Mía se despertó con una extraña sensación de incomodidad. Abrió los ojos lentamente, ajustándose a la luz de la mañana que se filtraba por las cortinas. Pero su sensación de inquietud se transformó rápidamente en miedo cuando vio una figura oscura a los pies de su cama. Julián, el mejor amigo de Alexander, estaba allí, mirándola fijamente con una expresión de odio puro.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Mía, su voz temblorosa y llena de alarma.
Julián dio un paso adelante, su presencia amenazante llenando la habitación.
—Te lo advierto, Mía. Mantente alejada de Alexander. No eres más que una sangre sucia, y si te atreves a amarlo, pagarás con tu vida —dijo, su voz baja y peligrosa.
Mía sintió que su corazón se aceleraba. El miedo y la confusión la invadieron. ¿Por qué Julián la odiaba tanto? ¿Por qué estaba tan decidido a mantenerla alejada de Alexander?
—No entiendo... ¿por qué estás haciendo esto? —preguntó, tratando de mantener la calma.
Julián se inclinó hacia ella, sus ojos brillando con una mezcla de furia y desprecio.
—Los vampiros y los humanos no deben mezclarse. Alexander no puede permitirse el lujo de amar a una humana. No después de lo que pasó con Elena. Si no te mantienes alejada, te destruiré —dijo, su voz tan fría como el hielo.
Con esas palabras, Julián se dio la vuelta y salió de la habitación, dejándola temblando de miedo y confusión. Mía se quedó en la cama, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Su mente estaba llena de preguntas y su corazón latía con fuerza por el pánico. No pudo reunir el valor para ir a trabajar ese día. La amenaza de Julián la había dejado paralizada.
Pasó el día en un estado de agitación y ansiedad. No podía dejar de pensar en las palabras de Julián y en el peligro que representaba. Cuando llegó la noche, el sonido del timbre de su puerta la sobresaltó. Se levantó lentamente y abrió la puerta para encontrar a Alexander, quien estaba de pie, con el rostro marcado por moretones y heridas.
—Alexander... ¿qué te ha pasado? —exclamó Mía, su voz llena de preocupación mientras lo ayudaba a entrar.
Alexander se dejó caer en el sofá, su expresión mostrando dolor y agotamiento.
—Julián... él me atacó. No quiere que estemos juntos, Mía. Está decidido a mantenernos separados —dijo, su voz ronca.
Mía se sentó junto a él, sintiendo una mezcla de miedo y tristeza.
—¿Por qué? ¿Por qué está haciendo esto? —preguntó, su voz temblorosa.
Alexander suspiró profundamente, su mirada fija en el suelo.
—Julián y yo hemos sido amigos durante siglos. El peso de proteger el secreto de los vampiros nos ha perseguido siempre y ese es el codigo que tenemos los vampiros. Después de lo que pasó con Elena, casi cometo el error de mostrar este mundo que nadie conoce. Juró que nunca más permitiría que me enamorara de una humana. Cree que está protegiéndome, pero no entiende que me está causando más dolor. —dijo, su voz llena de amargura.
Mía se acercó a él, tomando su mano en un gesto de consuelo.
—Lo siento mucho, Alexander. No sabía que estabas pasando por tanto —dijo, su voz suave y llena de empatía.
Alexander apretó suavemente su mano, agradeciendo su apoyo.
—Gracias, Mía. Pero necesito que entiendas que estar cerca de mí te pone en peligro. Julián no se detendrá. Hará todo lo posible para mantenernos separados —dijo, su voz llena de preocupación.
Mía asintió, entendiendo la gravedad de la situación, pero también sintiendo una firme determinación en su interior.
—No me importa, Alexander. No voy a dejar que Julián me asuste. Si tú estás dispuesto a luchar, yo también lo estoy, tenemos que buscar una solución —dijo, su voz firme.
Alexander la miró, sorprendido por su valentía y determinación. Una sonrisa suave apareció en sus labios.
—Eres increíble, Mía. No sé qué he hecho para merecerte —dijo, su voz llena de admiración.
Mía sonrió, sintiendo una calidez en su corazón.
—Estamos juntos en esto, Alexander. No importa lo que pase. Ya me dijiste el secreto y ambos estamos atados —dijo, su voz llena de convicción.
La noche continuó con ambos hablando y compartiendo más detalles de sus vidas y sus miedos. Mía se dio cuenta de que, a pesar de los peligros y las amenazas, sus sentimientos por Alexander solo se fortalecían. Estaba decidida a estar a su lado, sin importar lo que el futuro les deparara.
Finalmente, cuando la noche llegó a su fin, Alexander se despidió de Mía, prometiéndole que encontraría una manera de resolver la situación con Julián. Mía lo vio salir, su corazón lleno de una mezcla de esperanza y determinación.
A medida que se preparaba para dormir, no pudo evitar pensar en todo lo que había sucedido. La amenaza de Julián, las heridas de Alexander, y la revelación de su vida milenaria. Todo era abrumador, pero al mismo tiempo, sentía una extraña sensación de certeza. Sabía que su relación con Alexander no sería fácil, pero estaba dispuesta a luchar por él y por lo que sentía.
Con esa determinación en mente, se dejó caer en la cama, permitiéndose soñar con un futuro en el que ella y Alexander pudieran estar juntos sin miedo ni amenazas. Pero también sabía que el camino hacia ese futuro sería difícil y lleno de desafíos. Estaba lista para enfrentarlos, porque por primera vez en su vida, sentía que había encontrado algo realmente valioso, algo que valía la pena luchar.
Mientras se deslizaba en el sueño, sus pensamientos seguían volviendo a Alexander, y a la firme resolución de estar a su lado, sin importar lo que el destino les deparara.
⸻Mía, vine a verte unos minutos para saber que estas bien, pero tendré que ir a ver el concilio, me han citado para hablar sobre tu caso. Julián no guarda secretos ⸻Dijo Alexander apenas tumbándose en el sofá.Alexander estaba sentado en el sofá del apartamento de Mía, la luz de la lámpara de pie creaba sombras suaves en sus rasgos afilados. Mía se sentó frente a él, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Había tantas preguntas en su mente, tantas dudas que necesitaban respuestas. Y una de ellas era sobre el Concilio.⸻Alexander, ⸻comenzó Mía, con un tono serio, ⸻¿puedes explicarme qué es exactamente el Concilio? Todo esto es tan nuevo para mí, y necesito entenderlo mejor.Alexander asintió lentamente, tomando un momento para reunir sus pensamientos.⸻El Concilio, ⸻comenzó, ⸻es la autoridad suprema entre los vampiros. Es una organización milenaria que se encarga de mantener el orden y las leyes en nuestra sociedad. Está compuesto por los vampiros más antiguos y poderosos, aquello
Mía estaba sola en su apartamento, la luz tenue de la luna se filtraba por las cortinas, creando un ambiente casi etéreo. La noche estaba en calma, pero su mente era un torbellino de pensamientos y emociones. Sentada en su sofá con una taza de té entre las manos, intentaba procesar todo lo que había sucedido en los últimos días. Amar a Alexander, un vampiro milenario, había sido un giro inesperado en su vida. Desde el momento en que supo su secreto, se había visto atrapada en un mundo que nunca había imaginado. Un mundo de sombras y secretos, de peligros que acechaban en cada esquina. Pero a pesar de todo, había una cosa que tenía clara: su amor por Alexander era real y profundo.Sin embargo, la oferta del Concilio de convertirse en vampiro para estar con él era abrumadora. La inmortalidad, la sed de sangre, dejar atrás su vida humana... todo eso la aterrorizaba. ¿Podría realmente renunciar a su humanidad, a sus amigos, a su familia, a todo lo que conocía? ¿Y qué tipo de vida sería e
Mía se despertó con los primeros rayos de sol filtrándose por las cortinas de su apartamento. A pesar de las turbulencias recientes en su vida, había decidido mantener su rutina y seguir adelante. Se levantó, se duchó y se vistió con su traje favorito, uno que la hacía sentir segura y profesional. Caminó hasta la cocina y preparó una taza de café, intentando aclarar su mente antes de otro día en la oficina.Al llegar al trabajo, Mía saludó a sus compañeros de manera habitual. La recepción le devolvió sonrisas y saludos amistosos, pero había una tensión subyacente que ella no podía ignorar. Sabía que algunos aún murmuraban sobre su relación con Alexander, pero decidió no darle importancia. Se dirigió a su escritorio, dispuesto a enfrentar cualquier desafío que el día le trajera.Lisa, su compañera de trabajo y cada vez más cercana amiga, se acercó con una sonrisa cálida.⸻Buenos días, Mía. ¿Cómo estás hoy?⸻, preguntó mientras se sentaba en el borde del escritorio de Mía.⸻Buenos días, L
MíaNo puedo evitar sonreír mientras pienso en Alexander. Últimamente, las cosas entre nosotros han cambiado, y aunque es sutil, lo noto en cada pequeño gesto. La manera en que me mira, cómo se preocupa por mí... hay algo diferente, algo que me hace sentir especial. Nunca antes me había sentido así, tan conectada con alguien.Esta mañana, cuando llegué a la oficina, él ya estaba allí, esperándome con un café en la mano. —Buenos días, Mía —dijo, con esa voz suave que siempre logra calmar mis nervios.—Buenos días, Alexander —respondí, tomando el café que me ofrecía. Sabía exactamente cómo me gusta, con solo un toque de azúcar, y me pregunté si eso era algo que él había notado desde hace tiempo o si era un detalle que había empezado a observar ahora que estábamos más cerca.Nos sentamos en su despacho, revisando algunas cosas de trabajo. La conversación fluía de manera natural, pero había algo más en el aire, una tensión suave y casi imperceptible. De vez en cuando, nuestras miradas se
Era una mañana que comenzó como cualquier otra. El murmullo constante de las teclas del teclado y el suave zumbido de las impresoras llenaban la oficina, creando una rutina casi reconfortante para Mía. Revisaba los correos del día, su mente parcialmente distraída, con pensamientos vagos sobre la extraña situación que había vivido los últimos días. Lo que antes era una vida normal, ahora estaba teñida por secretos oscuros, vampiros y un jefe que le aceleraba el corazón de una forma que nunca había experimentado.Pero ese día, algo se sentía diferente. Un aire de tensión invisible impregnaba la oficina. El equipo parecía más serio, más distante. Algo andaba mal, pero Mía no sabía qué era. Mientras intentaba concentrarse en su pantalla, la puerta de la oficina de Alexander se abrió de golpe, interrumpiendo cualquier otro pensamiento.Julián salió como un vendaval, sus pasos fuertes y decididos resonando contra el suelo. Su mirada estaba oscurecida por una mezcla de ira y desprecio. Mía al
En el corazón de la bulliciosa ciudad, la empresa de telecomunicaciones más poderosa del mundo, NightTech, se erguía como un titán. Fundada en 1876 por el enigmático Alexander Drake, quien había permanecido en el anonimato durante siglos, la empresa había revolucionado la industria con sus innovaciones. Nadie sabía que Alexander era un vampiro milenario, cuyas habilidades sobrenaturales le habían permitido construir un imperio.Mia Collins, una secretaria eficiente y ambiciosa, llevaba tres años trabajando en NightTech. Siempre había considerado a Alexander un jefe exigente, distante y frío, pero nunca se imaginó la verdad sobre él. A pesar de sus diferencias, Mia admiraba su inteligencia y su capacidad para liderar la empresa con mano firme.Un día, Mia estaba trabajando en un informe crucial cuando Alexander irrumpió en su oficina con una mirada de acero.—Collins, necesito esos documentos en mi despacho en cinco minutos —ordenó con su voz profunda y autoritaria.—Sí, señor Drake —r
La oficina de NightTech estaba en plena actividad, pero Mia Collins no podía evitar centrarse en Mark, el empleado que había comenzado a sospechar la semana pasada. Mientras organizaba sus papeles y respondía correos, sus ojos se desviaban continuamente hacia Mark, quien parecía estar más nervioso de lo habitual. Mia se esforzaba por mantener su comportamiento normal, pero su mente estaba en alerta máxima.Mark era un técnico de nivel medio en la empresa, responsable de la seguridad de los sistemas. Había trabajado en NightTech durante casi cinco años, y aunque siempre había sido reservado, últimamente su comportamiento parecía más sospechoso. Mia lo observaba de reojo mientras él se movía por la oficina, notando pequeños gestos de inquietud: el constante mirar por encima del hombro, la manera en que cerraba rápidamente las ventanas en su computadora cuando alguien se acercaba, y la frecuencia con la que salía al pasillo para tomar llamadas en privado.Una tarde, mientras Mark estaba
Mia llegó a la oficina a la 1 pm, después de una mañana llena de pensamientos y sentimientos confusos. La noche anterior con Alexander había sido reveladora en más de un sentido, y aunque sabía que sus sentimientos eran reales, no podía evitar preguntarse si todo esto era una fantasía. ¿Estaba realmente enamorada de su jefe vampiro, o era solo una atracción pasajera alimentada por la emoción de la misión y el misterio que rodeaba a Alexander?Al entrar en la oficina, notó que algunos de sus compañeros de trabajo la miraban de manera extraña, susurrando entre ellos. Decidió ignorar los murmullos y se dirigió a su escritorio, intentando concentrarse en el trabajo. Sin embargo, los rumores seguían flotando en el aire, y era imposible no escuchar fragmentos de conversaciones.—¿Has visto cómo llega tarde y nadie le dice nada? —murmuró una de las secretarias.—Sí, debe tener alguna clase de trato especial con el jefe —respondió otra.Mia sintió un nudo formarse en su estómago. Sabía que la