Parte veintiuno

Ignacio dejó escapar un lento suspiro, del mismo modo en que se dejó caer a la cama, le pidió a Violet permitirle vestirse para que la llevase a la cama con ellos.

—¿Satisfecha? —inquirió él con el ceño fruncido.

Ella negó con la cabeza, para después esbozar una sonrisa burlona, encendió la lámpara, se acercó y cargó a Salomé, quien al ver a su padre se emocionó.

Violet salió para prepararle un poco de suplemento, se negó a recibirlo cuando ella regresó, en su lugar se recostó al pecho de su padre ya vestido, Violet se acomodó al lado a mirarlos.

Poco a poco ambas se fueron durmiendo, Ignacio intentaba moverse para impedirle dormirse y dejarlo de modo en que estaba, con deseos de ella.

Tres horas después había logrado poner a Salomé en la cuna sin que esta se despertara, para después regresar ante Violet, la vio dormida, pero no le importó, la deseaba y empezó a toquetearla a juguetear.

Violet estaba somnolienta, intentando resistirse por pura maldad, Ignacio estaba excitado, no cesó
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