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Capítulo 6: Encuentros y Revelaciones

El amanecer en Ciudad de México siempre traía consigo una sensación de renovación, pero para Elena, la mañana siguiente se sentía diferente. Se despertó más temprano de lo habitual, con la luz del sol filtrándose suavemente por las persianas de su apartamento. Por un momento, su mente, siempre tan llena de gráficos, códigos y plazos, estaba en blanco. Aiden. Él estaba ahí.

Aún podía sentir el peso de su abrazo, la calidez de su cercanía. Mientras estaba recostada en su cama, repasaba los eventos de la noche anterior en su mente. ¿Cómo fue que llegamos aquí?. La respuesta era simple, pero complicada al mismo tiempo. Lo que había comenzado como una colaboración profesional se había transformado en algo que no esperaba. Y por primera vez en mucho tiempo, no estaba segura de cómo debía sentirse al respecto.

Elena se levantó y caminó hacia la cocina para prepararse un café. Esto no puede complicarse más. Tengo que mantenerme concentrada en el trabajo. Pero, aunque sus pensamientos intentaban forzar la lógica habitual que la gobernaba, su corazón latía de manera diferente, recordándole que no todo podía planificarse o programarse.

Mientras el aroma del café llenaba su pequeño apartamento, su teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje de Aiden. Solo ver su nombre en la pantalla hizo que algo dentro de ella se agitara.

—"Buenos días. Espero que hayas descansado. ¿Nos vemos más tarde en el estudio?" —decía el mensaje, tan despreocupado y natural como él mismo.

Elena miró el mensaje durante unos segundos antes de responder. Debería decir que no. Debería enfocarme en mi trabajo. Pero.... Sus dedos se movieron casi por instinto.

—"Claro. A las cinco."

Cerró los ojos después de enviar el mensaje, como si quisiera retrasar la inevitable tormenta de emociones que venía con cada encuentro con Aiden. Esto es solo una fase. Tengo que mantener todo bajo control.

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Aiden, por su parte, estaba de pie en el estudio de coworking, donde el ambiente creativo siempre lo llenaba de una energía casi palpable. Sin embargo, en ese momento, su mente estaba enfocada en una sola cosa: Elena. Se había quedado pensando en ella durante toda la mañana. La suavidad de su piel, el modo en que sus ojos se cerraban lentamente cuando él la besó... Es increíble cómo una persona puede cambiar todo tu día.

Él sabía que la situación era complicada, y que para Elena, las cosas eran más difíciles de manejar. Aiden siempre había sido más relajado, capaz de navegar entre sus emociones sin necesidad de controlarlas. Pero para Elena, eso parecía un desafío.

—"La conoces desde hace poco tiempo, y ya está en tu cabeza todo el día" —se dijo a sí mismo en voz baja, sonriendo con cierta incredulidad.

Aunque su mundo siempre había sido caótico, con pinceles, lienzos y calles llenas de colores, había algo en Elena que le daba una estructura diferente a su vida. Una estructura que nunca había buscado, pero que ahora no parecía tan mala.

Su teléfono vibró con una respuesta de Elena. A las cinco, decía. Sonrió, satisfecho. Lo sabía. Sabía que ella también siente esto, aunque no lo admita.

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Elena pasó el resto de la tarde sumergida en su trabajo, pero su mente seguía volviendo a Aiden. Cuando llegó la hora de ir al estudio, recogió sus cosas sin dudarlo, aunque parte de ella intentaba resistirse. Al llegar al espacio de coworking, lo vio sentado en una de las mesas, esbozando un nuevo diseño en su cuaderno.

—Hola —dijo Elena, su voz más tranquila de lo que se sentía.

Aiden levantó la vista, sonriéndole.

—Justo a tiempo. Estaba pensando en algunas modificaciones para el proyecto —dijo, mostrándole los bocetos—. Pero antes de que hablemos de trabajo... ¿estás bien?

Elena se tensó ligeramente. Sabía que esto venía. No era buena hablando de lo que sentía, y menos cuando se trataba de algo tan confuso como lo que estaba pasando entre ellos.

—Estoy bien. Solo... un poco distraída con todo lo que está sucediendo —dijo, sin querer profundizar demasiado.

Aiden asintió, respetando su necesidad de espacio. Pero algo en su mirada le dijo que él entendía más de lo que ella estaba dispuesta a admitir.

—No tienes que preocuparte por lo que pasó —dijo él, con esa calma que siempre parecía rodearlo—. No quiero que te sientas presionada.

Elena lo miró por un segundo, sopesando sus palabras. No me siento presionada... pero sí confundida. Era difícil para ella admitir que algo estaba fuera de su control, especialmente cuando se trataba de sus propias emociones.

—Gracias. Solo... es nuevo para mí. Esto. Nosotros. No estoy acostumbrada a no saber qué hacer.

Aiden sonrió suavemente, acercándose un poco más.

—No tienes que saberlo todo, Elena. A veces es mejor no tener todas las respuestas.

Esas palabras resonaron en su mente, desafiando todo lo que ella creía. ¿No tener todas las respuestas? Eso va en contra de todo lo que soy. Pero al mismo tiempo, una parte de ella quería creer que él tenía razón. Quizás no siempre necesito tener todo bajo control.

Después de esa breve conversación, decidieron seguir adelante con el trabajo. La tensión entre ellos había disminuido, aunque estaba claro que había más en juego que solo el proyecto. Aiden comenzó a explicar las modificaciones que había hecho en los diseños, mientras Elena revisaba los ajustes en la aplicación. Aunque discutían los detalles técnicos y creativos, ambos sabían que la verdadera conversación entre ellos no era verbal.

—Elena, he estado pensando... —Aiden la interrumpió mientras ella ajustaba unos gráficos—. ¿Qué crees que pasará con el proyecto después de esto?

Elena levantó la vista, sin estar segura de lo que él estaba insinuando.

—¿Te refieres a cuando terminemos? —preguntó.

Aiden asintió, dejando su lápiz a un lado.

—Sí. ¿Qué haremos cuando este proyecto termine? —Había algo en su tono que sugería que no estaba hablando solo de trabajo.

Elena lo miró por un largo momento, sintiendo la pregunta más profundamente de lo que esperaba. ¿Qué pasará cuando todo termine?. Era una pregunta que ella misma se había estado haciendo, aunque había evitado enfrentarla.

—No lo sé —admitió finalmente, su voz más suave de lo habitual—. No sé qué va a pasar.

Aiden asintió, aceptando su respuesta. No había prisa, ni presión. Sabía que ambos estaban navegando por aguas desconocidas, y por el momento, eso era suficiente.

Pero una cosa era cierta para ambos: lo que fuera que pasara después, no sería algo que pudieran predecir o controlar.

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