía.
Negué con la cabeza y empecé a armar un croquis en mi cerebro sobre un buen salario o inclusive como podía pedir mi salario. No sabía si en base a horas, por el trabajo que tenía que hacer o inclusive tiempo final.
—Eso lo dejare en sus manos ya que no tengo idea.
Paul se levantó de su silla llamando mi atención e incluso creí que se había molestado conmigo, pero al ver que me indicó que hiciera lo mismo y ambos caminamos hasta la puerta para así salir de la oficina me tranquilicé un poco.
—Te presentare a los demás trabajadores de la casa y a Ximena —añadió indicándome que saliera primero y eso hice —Mi hija estará feliz de tenerte aquí ya que siempre logra una buena amistad con las chicas de servicio.
—Está bien.
Caminamos por un corto pasillo y llegamos a la enorme sala la cual estaba vacía y luego seguimos a la cocina en donde la señora de hace minutos y el café estaba preparando un spaghetti que se veían de pecado.
—Señora Vel, le presento a Dalana Petsh la nueva ama de casa —dijo Paul en dirección a la señora de cabello rubio que técnicamente llevaba algunas canas con ella.
La señora dirigió su mirada a mi con una sonrisa y me tendió su mano la cual tomé y me presenté aunque Paul ya lo había hecho.
—Bienvenida —dijo la señora y le di las gracias.
El sonido del ascensor siendo abierto se hizo presente y al voltearme me tope con un señor de unos sesenta años como mucho de ascendencia china y a su lado un hombre unos años más joven de piel oscura.
—Él es el señor Rot Yin, es el jardinero de mi pent-house —dijo Paul señalándome al señor de más edad.
El señor asintió dándome la mano y luego Paul me señalo al otro chico.
—Y él es David, mi chofer y tuyo por ahora.
—Dalana —dije presentándome y el hombre asintió.
—Ella es Dalana y será la nueva ama de casa hasta que…
Unas pisadas se hicieron presente en las escaleras y en cuanto me volteé me topé con una niña rubia de unos cuatro años, se encontraba con un pijama de unicornio y llevaba un peluche en sus manos, dirigió la mirada a todos uno por uno y después sus hermosos ojos de color verde dieron a los míos.
—Papi, quien es ella —dijo la pequeña.
Paul camino hasta ella y la tomó en brazos y luego llego hasta colocarse frente a mí de modo que ahora podía ver a la pequeña más de cerca y unas pequeñas pecas sobre su nariz y sus mejillas se hicieron presentes.
—Princesa, ella será la nueva ama de casa —dijo a la niña y luego miro en mi dirección. —Dalana, ella es Ximena White, mi hija.
Mostré una sonrisa para transmitirle confianza a la pequeña y le tendí mi mano, por unos segundos la niña se mantuvo mirándola y después sonrió y la tomó.
—¿Te gusta jugar a las muñecas? —preguntó.
—Sí, Ximena me gusta jugar a las muñecas.
—¿Quieres jugar conmigo? —preguntó.
Los ojos de Paul estaban sobre su hija y después sobre mí en espera de respuestas y aunque una parte de mí estaba temiendo meter la pata desde el inicio de mi trabajo al parecer esto no rompía ninguna regla o eso esperaba.
Paul.Tenía muchas cosas que decir de Dalana y ahora que la conocí un poco más podía decir que el aura que llevaba con ella no era como realmente era. Una parte de mí creyó que no aceptaría el trabajo después de exponerle mis reglas y que necesitaba que técnicamente se mudara al pent-house, pero resulto ser todo lo contrario porque si lo acepto y me había quitado un buen peso de encima al saber que ahora la tenía conmigo y no tenía que preocuparme por esperar que alguna otra chica quisiera el trabajo.—David puede llevarte a tu departamento a buscar tus cosas necesarias hasta el fin de semana —dije en su dirección.—Está bien. ¿Me dijiste que no tienes problemas en que trajera a mi gato?Inmediatamente los ojos de Ximena dieron a Dalana y en menos de un minuto estaba frente a ella saltando de felicidad.—¿Tienes un gato? Yo quiero un gato, pero papi no me deja tener uno y tú tienes uno, quiero verlo ¿Puedo jugar con él? Di que sí, di que sí —no había tomado ni siquiera aire para hacer
Dalana.De camino a mi departamento no dejaba de pensar en que podía ser una locura mudarme a casa de un hombre que no conocía de nada y sobre todo con una pequeña que necesitaba muchos cuidados, aunque técnicamente él no me había mencionado que tenía que hacerme cargo de ella o algo por el estilo lo cual a mi parecer estaba bien ya que el anuncio que vi en internet solo decía que se necesitaba una ama de casa.—¿Usted tiene mucho tiempo de trabajar para Paul? —pregunté al señor David que se encontraba con su mirada en la carretera.—Desde que su esposa falleció.Al momento en que me dio esa respuesta me sentí un poco mal ya que debió de ser muy duro para él perder a su esposa y con su hija muy pequeña. Me preguntaba como habría hecho para tener todos los cuidados de una recién nacida.—¿Ha trabajado de ama de casa anteriormente? —preguntó el señor David.—No, es primera vez.Pude ver cuando sus ojos dieron a los míos mediante el retrovisor y mostró una sonrisa de lado antes de hablar
Paul.Lo primero que hice al llegar a la empresa fue quitarme el saco ya que me estaba empezando a estorbar, algunos de mis empleados se dirigieron a mí con un buenos días jefe y yo respondí de la misma manera.—Hombre por fin llegas pensé que tendría que escuchar toda la reunión y tomar apuntes para poner explicarte después —dijo Henry llegando a mi lado.Henry era mi mejor amigo desde que tenía uso de razón, inclusive creo que desde que ambos naciéramos nuestras madres ya sabían que íbamos a ser buenos amigos.—Tuve que hacer una entrevista de trabajo en mi pent-house antes de llegar aquí y se me fue el tiempo volando y...—¿Qué paso con Marcel? —preguntó. —No me digas que ya la despediste Paul.No quise responder a eso si no que más bien me adentré a mi oficina y di un pequeño salto en cuanto abrí la puerta ya que en la silla de mi escritorio se encontraba Jessica con ese hermoso cabello rojizo en una coleta alta.—Creo que estoy sobrando aquí, nos vemos en tres minutos en la reunió
Dalana.—¡Ximena ha llegado tu padre! —se escuchó la voz de la señora Vel desde el pasillo.Ximena estaba por levantarse del suelo cuando la puerta de mi habitación termino por abrirse y ahí frente a nosotras se encontraba Paul junto a una pelirroja de espectáculo.—Princesa he vuelto —saludo Paul a la pequeña.—Papá Dalana va a casarse contigo —fue lo que respondió Ximena.En cuanto la pequeña soltó esas palabras de inmediato dirigí mi mirada ella porque si hubiera sabido que eso iba a salir de sus labios quizás hubiera hasta recurrido a tapar su boca, pero claro no era adivina y no sabía que haría algo como tal.Los ojos de Paul dieron a los míos y mostró una sonrisa un poco incomoda y antes de que abriera la boca para darle una respuesta o quizás un regaño a su hija la voz de la pelirroja tras de él se hizo presente llamando la atención de todos en aquella habitación.—Ay Ximena, que cosas dices —soltó una risita la chica y camino hasta la pequeña para agacharse a su altura. —Tu pa
Paul.—¡No me toques! —gritó Jessica en cuando la tomé del brazo y salimos de la habitación de Dalana.Literalmente todo esto se me salió de las manos en cuanto Jessica hizo ese comentario y luego la respuesta de Dalana, todo paso en tan solo minutos que no tuve idea de que hacer o decir.—Ve a mi habitación y espérame ahí —dije con tono firme.Jessica soltó una risita y negó con la cabeza.—¿Enserio vas a entrar a su habitación y hablar con ella cuando deberías estar consolándome a mí? —preguntó.—A la habitación —ordené y ella no tuvo de otra que hacer lo que le pedí.Solté un suspiro y giré nuevamente la perilla de la puerta de Dalana y lo primero que vi es que se encontraba en su cama con su mirada en la pared frente a ella. En ese momento me pregunté que estaría pasando por su cabeza ojalá no se tratara de abandonar el trabajo porque realmente la quería aquí.Sus ojos dieron a los míos y antes de que yo fuera el primero en hablar ella lo hizo.—Lo siento, me deje llevar por la ir
Dalana.—¡Dalana! —gritó Ximena en cuanto llegué al enorme comedor que tenían con sus cubiertos, platos y una comida que se veía muy deliciosa desde mi posición.Paul camino hasta una de las sillas y cuando pensé que esa silla era para él resulto todo lo contrario ya que la abrió y me mostró una sonrisa que de igual manera le devolví.—Muchas gracias —dije como muestra de agradecimiento.—Quiero sentarme alado de Dalana —soltó Ximena y Paul abrió la silla a mi lado para ella.En la mesa nos encontrábamos todos los que por ahora conocía de este pent-house; como era la señora Vel la cual era la encargada de la cocina, el señor Rot el que era el jardinero y David el chofer y no olvidemos a Paul y Ximena.—Cariño… —habló Paul llamando la atención de Ximena. —Recuerda que antes de comer damos las gracias.Ella asintió y unió sus manitas, cerró sus ojos así que copie la acción y en menos de unos segundos escuche la voz de Paul iniciando la oración.Se me hacía algo extraño ya que nunca en m
Paul.—El abrigo que llevas puesto era de ella, su favorito, por cierto —solté eso que llevaba desde hace minutos dentro de mí.Pude ver cuando Dalana se giró hacia a mí y luego observo el abrigo que llevaba con ella. No esperaba que pensara que con que ella llevara el abrigo era solo para recordar a mi esposa sino más bien se me hizo una chica tan humilde que no dude en prestárselo y eso que aquella prenda era muy especial para mí, ni siquiera Jessica la había usado.—Oh... yo no sé qué decir...—No tienes que decir nada —respondí. —Solo quería decírtelo para no martillarme la cabeza pensando de más.Dalana asintió y mantuvo su mirada en las personas que estaban frente a nosotros, ya podía sentir que la había asustado con lo que acababa de decirle, pero lo cierto era que necesitaba sacarlo.—Iré a buscar a Ximena que no logro verla desde aquí —dijo y con eso confirmé que la había asustado.Solté un largo suspiro y pasé ambas de mis manos por mi cabello de modo que lo peiné hacia atrá
Dalana.Dicen que el tiempo cura todo, pero ahora estaba más convencida de que eso no era cierto al ver como aquel hombre frente a mí que su primera impresión fue parecer frío, pero ahora podía decir que no lo era. Tenía un pasado horrible con el cual aún luchaba por salir adelante y él cual su único rayo de luz era aquella pequeña de seis años, no podía imaginar como pude sentirse al perder a su gran amor, a la madre de su hija, pero conocía muy bien el sentimiento de perder a alguien que amabas con tu vida y por esa razón me ofrecí en escucharlo cuando él lo necesitara porque eso era lo que él estaba pidiendo a gritos.—Muchas gracias Dalana —respondió y alejó su brazo de mi mano en un gesto muy brusco que solo me hizo pensar en sí había hecho algo malo. —¿Que tal el batido? —preguntó cambiando de tema.Me caracterizaba una chica que trataba como me trataban, no dejaba que nadie me fuera con rodeos o que implementara cosas en mí que no eran así que accedí a lo que sea que le estaba