El café que Elena había elegido para reunirse con Aiden era pequeño, acogedor, y lleno de detalles que, de alguna manera, reflejaban la esencia creativa de ambos. Las paredes estaban decoradas con ilustraciones locales, y los techos altos permitían que la luz se filtrara con suavidad, creando un ambiente cálido. Aiden miró alrededor, observando los pequeños detalles que probablemente no habrían llamado la atención de otras personas. Para él, todo era una fuente de inspiración, y el arte que colgaba de las paredes parecía resonar con su propio estilo.
Elena, por su parte, había encontrado una mesa junto a la ventana. Sacó su tablet y comenzó a revisar los datos de la aplicación sin esperar a que Aiden se sentara. Estaba concentrada, sus ojos oscuros analizando cada línea de código en busca de una explicación lógica para lo que había visto en el mural. Pero cuanto más miraba, más confusa se sentía. Todo debería estar en orden, pensaba. El código no miente, pero algo aquí no encaja. Aiden la observó con interés desde el otro lado de la mesa. Había algo fascinante en la forma en que Elena se sumergía en su trabajo, como si todo lo demás a su alrededor desapareciera. Su concentración era absoluta, y Aiden se dio cuenta de que rara vez había conocido a alguien que pudiera igualar su nivel de dedicación. —Entonces, ¿qué piensas? —preguntó Aiden después de que el mesero les trajera un par de cafés. Elena no levantó la vista de su tablet de inmediato. Se tomó su tiempo, deslizando los dedos por la pantalla para ampliar los datos y examinar un gráfico. —No tiene sentido —murmuró finalmente, más para sí misma que para él—. He revisado el código varias veces, y no hay ninguna referencia que pueda explicar lo que sucedió con tu mural. Aiden tomó un sorbo de su café y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa. —¿Podría haber algún tipo de interferencia? Tal vez hay algo en el entorno que está afectando la aplicación. Elena finalmente levantó la mirada, considerando su sugerencia. Es posible, pero improbable, pensó. Aún así, sería una explicación lógica, aunque... ¿por qué no lo pensé antes? —Es posible, pero improbable. La aplicación utiliza un algoritmo de reconocimiento de imágenes para identificar puntos de interés en la ciudad. Tu mural no estaba en nuestra base de datos, y mucho menos programado para mostrar esas imágenes adicionales. Aiden sonrió, intrigado. —Parece que mi arte tiene más poder del que pensaba. El comentario, aunque ligero, hizo que Elena lo mirara con más atención. ¿Realmente está bromeando con algo tan serio? pensó. Para Elena, las bromas no encajaban bien con los problemas que debían resolverse, pero había algo en la manera relajada de Aiden que la descolocaba. Él no parecía afectado por la incertidumbre, algo que la desconcertaba. "¿Cómo puede estar tan tranquilo?", pensó ella. Todo en él parece tan... libre. Nada parece preocuparle. ¿Es realmente así, o está fingiendo? —¿Cómo hiciste el mural? —preguntó de repente, interrumpiendo el momento de silencio entre ambos—. ¿Usaste alguna técnica especial, algo que pudiera interferir con la aplicación? Aiden soltó una leve risa, sorprendido por lo directo de la pregunta. —No, nada fuera de lo común. Solo aerosoles, pinceles y muchas noches de insomnio. —Su tono era despreocupado, pero sus palabras estaban llenas de pasión por lo que hacía—. No hay tecnología escondida en el mural, te lo aseguro. Elena frunció el ceño, procesando la información. ¿No tiene ninguna explicación lógica? ¿Por qué esto me desconcierta tanto? —Entonces, tiene que haber otra explicación. Aiden, observándola, cambió ligeramente el tono de la conversación, deseando conocer más sobre ella. Siempre había sido curioso sobre cómo la gente tan diferente a él percibía el mundo. —¿Cómo terminaste haciendo esto? —preguntó, señalando la tablet y los gráficos que ella estudiaba con tanto cuidado—. Trabajar con realidad aumentada suena fascinante, pero parece... complicado. Elena dudó un segundo antes de responder, poco acostumbrada a hablar de sí misma. Pero algo en la forma relajada de Aiden la hizo sentir menos en guardia. No sé por qué, pero con él me siento diferente. No como con los demás. —Siempre me gustaron las matemáticas y la programación. Encontré en ellas un orden que no veía en otras áreas de mi vida. Para mí, los números tienen lógica, son predecibles. Y eso es algo que me tranquiliza. Aiden la miró en silencio, captando algo en esas palabras. Parecía que detrás de su concentración obsesiva, había una lucha por encontrar algo de control en un mundo que a menudo podía ser caótico. —¿Y eso te incluye a ti? —preguntó él, su voz suave pero inquisitiva—. ¿Eres igual de predecible que los números? Elena parpadeó, sorprendida por la pregunta. No sabía qué responder de inmediato. ¿Predecible? ¿Soy predecible? Nadie le había preguntado algo así antes. Siempre había sido más fácil hablar de su trabajo que de ella misma. —No sé si soy predecible —admitió finalmente—, pero prefiero pensar que puedo controlar lo suficiente para que las cosas salgan bien. Aiden la observó por un largo momento. La intensidad en sus palabras no había pasado desapercibida, y le intrigaba aún más esa necesidad que tenía de mantener todo bajo control. —Quizás es por eso que te gusta la tecnología —dijo él—. Puedes controlarla. Pero el arte... eso es diferente. No puedes controlar cómo la gente lo verá o lo sentirá. Es una conversación constante con el caos. Elena se quedó en silencio, reflexionando sobre sus palabras. Caos. Esa palabra siempre había sido su enemiga. La evitaba, la temía. Pero Aiden parecía moverse con comodidad en medio de él, como si lo abrazara en lugar de huir. ¿Cómo puede alguien vivir así? El café a su alrededor seguía lleno de vida, pero para Elena y Aiden, todo parecía haberse reducido a esa conversación, a ese intercambio de ideas y pensamientos. Después de un rato, Elena cerró la tablet y la guardó en su bolso. Este problema no tiene una solución inmediata, y eso me frustra. Pero tengo que admitir que la conversación con él ha sido... diferente. Aiden notó el leve fruncir de su frente, el signo de que aún no había resuelto el misterio, pero que no estaba lista para rendirse. —¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó Aiden. Elena lo miró, y por primera vez desde que se conocieron, sonrió levemente. Es extraño, pero su compañía no es tan incómoda como esperaba. —Voy a encontrar la respuesta. Aiden sonrió también, un gesto cálido que hizo que Elena se sintiera un poco más cómoda. Hay algo en su actitud despreocupada que me desconcierta, pero al mismo tiempo, es refrescante. No me siento tan presionada cuando hablo con él. —Te ayudaré si lo necesitas —dijo él—. Esto es tan extraño para mí como lo es para ti. Elena asintió, sin decir nada. No suelo aceptar la ayuda de otros. Siempre he sido capaz de resolver las cosas por mí misma... pero esta vez es diferente. Tal vez su ayuda podría ser útil. Sabía que esto era solo el principio, que lo que había comenzado como una simple anomalía en su aplicación se estaba convirtiendo en algo mucho más grande. Y por primera vez en mucho tiempo, estaba dispuesta a aceptar la ayuda de alguien más.Los días siguientes pasaron más rápido de lo que Elena habría imaginado. Había quedado en encontrarse nuevamente con Aiden, esta vez para intentar entender cómo su arte y la tecnología de la aplicación se estaban entrelazando de una manera que desafiaba toda lógica. Aiden le había propuesto reunirse en un espacio de coworking que él conocía, un lugar que, según él, estaba lleno de energía creativa.Cuando Elena llegó, no pudo evitar sentir un leve malestar ante el caos del lugar. Las paredes estaban cubiertas de lienzos inacabados, mesas llenas de herramientas de arte, y personas conversando animadamente mientras trabajaban en sus proyectos. Caótico, pensó. Todo aquí parece un desorden, pero Aiden parece moverse cómodamente en este entorno. ¿Cómo puede alguien funcionar así?Aiden ya estaba allí, inclinado sobre una mesa grande donde había dejado esparcidos varios bocetos de murales y estudios de color. Se enderezó cuando la vio entrar, sonriéndole con esa despreocupación que tanto la
La oficina de TechVizion era un hervidero de actividad. Los nuevos plazos impuestos por Luis, el jefe de Elena, habían puesto a todo el equipo bajo una presión intensa. Elena sabía que necesitaba concentrarse más que nunca, pero su mente volvía constantemente al proyecto paralelo que estaba desarrollando con Aiden. Cada vez que intentaba centrarse en una tarea, un pensamiento sobre el mural y las imágenes adicionales aparecía como una distracción persistente. Esa mañana, Luis la llamó a su oficina. Él, siempre tan pragmático y directo, no perdió tiempo en ir al grano. —Elena, necesito que el equipo acelere el desarrollo de la próxima versión de la aplicación. Tenemos un inversor que está interesado, pero quiere resultados rápidamente. No podemos darnos el lujo de fallar —dijo Luis, cruzando los brazos frente a su pecho, su rostro tenso por la presión. Elena asintió, aunque sintió una punzada de ansiedad en su estómago. Luis no va a entender si propongo una idea nueva y arriesgada c
El amanecer en Ciudad de México siempre traía consigo una sensación de renovación, pero para Elena, la mañana siguiente se sentía diferente. Se despertó más temprano de lo habitual, con la luz del sol filtrándose suavemente por las persianas de su apartamento. Por un momento, su mente, siempre tan llena de gráficos, códigos y plazos, estaba en blanco. Aiden. Él estaba ahí. Aún podía sentir el peso de su abrazo, la calidez de su cercanía. Mientras estaba recostada en su cama, repasaba los eventos de la noche anterior en su mente. ¿Cómo fue que llegamos aquí?. La respuesta era simple, pero complicada al mismo tiempo. Lo que había comenzado como una colaboración profesional se había transformado en algo que no esperaba. Y por primera vez en mucho tiempo, no estaba segura de cómo debía sentirse al respecto. Elena se levantó y caminó hacia la cocina para prepararse un café. Esto no puede complicarse más. Tengo que mantenerme concentrada en el trabajo. Pero, aunque sus pensamientos intent
Las reuniones entre Elena y Aiden en el estudio de coworking se habían vuelto más frecuentes. Cada tarde, después de que Elena terminaba su trabajo en TechVizion, ambos se sumergían en el proyecto, ajustando detalles, discutiendo nuevas ideas y, en el fondo, fortaleciéndose en su complicidad. Pero, aunque avanzaban, las tensiones seguían presentes. Los plazos se acortaban, y las expectativas aumentaban.Una tarde, mientras revisaban los últimos avances en el diseño de la aplicación, Mariana apareció en el estudio sin previo aviso. Elena se sorprendió al verla allí, pues no le había contado mucho sobre su colaboración con Aiden. ¿Qué está haciendo aquí? pensó Elena, sintiendo un leve nudo de incomodidad en el estómago.—¡Elena! —exclamó Mariana, entrando con su energía habitual—. Luis me pidió que te recordara que tenemos una revisión importante mañana con los inversores. ¿Has terminado los ajustes que necesitamos para la presentación?Elena asintió, aunque sabía que aún le quedaban al
La presentación en TechVizion fue, en muchos aspectos, un éxito. Los inversores mostraron interés en la aplicación y parecían satisfechos con las mejoras en la funcionalidad y estabilidad. Sin embargo, Elena sintió una incomodidad latente mientras respondía a sus preguntas. Sabía que había entregado el resultado esperado, pero también era consciente de todo lo que no había podido mostrar. Todo lo que realmente me apasiona quedó fuera, pensó, mientras escuchaba la charla optimista de Luis sobre los planes futuros.Al finalizar la reunión, Luis se le acercó con una sonrisa profesional, pero ella reconoció en sus palabras la presión implícita que siempre acompañaba sus conversaciones.—Buen trabajo, Elena. Los inversores quedaron satisfechos. Esto demuestra que podemos seguir avanzando sin desviarnos de nuestra meta principal.Ella asintió, pero no pudo evitar que sus pensamientos volvieran al proyecto que trabajaba con Aiden. Sin desviarnos. Esa frase le pesaba. Sentía que el proyecto e
Tras la conversación en el parque, Elena se sentía decidida a tomar riesgos. Las palabras de Aiden seguían en su mente, dándole el impulso necesario para avanzar en su proyecto con una nueva perspectiva. Decidió que empezaría a hacer planes para llevar la aplicación más allá de TechVizion, aunque debía ser cautelosa. Luis, su jefe, no tardaría en notar si desviaba tiempo o recursos hacia ideas que no estuvieran aprobadas.Esa tarde, mientras revisaba los avances de la aplicación con Aiden en el estudio de coworking, recibió una notificación inesperada en su tablet. Un competidor llamado InnovaLink acababa de lanzar una aplicación de realidad aumentada, y las características eran demasiado familiares. Habían lanzado un sistema de interacción en tiempo real, similar a lo que Elena y Aiden habían desarrollado juntos.—Mira esto —dijo Elena, mostrándole la pantalla a Aiden. Su expresión reflejaba la inquietud y el desconcierto que la noticia le provocaba.Aiden observó el contenido de la
A la mañana siguiente, Elena se despertó con una sensación renovada de esperanza. Sin embargo, esa paz se vio interrumpida cuando recibió un correo anónimo que confirmaba sus peores sospechas. En él había pruebas irrefutables de que Carlos había estado filtrando información del proyecto a InnovaLink. Conversaciones privadas y capturas de pantalla demostraban su traición.Le interesaba saber quién era esta persona anónima que compartía la información pero tenía como prioridad hablar con su jefe, ya luego investigaría el correo y quién ha enviado la información. Elena sintió cómo el enojo y la decepción la invadían mientras se trasladaba al trabajo. "¿Cómo pudo hacernos esto?", pensó, apretando los puños. Carlos, alguien en quien había confiado, no solo había robado su trabajo, sino que también había puesto en riesgo todo lo que había construido con Aiden. Una mezcla de tristeza y rabia se apoderó de ella.—Esto no se va a quedar así —se dijo con firmeza, decidida a actuar.Una vez lle
El aroma a café recién molido impregnaba el pequeño local en el centro de la ciudad, donde Elena y Aiden habían elegido reunirse. Las luces cálidas y la suave melodía de jazz creaban un ambiente íntimo, alejado del bullicio y, más importante aún, de las miradas curiosas de TechVizion. Cada rincón del café parecía susurrar secretos, ofreciéndoles el refugio perfecto para trazar su próximo movimiento.Elena jugueteaba nerviosamente con la cucharilla de su taza, observando cómo las ondulaciones del café reflejaban sus propias inquietudes. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, mostraban ahora una mezcla de ansiedad y anticipación.—Luis no se quedará de brazos cruzados —murmuró, rompiendo el silencio mientras se cruzaba de brazos—. Conoce cada paso que damos. Intentará bloquear cualquier salida que tengamos del proyecto.Aiden la observó con atención, notando la tensión en sus hombros. Extendió su mano y la colocó suavemente sobre la de ella, transmitiéndole una calma que solo él