Marcus
Sujeto mi camisa fuertemente contra el estómago de Mía. Hace un rato que ha perdido el conocimiento, pero aún respira. Eso es buena señal.
Paul aparca en la zona de las ambulancias y salta del coche para pedir ayuda mientras yo salgo con mi mujer en brazos. Los celadores traen una camilla y justo a su lado un médico y varias enfermeras.
Corren por lo pasillos para poder comenzar a atenderla. Yo los sigo sin soltar su mano. Esta no va a ser la última vez que la voy a ver. Estoy seguro. Nuestra historia no puede terminar aquí.
Empujan dos grandes puertas.
- No puede pasar, señor - Una de las enfermeras me corta el paso.
Levante el dedo señalando el jodido cartel que hay pegado a la puerta "Acceso restringido"
La miro con ganas de matarla. ¿Quien cojones se ha creído que es para prohibirme nada?
- Gracias - Dice Paul -
MíaEscucho una voz a lo lejos, demasiado lejano como para comprender lo que dice. Quiero abrir los ojos y despertarme, pero los párpados me pesan demasiado. Despego los labios para hablar, pero mis cuerdas vocales tampoco quieren trabajar.No se que ocurre, pero a medida que pasan los minutos consigo aclarar la mente. Marcus toca mi mano y me habla. Despacio consigo abrir los ojos. No logro enfocar del todo, pero sus manos acarician mi cara.- Por fin has despertado. Estaba muerto de miedo - Admite.Para que diga que él tenía miedo he debido estar grave. Siento una punzada de culpabilidad por haberme puesto en peligro. En realidad no me dió tiempo a pensar demasiado, simplemente actué.- ¿Mi hermano está bien? - Pregunto entrelazando mis dedos con los suyos.Asiente conteniendo la rabia. No ha debido ser fácil para él, y eso le da mucho más valor.
Desde que Marcus se fue todo me cuesta muchísimo.Levantarme de la cama y asearme para seguir con mi día a día se ha convertido en todo un reto, pero no quiero causar más problemas.Todos en el castillo son muy simpáticos conmigo, demasiado como para que me sienta cómoda, hasta Killian ha empezado a mirarme con pena, así que llevo unos días esquivándolos a todos.Paso mucho tiempo en el bosque, justo en el claro donde Marcus me sorprendió con el picnic y donde decidí comenzar a confiar en él.Llevo tantos días llorando a escondidas que ya he perdido la cuenta, creo que hace cuatro o cinco semanas que se fue, o tal vez hace mas, no estoy muy segura. Pero en el fondo de mi corazón entiendo que se alejara de mi, al fin y al cabo soy la mujer que decidió ponerse delante de dos balas
La que iba a ser la mejor noche de mi vida; mi noche de bodas, se convierte en un infierno.Recibo demasiada información. Ahora me doy cuenta de que era completamente ignorante y ajena a todo. No tenía ni idea de que mi familia dirigía una de las mayores mafias, solo superada por la de mi nuevo marido.Acaba de confesarme todo, con todo lujo de detalles porque no le importo lo más mínimo, lo único que le interesa es humillar a mi familia.- Se que no tienes culpa de nada, Ángel - odio ese apelativo que me puso - pero en mi mundo no hay lugar para el amor - no siente pena ni remordimiento aunque me esté rompiendo el corazón justo en este momento.Para el coche frente a la casa de mi padre, alguien le ha informado de lo que ha ocurrido. Su hija pequeña se ha casado a escondidas con su mayor enemigo.- Entra ahí y cuéntales que a partir de mañana eres mía - susurra acariciandome la mejilla.Jamás seré suya. No desp
MarcusSentado en mi despacho fantaseo con la cara de Leandro cuando se entere que su hija menor se ha casado con su enemigo. Se me escapa una media sonrisa que no puedo ocultar. Pagaría la mitad de mi fortuna sin dudarlo.Llamo unas cuantas veces al teléfono de Mía. Lo tiene apagado. Me enfurece no poder contactar con ella y decido que, en cuanto mañana venga a vivir aquí conmigo, quiera su padre o no, tendré que enseñarle como debe comportarse y como debe estar disponible por si la llamo o la necesito en cualquier momento.Tengo preparado un pequeño ejercito de hombres para mañana por si Leandro decidiera hacer las cosas difíciles. Tiene que entender que su pequeña y dulce hija ahora es mía y él ya no pinta nada.Unos toques en la puerta hacen que rompa el hilo de pensamientos.- Pasa - digo sin levantar la vista de los documentos que ni he leído.Dante, mi ho
MarcusEspero a Mía dentro del coche. Tiene un plan para que pasemos la tarde, no ha querido contarme nada así que me resigno a lo que haya preparado.- Hola cariño - saluda abriendo la puerta y sentándose a mi lado.Lleva un vestido de gasa blanco. Su pelo rojo resalta todavía más y sus enormes ojos verdes me miran divertidos.- ¿Cómo está la chica más guapa? - pregunto sin dejar que responda. Dejo un dulce beso sobre sus labios.- Pues no se, tendrás que preguntarle a ella.Se me escapa una sonrisa con su contestación. Mía es una de las pocas personas que tienen un ingenio que me hace reír y eso es difícil, porque por regla general soy serio y frío y si alguien se atreviera a hablarme como ella lo hace lo mataría sin pestañear, pero ella no sabe que soy oscuro y letal.- ¿Vas a decirme dónde me llevas? - pregunto con un tono falso de enfa
MíaLo primero que hago en cuanto llego a Siracusa es buscar un lugar para dormir. Empezar de cero no es fácil, pero mucho más difícil es volver del lugar al que quería mandarme mi padre.Encuentro un pequeño hostal, medio destartalado y con las paredes desconchadas, pero como se supone que debería mantener un perfil bajo, el lugar me parece perfecto. Tengo que buscar un trabajo, aunque antes que eso lo mejor sería encontrar a alguien que pudiera falsificar todos mis documentos, ya que estoy muerta con mi nombre oficial.Un hombre gordo y con una camiseta de tirantes blanca llena de manchas que no quiero ni pensar de que pueden ser, me mira arrugando la frente.- Nombre - No hay ni rastro de emoción en su voz.- Buenas, me gustaría alquilar una habitación. Mi nombre es Lola.Levanta las cejas dando por sentado que miento. Si le resulta tan fácil saberlo es
MarcusHoy tengo que viajar más de mil kilómetros. No recordaba que tenía una reunión con dos hermanos que se dedican a abrir prostíbulos. No tengo problema con ello, todo lo que sea implementar seguridad para que las chicas no trabajen en la calle y corran peligro me parece bien.Antes de aceptar este trato tengo que estar totalmente seguro de que estos hermanos no son los típicos hijos de puta que se dedican a secuestrar o a obligar a las mujeres a que trabajen para ellos. No sería la primer vez que intentan engañarme haciéndome creer que todo es consentido, pero una vez que descubro el engaño, es la última vez para ellos.Por la noche llegamos a un bar cutre que quiere hacerse pasar por glamuroso, pero la realidad es que es una mierda. Luces a media intensidad, paredes pintadas en tonos negros y dorados, las camareras son mujeres medio denudas que se pasean delante de nosotros moviendo el culo exageradamen
MíaAntes de abrir los ojos, me estiro en la cama. Cuando voy a levantar uno de mis brazos un sonido metálico suena por encima de mi cabeza.Todos los recuerdos de la noche anterior vienen de pronto a mi mente. Oh Dios mío, no puede ser. Marcus me encontró y me trajo de vuelta a Verona. Si mi padre se entera estoy muerta.Miro las esposas que agarran mi muñeca. Muevo la otra mano frenéticamente entre mi pelo. En cuanto toco la horquilla vuelvo a respirar. Se como abrirlas y en cuanto lo haga, volveré a huir.La habitación es grande. Está adornada en tonos grises de distinta intensidad. Elegante y frío igual que Marcus. Una puerta a mi derecha llama mi atención, algo me dice que es el baño y una urgente necesidad de usarlo nace en mi. ¿Dónde está Marcus?- ¿Hola? Necesito ir al baño - Digo levantando un poco la voz.Unos segundos después la puerta se abre. Uno de