El amanecer en Ciudad de México siempre traía consigo una sensación de renovación, pero para Elena, la mañana siguiente se sentía diferente. Se despertó más temprano de lo habitual, con la luz del sol filtrándose suavemente por las persianas de su apartamento. Por un momento, su mente, siempre tan llena de gráficos, códigos y plazos, estaba en blanco. Aiden. Él estaba ahí.
Aún podía sentir el peso de su abrazo, la calidez de su cercanía. Mientras estaba recostada en su cama, repasaba los eventos de la noche anterior en su mente. ¿Cómo fue que llegamos aquí?. La respuesta era simple, pero complicada al mismo tiempo. Lo que había comenzado como una colaboración profesional se había transformado en algo que no esperaba. Y por primera vez en mucho tiempo, no estaba segura de cómo debía sentirse al respecto. Elena se levantó y caminó hacia la cocina para prepararse un café. Esto no puede complicarse más. Tengo que mantenerme concentrada en el trabajo. Pero, aunque sus pensamientos intentaban forzar la lógica habitual que la gobernaba, su corazón latía de manera diferente, recordándole que no todo podía planificarse o programarse. Mientras el aroma del café llenaba su pequeño apartamento, su teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje de Aiden. Solo ver su nombre en la pantalla hizo que algo dentro de ella se agitara. —"Buenos días. Espero que hayas descansado. ¿Nos vemos más tarde en el estudio?" —decía el mensaje, tan despreocupado y natural como él mismo. Elena miró el mensaje durante unos segundos antes de responder. Debería decir que no. Debería enfocarme en mi trabajo. Pero.... Sus dedos se movieron casi por instinto. —"Claro. A las cinco." Cerró los ojos después de enviar el mensaje, como si quisiera retrasar la inevitable tormenta de emociones que venía con cada encuentro con Aiden. Esto es solo una fase. Tengo que mantener todo bajo control. ——————————————————— Aiden, por su parte, estaba de pie en el estudio de coworking, donde el ambiente creativo siempre lo llenaba de una energía casi palpable. Sin embargo, en ese momento, su mente estaba enfocada en una sola cosa: Elena. Se había quedado pensando en ella durante toda la mañana. La suavidad de su piel, el modo en que sus ojos se cerraban lentamente cuando él la besó... Es increíble cómo una persona puede cambiar todo tu día. Él sabía que la situación era complicada, y que para Elena, las cosas eran más difíciles de manejar. Aiden siempre había sido más relajado, capaz de navegar entre sus emociones sin necesidad de controlarlas. Pero para Elena, eso parecía un desafío. —"La conoces desde hace poco tiempo, y ya está en tu cabeza todo el día" —se dijo a sí mismo en voz baja, sonriendo con cierta incredulidad. Aunque su mundo siempre había sido caótico, con pinceles, lienzos y calles llenas de colores, había algo en Elena que le daba una estructura diferente a su vida. Una estructura que nunca había buscado, pero que ahora no parecía tan mala. Su teléfono vibró con una respuesta de Elena. A las cinco, decía. Sonrió, satisfecho. Lo sabía. Sabía que ella también siente esto, aunque no lo admita. —————————————————————— Elena pasó el resto de la tarde sumergida en su trabajo, pero su mente seguía volviendo a Aiden. Cuando llegó la hora de ir al estudio, recogió sus cosas sin dudarlo, aunque parte de ella intentaba resistirse. Al llegar al espacio de coworking, lo vio sentado en una de las mesas, esbozando un nuevo diseño en su cuaderno. —Hola —dijo Elena, su voz más tranquila de lo que se sentía. Aiden levantó la vista, sonriéndole. —Justo a tiempo. Estaba pensando en algunas modificaciones para el proyecto —dijo, mostrándole los bocetos—. Pero antes de que hablemos de trabajo... ¿estás bien? Elena se tensó ligeramente. Sabía que esto venía. No era buena hablando de lo que sentía, y menos cuando se trataba de algo tan confuso como lo que estaba pasando entre ellos. —Estoy bien. Solo... un poco distraída con todo lo que está sucediendo —dijo, sin querer profundizar demasiado. Aiden asintió, respetando su necesidad de espacio. Pero algo en su mirada le dijo que él entendía más de lo que ella estaba dispuesta a admitir. —No tienes que preocuparte por lo que pasó —dijo él, con esa calma que siempre parecía rodearlo—. No quiero que te sientas presionada. Elena lo miró por un segundo, sopesando sus palabras. No me siento presionada... pero sí confundida. Era difícil para ella admitir que algo estaba fuera de su control, especialmente cuando se trataba de sus propias emociones. —Gracias. Solo... es nuevo para mí. Esto. Nosotros. No estoy acostumbrada a no saber qué hacer. Aiden sonrió suavemente, acercándose un poco más. —No tienes que saberlo todo, Elena. A veces es mejor no tener todas las respuestas. Esas palabras resonaron en su mente, desafiando todo lo que ella creía. ¿No tener todas las respuestas? Eso va en contra de todo lo que soy. Pero al mismo tiempo, una parte de ella quería creer que él tenía razón. Quizás no siempre necesito tener todo bajo control. Después de esa breve conversación, decidieron seguir adelante con el trabajo. La tensión entre ellos había disminuido, aunque estaba claro que había más en juego que solo el proyecto. Aiden comenzó a explicar las modificaciones que había hecho en los diseños, mientras Elena revisaba los ajustes en la aplicación. Aunque discutían los detalles técnicos y creativos, ambos sabían que la verdadera conversación entre ellos no era verbal. —Elena, he estado pensando... —Aiden la interrumpió mientras ella ajustaba unos gráficos—. ¿Qué crees que pasará con el proyecto después de esto? Elena levantó la vista, sin estar segura de lo que él estaba insinuando. —¿Te refieres a cuando terminemos? —preguntó. Aiden asintió, dejando su lápiz a un lado. —Sí. ¿Qué haremos cuando este proyecto termine? —Había algo en su tono que sugería que no estaba hablando solo de trabajo. Elena lo miró por un largo momento, sintiendo la pregunta más profundamente de lo que esperaba. ¿Qué pasará cuando todo termine?. Era una pregunta que ella misma se había estado haciendo, aunque había evitado enfrentarla. —No lo sé —admitió finalmente, su voz más suave de lo habitual—. No sé qué va a pasar. Aiden asintió, aceptando su respuesta. No había prisa, ni presión. Sabía que ambos estaban navegando por aguas desconocidas, y por el momento, eso era suficiente. Pero una cosa era cierta para ambos: lo que fuera que pasara después, no sería algo que pudieran predecir o controlar.Las reuniones entre Elena y Aiden en el estudio de coworking se habían vuelto más frecuentes. Cada tarde, después de que Elena terminaba su trabajo en TechVizion, ambos se sumergían en el proyecto, ajustando detalles, discutiendo nuevas ideas y, en el fondo, fortaleciéndose en su complicidad. Pero, aunque avanzaban, las tensiones seguían presentes. Los plazos se acortaban, y las expectativas aumentaban.Una tarde, mientras revisaban los últimos avances en el diseño de la aplicación, Mariana apareció en el estudio sin previo aviso. Elena se sorprendió al verla allí, pues no le había contado mucho sobre su colaboración con Aiden. ¿Qué está haciendo aquí? pensó Elena, sintiendo un leve nudo de incomodidad en el estómago.—¡Elena! —exclamó Mariana, entrando con su energía habitual—. Luis me pidió que te recordara que tenemos una revisión importante mañana con los inversores. ¿Has terminado los ajustes que necesitamos para la presentación?Elena asintió, aunque sabía que aún le quedaban al
La presentación en TechVizion fue, en muchos aspectos, un éxito. Los inversores mostraron interés en la aplicación y parecían satisfechos con las mejoras en la funcionalidad y estabilidad. Sin embargo, Elena sintió una incomodidad latente mientras respondía a sus preguntas. Sabía que había entregado el resultado esperado, pero también era consciente de todo lo que no había podido mostrar. Todo lo que realmente me apasiona quedó fuera, pensó, mientras escuchaba la charla optimista de Luis sobre los planes futuros.Al finalizar la reunión, Luis se le acercó con una sonrisa profesional, pero ella reconoció en sus palabras la presión implícita que siempre acompañaba sus conversaciones.—Buen trabajo, Elena. Los inversores quedaron satisfechos. Esto demuestra que podemos seguir avanzando sin desviarnos de nuestra meta principal.Ella asintió, pero no pudo evitar que sus pensamientos volvieran al proyecto que trabajaba con Aiden. Sin desviarnos. Esa frase le pesaba. Sentía que el proyecto e
Tras la conversación en el parque, Elena se sentía decidida a tomar riesgos. Las palabras de Aiden seguían en su mente, dándole el impulso necesario para avanzar en su proyecto con una nueva perspectiva. Decidió que empezaría a hacer planes para llevar la aplicación más allá de TechVizion, aunque debía ser cautelosa. Luis, su jefe, no tardaría en notar si desviaba tiempo o recursos hacia ideas que no estuvieran aprobadas.Esa tarde, mientras revisaba los avances de la aplicación con Aiden en el estudio de coworking, recibió una notificación inesperada en su tablet. Un competidor llamado InnovaLink acababa de lanzar una aplicación de realidad aumentada, y las características eran demasiado familiares. Habían lanzado un sistema de interacción en tiempo real, similar a lo que Elena y Aiden habían desarrollado juntos.—Mira esto —dijo Elena, mostrándole la pantalla a Aiden. Su expresión reflejaba la inquietud y el desconcierto que la noticia le provocaba.Aiden observó el contenido de la
A la mañana siguiente, Elena se despertó con una sensación renovada de esperanza. Sin embargo, esa paz se vio interrumpida cuando recibió un correo anónimo que confirmaba sus peores sospechas. En él había pruebas irrefutables de que Carlos había estado filtrando información del proyecto a InnovaLink. Conversaciones privadas y capturas de pantalla demostraban su traición.Le interesaba saber quién era esta persona anónima que compartía la información pero tenía como prioridad hablar con su jefe, ya luego investigaría el correo y quién ha enviado la información. Elena sintió cómo el enojo y la decepción la invadían mientras se trasladaba al trabajo. "¿Cómo pudo hacernos esto?", pensó, apretando los puños. Carlos, alguien en quien había confiado, no solo había robado su trabajo, sino que también había puesto en riesgo todo lo que había construido con Aiden. Una mezcla de tristeza y rabia se apoderó de ella.—Esto no se va a quedar así —se dijo con firmeza, decidida a actuar.Una vez lle
El aroma a café recién molido impregnaba el pequeño local en el centro de la ciudad, donde Elena y Aiden habían elegido reunirse. Las luces cálidas y la suave melodía de jazz creaban un ambiente íntimo, alejado del bullicio y, más importante aún, de las miradas curiosas de TechVizion. Cada rincón del café parecía susurrar secretos, ofreciéndoles el refugio perfecto para trazar su próximo movimiento.Elena jugueteaba nerviosamente con la cucharilla de su taza, observando cómo las ondulaciones del café reflejaban sus propias inquietudes. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, mostraban ahora una mezcla de ansiedad y anticipación.—Luis no se quedará de brazos cruzados —murmuró, rompiendo el silencio mientras se cruzaba de brazos—. Conoce cada paso que damos. Intentará bloquear cualquier salida que tengamos del proyecto.Aiden la observó con atención, notando la tensión en sus hombros. Extendió su mano y la colocó suavemente sobre la de ella, transmitiéndole una calma que solo él
El aire dentro de TechVizion se sentía denso, cargado de tensión y miradas furtivas. Elena caminaba por los pasillos con la cabeza en alto, pero cada paso la acercaba más a un abismo desconocido. Las luces blancas y brillantes reflejaban en los cristales de las oficinas, creando destellos que le recordaban las múltiples facetas de la situación en la que se encontraba.Al llegar a su escritorio, encontró un sobre cerrado con su nombre escrito en una caligrafía precisa. Frunció el ceño, tomando el sobre con cautela. Al abrirlo, descubrió una nota breve:"Necesitamos hablar. Sala de conferencias 3. —Luis"Un escalofrío recorrió su espalda. Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto. Miró a su alrededor, buscando a Aiden, pero no lo vio por ninguna parte. Respiró hondo, intentando calmar el tumulto de emociones que se agitaba en su interior.La sala de conferencias 3 estaba al final del pasillo, alejada del bullicio habitual. Al entrar, encontró a Luis sentado
El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Elena despertó. Los primeros rayos de luz pintaban su habitación con tonos cálidos, pero no lograban disipar la inquietud que sentía en su interior. Se giró en la cama y encontró a Aiden profundamente dormido a su lado. Su cabello oscuro caía suavemente sobre su frente, y una expresión serena reposaba en su rostro. Sonrió al recordar cómo, en medio de la tormenta que azotaba sus vidas, habían encontrado un remanso de paz el uno en el otro.La noche anterior volvía a su mente como un susurro. Habían regresado exhaustos después de un día lleno de reuniones y decisiones difíciles. Sin embargo, al cruzar la puerta de su apartamento, algo cambió. Las preocupaciones quedaron atrás cuando sus miradas se encontraron, cargadas de complicidad y anhelos no dichos.—Necesitaba este respiro —había dicho Elena, dejándose caer en el sofá.Aiden se sentó a su lado, observándola con ternura.—Mereces mucho más que eso —respondió, apartando un mechón de cabe
El sonido constante de las teclas resonaba en el silencioso estudio de coworking. Elena y Aiden estaban sentados uno frente al otro, rodeados de pilas de documentos, laptops abiertas y tazas de café a medio terminar. La luz suave de las lámparas de escritorio creaba un ambiente de concentración intensa, reflejando la seriedad de la tarea que tenían entre manos.Los últimos días habían sido un torbellino de actividades. Reuniones interminables con abogados, llamadas telefónicas a testigos potenciales y noches en vela recopilando evidencias. Cada detalle era crucial para construir un caso sólido contra TechVizion y, en particular, contra Luis.Javier entró al estudio con un fajo de papeles bajo el brazo y una expresión mezcla de cansancio y determinación.—Acabo de recibir los últimos informes —anunció, dejando los documentos sobre la mesa—. Nuestros abogados están impresionados con la cantidad de pruebas que hemos reunido.Elena levantó la vista, masajeando sus sienes.—Eso es un alivi