CAPÍTULO 1.

Paul.

—¡Le he dicho que tomé sus cosas y se vaya! —grité logrando llamar la atención de Ximena quien se encontraba en su habitación.

Los ojos de Marcel, quien era la ama de casa de esta semana estaban sobre los míos y a cada segundo que pasaba podía ver como se llenaban de lágrimas.

—Pero señor…

Cualquiera en estos momentos diría que era el hombre más malvado del mundo por despedir a la tercera chica en esta semana, pero lo que no sabían era por qué lo estaba haciendo.

—Papi —Ximena salió de su habitación y llegó hasta el pasillo en donde me encontraba con Marcel.

—Ve a habitación muñeca.

Sus hermosos ojos verdes dieron a Marcel quien ya estaba llorando y luego a los míos y sin decir nada dio media vuelta y camino hacia su habitación.

—Pido una disculpa Señor White, yo...

—Por favor, Marcel, no lo hagas más difícil —la interrumpí.

Llevé una de mis manos a mi nuca, solté un largo suspiro y decidí caminar hacia las escaleras para ir a la planta baja y como no, al pie de la escalera ya se encontraba la Señora Vel con su delantal y sus brazos cruzados frente a su pecho.

Podía decir que la señora Vel era como mi segunda madre.

—¿Enserio cree que despedir a todas las chicas en tan solo días es algo bueno? —preguntó.

—No he dicho que sea bueno, solo quiero que entiendan y pongan en práctica las reglas que les dejo a todas, pero claro las aceptan y en menos de setenta y dos horas rompen la primera.

Los ojos de Marcel estaban sobre los míos y no podía negar que una parte de mi se sentía horrible por el simple hecho de tratar a las mujeres de esta manera, pero si no era duro con ellas todo se iría a pique y no quería eso, lo único que quería era tener una relación profesional con una chica que cumpliera con su trabajo y no terminara rompiendo las reglas.

—Está bien señor.

Marcel se dedicó en caminar por el largo pasillo y desapareció por la puerta que era su habitación, yo solo me quede en la misma posición procesando lo que acaba de pasar. Solté un largo suspiro y solo pensé en que nuevamente tendría que publicar el anuncio para una nueva ama de casa ya que no quería que la señora Vel se dedicara a esas cosas por eso la tenía de ama de llaves.

La puerta de la habitación de Ximena fue abierta y mi pequeña salió con uno de sus peluches favoritos en ambas de sus manos.

—¿Marcel va a dejarnos también? —preguntó.

Solté un suspiro y camine hasta ella, me agache a su altura y pase una de mis manos por su cabello rubio.

—Marcel tiene cosas que hacer en su casa y ya no podrá trabajar aquí porque estará muy ocupada cariño ¿entiendes eso?

—Todas las chicas siempre tienen que volver a casa papi —soltó.

Me odiaba en estos momentos por el hecho de que mi pequeña tuviera razón porque así era.

—¿Y ahora quien jugara conmigo? —preguntó.

—Yo puedo jugar contigo princesa

Ella negó con la cabeza y cruzo sus brazos frente a su pecho.

—Nunca tienes tiempo para mí y siempre trabajas.

Estaba consiente de que era cierto lo que decía y también de que mi pequeña no tuvo una madre a su lado sus primeros años e inclusive aún y se que necesita una madre, pero en estos momentos no me encuentro capacitado para una relación ya que quiero dedicarme a  mi hija.

Ximena no se quedó a esperar lo que tenía para decirle si no más bien se encerró en su habitación y me dejo pensando en sus palabras. En como mi hija de cinco años tenía razón.

Solté un largo suspiro y me dedique en caminar por el pasillo hasta bajar las escaleras y llegar a la enorme sala en donde Vel se encontraba y al ver que llegue al lugar en donde estaba sus ojos dieron a los míos.

—¿Escuchaste eso? ——pregunté haciendo énfasis en lo que acababa de pasar con Ximena.

—¿Quiere que le diga si la pequeña tiene razón?

Negué con la cabeza, claro que sabía que mi princesa tenía razón y no necesitaba que me lo dejaran en claro.

Unas pisadas se hicieron presentes en las escaleras y al voltearme Vel y yo nos topamos con Marcel quien ya estaba lista con su maleta. Desvié la mirada porque ella estaba sollozando y no era para menos, acababa de perder su trabajo, pero no era mi culpa ya que yo había dejado las reglas claras desde el primer día.

—Ya estoy lista señor.

—Le daré tu recomendación a mis compañeros de trabajo y te seguiré pagando hasta que tengas un nuevo trabajo —dije sin mirarla. —David está esperando por ti y te llevara a casa.

—Que te vaya bien Marcel —dijo la señora Vel desde la cocina.

—Gracias a usted también.

—Buena suerte —agregué dándole la cara a Marcel y pude ver que sus ojos estaban un poco hinchados y apagados.

—Gracias —dijo y luego empezó a caminar hasta el ascensor para llegar a los estacionamientos en donde David, mi chofer estaba esperando por ella.

Las puertas del ascensor se abrieron y luego pude ver como ella desapareció en él y las puertas se volvieron a cerrar dejándonos a Vel y a mí solos en el enorme pent-house,

—¿Quiere algo de comer señor? —preguntó.

—No, iré a solicitar una nueva chica con más responsabilidad para el trabajo.

La señora Vel solo asintió y yo me dediqué en subir las escaleras, llegué a la habitación en donde estaba mi oficina de casa, encendí el portátil y de inmediato accedí a la página donde conseguía a las chicas para el puesto de trabajo. En esta ocasión no aparecían hojas de vida nuevas ni ninguna sugerencia y solo pensé en que las chicas que había despedido quizás estaban hablando mal de mí y por eso ahora ninguna quería acceder a trabajar para mí.

Solté un suspiro y actualicé la página más de tres veces para ver si era algún error de internet o la plataforma y seguía en lo mismo.

—Cero. No puedo creer que nadie quiera trabajar para mí —dije a la nada.

Decidí levantarme de la silla giratoria e ir a la habitación de Ximena cuando el sonido de una notificación en mi correo electrónico se hizo presente, regresé al portátil para ver de qué se trataba y el nombre del asunto me lo dijo todo.

Asunto: Quiero una entrevista.

Inmediatamente abrí el correo y me dediqué en leerlo.

Para: Paul White.

De: Dalana Petsh.

Buenas tardes, señor Paul White, en este correo le dejo saber que estoy en busca de un empleo y he recibido una recomendación de su pent-house para el trabajo. Actualmente estoy desempleada y dejare a su disposición si quiere hacerme una entrevista de trabajo y conocerme ya que estoy segura de que no querrá meter a nadie en su lugar de trabajo sin conocerlo.

Estoy disponible todos los días y a cualquier hora, puede responderme a este correo y cuadramos la entrevista.

Atentamente: Dalana Petsh.

La forma en la cual la chica hablaba solo me dio confianza ya que ninguna mujer con las que había trabajado me había escrito o inclusive programado que les hiciera una entrevista. Releí el mensaje dos veces más y decidí responder al correo.

Para: Dalana Petsh.

De: Paul White.

Buenas tardes, he leído su correo y he quedado impresionado con el dominio de sus palabras y su seguridad. Esta cordialmente invitada a una pequeña entrevista en mi pent-house para así conocerla mejor y ver que tan capaz es de sorprenderme y quedarse con el puesto de trabajo que actualmente está libre.

Puede pasar el día de mañana a eso de las nueve de la mañana a la dirección que le enviare a continuación.

Atentamente: Paul White.

Llevé mis manos a la parte trasera de mi cabeza y releí el mensaje antes de enviarlo y en ese momento me di cuenta de que la chica no tenía foto en su correo por lo tanto no podía ver cómo era.

Solo esperaba que esta chica fuera capaz de seguir al pie de la letra las tres reglas que tenía para el puesto de trabajo: nada de meterse en mis asuntos, no encariñarse conmigo y nada de atracción, sexo o algún vínculo que pueda resultar incómodo para ambos porque si rompía alguna de las reglas le pasaría como a las antiguas chicas y como ejemplo teníamos lo que acababa de pasar Marcel.

Apague el portátil y decidí ir a la habitación de Ximena para hablar con ella y hacer que olvidara lo que había ocurrido hace minutos con Marcel ya que no quería que mi pequeña me odiara o algo por el estilo ya que técnicamente solo me tenía a mí.

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