La que iba a ser la mejor noche de mi vida; mi noche de bodas, se convierte en un infierno.
Recibo demasiada información. Ahora me doy cuenta de que era completamente ignorante y ajena a todo. No tenía ni idea de que mi familia dirigía una de las mayores mafias, solo superada por la de mi nuevo marido.
Acaba de confesarme todo, con todo lujo de detalles porque no le importo lo más mínimo, lo único que le interesa es humillar a mi familia.
- Se que no tienes culpa de nada, Ángel - odio ese apelativo que me puso - pero en mi mundo no hay lugar para el amor - no siente pena ni remordimiento aunque me esté rompiendo el corazón justo en este momento.
Para el coche frente a la casa de mi padre, alguien le ha informado de lo que ha ocurrido. Su hija pequeña se ha casado a escondidas con su mayor enemigo.
- Entra ahí y cuéntales que a partir de mañana eres mía - susurra acariciandome la mejilla.
Jamás seré suya. No después de lo que me está obligando a hacer. Mi padre no lo permitirá.
- No soy de nadie - digo cerrando la puerta del coche.
Camino rápido. Traspaso la verja que da a los jardines, llenos de flores y pájaros que cantan y yo solo puedo pensar en cómo mi vida se hunde poco a poco. El anillo de mi dedo pesa toneladas y aún así, me sorprendió tocandolo y haciendo lo girar.
- Dime que no es verdad - mi hermano corre hasta mi. Me agarra del brazo y tira para meterme en la casa - dime que es una broma, por favor.
Supongo que al final, no sólo será el peor día de mi vida, también será el de mi familia.
- Cálmate, no es para tanto - miento - solo nos hemos casado.
Frena en seco y me mira con odio. ¿Qué he hecho yo? Me enamoré y me casé y después de nuestra noche de bodas me cuenta que todo ha sido un engaño para hacer daño a mi familia ¿cómo pueden pensar que ellos están peor que yo?
- ¿Qué no es para tanto? ¿¡Qué no es para tanto!? ¿En qué estabas pensando?
- No soy ninguna niña, tengo 25 años y de todos modos vosotros tenéis que darme explicaciones también ¿no crees? - levanto el dedo acusándolo - ¿mafia? ¿En serio Paul?
No se digna a contestar ¿para qué? La realidad ha venido golpeando fuerte, tragandome en el abismo de drogas y asesinatos. Me es imposible asimilar todo lo que está ocurriendo. Camino detrás de mi hermano por inercia hasta la puerta del despacho de mi padre. Respiro profundo y entro.
- ¿ Esto es cierto? - levanta una fotografía vestida de novia. Estoy agarrada del brazo de Marcus con la sonrisa más radiante que he visto jamás, él también sonríe, pero sólo es una pose, nada era cierto.
- Si, padre.
- Sabías que había decidido que te casaras con uno de mi inversores rusos y aún así te has casado con este hombre, mi enemigo, a mi espalda ¿Estoy en lo cierto?
Desde el principio dejé muy claro que no iba a casarme con ningún hombre que no conociera solo porque mi padre lo decidiera, pero al parecer, no tenía opción.
- ¿Por inversor quieres decir mafioso como tu? - acuso cruzándome de brazos.
Mi padre se levanta despacio de su silla de cuero, demasiado despacio. Rodea su escritorio y se acerca a mi con la mirada fría como el hielo. Nunca le había visto así, frío y letal.
Levanta la mano y la estrella contra mi cara. No es una bofetada como las que he visto en las películas, esta es brutal y me tira hacia un lado hasta que termino tumbada sobre mi hombro. Jamás me había pegado. Jamás me había intimidado de esta forma. No reconozco a mi padre ni a mi hermano que mira con la misma frialdad. Me toco el labio, al mirar mis dedos los veo teñidos de rojo.
- ¿Sabes? La vida de la mafia no es como te imaginas, cariño - camina a mi alrededor con una falsa cara amigable. Solo quiero que se aleje. Este hombre no lo reconozco- lo más importante no es la familia, es que el resto de tus enemigos no te vean débil, y tu, niña estúpida, acabas de hacer justamente eso.
Tiemblo sobre mi misma. No puedo controlar el temblor que controla mis manos. La imagen de Marcus viene a mi cabeza. Feliz por todo lo que está ocurriendo, feliz por poner a mi familia en esta situación.
Antes de que pueda reaccionar mi padre se ha agachado a mi lado, de su cinturilla ha sacado un cuchillo que, sin dudar ni un solo segundo para por mi brazo, a la altura de la muñeca y me hace un Corte.
- Esto te recordará lo que no debes hacer.
- Padre... - susurro agarrandome el brazo - ¿por qué?
Limpia el cuchillo sobre la manga de su camisa mientras se aleja.
- Vete a tu habitación hasta que decida que hago contigo.
Nadie me ayuda a levantarme ni a curarme la herida. Poco a poco me voy poniendo de pie. Las piernas me tiemblan, y un sudor frío mesclandose con la sangre aparece en mis dedos. Me Alejo hacia la puerta lanzando una mirada acusadora a mi hermano. Esta es mi familia, falsa y rota.
Salgo al pasillo, pero cuando empiezo a subir las escaleras para ir a mi habitación, vuelvo sobre mis pasos para escuchar a través de la puerta entre abierta cual va a ser el veredicto de mi padre.
- Padre ¿ En que está pensando? - pregunta mi hermano.
Hay un tensó silencio que me pone de los nervios.
- Hijo, mañana a primera hora ejecutaremos a tu hermana - mi corazón se ralentiza hasta dejar de latir durante un segundo - no podemos ofender a los Rusos, pero si podemos compensarles por no darles la boda que querían.
- ¿Está seguro, padre?
No hay contestación. Mi padre, el hombre que me crió y cuido desde que mi madre murió ha ordenado que me maten por casarme con un hombre, un hombre que pertenece a la mafia y que ha buscado que esto ocurra porque tampoco siente nada hacia mi.
Subo despacio a mi habitación. Tengo muy claro lo que voy a hacer. No me han dejado otra opción. No quiero estar en medio de un juego de locos, no quiero seguir perteneciendo a una familia a la que no le importa nadie, ni una sola voz suplicó por mi vida. Saco papel y bolígrafo y comienzo a escribir la carta que dejaré a mi padre.
La releo un par de veces antes de doblarla y dejarla sobre el escritorio. Voy hacia la Caja fuerte que hay escondida en una de las paredes de mi habitación, justo detrás de una foto en la que sale mi madre. Esta llena de fajos de billetes, cojo unos cuantos, un bolso viejo que nunca uso, pero que es bastante grande, lo suficiente como para meter unos zapatos y una muda limpia.
Salgo al pasillo mirando a ambos lados, cuando creo que no hay nadie, avanzo hacia las escaleras. La mansión siempre está llena de hombres vigilando, pero supongo que hoy tienen cosas más importantes que hacer. Cojo las llaves de mi coche y salgo corriendo. Tengo que irme de aquí y mientras antes lo haga mejor.
Arranco procurando no hacer ruido, pero mi mini no es demasiado silencioso aunque sí increíblemente bonito.
Conduzco desde Verona hasta Venecia. Solo he parado una vez para repostar. Llego bien entrada la noche ¿se habrán dado cuenta de que no estoy? ¿ estarán buscándome? ¿Me habrá llamado Marcus? He intentado ser fuerte todo el rato, no pararme a pensar en lo que ha ocurrido y en lo que estoy a punto de hacer, porque si me paro a pensarlo, la presión en mi pecho casi no me deja respirar y un grito ahogado se escapa de mi garganta. Tengo que colocar las manos sobre mi boca para no hacer ruido, las lágrimas caen sin control, pero esta es la única salida, no hay otra forma. Me quito un zapato y lo dejo tirado en el coche, justo después me quito la camiseta llena de sangre de la herida del brazo que me hizo mi padre y la tiro al mar.
Arranco el coche, meto primera y rápidamente, segunda. Escucho el latido de mi corazón en los oídos, meto tercera y antes de que el coche caiga y se hunda en las profundidades, salto.
Si la suerte esta de mi lado creerán que me he suicidado, tal y como he puesto en la carta dirigida a mi padre, y él y mi marido no volverán a molestarme jamás.
Recojo mi pelo en un moño, ser pelirroja siempre ha llamado la atención de muchas personas y eso es lo último que quiero en este momento, así que sacó del bolso los zapatos y me los pongo, una camiseta limpia y una peluca castaña y me alejo de mi vieja vida para siempre.
Y este fue el último día de mi vida. Así es como entre dos hombres pertenecientes a las mafias, decidieron que mi vida no era importante.
MarcusSentado en mi despacho fantaseo con la cara de Leandro cuando se entere que su hija menor se ha casado con su enemigo. Se me escapa una media sonrisa que no puedo ocultar. Pagaría la mitad de mi fortuna sin dudarlo.Llamo unas cuantas veces al teléfono de Mía. Lo tiene apagado. Me enfurece no poder contactar con ella y decido que, en cuanto mañana venga a vivir aquí conmigo, quiera su padre o no, tendré que enseñarle como debe comportarse y como debe estar disponible por si la llamo o la necesito en cualquier momento.Tengo preparado un pequeño ejercito de hombres para mañana por si Leandro decidiera hacer las cosas difíciles. Tiene que entender que su pequeña y dulce hija ahora es mía y él ya no pinta nada.Unos toques en la puerta hacen que rompa el hilo de pensamientos.- Pasa - digo sin levantar la vista de los documentos que ni he leído.Dante, mi ho
MarcusEspero a Mía dentro del coche. Tiene un plan para que pasemos la tarde, no ha querido contarme nada así que me resigno a lo que haya preparado.- Hola cariño - saluda abriendo la puerta y sentándose a mi lado.Lleva un vestido de gasa blanco. Su pelo rojo resalta todavía más y sus enormes ojos verdes me miran divertidos.- ¿Cómo está la chica más guapa? - pregunto sin dejar que responda. Dejo un dulce beso sobre sus labios.- Pues no se, tendrás que preguntarle a ella.Se me escapa una sonrisa con su contestación. Mía es una de las pocas personas que tienen un ingenio que me hace reír y eso es difícil, porque por regla general soy serio y frío y si alguien se atreviera a hablarme como ella lo hace lo mataría sin pestañear, pero ella no sabe que soy oscuro y letal.- ¿Vas a decirme dónde me llevas? - pregunto con un tono falso de enfa
MíaLo primero que hago en cuanto llego a Siracusa es buscar un lugar para dormir. Empezar de cero no es fácil, pero mucho más difícil es volver del lugar al que quería mandarme mi padre.Encuentro un pequeño hostal, medio destartalado y con las paredes desconchadas, pero como se supone que debería mantener un perfil bajo, el lugar me parece perfecto. Tengo que buscar un trabajo, aunque antes que eso lo mejor sería encontrar a alguien que pudiera falsificar todos mis documentos, ya que estoy muerta con mi nombre oficial.Un hombre gordo y con una camiseta de tirantes blanca llena de manchas que no quiero ni pensar de que pueden ser, me mira arrugando la frente.- Nombre - No hay ni rastro de emoción en su voz.- Buenas, me gustaría alquilar una habitación. Mi nombre es Lola.Levanta las cejas dando por sentado que miento. Si le resulta tan fácil saberlo es
MarcusHoy tengo que viajar más de mil kilómetros. No recordaba que tenía una reunión con dos hermanos que se dedican a abrir prostíbulos. No tengo problema con ello, todo lo que sea implementar seguridad para que las chicas no trabajen en la calle y corran peligro me parece bien.Antes de aceptar este trato tengo que estar totalmente seguro de que estos hermanos no son los típicos hijos de puta que se dedican a secuestrar o a obligar a las mujeres a que trabajen para ellos. No sería la primer vez que intentan engañarme haciéndome creer que todo es consentido, pero una vez que descubro el engaño, es la última vez para ellos.Por la noche llegamos a un bar cutre que quiere hacerse pasar por glamuroso, pero la realidad es que es una mierda. Luces a media intensidad, paredes pintadas en tonos negros y dorados, las camareras son mujeres medio denudas que se pasean delante de nosotros moviendo el culo exageradamen
MíaAntes de abrir los ojos, me estiro en la cama. Cuando voy a levantar uno de mis brazos un sonido metálico suena por encima de mi cabeza.Todos los recuerdos de la noche anterior vienen de pronto a mi mente. Oh Dios mío, no puede ser. Marcus me encontró y me trajo de vuelta a Verona. Si mi padre se entera estoy muerta.Miro las esposas que agarran mi muñeca. Muevo la otra mano frenéticamente entre mi pelo. En cuanto toco la horquilla vuelvo a respirar. Se como abrirlas y en cuanto lo haga, volveré a huir.La habitación es grande. Está adornada en tonos grises de distinta intensidad. Elegante y frío igual que Marcus. Una puerta a mi derecha llama mi atención, algo me dice que es el baño y una urgente necesidad de usarlo nace en mi. ¿Dónde está Marcus?- ¿Hola? Necesito ir al baño - Digo levantando un poco la voz.Unos segundos después la puerta se abre. Uno de
MíaAntes de ir a la estación de autobuses, cambio de dirección. Quiero ver a mi familia por última vez. Se que es arriesgado y que podrían pillarme, pero mi padre ha sido mi única familia junto con mi hermano desde que mi madre murió.Tal vez lo que quiero es comprobar si está arrepentido de la decisión que tomó, o puede que solo lo corrobore y me sirva para desaparecer para siempre.Tardo unas pocas horas en llegar. Intento ocultarme caminando por pequeñas calles para evitar las cámaras de seguridad de los bancos o de algunas tiendas. No se hasta donde llega el poder de mi padre y Marcus, pero voy a tener todo el cuidado que pueda.Cuando comienza a anochecer llego a la urbanización donde me he criado. Me he escondido entre los arbustos mirando fijamente la entrada de mi casa, Grande y señorial. Siento los tentáculos de las tristeza aprentándome el corazón. Era tan ignorante...
MíaNo estoy segura de cuánto tiempo ha pasado, creo que unas cuantas horas. La puerta se abre golpeando la pared, me sobresalta la violencia con la que aparece Marcus. La luz entra tras él dándole el aspecto de un Dios.Inconscientemente me arrastro para retroceder y alejarme todo lo posible de él. Si Beni seguía sus órdenes y solo era un aviso, seguro que lo que tiene preparado el propio Marcus es terrible.Da dos grandes zancadas y se agacha a mi lado. No quiere tocarme aunque sus manos flotan unos centímetros por encima de mi cuerpo.- Por favor, no me hagas daño - Suplico encogiéndome sobre mi misma.Marcus suelta el aire de los pulmones haciendo demasiado ruido. No se si está intentando controlarse o sigue igual de enfadado que cuando lo vi en casa de mi padre.- No voy a hacerte nada - Pasa su brazo por debajo de mi espalda y el otro bajo mis pierna.<
MarcusEl cuerpo de Mía cae inconsciente. La sostengo antes de que se golpee contra el suelo. No se lo que le ha hecho Beni, pero no quiero arriesgarme a que le haya producido algún tipo de daño interno. Por fuera soy una máscara impasible y muy cabreada, pero por dentro estoy de los putos nervios.- Vamos al hospital, Dante.La llevo en mis brazos una vez más. El inútil de mi hombre se creía que tenía licencia para tocarla, ese error le ha costado la vida y me la suda lo que piensen los demás, el que se atreva a tocarla está muerto, sea uno de mis hombres o su hermano.El único motivo por el que ese hijo de puta está vivo es porque el trato que me ha ofrecido Mía es demasiado jugoso. Tenerla a mi lado obediente y sumisa es lo que quiero desde que la dejé en casa de su padre antes de que desapareciera.Dante conduce más rápido de lo normal. Entiendo que le afecte, su her