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Capítulo 5: Propuestas y Presiones

La oficina de TechVizion era un hervidero de actividad. Los nuevos plazos impuestos por Luis, el jefe de Elena, habían puesto a todo el equipo bajo una presión intensa. Elena sabía que necesitaba concentrarse más que nunca, pero su mente volvía constantemente al proyecto paralelo que estaba desarrollando con Aiden. Cada vez que intentaba centrarse en una tarea, un pensamiento sobre el mural y las imágenes adicionales aparecía como una distracción persistente.

Esa mañana, Luis la llamó a su oficina. Él, siempre tan pragmático y directo, no perdió tiempo en ir al grano.

—Elena, necesito que el equipo acelere el desarrollo de la próxima versión de la aplicación. Tenemos un inversor que está interesado, pero quiere resultados rápidamente. No podemos darnos el lujo de fallar —dijo Luis, cruzando los brazos frente a su pecho, su rostro tenso por la presión.

Elena asintió, aunque sintió una punzada de ansiedad en su estómago. Luis no va a entender si propongo una idea nueva y arriesgada como la que estoy desarrollando con Aiden. No en este momento.

—Estoy trabajando en ello —respondió Elena con la calma de siempre, aunque por dentro sentía que el peso del proyecto se hacía cada vez más grande.

Al salir de la oficina de Luis, Mariana, su compañera de trabajo y amiga, la detuvo en el pasillo. Mariana había notado el estrés en el rostro de Elena durante los últimos días.

—Oye, ¿estás bien? —preguntó Mariana, con su habitual energía contenida. Ella siempre parecía captar lo que Elena no decía.

Elena dudó antes de responder. Mariana era su amiga, pero no estaba segura de cómo explicarle la situación con Aiden sin sonar evasiva.

—Estoy bien, solo que Luis nos está presionando para terminar el proyecto antes de lo previsto —respondió Elena, intentando que su voz sonara tranquila.

Mariana la observó con atención, pero no presionó.

—Bueno, si necesitas ayuda, avísame. Sabes que puedes contar conmigo.

Elena asintió, agradecida por la oferta, aunque sabía que este era un desafío que debía enfrentar por sí misma. No puedo decirle lo que realmente está pasando. No puedo hablar de lo de Aiden. Esto es algo que tengo que resolver antes de mezclarlo con lo demás.

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Más tarde ese día, Elena y Aiden se encontraron en el estudio de coworking para seguir trabajando en el proyecto. El ambiente era distinto esta vez. Las tensiones entre ellos seguían presentes, pero ambos sabían que estaban en un punto crítico. Si no encontraban una forma de trabajar juntos, el proyecto podría colapsar.

Aiden comenzó a hablar sobre la necesidad de hacer más audaz la interacción visual en la aplicación, mientras Elena seguía insistiendo en la funcionalidad técnica. Ambos habían llegado a un punto de no retorno.

—Si no agregamos más complejidad visual, perderemos la conexión emocional —insistió Aiden, su voz cargada de frustración—. El mural no puede ser solo algo que se ve. Tiene que sentirse.

Elena apretó los labios, intentando mantener la calma. Lo que él no entiende es que el arte sin un propósito claro no va a funcionar en este contexto.

—Aiden, si complicamos demasiado el diseño, la aplicación se volverá poco intuitiva. Los usuarios no querrán interactuar con algo que los confunda. Necesitamos un balance.

—No estoy diciendo que lo hagamos confuso —respondió Aiden, su tono más severo de lo habitual—. Pero tampoco podemos quitarle el alma solo para que sea fácil de usar.

Elena sintió una mezcla de frustración y algo más... ¿Por qué me afecta tanto esto? Normalmente, las discusiones técnicas eran fáciles de manejar. Era algo que podía resolver con datos, con lógica. Pero con Aiden, nada parecía ser tan simple.

Elena lo miró directamente a los ojos, tratando de comprender qué era lo que realmente estaba buscando. ¿Por qué le importa tanto el aspecto emocional del arte? Lo que quiero es que esto funcione, que cumpla con su propósito... ¿Es que él no puede ver lo esencial?

Hubo un silencio tenso. Elena sabía que tenía que ceder, al menos un poco. No podían seguir chocando de esta manera. Y, en el fondo, había una parte de ella que estaba empezando a entender lo que Aiden trataba de decir. Quizás el arte no es solo funcional. Quizás también tiene que emocionar.

Suspiró, bajando la guardia un poco.

—Está bien, podemos intentar algo más audaz. Pero —dijo con firmeza—, no voy a comprometer la experiencia del usuario. Tiene que funcionar.

Aiden la observó por un momento, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Sabía que no era fácil para ella ceder, y eso lo hacía respetarla aún más.

—Trato hecho.

Esa misma noche, después de horas de trabajo, Elena sintió el agotamiento acumulado en cada parte de su cuerpo. Aiden se inclinó hacia atrás en su silla, mirándola con una expresión más suave que la de hace unas horas.

—Has trabajado duro —dijo él, con esa sonrisa relajada que siempre parecía iluminar la habitación—. ¿Por qué no tomamos un descanso?

Elena lo miró, sintiendo la fatiga, pero también algo más. Este proyecto es más que solo trabajo. Y él.... Había algo en la presencia de Aiden que, aunque desconcertante, comenzaba a resultarle reconfortante. Es diferente a todo lo que conozco.

Aiden se levantó y caminó hacia ella, ofreciéndole una mano para que se levantara también. Elena dudó por un segundo, pero aceptó el gesto. Cuando sus dedos se tocaron, sintió una corriente que la recorrió por completo. ¿Por qué me siento así?.

Mientras él la ayudaba a levantarse, sus miradas se cruzaron. Por un momento, no hubo palabras, solo la conexión silenciosa entre ambos. Aiden, aún sosteniendo su mano, dio un paso más cerca, y en ese instante, Elena supo lo que estaba por suceder.

No había más lógica que pudiera detenerlo. No había más control que pudiera imponer sobre lo que sentía.

Aiden la acercó lentamente hacia él, inclinándose para rozar sus labios con los suyos en un beso suave, lleno de todo lo que habían estado conteniendo. Fue un beso lento, delicado, pero profundo, como si ambos estuvieran probando algo que habían esperado durante mucho tiempo. Esto no es lo que esperaba... pero es lo que quiero, pensó Elena.

El tiempo pareció detenerse mientras Aiden la abrazaba con suavidad, y ambos se dejaban llevar por el momento. No había tensiones, no había desacuerdos. Solo estaban ellos, juntos, explorando una intimidad que iba más allá de las palabras o los argumentos.

Más tarde, cuando el mundo volvió a sentirse real, se quedaron en silencio, sus respiraciones sincronizadas. Elena, aún en los brazos de Aiden, se dio cuenta de algo importante: él no solo había entrado en su vida profesional. Aiden la estaba llevando a un lugar nuevo, un lugar donde las reglas no eran tan claras, pero donde todo tenía un sentido diferente.

Y por primera vez, se sintió dispuesta a dejarse llevar por el caos.

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