La oficina de TechVizion era un hervidero de actividad. Los nuevos plazos impuestos por Luis, el jefe de Elena, habían puesto a todo el equipo bajo una presión intensa. Elena sabía que necesitaba concentrarse más que nunca, pero su mente volvía constantemente al proyecto paralelo que estaba desarrollando con Aiden. Cada vez que intentaba centrarse en una tarea, un pensamiento sobre el mural y las imágenes adicionales aparecía como una distracción persistente.
Esa mañana, Luis la llamó a su oficina. Él, siempre tan pragmático y directo, no perdió tiempo en ir al grano. —Elena, necesito que el equipo acelere el desarrollo de la próxima versión de la aplicación. Tenemos un inversor que está interesado, pero quiere resultados rápidamente. No podemos darnos el lujo de fallar —dijo Luis, cruzando los brazos frente a su pecho, su rostro tenso por la presión. Elena asintió, aunque sintió una punzada de ansiedad en su estómago. Luis no va a entender si propongo una idea nueva y arriesgada como la que estoy desarrollando con Aiden. No en este momento. —Estoy trabajando en ello —respondió Elena con la calma de siempre, aunque por dentro sentía que el peso del proyecto se hacía cada vez más grande. Al salir de la oficina de Luis, Mariana, su compañera de trabajo y amiga, la detuvo en el pasillo. Mariana había notado el estrés en el rostro de Elena durante los últimos días. —Oye, ¿estás bien? —preguntó Mariana, con su habitual energía contenida. Ella siempre parecía captar lo que Elena no decía. Elena dudó antes de responder. Mariana era su amiga, pero no estaba segura de cómo explicarle la situación con Aiden sin sonar evasiva. —Estoy bien, solo que Luis nos está presionando para terminar el proyecto antes de lo previsto —respondió Elena, intentando que su voz sonara tranquila. Mariana la observó con atención, pero no presionó. —Bueno, si necesitas ayuda, avísame. Sabes que puedes contar conmigo. Elena asintió, agradecida por la oferta, aunque sabía que este era un desafío que debía enfrentar por sí misma. No puedo decirle lo que realmente está pasando. No puedo hablar de lo de Aiden. Esto es algo que tengo que resolver antes de mezclarlo con lo demás. * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * Más tarde ese día, Elena y Aiden se encontraron en el estudio de coworking para seguir trabajando en el proyecto. El ambiente era distinto esta vez. Las tensiones entre ellos seguían presentes, pero ambos sabían que estaban en un punto crítico. Si no encontraban una forma de trabajar juntos, el proyecto podría colapsar. Aiden comenzó a hablar sobre la necesidad de hacer más audaz la interacción visual en la aplicación, mientras Elena seguía insistiendo en la funcionalidad técnica. Ambos habían llegado a un punto de no retorno. —Si no agregamos más complejidad visual, perderemos la conexión emocional —insistió Aiden, su voz cargada de frustración—. El mural no puede ser solo algo que se ve. Tiene que sentirse. Elena apretó los labios, intentando mantener la calma. Lo que él no entiende es que el arte sin un propósito claro no va a funcionar en este contexto. —Aiden, si complicamos demasiado el diseño, la aplicación se volverá poco intuitiva. Los usuarios no querrán interactuar con algo que los confunda. Necesitamos un balance. —No estoy diciendo que lo hagamos confuso —respondió Aiden, su tono más severo de lo habitual—. Pero tampoco podemos quitarle el alma solo para que sea fácil de usar. Elena sintió una mezcla de frustración y algo más... ¿Por qué me afecta tanto esto? Normalmente, las discusiones técnicas eran fáciles de manejar. Era algo que podía resolver con datos, con lógica. Pero con Aiden, nada parecía ser tan simple. Elena lo miró directamente a los ojos, tratando de comprender qué era lo que realmente estaba buscando. ¿Por qué le importa tanto el aspecto emocional del arte? Lo que quiero es que esto funcione, que cumpla con su propósito... ¿Es que él no puede ver lo esencial? Hubo un silencio tenso. Elena sabía que tenía que ceder, al menos un poco. No podían seguir chocando de esta manera. Y, en el fondo, había una parte de ella que estaba empezando a entender lo que Aiden trataba de decir. Quizás el arte no es solo funcional. Quizás también tiene que emocionar. Suspiró, bajando la guardia un poco. —Está bien, podemos intentar algo más audaz. Pero —dijo con firmeza—, no voy a comprometer la experiencia del usuario. Tiene que funcionar. Aiden la observó por un momento, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Sabía que no era fácil para ella ceder, y eso lo hacía respetarla aún más. —Trato hecho. Esa misma noche, después de horas de trabajo, Elena sintió el agotamiento acumulado en cada parte de su cuerpo. Aiden se inclinó hacia atrás en su silla, mirándola con una expresión más suave que la de hace unas horas. —Has trabajado duro —dijo él, con esa sonrisa relajada que siempre parecía iluminar la habitación—. ¿Por qué no tomamos un descanso? Elena lo miró, sintiendo la fatiga, pero también algo más. Este proyecto es más que solo trabajo. Y él.... Había algo en la presencia de Aiden que, aunque desconcertante, comenzaba a resultarle reconfortante. Es diferente a todo lo que conozco. Aiden se levantó y caminó hacia ella, ofreciéndole una mano para que se levantara también. Elena dudó por un segundo, pero aceptó el gesto. Cuando sus dedos se tocaron, sintió una corriente que la recorrió por completo. ¿Por qué me siento así?. Mientras él la ayudaba a levantarse, sus miradas se cruzaron. Por un momento, no hubo palabras, solo la conexión silenciosa entre ambos. Aiden, aún sosteniendo su mano, dio un paso más cerca, y en ese instante, Elena supo lo que estaba por suceder. No había más lógica que pudiera detenerlo. No había más control que pudiera imponer sobre lo que sentía. Aiden la acercó lentamente hacia él, inclinándose para rozar sus labios con los suyos en un beso suave, lleno de todo lo que habían estado conteniendo. Fue un beso lento, delicado, pero profundo, como si ambos estuvieran probando algo que habían esperado durante mucho tiempo. Esto no es lo que esperaba... pero es lo que quiero, pensó Elena. El tiempo pareció detenerse mientras Aiden la abrazaba con suavidad, y ambos se dejaban llevar por el momento. No había tensiones, no había desacuerdos. Solo estaban ellos, juntos, explorando una intimidad que iba más allá de las palabras o los argumentos. Más tarde, cuando el mundo volvió a sentirse real, se quedaron en silencio, sus respiraciones sincronizadas. Elena, aún en los brazos de Aiden, se dio cuenta de algo importante: él no solo había entrado en su vida profesional. Aiden la estaba llevando a un lugar nuevo, un lugar donde las reglas no eran tan claras, pero donde todo tenía un sentido diferente. Y por primera vez, se sintió dispuesta a dejarse llevar por el caos.El amanecer en Ciudad de México siempre traía consigo una sensación de renovación, pero para Elena, la mañana siguiente se sentía diferente. Se despertó más temprano de lo habitual, con la luz del sol filtrándose suavemente por las persianas de su apartamento. Por un momento, su mente, siempre tan llena de gráficos, códigos y plazos, estaba en blanco. Aiden. Él estaba ahí. Aún podía sentir el peso de su abrazo, la calidez de su cercanía. Mientras estaba recostada en su cama, repasaba los eventos de la noche anterior en su mente. ¿Cómo fue que llegamos aquí?. La respuesta era simple, pero complicada al mismo tiempo. Lo que había comenzado como una colaboración profesional se había transformado en algo que no esperaba. Y por primera vez en mucho tiempo, no estaba segura de cómo debía sentirse al respecto. Elena se levantó y caminó hacia la cocina para prepararse un café. Esto no puede complicarse más. Tengo que mantenerme concentrada en el trabajo. Pero, aunque sus pensamientos intent
Las reuniones entre Elena y Aiden en el estudio de coworking se habían vuelto más frecuentes. Cada tarde, después de que Elena terminaba su trabajo en TechVizion, ambos se sumergían en el proyecto, ajustando detalles, discutiendo nuevas ideas y, en el fondo, fortaleciéndose en su complicidad. Pero, aunque avanzaban, las tensiones seguían presentes. Los plazos se acortaban, y las expectativas aumentaban.Una tarde, mientras revisaban los últimos avances en el diseño de la aplicación, Mariana apareció en el estudio sin previo aviso. Elena se sorprendió al verla allí, pues no le había contado mucho sobre su colaboración con Aiden. ¿Qué está haciendo aquí? pensó Elena, sintiendo un leve nudo de incomodidad en el estómago.—¡Elena! —exclamó Mariana, entrando con su energía habitual—. Luis me pidió que te recordara que tenemos una revisión importante mañana con los inversores. ¿Has terminado los ajustes que necesitamos para la presentación?Elena asintió, aunque sabía que aún le quedaban al
La presentación en TechVizion fue, en muchos aspectos, un éxito. Los inversores mostraron interés en la aplicación y parecían satisfechos con las mejoras en la funcionalidad y estabilidad. Sin embargo, Elena sintió una incomodidad latente mientras respondía a sus preguntas. Sabía que había entregado el resultado esperado, pero también era consciente de todo lo que no había podido mostrar. Todo lo que realmente me apasiona quedó fuera, pensó, mientras escuchaba la charla optimista de Luis sobre los planes futuros.Al finalizar la reunión, Luis se le acercó con una sonrisa profesional, pero ella reconoció en sus palabras la presión implícita que siempre acompañaba sus conversaciones.—Buen trabajo, Elena. Los inversores quedaron satisfechos. Esto demuestra que podemos seguir avanzando sin desviarnos de nuestra meta principal.Ella asintió, pero no pudo evitar que sus pensamientos volvieran al proyecto que trabajaba con Aiden. Sin desviarnos. Esa frase le pesaba. Sentía que el proyecto e
Tras la conversación en el parque, Elena se sentía decidida a tomar riesgos. Las palabras de Aiden seguían en su mente, dándole el impulso necesario para avanzar en su proyecto con una nueva perspectiva. Decidió que empezaría a hacer planes para llevar la aplicación más allá de TechVizion, aunque debía ser cautelosa. Luis, su jefe, no tardaría en notar si desviaba tiempo o recursos hacia ideas que no estuvieran aprobadas.Esa tarde, mientras revisaba los avances de la aplicación con Aiden en el estudio de coworking, recibió una notificación inesperada en su tablet. Un competidor llamado InnovaLink acababa de lanzar una aplicación de realidad aumentada, y las características eran demasiado familiares. Habían lanzado un sistema de interacción en tiempo real, similar a lo que Elena y Aiden habían desarrollado juntos.—Mira esto —dijo Elena, mostrándole la pantalla a Aiden. Su expresión reflejaba la inquietud y el desconcierto que la noticia le provocaba.Aiden observó el contenido de la
A la mañana siguiente, Elena se despertó con una sensación renovada de esperanza. Sin embargo, esa paz se vio interrumpida cuando recibió un correo anónimo que confirmaba sus peores sospechas. En él había pruebas irrefutables de que Carlos había estado filtrando información del proyecto a InnovaLink. Conversaciones privadas y capturas de pantalla demostraban su traición.Le interesaba saber quién era esta persona anónima que compartía la información pero tenía como prioridad hablar con su jefe, ya luego investigaría el correo y quién ha enviado la información. Elena sintió cómo el enojo y la decepción la invadían mientras se trasladaba al trabajo. "¿Cómo pudo hacernos esto?", pensó, apretando los puños. Carlos, alguien en quien había confiado, no solo había robado su trabajo, sino que también había puesto en riesgo todo lo que había construido con Aiden. Una mezcla de tristeza y rabia se apoderó de ella.—Esto no se va a quedar así —se dijo con firmeza, decidida a actuar.Una vez lle
El aroma a café recién molido impregnaba el pequeño local en el centro de la ciudad, donde Elena y Aiden habían elegido reunirse. Las luces cálidas y la suave melodía de jazz creaban un ambiente íntimo, alejado del bullicio y, más importante aún, de las miradas curiosas de TechVizion. Cada rincón del café parecía susurrar secretos, ofreciéndoles el refugio perfecto para trazar su próximo movimiento.Elena jugueteaba nerviosamente con la cucharilla de su taza, observando cómo las ondulaciones del café reflejaban sus propias inquietudes. Sus ojos, normalmente llenos de determinación, mostraban ahora una mezcla de ansiedad y anticipación.—Luis no se quedará de brazos cruzados —murmuró, rompiendo el silencio mientras se cruzaba de brazos—. Conoce cada paso que damos. Intentará bloquear cualquier salida que tengamos del proyecto.Aiden la observó con atención, notando la tensión en sus hombros. Extendió su mano y la colocó suavemente sobre la de ella, transmitiéndole una calma que solo él
El aire dentro de TechVizion se sentía denso, cargado de tensión y miradas furtivas. Elena caminaba por los pasillos con la cabeza en alto, pero cada paso la acercaba más a un abismo desconocido. Las luces blancas y brillantes reflejaban en los cristales de las oficinas, creando destellos que le recordaban las múltiples facetas de la situación en la que se encontraba.Al llegar a su escritorio, encontró un sobre cerrado con su nombre escrito en una caligrafía precisa. Frunció el ceño, tomando el sobre con cautela. Al abrirlo, descubrió una nota breve:"Necesitamos hablar. Sala de conferencias 3. —Luis"Un escalofrío recorrió su espalda. Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto. Miró a su alrededor, buscando a Aiden, pero no lo vio por ninguna parte. Respiró hondo, intentando calmar el tumulto de emociones que se agitaba en su interior.La sala de conferencias 3 estaba al final del pasillo, alejada del bullicio habitual. Al entrar, encontró a Luis sentado
El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Elena despertó. Los primeros rayos de luz pintaban su habitación con tonos cálidos, pero no lograban disipar la inquietud que sentía en su interior. Se giró en la cama y encontró a Aiden profundamente dormido a su lado. Su cabello oscuro caía suavemente sobre su frente, y una expresión serena reposaba en su rostro. Sonrió al recordar cómo, en medio de la tormenta que azotaba sus vidas, habían encontrado un remanso de paz el uno en el otro. La noche anterior volvía a su mente como un susurro. Habían regresado exhaustos después de un día lleno de reuniones y decisiones difíciles. Sin embargo, al cruzar la puerta de su apartamento, algo cambió. Las preocupaciones quedaron atrás cuando sus miradas se encontraron, cargadas de complicidad y anhelos no dichos. —Necesitaba este respiro —había dicho Elena, dejándose caer en el sofá. Aiden se sentó a su lado, observándola con ternura. —Mereces mucho más que eso —respondió, apartando un mechón de