Capítulo 33. Cicatrices que hablan

Irina se giró y regresó a la sala de estar, sintiendo los pasos de Alex detrás de ella como si la siguiera una serpiente.

Él venía más lento ya que no traía las muletas, Irina se sentó de nuevo en el sofá.

Irina pudo acercarles sus muletas, pero dejó que se las arreglara solo.

Eran cosas pequeñas, pero a Irina como enfermera atenta esos detalles no se le pasaban, sentir que debía dejar que Alex Salvatore sufriera le daba malestar, pero de alguna manera tenía que hacer fluir la rabia.

Un escalofrío recorrió su espalda al pensar que aunque él había intentado mantener una fachada de víctima, ella había visto su verdadera naturaleza, estaba convencida de que él era un depredador acechando a su presa.

Irina quería gritarle, reclamarle por el dolor que le había causado, por la pérdida de su esposo, pero debía controlarse. Se suponía que debía ganarse la confianza de Alex, descubrir sus secretos y llevarlo ante la justicia.

Alex no se sentó, tomó las muletas y se apoyó en
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