Paul.
Era el día siguiente y tenía que decir que una parte de mí estaba ansiosa por aquella dichosa entrevista a la chica de hoy. Nunca me pasaba esto, pero tan solo releer el correo de esa chica la noche de ayer una y otra vez me recordaba que debía de imponer en la mañana de hoy para no quedar como un tonto frente a esa chica.
Bajé las escaleras y lo primero que me encontré en la enorme sala del pent-house fue a mi pequeña jugando con sus muñecas.
—Buenos días princesa —dije en su dirección.
Sus maravillosos ojos verdes claramente heredados de su madre dieron a los míos y luego mostró una sonrisa, aunque no con sus dientes lo cual me decía que me estaba saludando por cortesía y no porque quería.
—Buenos días, señor Paul —agregó la señora Vel desde la cocina. —¿Gusta una taza de café?
—Sí por favor —respondí. —Estaré en mi oficina, una chica llegara a las nueve para la entrevista dirígela a mi oficina en cuanto llegué.
La señora Vel asintió y se dispuso en preparar mi taza de café como ella muy bien sabía que me gustaba, caminé hasta la pequeña puerta que llevaba a mi oficina en el primer piso y me adentré en ella.
Esta era mi oficina para entrevista, únicamente había una mesa de seis puestos en donde yo tomaba lugar en un extremo y la chica de la entrevista en el otro extremo así resultaba ser profesional y ninguno de los dos se distraía con un portátil, ventanas o cualquier cosa.
Estuve en esa silla por casi veinte minutos hasta que la puerta fue abierta y la señora Vel hizo su entrada con mi taza de café y al momento en que mire justo detrás de ella me tope con un cabello castaño y una chica unos centímetros más alta que ella.
—Señor Paul, la chica de la entrevista a llegado —informo la señora Vel colocando la taza de café frente a mí.
Inmediatamente me puse de pie para observar mejor a la chica y por primera vez después de trece chicas que habían pasado por esta oficina tuve que tragar dos veces ante la preciosidad que estaba frente a mí.
—Buenos días, Paul, mi nombre es Dalana Petsh soy la chica de la entrevista de trabajo —la chica camino hasta a mí y me tendió su delicada mano la cual tomé.
Estudie su rostro, su cuerpo y nuevamente pase a su rostro porque era de esas chicas las cuales únicamente quisieras mirar a los ojos por tan hermosos que eran.
La chica tenía una piel pálida, ojos azules como el cielo, cabello castaño casi a la mitad de su espalda y un flequillo sobre su frente que la hacia ver incluso más joven y ni hablar de la estatura ya que su cabeza llegaba a la altura de mi pecho.
—Soy Paul, bienvenida —respondí.
—Sé que eres Paul —mostró una sonrisa. —Lo dijiste en el correo e inclusive lo supe al enviarte el correo.
Solté su mano y asentí, estaba nervioso. Esta chica me estaba poniendo nervioso, pero no podía demostrárselo tenía que parecer sereno.
—Cierto, error mío. Puede tomar asiento —señale la silla frente al extremo mío.
Ella asintió y lo hizo.
—¿Desea algo de tomar jovencita? —preguntó Vel.
¿Jovencita? Eso solo me llevo a pensar en que la chica frente a mí no parecía ser muy joven, podía serlo. Necesitaba saber su edad cuanto antes porque no quería tener trabajando para mí a una chica tan joven cuando podía estar en la universidad o quien sabe haciendo que.
—Un café con dos de leche por favor —respondió Dalana y la señora Vel asiento antes de salir de la oficina.
Me mantuve mirando a Dalana unos segundos hasta que ella levanto su mirada y sus ojos azules dieron a los míos e inmediatamente desvié la mirada.
—He traído mi hoja de vida —dijo y deslizo el portafolio sobre la mesa el cual tome.
—Gracias.
Abrí el portafolio y lo primero que vi fue su fotografía seguido de sus datos y sus estudios.
—Creo que no tienes necesidad de leer las cosas que aparecen, puedes preguntarme y te contestaré.
—¿Y quién me dice si no te lo aprendiste y estas aquí para robarme o algo por el estilo? —pregunté y en ese momento fui consciente de lo duro que fui con aquella pregunta.
Dalana soltó una risita y negó con la cabeza, humedeció su labio inferior y colocó su codo derecho sobre el escritorio de modo que su mandíbula quedo en la palma de su mano.
—Hazme cualquiera pregunta que no esté en esa hoja de vida, algo que quieras saber y te responderé.
Asentí porque esa era una buena idea y en este momento había acertado en lo que pensaba de ella que era de esas chicas que no se quedaban callada para nada.
—¿Por qué quieres el trabajo si tienes un título universitario? —pregunté.
En lo poco que había inspeccionado en su hoja de vida decía que era licenciada en educación, o sea que podía ser maestra, pero estaba aquí buscando trabajo de ama de casa.
—Me gusta mi carrera, pero soy una persona que se aburre rápido de las cosas y con todo lo que ahorre en mis años de trabajo tengo un buen departamento, un lindo auto, pero ya no quiero dedicarme a eso así que estaba en busca de trabajo en otras ramas, pero lastimosamente no contratan a alguien graduado de educación en un puesto de economía, en un hospital o incluso en un banco.
Asentí porque tenía razón. Yo tenía una empresa y siempre buscábamos personas con estudios universitarios en la rama de contabilidad, economía o algo que ver con empresas.
—¿Estás consciente que el trabajo que necesito en este pent-house es grande? Necesito que limpies todas las habitaciones y se mantengan ordenada especialmente la de mi hija y…
—¿Tienes una hija? —me interrumpió.
—Sí.
—Oh, pensé que no estabas casado ya que no llevas anillo y…
Me aclaré la garganta porque era momento de hablar sobre ese tema sensible para mí, algo que, aunque habían pasado cinco años aún no asimilaba del todo.
—Mi esposa murió hace cinco años —dije sin mirarla a los ojos.
—Lo siento mucho, yo… lamento ser entrometida y…
—No te preocupes, era tu deber preguntar eso ya que estas en busca de trabajo y tienes que conocer donde trabajaras e incluso quienes viven aquí y…
—Lamento si soy muy preguntona, tengo ese problema.
Negué con la cabeza y esta vez nuestros ojos se encontraron.
—Mi madre murió hace un mes y ella era ama de casa —soltó como si nada. —Al momento en que vi el anuncio pensé que ella estaría feliz de que cumpliera con algo que ella podía hacer, algo que ella amaba hacer y algo que hizo que llegara un titulo universitario a mis manos gracias a su dinero, la dedicación y el gran amor que le tenía a su trabajo.
—Lamento mucho lo de tu madre —agregué y ella asintió.
—¿Tienes alguna otra pregunta?
—¿Tú tienes hijos? —pregunté.
—No, pero tengo un gato que es como mi hijo.
Mostré una sonrisa y asentí.
—A mi hija le encantan los animales, aunque nunca ha tenido una mascota sueña con tener una.
—Debería tenerla, pueden adoptar es mucho mejor que comprarlos —añadió.
Hojeé una vez más su hoja de vida y luego miré en su dirección y sus ojos estaban sobre la taza de su café que Vel había traído hace segundos.
—Antes de darte el trabajo quiero que seas conscientes de tres reglas que les dejo claras a cualquier chica que entre a esta casa si rompes una me temo que tendré que despedirte porque ya te lo estoy dejando en claro —solté.
—¿Por qué reglas?
—Porque así quiero que sea y así será, eres la primera que me pregunta por qué y…
—Lo siento —levantó sus manos en señal de rendición. —Continúa con tus reglas.
Al momento en que dijo eso sentí una pequeña ira ya que lo sentí como si se estuviera riendo de las reglas de su nuevo trabajo.
—Número uno —levanté uno de mis dedos. —Nada de meterse en mis asuntos.
—Okey —susurró.
—Dos —continué enumerando con mis dedos. — No te encariñes conmigo, soy tu jefe, no tu amigo, ni tu compañero. Tu jefe.
—Listo —asintió.
—Y tercera y última —levanté el último dedo. — Nada de atracción, sexo o algún vínculo que pueda resultar incómodo entre ambos.
Soltó una risita como si le acabara de contar un chiste cuando en realidad le estaba dando las reglas de su trabajo.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunté.
—La tercera regla jamás se romperá —respondió. —No eres mi tipo.
Al momento en que esas palabras escaparon de sus labios no pude evitar abrir un poco mis ojos más de lo normal porque lo cierto era que ella si era mi tipo, pero eso no quería decir que rompería las reglas con ella… ¿O tal vez si?
Dalana.Me caracterizaba una mujer fuerte, valiente y con mucha autoestima cuando se trataba de esas ofertas de trabajo por internet ya que siempre escuchaba que algunas chicas no querían asistir a las entrevistas porque no se sentían seguras de sí mismas, siempre tenían en mente que no obtendrían el trabajo por falta de belleza, educación o cualquiera de estas costumbres que hoy en día nosotros mismos nos hacíamos.Cuando llegué al pent-house de Paul creí que me toparía con un ogro con ganas de aniquilar a cualquiera por la frialdad de su correo, pero fue todo lo contrario ya que al escuchar su voz, su precisión e inclusive lo poco que me contó sobre su esposa me hizo sentir que estaba hablando con un buen hombre y no con alguien con un poder abusador.No podía negar que aquel hombre frente a mí era un Adonis o inclusive podía decir cualquier otro apodo espectacular para describir a este hombre porque era extremadamente guapo y no era que nunca había visto un hombre como él, pero par
Paul.Tenía muchas cosas que decir de Dalana y ahora que la conocí un poco más podía decir que el aura que llevaba con ella no era como realmente era. Una parte de mí creyó que no aceptaría el trabajo después de exponerle mis reglas y que necesitaba que técnicamente se mudara al pent-house, pero resulto ser todo lo contrario porque si lo acepto y me había quitado un buen peso de encima al saber que ahora la tenía conmigo y no tenía que preocuparme por esperar que alguna otra chica quisiera el trabajo.—David puede llevarte a tu departamento a buscar tus cosas necesarias hasta el fin de semana —dije en su dirección.—Está bien. ¿Me dijiste que no tienes problemas en que trajera a mi gato?Inmediatamente los ojos de Ximena dieron a Dalana y en menos de un minuto estaba frente a ella saltando de felicidad.—¿Tienes un gato? Yo quiero un gato, pero papi no me deja tener uno y tú tienes uno, quiero verlo ¿Puedo jugar con él? Di que sí, di que sí —no había tomado ni siquiera aire para hacer
Dalana.De camino a mi departamento no dejaba de pensar en que podía ser una locura mudarme a casa de un hombre que no conocía de nada y sobre todo con una pequeña que necesitaba muchos cuidados, aunque técnicamente él no me había mencionado que tenía que hacerme cargo de ella o algo por el estilo lo cual a mi parecer estaba bien ya que el anuncio que vi en internet solo decía que se necesitaba una ama de casa.—¿Usted tiene mucho tiempo de trabajar para Paul? —pregunté al señor David que se encontraba con su mirada en la carretera.—Desde que su esposa falleció.Al momento en que me dio esa respuesta me sentí un poco mal ya que debió de ser muy duro para él perder a su esposa y con su hija muy pequeña. Me preguntaba como habría hecho para tener todos los cuidados de una recién nacida.—¿Ha trabajado de ama de casa anteriormente? —preguntó el señor David.—No, es primera vez.Pude ver cuando sus ojos dieron a los míos mediante el retrovisor y mostró una sonrisa de lado antes de hablar
Paul.Lo primero que hice al llegar a la empresa fue quitarme el saco ya que me estaba empezando a estorbar, algunos de mis empleados se dirigieron a mí con un buenos días jefe y yo respondí de la misma manera.—Hombre por fin llegas pensé que tendría que escuchar toda la reunión y tomar apuntes para poner explicarte después —dijo Henry llegando a mi lado.Henry era mi mejor amigo desde que tenía uso de razón, inclusive creo que desde que ambos naciéramos nuestras madres ya sabían que íbamos a ser buenos amigos.—Tuve que hacer una entrevista de trabajo en mi pent-house antes de llegar aquí y se me fue el tiempo volando y...—¿Qué paso con Marcel? —preguntó. —No me digas que ya la despediste Paul.No quise responder a eso si no que más bien me adentré a mi oficina y di un pequeño salto en cuanto abrí la puerta ya que en la silla de mi escritorio se encontraba Jessica con ese hermoso cabello rojizo en una coleta alta.—Creo que estoy sobrando aquí, nos vemos en tres minutos en la reunió
Dalana.—¡Ximena ha llegado tu padre! —se escuchó la voz de la señora Vel desde el pasillo.Ximena estaba por levantarse del suelo cuando la puerta de mi habitación termino por abrirse y ahí frente a nosotras se encontraba Paul junto a una pelirroja de espectáculo.—Princesa he vuelto —saludo Paul a la pequeña.—Papá Dalana va a casarse contigo —fue lo que respondió Ximena.En cuanto la pequeña soltó esas palabras de inmediato dirigí mi mirada ella porque si hubiera sabido que eso iba a salir de sus labios quizás hubiera hasta recurrido a tapar su boca, pero claro no era adivina y no sabía que haría algo como tal.Los ojos de Paul dieron a los míos y mostró una sonrisa un poco incomoda y antes de que abriera la boca para darle una respuesta o quizás un regaño a su hija la voz de la pelirroja tras de él se hizo presente llamando la atención de todos en aquella habitación.—Ay Ximena, que cosas dices —soltó una risita la chica y camino hasta la pequeña para agacharse a su altura. —Tu pa
Paul.—¡No me toques! —gritó Jessica en cuando la tomé del brazo y salimos de la habitación de Dalana.Literalmente todo esto se me salió de las manos en cuanto Jessica hizo ese comentario y luego la respuesta de Dalana, todo paso en tan solo minutos que no tuve idea de que hacer o decir.—Ve a mi habitación y espérame ahí —dije con tono firme.Jessica soltó una risita y negó con la cabeza.—¿Enserio vas a entrar a su habitación y hablar con ella cuando deberías estar consolándome a mí? —preguntó.—A la habitación —ordené y ella no tuvo de otra que hacer lo que le pedí.Solté un suspiro y giré nuevamente la perilla de la puerta de Dalana y lo primero que vi es que se encontraba en su cama con su mirada en la pared frente a ella. En ese momento me pregunté que estaría pasando por su cabeza ojalá no se tratara de abandonar el trabajo porque realmente la quería aquí.Sus ojos dieron a los míos y antes de que yo fuera el primero en hablar ella lo hizo.—Lo siento, me deje llevar por la ir
Dalana.—¡Dalana! —gritó Ximena en cuanto llegué al enorme comedor que tenían con sus cubiertos, platos y una comida que se veía muy deliciosa desde mi posición.Paul camino hasta una de las sillas y cuando pensé que esa silla era para él resulto todo lo contrario ya que la abrió y me mostró una sonrisa que de igual manera le devolví.—Muchas gracias —dije como muestra de agradecimiento.—Quiero sentarme alado de Dalana —soltó Ximena y Paul abrió la silla a mi lado para ella.En la mesa nos encontrábamos todos los que por ahora conocía de este pent-house; como era la señora Vel la cual era la encargada de la cocina, el señor Rot el que era el jardinero y David el chofer y no olvidemos a Paul y Ximena.—Cariño… —habló Paul llamando la atención de Ximena. —Recuerda que antes de comer damos las gracias.Ella asintió y unió sus manitas, cerró sus ojos así que copie la acción y en menos de unos segundos escuche la voz de Paul iniciando la oración.Se me hacía algo extraño ya que nunca en m
Paul.—El abrigo que llevas puesto era de ella, su favorito, por cierto —solté eso que llevaba desde hace minutos dentro de mí.Pude ver cuando Dalana se giró hacia a mí y luego observo el abrigo que llevaba con ella. No esperaba que pensara que con que ella llevara el abrigo era solo para recordar a mi esposa sino más bien se me hizo una chica tan humilde que no dude en prestárselo y eso que aquella prenda era muy especial para mí, ni siquiera Jessica la había usado.—Oh... yo no sé qué decir...—No tienes que decir nada —respondí. —Solo quería decírtelo para no martillarme la cabeza pensando de más.Dalana asintió y mantuvo su mirada en las personas que estaban frente a nosotros, ya podía sentir que la había asustado con lo que acababa de decirle, pero lo cierto era que necesitaba sacarlo.—Iré a buscar a Ximena que no logro verla desde aquí —dijo y con eso confirmé que la había asustado.Solté un largo suspiro y pasé ambas de mis manos por mi cabello de modo que lo peiné hacia atrá