CAPÍTULO 2.

Paul.

Era el día siguiente y tenía que decir que una parte de mí estaba ansiosa por aquella dichosa entrevista a la chica de hoy. Nunca me pasaba esto, pero tan solo releer el correo de esa chica la noche de ayer una y otra vez me recordaba que debía de imponer en la mañana de hoy para no quedar como un tonto frente a esa chica.

Bajé las escaleras y lo primero que me encontré en la enorme sala del pent-house fue a mi pequeña jugando con sus muñecas.

—Buenos días princesa —dije en su dirección.

Sus maravillosos ojos verdes claramente heredados de su madre dieron a los míos y luego mostró una sonrisa, aunque no con sus dientes lo cual me decía que me estaba saludando por cortesía y no porque quería.

—Buenos días, señor Paul —agregó la señora Vel desde la cocina. —¿Gusta una taza de café?

—Sí por favor —respondí. —Estaré en mi oficina, una chica llegara a las nueve para la entrevista dirígela a mi oficina en cuanto llegué.

La señora Vel asintió y se dispuso en preparar mi taza de café como ella muy bien sabía que me gustaba, caminé hasta la pequeña puerta que llevaba a mi oficina en el primer piso y me adentré en ella.

Esta era mi oficina para entrevista, únicamente había una mesa de seis puestos en donde yo tomaba lugar en un extremo y la chica de la entrevista en el otro extremo así resultaba ser profesional y ninguno de los dos se distraía con un portátil, ventanas o cualquier cosa.

Estuve en esa silla por casi veinte minutos hasta que la puerta fue abierta y la señora Vel hizo su entrada con mi taza de café y al momento en que mire justo detrás de ella me tope con un cabello castaño y una chica unos centímetros más alta que ella.

—Señor Paul, la chica de la entrevista a llegado —informo la señora Vel colocando la taza de café frente a mí.

Inmediatamente me puse de pie para observar mejor a la chica y por primera vez después de trece chicas que habían pasado por esta oficina tuve que tragar dos veces ante la preciosidad que estaba frente a mí.

—Buenos días, Paul, mi nombre es Dalana Petsh soy la chica de la entrevista de trabajo —la chica camino hasta a mí y me tendió su delicada mano la cual tomé.

Estudie su rostro, su cuerpo y nuevamente pase a su rostro porque era de esas chicas las cuales únicamente quisieras mirar a los ojos por tan hermosos que eran.

La chica tenía una piel pálida, ojos azules como el cielo, cabello castaño casi a la mitad de su espalda y un flequillo sobre su frente que la hacia ver incluso más joven y ni hablar de la estatura ya que su cabeza llegaba a la altura de mi pecho.

—Soy Paul, bienvenida —respondí.

—Sé que eres Paul —mostró una sonrisa. —Lo dijiste en el correo e inclusive lo supe al enviarte el correo.

Solté su mano y asentí, estaba nervioso. Esta chica me estaba poniendo nervioso, pero no podía demostrárselo tenía que parecer sereno.

—Cierto, error mío. Puede tomar asiento —señale la silla frente al extremo mío.

Ella asintió y lo hizo.

—¿Desea algo de tomar jovencita? —preguntó Vel.

¿Jovencita? Eso solo me llevo a pensar en que la chica frente a mí no parecía ser muy joven, podía serlo. Necesitaba saber su edad cuanto antes porque no quería tener trabajando para mí a una chica tan joven cuando podía estar en la universidad o quien sabe haciendo que.

—Un café con dos de leche por favor —respondió Dalana y la señora Vel asiento antes de salir de la oficina.

Me mantuve mirando a Dalana unos segundos hasta que ella levanto su mirada y sus ojos azules dieron a los míos e inmediatamente desvié la mirada.

—He traído mi hoja de vida —dijo y deslizo el portafolio sobre la mesa el cual tome.

—Gracias.

Abrí el portafolio y lo primero que vi fue su fotografía seguido de sus datos y sus estudios.

—Creo que no tienes necesidad de leer las cosas que aparecen, puedes preguntarme y te contestaré.

—¿Y quién me dice si no te lo aprendiste y estas aquí para robarme o algo por el estilo? —pregunté y en ese momento fui consciente de lo duro que fui con aquella pregunta.

Dalana soltó una risita y negó con la cabeza, humedeció su labio inferior y colocó su codo derecho sobre el escritorio de modo que su mandíbula quedo en la palma de su mano.

—Hazme cualquiera pregunta que no esté en esa hoja de vida, algo que quieras saber y te responderé.

Asentí porque esa era una buena idea y en este momento había acertado en lo que pensaba de ella que era de esas chicas que no se quedaban callada para nada.

—¿Por qué quieres el trabajo si tienes un título universitario? —pregunté.

En lo poco que había inspeccionado en su hoja de vida decía que era licenciada en educación, o sea que podía ser maestra, pero estaba aquí buscando trabajo de ama de casa.

—Me gusta mi carrera, pero soy una persona que se aburre rápido de las cosas y con todo lo que ahorre en mis años de trabajo tengo un buen departamento, un lindo auto, pero ya no quiero dedicarme a eso así que estaba en busca de trabajo en otras ramas, pero lastimosamente no contratan a alguien graduado de educación en un puesto de economía, en un hospital o incluso en un banco.

Asentí porque tenía razón. Yo tenía una empresa y siempre buscábamos personas con estudios universitarios en la rama de contabilidad, economía o algo que ver con empresas.

—¿Estás consciente que el trabajo que necesito en este pent-house es grande? Necesito que limpies todas las habitaciones y se mantengan ordenada especialmente la de mi hija y…

—¿Tienes una hija? —me interrumpió.

—Sí.

—Oh, pensé que no estabas casado ya que no llevas anillo y…

Me aclaré la garganta porque era momento de hablar sobre ese tema sensible para mí, algo que, aunque habían pasado cinco años aún no asimilaba del todo.

—Mi esposa murió hace cinco años —dije sin mirarla a los ojos.

—Lo siento mucho, yo… lamento ser entrometida y…

—No te preocupes, era tu deber preguntar eso ya que estas en busca de trabajo y tienes que conocer donde trabajaras e incluso quienes viven aquí y…

—Lamento si soy muy preguntona, tengo ese problema.

Negué con la cabeza y esta vez nuestros ojos se encontraron.

—Mi madre murió hace un mes y ella era ama de casa —soltó como si nada. —Al momento en que vi el anuncio pensé que ella estaría feliz de que cumpliera con algo que ella podía hacer, algo que ella amaba hacer y algo que hizo que llegara un titulo universitario a mis manos gracias a su dinero, la dedicación y el gran amor que le tenía a su trabajo.

—Lamento mucho lo de tu madre —agregué y ella asintió.

—¿Tienes alguna otra pregunta?

—¿Tú tienes hijos? —pregunté.

—No, pero tengo un gato que es como mi hijo.

Mostré una sonrisa y asentí.

—A mi hija le encantan los animales, aunque nunca ha tenido una mascota sueña con tener una.

—Debería tenerla, pueden adoptar es mucho mejor que comprarlos —añadió.

Hojeé una vez más su hoja de vida y luego miré en su dirección y sus ojos estaban sobre la taza de su café que Vel había traído hace segundos.

—Antes de darte el trabajo quiero que seas conscientes de tres reglas que les dejo claras a cualquier chica que entre a esta casa si rompes una me temo que tendré que despedirte porque ya te lo estoy dejando en claro —solté.

—¿Por qué reglas?

—Porque así quiero que sea y así será, eres la primera que me pregunta por qué y…

—Lo siento —levantó sus manos en señal de rendición. —Continúa con tus reglas.

Al momento en que dijo eso sentí una pequeña ira ya que lo sentí como si se estuviera riendo de las reglas de su nuevo trabajo.

—Número uno —levanté uno de mis dedos. —Nada de meterse en mis asuntos.

—Okey —susurró.

—Dos —continué enumerando con mis dedos. — No te encariñes conmigo, soy tu jefe, no tu amigo, ni tu compañero. Tu jefe.

—Listo —asintió.

—Y tercera y última —levanté el último dedo. — Nada de atracción, sexo o algún vínculo que pueda resultar incómodo entre ambos.

Soltó una risita como si le acabara de contar un chiste cuando en realidad le estaba dando las reglas de su trabajo.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunté.

—La tercera regla jamás se romperá —respondió. —No eres mi tipo.

Al momento en que esas palabras escaparon de sus labios no pude evitar abrir un poco mis ojos más de lo normal porque lo cierto era que ella si era mi tipo, pero eso no quería decir que rompería las reglas con ella… ¿O tal vez si?

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