Parte veintidós

Ignacio se alejó para ponerse los zapatos y Violet observó más de cerca el modo en que había organizado todo, por colores, no solo la ropa y zapatos de la jefecita.

—Te dejé el desayuno —le dio un beso que Salomé interrumpió, quiso intentarlo, pero no pudo, en su lugar le agarró los glúteos—. Las veo al final del día, a menos que quieran visitarme.

Violet sonrió.

—Me encanta cuando hueles a mí, Violet.

—¿Sí? Puedes ponerte un poco de mi perfume y así también tú hueles a mí, que todas sepan… —Se detuvo al verle la sonrisa.

—Ya todos saben que soy tuyo Violet, y tengo los argumentos para quienes aún tengan dudas, te amo.

Ignacio finalmente le dio un beso, se había puesto los zapatos y se despidió de Salomé, para después salir de la habitación y despedirse de Lana y Mariska en la sala, emocionado el hombre dejó la residencia, llegó hasta su auto y se percató de que no hubiera reporteros, ni nadie acechando, que perturbara la paz de sus mujeres.

Emotivo se dirigió a su casa en donde compr
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