CharlotteNo supe cuánto tiempo estuve llorando, pero después de desahogar toda mi frustración, levanté la cabeza y miré mi reflejo en el espejo. Me di cuenta de que mi maquillaje estaba corrido por todo el rostro, y las bolsas debajo de mis ojos se marcaban con grandes manchas oscuras. Arreglé mi cabello y tomé un paño húmedo para intentar restaurar mi imagen. Mi nariz estaba roja y mis pupilas dilatadas; la sensación que estaba experimentando en ese momento me resultaba familiar. Era la misma que había sentido cinco años atrás, cuando dejé la mansión de los Maclovin por primera vez, el día de aquella acalorada discusión con Magdalena.5 años atrásFederick salió hacia la oficina sin despedirse de mí. Las noches anteriores, la comunicación entre nosotros se había vuelto casi inexistente. Teníamos tanto que decirnos como pareja, pero ninguno de los dos se sentía preparado para abrirse. Esa mañana, la mansión estaba más desordenada de lo habitual. La sequía había llenado el aire de pol
FederickCuando llegué a mi departamento, vi que Helen ya había dejado todo listo para mi viaje. Solo faltaba que recogiera las pocas cosas que quedaban. Al cruzar el umbral, ahí estaba Magdalena, tomando una copa de vino frente a la ventana. Apenas sintió mi presencia, se giró y me miró con desdén.—¡Hijo mío! Cariño, ¿qué haces en casa tan temprano?—Mamá, vengo a recoger mis cosas porque he cambiado de trabajo. Justamente quería hablar con ustedes.—Entonces, ¿esa mujer pudo contigo? No lograste recuperarla, y ella hizo lo que quiso contigo, ¡como siempre! —dijo mientras le daba un sorbo a su copa.—Mamá, Charlotte ya no me ama. No siente nada por mí, y no la voy a obligar. No tiene sentido quedarme en esa compañía, solo para destruirme la cabeza y soportar sus humillaciones.De repente, con furia, mi madre arrojó la copa al suelo. Se rompió al instante, y los pedazos de cristal volaron por todas partes mientras el vino manchaba todo a su paso.—¡Eres igual de idiota que tu padre!
NarradorMientras Charlotte, inconsciente de la situación, continuaba su camino tratando de aliviar su propio sufrimiento.—Aprecio que hayas aceptado la invitación —dijo Jordan, tomando su mano para ayudarla a entrar en su coche. —Gracias a ti. La verdad es que no leí tus mensajes a tiempo y por eso no pude confirmarte. Se me pasó por completo la convención de agricultores; ya sabes, mi familia tiene un buen terreno en esa área, así que es imposible no asistir. —Sé que apenas estamos conociéndonos, pero me encantaría, después de la convención, cuando te sientas lista, salir a comer algo, platicar o tal vez tomar una copa. Me muero por conocerte mejor. —Gracias, Jordan. Estoy segura de que ese momento llegará. —Charlotte se subió al auto de Jordan y se fueron. Sin embargo, no solo Federick se daba cuenta de que ella estaba en compañía; un oscuro personaje se ocultaba tras los grandes arbustos del jardín, encendió un cigarrillo y observó cómo el coche se alejaba. Él era quien debía
CharlotteA pesar de que estaba sumida en un mar de sentimientos, cada día que pasaba sin saber nada de Federick me hacía sentir más inquieta. Sin embargo, con Jordan, empezaba a vislumbrar una nueva oportunidad. —Preciosa, muero de ganas por verte, Charlotte, me estás volviendo loco —me dijo Jordan durante una llamada. —Bueno, Jordan, como te he mencionado, debemos ir despacio. Hasta ahora llevamos un mes conociéndonos, y… —enredé mis dedos en el cable del teléfono— solo espero que las cosas vayan bien entre nosotros. Esa última parte se la dije con sinceridad, anhelando el día en que pudiera dejar de sentir algo por Federick. —¡Claro que sí! Tengo muy claro lo que me has dicho, pero eso no significa que no me vuelvas loco. Espérame en la salida de la compañía; a las cinco de la tarde estaré allí. —Está bien, ¡nos vemos más tarde! Colgó la llamada y suspiré. Aunque no sentía nada específico por él, al menos Jordan lograba alegrar mis días. La tarde pasó rápidamente, y ya faltaba
Charlotte—¡Levántate! Nos vamos —me dijo Dorian, agarrándome del brazo. —¿¿Para dónde nos vamos, Dorian?? —me levanté del suelo llorando. —Vamos a tu mansión. Ahora viviremos allí, todos juntos con tu madre. Y mucho cuidado con mentir o hacer algo que la haga sospechar de mí, porque te juro que con las dos acabo. ¿Me entendiste? —¡Eres un maldito miserable! —me lancé sobre Dorian y comencé a golpearlo, pero él, en medio de su burla, solo me agarraba los brazos con fuerza, haciéndome daño. —Así luches, ya no tienes nada que hacer, preciosa. ¡Eres mía! —me dejé caer, sintiéndome impotente y culpable en medio de mi llanto. Finalmente, sin más sentimiento que la resignación, me levanté y caminé a su lado. Él nunca dejó de amenazarme, y lo peor era que parecía haber planeado todo esto durante mucho tiempo; cada uno de sus movimientos estaba fríamente calculado. Cuando llegamos a la mansión Feldman, aunque tenía los ojos hinchados y no lucía bien, mi madre, al verme, pensó que estaba
NarradorMientras tanto, al otro lado de California, Federick no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, hasta que recibió una llamada inesperada de su hermana.—¡Diane! ¡Qué alegría escucharte! ¿Cómo estás? —Yo bien, pero las cosas por aquí están un poco complicadas. ¿Ya te enteraste de lo que pasó en estos últimos días? Federick sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, imaginando lo peor. —No, ¿qué sucedió? ¿La familia está bien? —Nuestra familia, sí, por suerte están bien. Pero Jordan... Jordan está muerto, Federick. Estaba cerca de la empresa de Charlotte cuando un hombre lo atacó a quemarropa. Lo mató en el acto.Federick se quedó paralizado, entendiendo al instante que la muerte de Jordan no era una simple coincidencia. Charlotte tenía que estar involucrada de alguna forma.—¿Cuándo pasó? No he sabido nada por parte de Helen. —Fue muy reciente, pero por favor, no pienses en venir. Tengo un mal presentimiento, hermanito, podrías ser el próximo.—¿Qué estás diciendo, Diane? ¿
CharlotteSentí que el mundo se me venía encima cuando vi a Frederick irse de la mano con Helen. Tragando saliva, respiré profundo.—Quiero que regresemos a casa, Dorian. Necesito saber cómo está mi madre.Dorian se giró hacia mí. Era mucho más alto y apenas podía verle la cara por encima de su hombro.—Si Dora se porta bien, mis chicos la tratarán muy bien.—Mi padre debe estar por llegar, Dorian. No quiero que le pase nada por tus malditos caprichos.—Es tu obligación decirle que no venga. Toma mi teléfono y llámalo, dile que no venga a la mansión, que ustedes no están.—¡No voy a hacer eso, cabrón! —le respondí desafiante.Dorian se acercó y me apretó el brazo con fuerza, logrando que sintiera dolor.—Mira, Charlotte, no quiero que me sigas tratando como se te dé la gana. A partir de ahora, para ti soy tu amor. Si no me tratas así, tu vida se volverá una tortura. El simple hecho de respirar será costoso. ¿Me escuchaste?—Es que no quiero, maldita sea, ¡No quiero! —comencé a llorar.
FederickEl rayo de sol se coló con fuerza a través de la ventana de la habitación de huéspedes de Helen, y la resaca me azotaba con tal intensidad que mi cabeza parecía a punto de estallar. Todo daba vueltas. Entreabrí los ojos y me estiré, tratando de juntar los fragmentos de la noche anterior. Apenas lograba una imagen confusa de Charlotte debajo de mí. No tenía claro dónde me encontraba, pero cuando estiré el brazo y sentí el cuerpo de una mujer junto a mí, una breve sensación de satisfacción me atravesó, como si estuviera en la cima de una caída inevitable.—¡Buenos días, Charlotte! —me giré para mirarla, sin comprender por qué mi subconsciente había decidido traicionarme de esa manera.Helen ya estaba despierta, observándome en silencio. Al oírme llamarla de esa forma, se levantó de la cama de un salto y me lanzó una mirada penetrante.—¿Charlotte? ¿De verdad piensas que me parezco a Charlotte? —reclamó, con las manos en la cintura y no oculto absolutamente nada,Apreté los ojos