Mía
Acabo de terminar mi turno en el hospital, pero no me siento capaz de volver junto a Marcus como si nada hubiera pasado, así que esta noche cubriré el turno de una compañera. Espero poder pensar un poco. Aclararme.
Intento recordar en que momento mi padre pudo llegar a odiarme tanto como lo hace, quiero decir, solo porque te cases con alguien que te cae mal un padre no decide matar a su hija. Supongo que siempre ha sido una bestia a la que no le importábamos ni Paul ni yo realmente.
- Mía ¿seguro que no te importa cubrirme? - Pregunta mi compañera con la esperanza de que no me arrepienta.
Levanto la mano quitándole importancia.
- Claro que no, ve a casa con tu hijo, yo te cubro hoy.
La noche va pasando lentamente y por desgracia para mi, más tranquila de lo que me gustaría.
Estoy en la habitación donde descansamos hasta que hay un
MíaMarcus coloca sobre mis manos un montón de fichas, cada una vale mil euros. Lo miro como si le hubieran salido verrugas en la cara. Es muchísimo dinero como para tirarlo jugando a un juego que no entiendo.- Es demasiado dinero - Intento dejar las fichas sobre sus manos pero no me deja.- Ya no es dinero, son fichas y hay que usarlas.Arrugo las cejas.- Pero lo voy a perder.Sonríe con indulgencia. Le divierte que me importe el dinero. No se lo que tiene, no tengo ni idea de la cantidad exacta ni aproximada, pero sé que tiene que ser muchísimo.- Si tengo que dar todo mi dinero para verte sonreír lo daría agradecido - Se acerca hasta que sus labios tocan los míos.Creo que jamás me cansaré del sabor de sus labios, de su tacto o de su ternura. Estamos hechos el uno para el otro, no se vivir lejos de él, ya no.
MíaTal vez podría haber hecho más por él para que no terminara siendo un títere de mi padre, tal vez si no hubiera estado tan pendiente de lo que quería, si hubiera prestado más atención a todo, este final sería distinto.Mi hermano camina hacia mi con furia, respira rápido y su pecho sube y baja sin control. Me agarra de la rebeca y me acerca a él de forma violenta.- Paul... - Susurro sufriendo al verlo tan mal - ¿qué te ha hecho? - las lágrimas caer por mis mejillas.Su dolor es mi dolor, no podría ser de otra forma, es mi hermano.- Deja de intentar que cambie de idea - gruñe por lo bajo pegando los labios a mi oído - hoy vas a morir.Me quito las lágrimas con rabia. Voy a morir ¡BIEN! vale, lo acepto. Ha llegado mi hora. Si tengo que ser sincera hace tiempo que llegó, cuando mi padre decidió que no valía la pena que mi corazón siguiera la
MarcusSujeto mi camisa fuertemente contra el estómago de Mía. Hace un rato que ha perdido el conocimiento, pero aún respira. Eso es buena señal.Paul aparca en la zona de las ambulancias y salta del coche para pedir ayuda mientras yo salgo con mi mujer en brazos. Los celadores traen una camilla y justo a su lado un médico y varias enfermeras.Corren por lo pasillos para poder comenzar a atenderla. Yo los sigo sin soltar su mano. Esta no va a ser la última vez que la voy a ver. Estoy seguro. Nuestra historia no puede terminar aquí.Empujan dos grandes puertas.- No puede pasar, señor - Una de las enfermeras me corta el paso.Levante el dedo señalando el jodido cartel que hay pegado a la puerta "Acceso restringido"La miro con ganas de matarla. ¿Quien cojones se ha creído que es para prohibirme nada?- Gracias - Dice Paul -
MíaEscucho una voz a lo lejos, demasiado lejano como para comprender lo que dice. Quiero abrir los ojos y despertarme, pero los párpados me pesan demasiado. Despego los labios para hablar, pero mis cuerdas vocales tampoco quieren trabajar.No se que ocurre, pero a medida que pasan los minutos consigo aclarar la mente. Marcus toca mi mano y me habla. Despacio consigo abrir los ojos. No logro enfocar del todo, pero sus manos acarician mi cara.- Por fin has despertado. Estaba muerto de miedo - Admite.Para que diga que él tenía miedo he debido estar grave. Siento una punzada de culpabilidad por haberme puesto en peligro. En realidad no me dió tiempo a pensar demasiado, simplemente actué.- ¿Mi hermano está bien? - Pregunto entrelazando mis dedos con los suyos.Asiente conteniendo la rabia. No ha debido ser fácil para él, y eso le da mucho más valor.
Desde que Marcus se fue todo me cuesta muchísimo.Levantarme de la cama y asearme para seguir con mi día a día se ha convertido en todo un reto, pero no quiero causar más problemas.Todos en el castillo son muy simpáticos conmigo, demasiado como para que me sienta cómoda, hasta Killian ha empezado a mirarme con pena, así que llevo unos días esquivándolos a todos.Paso mucho tiempo en el bosque, justo en el claro donde Marcus me sorprendió con el picnic y donde decidí comenzar a confiar en él.Llevo tantos días llorando a escondidas que ya he perdido la cuenta, creo que hace cuatro o cinco semanas que se fue, o tal vez hace mas, no estoy muy segura. Pero en el fondo de mi corazón entiendo que se alejara de mi, al fin y al cabo soy la mujer que decidió ponerse delante de dos balas
La que iba a ser la mejor noche de mi vida; mi noche de bodas, se convierte en un infierno.Recibo demasiada información. Ahora me doy cuenta de que era completamente ignorante y ajena a todo. No tenía ni idea de que mi familia dirigía una de las mayores mafias, solo superada por la de mi nuevo marido.Acaba de confesarme todo, con todo lujo de detalles porque no le importo lo más mínimo, lo único que le interesa es humillar a mi familia.- Se que no tienes culpa de nada, Ángel - odio ese apelativo que me puso - pero en mi mundo no hay lugar para el amor - no siente pena ni remordimiento aunque me esté rompiendo el corazón justo en este momento.Para el coche frente a la casa de mi padre, alguien le ha informado de lo que ha ocurrido. Su hija pequeña se ha casado a escondidas con su mayor enemigo.- Entra ahí y cuéntales que a partir de mañana eres mía - susurra acariciandome la mejilla.Jamás seré suya. No desp
MarcusSentado en mi despacho fantaseo con la cara de Leandro cuando se entere que su hija menor se ha casado con su enemigo. Se me escapa una media sonrisa que no puedo ocultar. Pagaría la mitad de mi fortuna sin dudarlo.Llamo unas cuantas veces al teléfono de Mía. Lo tiene apagado. Me enfurece no poder contactar con ella y decido que, en cuanto mañana venga a vivir aquí conmigo, quiera su padre o no, tendré que enseñarle como debe comportarse y como debe estar disponible por si la llamo o la necesito en cualquier momento.Tengo preparado un pequeño ejercito de hombres para mañana por si Leandro decidiera hacer las cosas difíciles. Tiene que entender que su pequeña y dulce hija ahora es mía y él ya no pinta nada.Unos toques en la puerta hacen que rompa el hilo de pensamientos.- Pasa - digo sin levantar la vista de los documentos que ni he leído.Dante, mi ho
MarcusEspero a Mía dentro del coche. Tiene un plan para que pasemos la tarde, no ha querido contarme nada así que me resigno a lo que haya preparado.- Hola cariño - saluda abriendo la puerta y sentándose a mi lado.Lleva un vestido de gasa blanco. Su pelo rojo resalta todavía más y sus enormes ojos verdes me miran divertidos.- ¿Cómo está la chica más guapa? - pregunto sin dejar que responda. Dejo un dulce beso sobre sus labios.- Pues no se, tendrás que preguntarle a ella.Se me escapa una sonrisa con su contestación. Mía es una de las pocas personas que tienen un ingenio que me hace reír y eso es difícil, porque por regla general soy serio y frío y si alguien se atreviera a hablarme como ella lo hace lo mataría sin pestañear, pero ella no sabe que soy oscuro y letal.- ¿Vas a decirme dónde me llevas? - pregunto con un tono falso de enfa