Capítulo 11
Escuchando sus palabras cada vez más absurdas, ya no pude contener lo que sentía en mi corazón.

—No creas que todos son como tú, un sinvergüenza. Salvador le pidió matrimonio a Teresa, yo solo vine a ayudarlo a elegir el anillo y la ropa.

—No todos somos como tú, incapaces de controlar nuestros sentimientos.

—Aunque reconozco que, por la voluntad de la Diosa Lunar, le presté algo de atención, sé que no tengo ninguna oportunidad con él, así que no dejaré que esa atención se convierta en amor.

—Griffith, ambos nos conocíamos tan poco. Yo no te conocía, por eso no supe que me traicionarías. Tú no me conocías, por eso pensaste que yo sería como tú.

Bajé la cabeza y lo miré, él se veía completamente desconcertado.

—Por eso, no tenemos química, nunca nos vamos a entender.

Después de eso, Teresa me dijo que, fuera de las murallas de la ciudad, ya no se veía la sombra de Griffith acosándonos.

Poco después, los informantes de Teresa trajeron noticias: Griffith, después de haberse pasado los día
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